19 Dic

La poesía prerrenacentista

Ya asentadas definitivamente las ideas humanistas en España, tanto la corona de Castilla como la de Aragón impulsan mediante su protección el desarrollo de la literatura, sobre todo en el género de la poesía. Los Reyes Católicos continúan con este patrocinio e incluso fomentan la llegada de humanistas extranjeros a España. Durante este siglo se desarrollan diversas corrientes poéticas, entre las que destacan las siguientes:

Poesía cortesana o de cancionero

Poesía culta compuesta para ser leída, recitada o cantada en la corte. Supone la corriente más típica del siglo XV. Posee gran variedad de estrofas y temas, entre los que destaca el amor, lo moral y filosófico o lo ingenioso. Se utiliza un lenguaje ornamentado, a veces recargado, y versos principalmente dodecasílabos y octosílabos. Como ya hemos visto anteriormente, esta poesía se recogió en numerosos cancioneros, entre los que destacan el de Baena, el de Estúñiga o el Cancionero general, recogido en tiempos de los Reyes Católicos. En esta corriente destacan autores importantes que luego estudiaremos.

Poesía crítica y satírica

La situación política de Castilla provoca un espíritu crítico que se plasma también en una poesía de corte satírico y paródico. Aparece a principios de siglo la Versión castellana de la Danza de la Muerte, en la que se va llamando a bailar a varios personajes, entre ellos el Papa y el Emperador, dejando claro que todos somos iguales ante la muerte. También proliferan las coplas, como las de la panadera, las de Mingo Revulgo o las del Provincial.

Poesía de tipo tradicional

Recogen la herencia medieval, con temas tradicionales como el alba, la mujer despechada, etc.

Autores

Marqués de Santillana

Llamado realmente Íñigo López de Mendoza, fue el primer marqués de Santillana. Nació en Carrión de los Condes (Palencia) en 1398 y murió en Guadalajara en 1458. Fue el prototipo de cortesano del siglo XV: político en la corte de Juan II y muy interesado por las letras y por las armas. Su obra es alegre y de estilo sencillo, y en ella mezcla lo moral con lo popular, resaltando cierta influencia italiana y también una renovación métrica. Escribe tres tipos de poesía:

  • De estilo provenzal: Canciones, decires y serranillas.
  • De estilo alegórico: Influenciado por Dante y Petrarca, escribe El infierno de los enamorados, la Comedieta de Ponça y Sonetos fechos al itálico modo.
  • De estilo doctrinal: El Diálogo de Bías contra Fortuna y Los Proverbios, escritos en estrofas de pie quebrado que sirvieron de manual en la formación de los futuros monarcas.

Juan de Mena

Nació en Córdoba en 1411 y murió en Torrelaguna (Madrid) en 1456 al caerse de una mula. Estudió en Salamanca y en Roma, de donde trajo un profundo pensamiento humanista, olvidándose de las armas y de la política. Se dedicó completamente al estudio, aunque fue Secretario real con Juan II. Aunque hizo una traducción en prosa de la Ilíada de Homero, llamada El Homero romanceado, su obra más representativa fue en verso, el Laberinto de Fortuna. Se trata de una obra de 2376 versos dodecasílabos divididos en 297 estrofas. La obra posee un carácter político y moral y en ella se plasma una visión profética del rey Juan II.

Jorge Manrique

Nacido en Paredes de Nava (Palencia) en 1440, era hijo de don Rodrigo Manrique, Maestre de la Orden de Santiago. Noble y soldado que aspiraba a hacerse un nombre en la sociedad aristocrática de la época, fue un activo caballero partidario de la Infanta Isabel (la Católica) en su derecho a ocupar el trono de Castilla a la muerte de su hermano Enrique IV. Finalmente muere en 1479, ya coronada Isabel, en el asalto al castillo de Garcimuñoz, en Cuenca. En sus ratos de ocio cultivaba una poesía de tema amoroso, burlesco o moralizante, típico de la poesía cortesana. Pero a la muerte de su padre en 1476, escribe una obra maestra poética en su honor, las Coplas a la muerte de su padre. Se trata de 40 coplas de pie quebrado, cada una de ellas dividida en dos sextillas en las que se suceden dos octosílabos y un tetrasílabo, con rima a-b-c-a-b-c.

