05 Jul

DE LA POESÍA EXISTENCIAL Y SOCIAL AL «GRUPO POÉTICO DE LOS 50»

La poesía social es una corriente poética que fue predominante en España desde 1950 hasta principios de los años sesenta. Se trata de un realismo testimonial en la línea rehumanizadora iniciada antes de la Guerra Civil, bajo la influencia de poetas como Antonio Machado, Pablo Neruda, César Vallejo o Miguel Hernández, que se centró en los intereses colectivos de la sociedad. Se buscaba llegar a la masa y convertir la poesía en una herramienta de transformación social, que diera testimonio de los problemas de España, como la injusticia social o el anhelo de paz y de libertad, presentados habitualmente con un tono pesimista, aunque en ocasiones se halle una mirada de esperanza hacia un futuro mejor. El estilo de la poesía social se caracteriza por adoptar un tono llano y conversacional; asimismo debía salvar los criterios de la censura. Entre sus principales autores se encuentran: Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro, Ángel González y Ángela Figuera Aymerich.

La obra de Blas de Otero se puede dividir en varias etapas, marcadas por su evolución vital e ideológica. En su etapa existencial, indaga sobre la existencia del ser humano, desvalido y con sed de eternidad. En su etapa social, se centra en la situación de España y la solidaridad humana, presentada como una lucha a favor de la justicia, la libertad y la paz en textos como Pido la paz y la palabra (1955), aparece en primer plano la función social del poeta. En su última etapa hay una búsqueda de nuevas formas expresivas. La trayectoria de Blas de Otero es muy representativa de la evolución de la poesía española desde 1939: de la angustia vital del «desarraigo» a una poesía social que expresa comunes anhelos de paz y de justicia; y de esta a nuevos caminos, de nuevas formas. (Poemas p. 320-321-324)

La obra de Gabriel Celaya es una de las más directas y con mayor carga política de la poesía social, en cuyo estilo predomina una fusión de lo culto y lo popular. Son poemas dotados de una musicalidad particular y cuyo lenguaje es combativo y coloquial. Entre sus obras más destacadas está Cantos íberos. Para Celaya, «un poeta es, por de pronto, un hombre» y «ningún hombre puede ser neutral». La poesía -según Celaya- es un instrumento para transformar el mundo, «La poesía es un arma cargada de futuro» (poemas p. 321).

Durante esta misma época surge la corriente poética del Postismo, se trata de un movimiento subversivo no en el sentido político, sino en su opción artística en defensa del surrealismo. Próxima a esta línea vanguardista se halla la obra del aragonés Miguel Labordeta.

Poesía de la «Generación del 50» (La década de los sesenta)

Aunque la poesía social se prolonga en los años 60, ya en la década de los 50 comienzan a aparecer poetas nuevos que representarán pronto su superación; si bien comienzan a escribir en los 50, su poesía marcará sobre todo la década siguiente, en que tales autores alcanzan su plena madurez creadora, coincidente con el agotamiento del realismo social.

Como decimos, estos poetas de la «Generación del 50» asentaron las bases de su obra poética en la década de los sesenta, caracterizada en España por un periodo de desarrollo económico que aportó cierta esperanza a la sociedad española (mejora en las relaciones diplomáticas, ayudas económicas de EE. UU., llegada de turistas, aporte de divisas de los emigrantes).

En este contexto, la poesía abandonó el tono épico y dio paso a una poética marcada por un enfoque humanista, que daba cabida a una amplia diversidad de problemas propios del ser humano (biográficos, existenciales, morales y sociales), que se manifiestan a partir de una reflexión de la experiencia propia y lo social deja de ser un tema para convertirse en el marco desde el que se escribe la poesía. No abandonan su compromiso ético o el inconformismo, pero se expresan de manera menos directa que en la poesía social. En cuanto a la estética, esta Generación se define más por la búsqueda de un lenguaje personal en el que con frecuencia se recurre al distanciamiento irónico o paródico y a la inclusión de un vocabulario coloquial. Así se consigue un tono poético cálido y cordial.

Pese a la heterogeneidad de sus rasgos literarios, la crítica agrupa a sus autores por una serie de rasgos biográficos en común: vivieron la Guerra Civil, familias de origen burgués, educación universitaria, rica formación literaria, evento en común (homenaje a Antonio Machado en Collioure). Algunos de ellos, como Antonio Gamoneda o José Hierro escribieron al margen de círculos literarios, pero muchos otros estuvieron conectados por las ciudades en las que vivían, como Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, en Barcelona; o Claudio Rodríguez y José Ángel Valente, en Madrid. Muchos de ellos ya aparecen en antologías publicadas en el momento, como Veinte años de poesía española (1962).

La obra del madrileño José Hierro comenzó dentro de la estética de la poesía desarraigada de posguerra pero fue evolucionando de manera particular hacia un estilo que es difícil de clasificar. En su trayectoria se pueden distinguir dos tonos diferentes, el existencial y el social, así como dos vías: poemas que tratan narrativamente un tema (la vía de los reportajes«) y poemas que expresan emociones de forma vaga (la vía de las alucinaciones«). En su estilo predomina la mezcla de espacios y tiempos distantes, precisión en el ritmo de sus poemas, gusto por comenzarlos a partir de expresiones o anécdotas triviales. De entre sus títulos cabe mencionar Libro de las alucinaciones (1964). (Poemas, p. 352-353-362)

El poeta más social de esta generación del 50 es el ovetense Ángel González. En una primera etapa manifiesta angustia por la condición humana y el paso del tiempo, que solo el amor es capaz de apaciguar, y una segunda etapa, que busca la complicidad de los lectores, que pueden estar viviendo experiencias íntimas similares. Parte de su obra está reunida en la antología Palabra sobre palabra. (Poemas 354-355)

El barcelonés Jaime Gil de Biedma combina intimidad e inteligencia, recrea la experiencia vital con distancia e ironía. Aunque en sus primeros libros se centra sobre todo en asuntos sociales, su obra se caracteriza por tocar temas más íntimos como la amistad, el amor o la soledad. Influyó en la poesía de la experiencia que surge en la década de los setenta. Destacamos Las personas del verbo (1959). (Poemas, p. 355)

La naturaleza de la poesía y el proceso de creación es una preocupación constante en la obra del gallego José Ángel Valente. El autor reflexiona sobre la posición del ser humano en el mundo y el fracaso de las sociedades contemporáneas. (Poemas, p. 354-355). Por último queremos mencionar a José Agustín Goytisolo (Palabras para Julia).

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