06 Dic
Vida, Amor y Muerte en la Poesía de Miguel Hernández
Si hubiera que definir la poesía hernandiana, tendríamos que calificarla como “poesía amorosa”. Sentido amorosa: amor a la mujer, al hijo. De las tres heridas hernandianas: “la del amor, la de la vida, la de la muerte”, la primera es la que más profundamente le hiere. Esta herida amorosa se manifiesta en su producción poética en diversas facetas.
Etapas de la poesía amorosa de Miguel Hernández
- 1933. Perito en Lunas: Aparece el tema amoroso con una clara intencionalidad de carácter sexual. Así lo demuestran poemas como “Sexo en instante”, “Amor frutal” y “Serpiente”, entre otros.
- 1936. El rayo que no cesa: El amor adquiere un acento de pasión atormentada y de anhelo insatisfecho, de ansias de posesión: “Besarte fue besar un avispero”. A lo largo de todo el libro está presente la pena que abruma al poeta. Si en El rayo que no cesa, Miguel Hernández descubre su amor apasionado y desesperanzador hacia su mujer amada, en Viento de pueblo manifiesta su admiración y amor incondicional hacia su pueblo combatiente, con el que se siente identificado: “Somos viento de pueblo”.
- 1939. El hombre acecha: No contiene claras referencias amorosas, aunque a lo largo de sus poemas puede observarse un amor más maduro. Este libro se cierra con la “Canción última”, dedicada al amor apasionado de la joven pareja en su hogar familiar.
- 1938-1940 aprox. Cancionero y romancero de ausencias: Nos volvemos a encontrar con el tema amoroso bajo la visión del hijo fallecido. El poeta destila la sangre producida por las heridas de la triple ausencia: la de su esposa, la de su hijo y la de la libertad: “Muerto mío, muerto mío”.
Aunque Miguel Hernández muere joven, con tan solo treinta y un años, su breve ciclo como poeta se cumple como poeta del amor, pero también de la muerte, problema fundamental de la vida y la poesía. Miguel Hernández contempla la vida siempre amenazada por la sombra del “carnívoro cuchillo”. Este sentimiento marca una profunda huella en toda su obra, aunque no en todos los poemas se aprecia de la misma forma. En los primeros momentos se refleja una actitud vital despreocupada y optimista: su deseo de dedicarse a la poesía, su admiración por determinados poetas.
Es a partir de El rayo que no cesa cuando la vida y la muerte configuran una dicotomía inseparable. En este libro se refleja de forma palpable cómo ha sentido la muerte de su gran amigo Ramón Sijé, y se establece una inseparable relación emotiva entre los sonetos amorosos y el poema dedicado a su amigo: “Elegía”. La muerte seguirá estando presente con el fallecimiento de su hijo en 1938. Esta muerte supuso un mazazo en el corazón de un hombre que iba sobreviviendo a golpe de desgracia, alejado de su familia y solo. Por estas fechas, la rebeldía y la fuerza de Miguel empiezan a resquebrajarse y muestran con resignación un final inevitable: “Voy alado a la agonía”. Los últimos poemas cierran el ciclo del poeta volviéndolo al amor, pues este, según el poeta, es la única salvación: “Solo quien ama vuela”. Miguel Hernández, lleno de vida y también de muerte, es el centro de su poesía, donde estará unida con su vida hasta que el 28 de marzo de 1942 la muerte venció a la vida y al amor.
El Compromiso Social-Político de Miguel Hernández
El origen humilde de Miguel Hernández y su propia experiencia serán lo que le conducirá a una toma de conciencia y a una posterior postura de compromiso con los más desfavorecidos. Este germen social había permanecido oculto, pero con sus viajes a Madrid abre los ojos a otra realidad. El 18 de julio de 1936 comienza la guerra civil española, que durará tres años. Miguel Hernández tenía una postura para defender la república. En septiembre se incorpora como voluntario al quinto regimiento, donde se realiza un periódico divulgativo y trabajos de alfabetización de la tropa, a la vez que intenta alentar la moral de los soldados con poemas que levantan su espíritu combatiente.
Su producción bélica, donde encontramos su compromiso social-político, puede resumirse en dos libros:
- Viento de pueblo: Se observa a un escritor profundamente enraizado en el pueblo. Para Hernández, los poetas alientan a los soldados y mantienen viva la esperanza. La solidaridad es ahora el tema del poeta, de ahí el empleo del romance, del metro corto, del octosílabo, pero también intercala poesía más culta. La unidad de la obra está determinada por los tonos de la exaltación, la lamentación y la imprecación. La primera tiene su origen en el entusiasmo combativo. En la lamentación se trata de poemas con marcado acento social, y la imprecación va contra los cobardes y los que tiranizan al pueblo con signos que indican el pánico que sacude a los cobardes.