Los cancioneros

Son antologías que recogen una recopilación de composiciones líricas compuestas durante los siglos XIII, XIV, XV y XVI. Estos cancioneros reflejaban los gustos estéticos de los coleccionistas que los formaban generalmente con pliegos sueltos o con poemas copiados en limpio por su propia mano o por la de otro desde otros cancioneros, de libros impresos o manuscritos o de obras que poseían los propios autores de los poemas o coleccionistas. Ayudaron a conocer la lírica cortesana y popular de esos siglos. También transmiten información histórica y social. Los cancioneros se bautizaban con el nombre de su confeccionador o poseedor, o por el nombre de la biblioteca que los conservaba. Existen muchos cancioneros, tanto en la lírica galaico-portuguesa como en la castellana. El primer cancionero castellano que se conoce es el recogido por Juan Alonso de Baena entre 1445 y 1454 por encargo de Juan II de Castilla. Como acabamos de ver, Jorge Manrique ha pasado a la historia de la literatura por escribir las Coplas a la muerte de su padre. De no ser por esta obra, que llegó a influir en autores claves dentro de la poesía contemporánea española como Antonio Machado, Manrique habría sido uno de tantos autores del siglo XV dedicados a la composición de poemas de amor cortés, de esos que podemos encontrar en los cancioneros. Siguiendo las modas poéticas cortesanas de su tiempo, compuso aproximadamente cincuenta poemas amorosos y tres satíricos (criticando a una beoda, a su madrastra y cuñada, doña Elvira de Meneses, y a una prima que le estorbaba unos amores).

El romancero

Ya en el siglo XIV la poesía épica entra en decadencia, por el cambio de gustos en la sociedad; de la fragmentación de los poemas épicos surgió una nueva forma literaria denominada romance. Los romances eran poemas de extensión variable, escritos en versos octosílabos, con rima asonante en los versos pares, quedando sueltos los impares. Su estructura deriva de la fragmentación de los versos de dieciséis sílabas de los cantares de gesta en dos versos de ocho, de ahí que la rima asonante quedase en los versos pares. Más tarde, los juglares y trovadores comenzaron a hacer composiciones originales. No se sabe bien la fecha de su aparición debido a su carácter oral. El primero que se conserva es de 1421.

Tipos

  • De contenido histórico: Se basaban en los hechos políticos que acaecieron en los reinos cristianos de la península. A veces se centraban en un personaje y otras difundían acontecimientos de interés. Estos últimos se dividían en:
    • Romances fronterizos: Narraban sucesos ocurridos en la frontera durante la Reconquista (Abenámar y el rey don Juan).
    • Romances moriscos: Se ponían, con gran dramatismo, en boca de moriscos vencidos (El rey moro que perdió Alhama).
  • Épicos y literarios: Derivan de los cantares de gesta (Romance de doña Alda).
  • Novelescos y líricos: Su tema es el amor en todas sus manifestaciones (Romance del conde Arnaldos, Romance del prisionero, Romance de Fontefrida).

Estilo

Poseen un estilo característico que los distingue de los poemas épicos:

  • Se prefiere la acción sobre la descripción.
  • No existe introducción; se comienza en medio de la acción.
  • No existe un final resuelto ni consecuente con la acción. Los poemas terminan bruscamente.
  • Empleo de arcaísmos como el empleo de f- inicial por h- o de desinencias verbales en –ades por –as.
  • Uso de repeticiones léxicas.
  • Uso abundante de interrogaciones y exclamaciones que aportan dramatismo.

Esquema métrico y tipos

  • Número indefinido de versos.
  • Rima asonante en los versos pares; libres los impares.
  • Si los versos son octosílabos, se llama romance.
  • Si los versos son endecasílabos, se llama romance heroico.
  • Si los versos son heptasílabos, se llama romance endecha.
  • Si los versos son hexasílabos, se llama romancillo.

Los romanceros

Los romances acabaron recopilándose en colecciones impresas denominadas romanceros, distribuidos según su temática. Esta práctica tuvo tal éxito que, en el siglo XVI, los poetas reelaboraron algunos romances populares y se entregaron a escribir otros nuevos; así podemos distinguir dos romanceros:

  • Romancero viejo: Recopila romances de tradición oral y, por tanto, anónimos.
  • Romancero nuevo: Contiene romances escritos por autores concretos y con finalidad exclusivamente artística.

