20 Mar
La Poesía Española Posterior a la Guerra Civil
Entre 1939 y 1975, España vive bajo la dictadura del general Franco. Los primeros años se caracterizaron por el aislamiento internacional y por la represión política de los vencidos. Apenas hubo cambio político y la evolución de la sociedad chocaba con un régimen inmovilista que se derrumbó con la muerte de su dictador.
La Posguerra de la Poesía: Años Cuarenta
Al final de la guerra, el panorama para la cultura es desolador. El año 1939 supuso un año cero para la poesía en España. Con Unamuno, García Lorca y Antonio Machado muertos, Miguel Hernández encarcelado y Alberti, Salinas, Guillén, Cernuda, Juan Ramón Jiménez y muchos otros exiliados, la llamada Segunda Edad de Oro había llegado a su final.
Se dio una doble división en la cultura: por un lado, La España peregrina, derrotada y desperdigada por el mundo; por otro, los que se quedaron en España. Éstos o se alinearon con la ideología y estética de los vencedores (poesía arraigada), o permanecieron callados en un exilio interior a la espera de poder gritar su dolor y rebeldía (poesía desarraigada).
El panorama poético del período es variado y muestra diversas tendencias:
- Las revistas Escorial y Garcilaso reúnen a poetas como Leopoldo Panero y Luis Rosales, que apuestan por una poesía clásica. Algunos de sus temas son la nostalgia por los tiempos del imperio español, o las vivencias amorosas o religiosas con tono íntimo.
- La revista Espadaña, dirigida por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, defendió una poesía opuesta a la de Escorial y Garcilaso.
- Algunas revistas marginales, como Cántico, sirvieron de expresión para establecer un puente con la poesía exquisita anterior a la guerra. Con el Postismo, poetas como Carlos Edmundo de Ory, enlazaron con la estética y rebeldía vanguardistas.
En la recuperación de la poesía fue decisiva la labor de dos poetas, con la publicación en 1944 de: Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre e Hijos de la ira, de Dámaso Alonso.
El primero es una exaltación de la Naturaleza que el ser humano se empeña en destruir. Hijos de la ira refleja el malestar existencial de aquella época. El título se refiere a los poemas, sentidos como fruto de la angustia y de la rabia ante la injusticia, el dolor y el horror de la vida.
Dámaso Alonso opta por una poesía sin moldes métricos, con poemas escritos en versículos, a veces larguísimos. El autor da rienda suelta a su desarraigo profundo, a la protesta contra un mundo arrasado, del que se ha adueñado la parte más siniestra del ser humano.
Años 50: La Poesía Social
Hacia 1950 cobra auge la llamada poesía social. Ésta pretende mostrar la verdadera realidad del ser humano y del país, muy distinta de la versión oficial. Se considera que la poesía es un medio para cambiar la sociedad, que debe testificar y denunciar las injusticias, las desigualdades sociales o la falta de libertades políticas.
- Se pretende ante todo testimoniar las dificultades económicas, la alienación del trabajo o cantar a la solidaridad y a la lucha. El tema de España y de la Guerra Civil es constante.
- La poesía debe dirigirse al mayor número de gente posible. De ahí la utilización de un lenguaje directo, coloquial o conversacional y muchas veces prosaico.
- Los principales poetas de esta tendencia fueron Blas de Otero, José Hierro, Gabriel Celaya y Eugenio de Nora.
Desde el punto de vista actual, en este período encontramos algunos de los mejores poemarios contemporáneos: Pido la paz y la palabra (1955) y Que trata de España (1964), de Blas de Otero; Cuanto sé de mí (1957), de José Hierro; y Cantos iberos (1955), de Gabriel Celaya.
La Promoción del Sesenta: Poesía de la Experiencia
A mediados de los años cincuenta hace su aparición un nuevo grupo de poetas que, sin renunciar al compromiso, elevan la calidad artística de la poesía. Se consolidan en la década de los sesenta. Son, entre otros, Ángel González, Goytisolo, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente y Félix Grande. A varios de ellos les une una estrecha amistad, el hecho de ser los niños de la guerra y haber vivido la etapa más dura de la posguerra.
El concepto de la poesía ha cambiado: su única finalidad no es ya la comunicación, como para Celaya o Blas de Otero. La poesía es el medio de conocimiento de la realidad, que alumbra zonas no visibles del ser humano y del mundo.
Sus primeros libros se hallan marcados por la influencia de los poetas sociales y Antonio Machado se constituye en un ejemplo ético y estético. Muchos de estos autores combatirán el régimen desde posiciones políticas cercanas al comunismo. Pero su trayectoria se inclinará hacia el intimismo y hacia la expresión de la experiencia individual (de aquí la denominación de poesía de la experiencia).
El tratamiento del lenguaje: el tono coloquial se depura y se eleva a un nivel artístico; se busca un estilo personal, en el que el humor y la ironía a veces dan la sensación de una conversación íntima y acogedora con el lector.
De los numerosos títulos destacan: Tratado de urbanismo, de Ángel González; Moralidades y Poemas póstumos, de Gil de Biedma; Diecinueve figuras de mi historia civil, de Carlos Barral; Salmos al viento, de J.A. Goytisolo; La memoria y los signos, de Valente.
La Irrupción de los Novísimos
En 1970, el crítico José María Castellet compiló una antología polémica: Nueve novísimos poetas españoles. Los poetas incluidos fueron Manuel Vázquez Montalbán, A. Martínez Sarrión, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Vicente Molina-Foix, Ana María Moix, entre otros. La antología era desafiante: suponía un cambio más evidente con toda la poesía anterior.
Los novísimos son poetas nacidos tras la guerra. Ocupa un lugar importante la cultura de los medios.
En literatura, admiran la poesía extranjera (los surrealistas franceses) y de la española salvan a Aleixandre, Cernuda y Gil de Biedma.
Antirrealistas, relacionados con las vanguardias (escritura automática, uso del collage) con el modernismo (gusto por lo exótico, por el ritmo del lenguaje, por el léxico cultista, etc.). Defienden la autonomía del arte y manifiestan una extrema preocupación por el lenguaje.
Los Últimos Años
Desde 1975 se advierte un cambio en los poetas arriba citados. Se frenan los excesos culturalistas y rupturistas y se inician rutas que conducen a una poesía más personal e intimista.
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