- El hombre acecha: El tono entusiasta y combativo se atempera, debido a la brutal realidad de la guerra. El libro abre con una “Canción primera”. Este libro es el resultado de una visión trágica y desalentada de la vida. Aparecen las cárceles como nuevo símbolo, siempre abiertas en busca de hombres y pueblos. Este libro se cierra con la “Canción última”, en donde se aprecia un sentimiento de esperanza. Pero lamentablemente, Miguel Hernández no pudo ver cumplidos sus deseos, pues le sobrevino la muerte el 28 de marzo de 1942.
La Poesía Española desde Principios del Siglo XX hasta Miguel Hernández
La literatura española conoció entre 1900 y 1939 uno de los periodos más ricos, hasta el punto de que se ha denominado como la Edad de Plata. Los principales movimientos literarios que se suceden durante estos años son:
- Modernismo y Generación del 98: El Modernismo nace en Hispanoamérica. Entre sus características destacan: culto a la belleza, tono refinado y escenarios exóticos, irreales o lejanos en el tiempo como medio para escapar de la realidad. La llamada Generación del 98 pretendió una reforma más general, abarcando también la política, las ideas y, principalmente, la preocupación por España. Destacan Miguel de Unamuno y Antonio Machado.
- Novecentismo, Vanguardias y Generación del 27: El Novecentismo y las Vanguardias son dos movimientos que dieron lugar en el periodo de entreguerras (1918-1940) que se caracterizan por la reacción contra la literatura y el arte modernista. El Novecentismo es un movimiento propio de España cuyos autores encarnan al nuevo intelectual que se preocupa por la forma y persigue el arte puro, cuya finalidad es el goce estético. Destacan José Ortega y Gasset y Juan Ramón Jiménez. Las Vanguardias son más radicales aún. Son defensores del antirrealismo, de la autonomía del arte, que sitúan sus obras, muchas veces, en los límites de la comprensión. Los movimientos llamados ismos más influyentes fueron: el Creacionismo, el Ultraísmo y, sobre todo, el Surrealismo. Destaca Ramón Gómez de la Serna. La Generación del 27 representa la última etapa del proceso de renovación. Evolucionan de forma similar: pasando por el Surrealismo, hasta llegar a una poesía cada vez más humana y comprometida con la realidad. Destacan Federico García Lorca y Jorge Guillén. En cuanto a la temática, utilizan estrofas tradicionales: romances, coplas, sonetos… y se les puede considerar iniciadores del verso libre.
- Hacia 1930: Debido a las circunstancias políticas y sociales de la Segunda República, surge de nuevo la actitud realista y ahora también un tipo de novela social: la denuncia. Miguel Hernández sobresale en la lírica escrita durante la guerra civil por la calidad e intensa emoción que se traspasa en toda su producción poética.
- La literatura posterior a la guerra civil: Década de los cuarenta: La literatura trata de abrirse caminos tras la tragedia bélica. La desorientación y la evasión son las dos tendencias que definen esta época. La censura condiciona una creación que es un testimonio de la angustia existencial propia del periodo. Destacan Miguel Delibes y Camilo José Cela.
- Años cincuenta: La tendencia común a todos los géneros era el realismo. Este realismo social pretende mostrar los aspectos más crueles e inhumanos de la realidad y denunciar las injusticias. Destacan Blas de Otero y Gabriel Celaya.
- Años sesenta y hasta mediados de los setenta: Los autores españoles buscaban nuevas formas de expresión, cansados del realismo social, así nace el experimentalismo. Destacan José Ángel Valente y Ángel González.
- A partir de los años ochenta: Se evidencia el cansancio por la experimentación y la literatura se difumina en diferentes tendencias. Destaca Julio Llamazares.
Tradición y Vanguardia en Miguel Hernández
Miguel Hernández comienza una andadura poética muy joven, evolucionando desde una etapa juvenil de aprendizaje hasta la culminación de una poesía personal y auténtica.
- Primera etapa (1925-1931): Se inicia como poeta en Orihuela con un modernismo caduco, sin perder el regionalismo fonético del panocho y su propia experiencia vital como pastor de cabras. En esta época lee y admira a Lope de Vega, Garcilaso y Góngora, influenciado por su mentor Ramón Sijé.
- Segunda etapa (1931-1935): En 1931, Miguel viajó a Madrid, donde no obtuvo los frutos esperados debido a que su nivel no estaba a la altura. Por ello, decidió la creación de una poesía más hermética, de sintaxis compleja. En esta renovación se destaca el uso de la metáfora trabajada y perfecta, influenciado por Góngora. En 1933 aparece Perito en lunas, donde incluye incluso acertijos poéticos. Así comienza uno de sus poemas en Perito en lunas; pudiendo observar cómo fija su punto de mira en objetos de la vida real, pero con un léxico cultista e imágenes de gran complejidad.
- Tercera etapa (1935-1936): Aparece El rayo que no cesa. En este poemario no aparecen conceptos religiosos, y su poesía servirá para expresar sentimientos que nacen al descubrir el amor de la mujer. En este libro de temática amorosa logra su madurez poética del concepto del amor. Aparecen imágenes y símbolos como el cuchillo, el rayo, el fuego y el toro. El soneto alcanza una perfección exquisita, aunque también aparece la cuarteta y la silva.