La prosa en el siglo XV

Contexto social

En el siglo XV, llamado el otoño de la Edad Media o Prerrenacimiento, se dan grandes cambios sociales que rompen con la concepción medieval del mundo:

  • Se pasa de una sociedad teocéntrica a otra antropocéntrica, donde se considera al hombre como protagonista.
  • Revueltas sociales contra las diferencias entre nobles ricos y plebeyos pobres. Crisis económica.
  • Reforma de Lutero y crisis de valores en algunos sectores de la Iglesia.
  • Se afianza el humanismo procedente de Italia.
  • Se inventa la imprenta y Nebrija publica la primera gramática en castellano en 1492.
  • Se produce el matrimonio de los Reyes Católicos, lo que supone la unificación de los reinos de Castilla y Aragón.
  • Termina la Reconquista y se origina el conflicto con los moriscos (musulmanes convertidos al catolicismo).

En este siglo comienza en Italia una renovación de ideas que provoca la aparición de numerosos artistas que intentan plasmarlas. En la literatura comienzan a conocerse autores como Petrarca o Boccaccio, que contribuirán enormemente al resurgimiento de la literatura clásica: sus temas preferidos son el mundo romano, la mitología, la dignidad del ser humano o el interés por la naturaleza. Comienzan a difundirse las ideas humanistas por toda Europa gracias a la invención de la imprenta. Estas fueron recogidas en España por las clases cultas e influyeron claramente en autores como Juan de Mena o el Marqués de Santillana, aunque la temática no hace referencia a la herencia romana, sino a la autóctona y se prefieren los autores clásicos nacidos en Hispania, como Séneca, Lucano o Quintiliano. El género preferido en esta época es, sin duda, la poesía, pero en prosa existen obras como el ya citado Amadís de Gaula o Cárcel de amor, una novela sentimental de Diego de San Pedro.

El teatro prerrenacentista. La Celestina

La Celestina se considera una obra cumbre en la literatura española. Está escrita en prosa dialogada, pero dada su extensión, no se podía representar; por ello siempre existió controversia en contemplarla como una novela o como una obra teatral. Lo más lógico es encuadrarla como una comedia humanística, género creado en Italia por Petrarca destinado a la lectura en vez de a la representación. La crítica literaria reconoce dos versiones de La Celestina: la primera se publicó en Burgos en 1499, con 16 actos y el título Comedia de Calisto y Melibea; la segunda, publicada en Sevilla en 1502, consta de 21 actos, 5 más que la primera, y se titula Tragicomedia de Calisto y Melibea. A esta última se la considera el texto definitivo y de referencia para nuevas ediciones. No cabe duda de que el autor de La Celestina fue Fernando de Rojas, aunque queda claro en los preliminares del libro que el autor se encontró el primer acto escrito por un desconocido y, entusiasmado con el contenido, decidió continuarlo. Parece que nació en la Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475. Fue un judío converso que estudió leyes en Salamanca y llegó a ser alcalde de Talavera de la Reina, donde murió en 1541. En cuanto a la obra, el mismo autor deja clara su finalidad: represión de locos enamorados y advertencia sobre los engaños de viejas alcahuetas y malos criados. En ella se manejan temas como el amor (pasión incontrolable), la codicia, la fortuna (como destino), la magia, la fugacidad de la vida (que incita al disfrute desenfrenado del presente) o la muerte. En lo referente al estilo, los personajes hablan según su condición social y las circunstancias en las que les coloca el autor. Así, Calisto y Melibea utilizan una retórica pedante, propia de la clase alta. Celestina, en cambio, domina el vocabulario de la seducción, adulando a los enamorados con refranes y proverbios populares, pero también utiliza expresiones groseras con los criados. Estos, finalmente, emplean giros vulgares con exclamaciones, frases cortas e insultos soeces. Esta variedad de estilos coloquiales enriquece enormemente la obra. Sobre su trascendencia, La Celestina fue editada en unas 80 ocasiones en el siglo XVI, pero la Inquisición la censuró y a finales del siglo XVIII la prohibió. Más tarde, en el siglo XIX, surgió con mucha fuerza y dio lugar a múltiples ediciones, adaptaciones, traducciones e inspiraciones, hasta llegar a convertirse sus principales personajes en prototipos de la literatura universal.

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