29 Dic

Aforo:


medición de la cantidad de agua que lleva una corriente.

Cabecera de un río:

curso alto de un río, caracterizado generalmente por presentar pronunciada pendiente.

Caudal de un río

Cantidad de agua por unidad de tiempo que fluye por una corriente de un río o arroyo en un lugar determinado. Se mide en (m3/s) en las estaciones de aforo.

Ciclo hidrológico o ciclo del agua:

describe el movimiento continuo del agua en la atmósfera, sobre la superficie de la tierra y los océanos y en el subsuelo, incluyendo sus cambios de fase o estado. El agua se mueve de un sistema de almacenamiento a otro a través de varios procesos como condensación, precipitación, interceptación por la cubierta vegetal, escorrentía, infiltración, evaporación, etc. Así, el agua se evapora de los océanos y de la superficie de la tierra, es transportada sobre la Tierra por la circulación atmosférica en forma de vapor de agua, se condensa para formar nubes, se precipita en forma de lluvia o nieve sobre el océano y la tierra, donde puede ser interceptada por los árboles y la vegetación, genera escorrentía en la superficie terrestre, se infiltra en los suelos, recarga las aguas subterráneas, afluye a las corrientes fluviales y, en la etapa final, desemboca en los océanos, en los que se evapora nuevamente.

Cuenca hidrográfica:

Espacio entre divisorias de agua recorrido por un río principal y sus afluentes. Desde un punto de vista institucional, la administración de este espacio recae en las Confederaciones Hidrográficas.

Estiaje:

Período durante el cual los ríos y arroyos alcanzan su caudal más bajo. En nuestro país, suele coincidir con los meses de verano.

Estuario:

Desembocadura abierta de un río hacia el mar, con forma de embudo, en la que penetran las aguas marinas. Se ve afectada por las mareas y el oleaje marino, al tiempo que se produce interacción de las aguas dulces del río con las saladas procedentes del mar.

Lago glaciar:

conocido también como ibón, es un lago que ocupa una depresión como consecuencia de la erosión ocasionada por un glaciar.

Meandro:

sinuosidad regular descrita por el lecho ordinario de un río, o, lo que es lo mismo, un trazado fluvial que se aparta, sin motivo aparente, de su dirección de escorrentía, para volver a ella después de describir una curva pronunciada. Destacan los meandros del Guadiana en la penillanura extremeña..

Red hidrográfica:

Conjuntos de ríos y otras corrientes permanentes o intermitentes de agua, y de lagos y embalses, situados en una zona determinada. 


Régimen fluvial:


Variación del caudal de un río a lo largo del año. Depende de la distribución anual de las precipitaciones y de la cantidad de nieve acumulada en los meses de invierno que se derrite y se incorpora al caudal de los ríos en primavera y verano.

Trasvase fluvial:

Obra de ingeniería hidráulica que conecta dos cuencas hidrográficas, una excedentaria y otra deficitaria con el fin de abastecer de agua a la cuenca de menor caudal y de esta manera poder satisfacer sus necesidades hídricas.


4.1. La diversidad hídrica de la península y las islas


El agua es un recurso imprescindible para la vida y, por ello, también para las actividades humanas. Su comprensión desde una perspectiva integrada combina dos aspectos esenciales: por un lado, el funcionamiento natural del ciclo del agua y, por otro, la gestión que cada sociedad realiza de este recurso. En el mapa de la escorrentía total media anual, realizado a partir de los datos que aportan las estaciones de aforo, se observan notables diferencias entre unas y otras regiones. Mientras que en las cantábricas, y en las principales montañas, la precipitación supera ampliamente a la evaporación y, una vez satisfechas las necesidades de los seres vivos, grandes cantidades de agua se incorporan a los ríos (a la «escorrentía»); en las regiones mediterráneas, y en amplios sectores de Canarias, la evaporación, los ecosistemas y el suelo absorben la mayor parte del agua precipitada, y sólo una pequeña proporción de la misma se incorpora a la escorrentía durante los periodos más húmedos, o durante los episodios de grandes lluvias.

EL CLIMA

El clima determina el caudal y la regularidad de los cursos fluviales españoles  y la distribución de las precipitaciones -Una España húmeda, de ríos regulares y de caudal abundante en el área de clima atlántico. -Una España seca, con ríos menos caudalosos e irregulares en la regíón de clima mediterráneo. -Y la regíón mediterránea árida del sureste, con los ríos de caudal más pobre y con grandes estiajes.