- Cuarta etapa (1937-1939): Surge la poesía revolucionaria. El compromiso hernandiano se reflejó en Viento del pueblo (1937), primer libro de guerra. Es un conjunto de veinticinco poemas que da cabida a una profunda renovación métrica que acoge las estrofas más diversas. En este libro, Miguel se identifica como viento del pueblo. El hombre acecha (1939) es el resultado de una visión trágica de la vida. Se advierte a un Hernández cansado ante el desalentador balance de muertes sin sentido, cárceles, heridos y odio. Viento del pueblo es una obra más optimista, mientras que esta es más negativa. “El tren de los heridos” muestra a la perfección el espíritu desalentado de Miguel.
- Quinta etapa (1939-1941): Cancionero y romancero de ausencias fue un libro póstumo. En él se muestra su madurez poética: la metáfora alcanza sus registros más altos de perfección y se busca la verdad humana, en la que los recursos superfluos no están. Está compuesto por poemas breves y versos cortos. Entre los asuntos, destacan los referidos a su mundo familiar: los besos de su amada, la ausencia y las distancias, la muerte de su primer hijo y el nacimiento del segundo.
En conclusión, podemos decir que estas etapas recogen la poesía de Miguel Hernández, y si aún goza de gran actualidad es porque supo cómo llevar su poesía a la realidad del momento.
Imágenes y Símbolos en la Poesía de Miguel Hernández
Los símbolos que emplea el autor a lo largo de su obra poética son muy variados. Algunos de ellos, como la luna, el toro, el rayo o la sangre, varían su significado según la obra en la que se encuentren.
- Perito en lunas (1933): Libro compuesto por cuarenta y dos octavas reales. La luna, símbolo de plenitud y exaltación vital, es el eje que atraviesa todos los poemas del libro. Incluso los objetos más dispares responden a esta concepción redonda y circular del astro (huevo, granada, gota de agua) o se relacionan con él: “Pon a la luna un tirabuzón” (palmera). Otros símbolos importantes son el toro, que aparece representando el sacrificio y el destino trágico de la muerte; la palmera, emblema del paisaje mediterráneo; o la higuera, como símbolo de masculinidad y virilidad, que aparece en “Negros ahorcados por violación”.
- El rayo que no cesa (1936): El tema fundamental es el amor. La tortura amorosa está representada por una serie de instrumentos que causan dolor, como son la espada, la guadaña, la espina y, sobre todo, el cuchillo, el instrumento de sacrificio por excelencia. A estos hay que añadir los fenómenos atmosféricos como el huracán, la tormenta y el rayo, elementos que remiten a la fatal pasión desatada en el poeta. En este libro reaparece el símbolo del toro, que representa la figura del enamorado, su bravura, virilidad y, sobre todo, su destino trágico e inamovible: la muerte. La sangre representa el deseo sexual; la camisa, el sexo masculino; y el limón, el sexo femenino. Destaca una obsesión por el color blanco, que representa la hermosura de su amada. La tierra adquiere el significado de vida primigenia.
- Viento del pueblo (1937): Ejemplifica lo que es poesía de guerra, poesía como arma de lucha. Hay un desplazamiento del yo del poeta hacia los otros. Así, el viento es la voz del pueblo encarnada en el poeta. Al pueblo resignado, que no lucha, se le identifica como buey; el león, en cambio, es la imagen de la rebeldía y del inconformismo. La mirada del poeta se vuelve solidaria hacia los que sufren: “El niño yuntero”, que desde su nacimiento es “carne de yugo”. La contraposición entre ricos y pobres se da en “Las manos”. Tras su matrimonio con Josefina Manresa, pone acento en la maternidad; el vientre será un símbolo importante. El hijo futuro será la prolongación de los nuevos esposos y la esperanza de una España mejor: “Canción del esposo soldado”.
- El hombre acecha (1939): El hombre como fiera, símbolo de su deshumanización a causa de la guerra y el odio. Ligadas a esta imagen aparecerán las de colmillos y garras. La sangre ahora es símbolo del dolor, de la destrucción. La muerte viene simbolizada por un silencioso tren que no se detiene más que en los hospitales.
- Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941): Obra póstuma, es un libro desgarrador, extenso, hondo y bellísimo. El amor, la muerte, la ausencia de la mujer amada y del hijo muerto serán la temática mayoritaria de esta obra. A su mujer la identifica como leona por su valor. El vientre constituye el centro de la vida, la plenitud amorosa, el refugio seguro: “Menos tu vientre… todo es confuso”. Están presentes términos que limitan la vida o señalan la muerte: acechar, hachas, cuervo, ataúd y, de una forma insistente, cárcel y cementerio. En relación con ello, hay que señalar las referencias poéticas a su hijo muerto: “Muerto mío, muerto mío”. Frente a estas imágenes negativas, surge el amor, que se representa con imágenes de la luna, el sol, la sombra y la luz.
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