16 May

El 18 de Julio de 1936, un grupo de militares liderados por Francisco Franco, con el apoyo de la Iglesia, la oligarquía económica y los totalitarismos europeos, se rebelaron contra el gobierno republicano, estallando la Guerra Civil española. Finalizada el 1 de Abril de 1939, se instauró en España un régimen totalitario y ultraconservador que reprimía ferozmente a los vencidos, llevando a muchos al exilio. Además, el apoyo al Eje durante la década de los 40 supuso el aislamiento internacional de España hasta los años 50, cuando comienza su recuperación económica gracias a EEUU, y los años 60, por el auge del turismo extranjero. La muerte del dictador Franco dio lugar a la transición a la democracia con el rey Juan Carlos I y Adolfo Suárez (presidente), aprobando la Constitución de 1978, celebrándose las primeras elecciones generales, ingresando a la OTAN, …

Generación del 36


Tras la Guerra Civil, la poesía volvíó a rehumanizarse, retomando los temas sociales e individuales, los sentimientos humanos y alejándose del arte puro de las vanguardias. El desenlace del conflicto originó una división entre vencedores y vencidos, el establecimiento de la censura y, en la poesía, la aparición de dos líneas: la poesía arraigada y la poesía desarraigada.

Miguel Hernández


Poeta de origen humilde y autodidacta, supuso la uníón entre los poetas del 27 y los del 36. Su obra se inicia con el virtuosismo formal de Perito en lunas. En El rayo que no cesa aparece su trilogía temática amor-vida-muerte y las influencias de la poesía castellana clásica y vanguardista (Quevedo o Neruda), uno de los poemas más famosos de la obra es el que le dedicó a su amigo Ramón Sijé. El conflicto civil se manifestará al principio en tono épico en obras como Viento del pueblo, con un tono optimista que muestra las ganas de enfrentarse al conflicto; posteriormente de forma cruenta e íntima (El hombre acecha). Esa intimidad y vuelta a la sencillez se muestran en su última obra, Cancionero y romancero de ausencias, escrita desde la cárcel en la que murió.

Poesía arraigada

Estaba formada por autores afines al régimen franquista; trataba temas como el amor, la fe católica o la patria. Presentaba un estilo sobrio en el que se empleaban estrofas clásicas para ofrecer una visión ordenada del mundo y publicaron en revistas como «Escorial» o «Garcilaso». Algunos representantes de esta poesía fueron Luis Rosales, de imaginación metafórica y sentido del ritmo en poemas como Abril o La casa encendida; Dionisio Ridruejo (Sonetos a la piedra); o Leopoldo Panero (Escrito a cada instante).

Poesía desarraigada

Estaba formada por autores críticos con el franquismo, trataban temas como una gran angustia al entender la realidad como un caos, presentaba un estilo de tono dramático y de lenguaje desgarrado y directo; fueron censurados por el régimen en ocasiones.


Entre los representantes de esta poesía destacaron Dámaso Alonso, autor de Hijos de la ira, obra de tono existencial que supuso un grito poético hacia la cruda posguerra española, dominada por el odio, la injusticia y la miseria; y Oscura noticia; así como Victoriano Crémer (Nuevos cantos de vida y esperanza).

Poesía en el exilio


Estaba formada por un grupo de numerosos intelectuales que se vieron obligados a exiliarse fuera de España tras la guerra, tratan temas como la derrota, la añoranza de la patria perdida, el deseo del regreso, la crítica al régimen franquista o la asimilación de su condición de exiliados. Sobresalieron León Felipe, autor de Español del éxodo y del llanto, con un estilo libre de tono profético; y Emilio Prados (Jardín cerrado).

Poesía social


En torno a 1950 la poesía existencial evoluciónó hacia la poesía social, pasando de la angustia individual a manifestar la solidaridad con los demás, mostrando la verdadera realidad del ser humano y del país. Trataba temas como la alienación, la injusticia, la solidaridad y otros temas que afectaban a la colectividad más que al propio poeta.
Presentaba un estilo sencillo, cercano al lenguaje coloquial, a menudo prosaico y expresivo para  llegar a la mayoría a través de testificar, protestar y denunciar la situación social exigiendo paz y justicia para España.Destacaron Blas de Otero, poeta que reflejaba la evolución de la época al pasar del existencialismo desarraigado a la poesía social comprometida y la renovación poética con el objetivo de remover las conciencias y compartir su “tragedia viva”; publicó Pido la paz y la palabra (1955), donde planteó la lucha mediante la palabra y la no separación de la poesía de la historia, siendo muy influyente en años posteriores; 
Gabriel Celaya con Cantos íberos, donde defendía la función crítica de la literatura como arma de lucha social; y José Hierro, autor de carácter testimonial y en cuyas obras está presente el paso del tiempo y las pérdidas que produce (Quinta del 42).

Poesía en los años 60


Formada por un grupo de poetas que buscaban un lenguaje poético más elaborado y un desplazamiento de lo colectivo a lo personal sin dejar los temas sociales, y defendieron la idea de poema como acto de conocimiento frente a la poesía como comunicación. Trataron temas como la vida cotidiana del hombre(monótona y/o aburrida), amistad, infancia, adolescencia paradisíaca…; y presentaban un estilo de tono coloquial depurado con un alto nivel artístico (búsqueda de un estilo más personal y poético), empleaban el verso libre y la ironía para distanciarse de la realidad.


Algunos representantes fueron Ángel González, quien combinaba la ironía con la poesía íntima y desilusionada mediante un lenguaje sencillo y a veces coloquial, pero muy cuidado (Áspero mundo); Jaime Gil de Biedma, presentaba una poesía selecta y sarcástica, algo desencantada y crítica y con temas como el amor, la infancia, el erotismo; además, recogía toda su poesía en Las personas del verbo; y Claudio Rodríguez, autor de Don de la ebriedad.

Poesía de los años 70


Esta corriente estuvo influenciada por el arte popular, la cultura urbana, los medios de comunicación, el gusto por lo antiguo y otras influencias “culturalistas” que permitían conocer la cultura en todos sus sentidos, así como la literatura hispanoamericana comenzó a ganar importancia junto a la europea. Estilísticamente
resaltaba la experimentación, el Surrealismo, la mezcla entre lo culto y lo cotidiano para renovar el lenguaje poético; y trataban temas personales relacionados con lo público (sociedad de consumo, guerra de Vietnam)y la cultura urbana.En 1970, José María Castellet publicó la antología Nueve novísimos poetas españoles, con autores nacidos entre 1939 y 1948 como Pere Gimferrer (Arde el mar), Leopoldo María Panero (Canto personal), José María Álvarez (Museo de cera), Ana María Moix, …

Últimas tendencias



Por último, señálamos las últimas tendencias poéticas. La principal línea es la Poesía de la experiencia, en la que prima lo íntimo, las experiencias personales y el paso del tiempo, destacando un grupo de poetas andaluces de «La otra sentimentalidad» como Luis García Montero (Habitaciones separadas, Completamente Viernes). Cabe destacar otras tendencias contemporáneas como el Neosurrealismo (Blanca Andreu), y el Culturalismo (Antonio Colinas).La década de los noventa supuso la vuelta al intimísimo y la sencillez. Las líneas poéticas de la postmodernidad son varias: la “poesía de la conciencia” (Antonio Gamoneda) o la línea íntima misticista (Eloy Sánchez Rosillo). Mientras que, en el Siglo XXI, la aparición de Internet ha llevado a la globalización, facilitando la publicación de la poesía, así como volvíéndola más efímera.

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