EL RELIEVE

El relieve condiciona, en primer lugar, la disposición y la organización de la red fluvial. La basculación de la Península hacia el oeste a finales del Terciario explica la importante disimetría entre las vertientes atlántica y mediterránea e influye en la capacidad erosiva de los ríos, en su velocidad y en el volumen de las crecidas  a través del factor altitud.

LA LITOLOGÍA

Los suelos condicionan las carácterísticas de la red hidrográfica a través de la distinta permeabilidad y resistencia a la erosión que presenta cada roca. -La roca caliza, que es permeable, se define por una escorrentía superficial mínima e irregular , dominando la circulación subterránea. -La roca silícea, que es mayoritaria en el oeste peninsular, es muy poco permeable, lo que favorece la circulación superficial. -Los roquedos arcillosos  son muy impermeables y se caracterizan por una escorrentía superficial. 


LA VEGETACIÓN


La vegetación retiene el agua de las precipitaciones, favorece la humedad del suelo y el subsuelo y dificulta la erosión.

LA INTERVENCIÓN HUMANA

Las personas modificamos los caracteres de la red fluvial mediante la construcción de infraestructuras de regulación, como embalses, 


4.2. Las vertientes hidrográficas españolas Una vertiente hidrográfica es el conjunto de cuencas cuyas aguas vierten en el mismo mar. En la Península se observa una gran disimetría entre las vertientes atlántica y cantábrica, 4.2.1. La vertiente cantábrica/ gallega
Los ríos de la vertiente cantábrica/gallega son cortos, ya que nacen en montañas cercanas a la costa. Tienen gran fuerza erosiva, dado que salvan un gran desnivel entre su nacimiento y su desembocadura. Esta erosión sería aún mayor si las laderas de los relieves que atraviesan no estuvieran protegidas por la vegetación. Los ríos cantábricos son caudalosos y de régimen bastante regular, gracias a la abundancia y constancia de las precipitaciones.

4.2.2. La vertiente atlántica

Los ríos de la vertiente atlántica son largos, al nacer cerca del Mediterráneo y desembocar en el Atlántico. Su fuerza erosiva es escasa, dado que discurren por llanuras en las que apenas se hunden, pero forman barrancos en los desniveles. Su caudal es abundante, porque tienen numerosos afluentes, pero su régimen es irregular. Presentan estiaje en verano coincidiendo con el mínimo de precipitación, y crecidas con las lluvias de otoño y primavera.

4.2.3. La vertiente mediterránea

Los ríos de la vertiente mediterránea, excepto el Ebro, son cortos, puesto que nacen en montañas próximas al mar. Por este motivo, son ríos abarrancados, que erosionan violentamente las laderas deforestadas. Su caudal es escaso, debido a las reducidas precipitaciones y su régimen es muy irregular. Presentan acusado estiaje en verano y pueden sufrir crecidas catastróficas en otoño originadas por lluvias torrenciales. Como consecuencia, ha sido necesario construir embalses para regularizar el caudal y abastecer de agua a los núcleos de población, a la agricultura y a la industria. En la vertiente mediterránea son también frecuentes los torrentes, cursos intermitentes que solo llevan agua cuando llueve. Gran parte del año, sus cauces o ramblas se encuentran secos.  


4.3. Los ríos y las cuencas hidrográficas


La cuenca hidrográfica es el territorio cuyas aguas vierten a un río principal y a sus afluentes. Las cuencas se caracterizan por los rasgos siguientes: -Se encuentran separadas por divisorias de aguas, formadas por las cumbres de los relieves montañosos que las delimitan. Las cuencas peninsulares principales son las del Norte, Miño, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Pirineo oriental, Ebro, Júcar, Segura y Sur-En la cuenca, los ríos circulan por un cauce o lecho, y forman una red organizada jerárquicamente desde los subafluentes y afluentes hasta llegar al río principal.

4.3.1. La cuenca norte

Incluye los ríos del dominio de clima oceánico, tanto los que desembocan en el mar Cantábrico como los gallegos, que tienen rasgos comunes con los cantábricos. Esta cuenca se define por unos cursos fluviales cortos. La mayoría de sus ríos nacen en la Cordillera Cantábrica, muy próximos a su desembocadura. Las elevadas y regulares precipitaciones otorgan a estos ríos un caudal abundante y regular, con un régimen de alimentación pluvial y pluvio-nival.

4.3.2. Los grandes colectores de la Meseta y la depresión Bética

Los grandes ríos atlánticos se caracterizan por su gran longitud, ya que nacen en montañas alejadas de su desembocadura. Pertenecen a la vertiente atlántica. Discurren por extensas llanuras, en un ambiente climático mediterráneo con una marcada aridez estival. –

El Duero

  Nace en los Picos de Urbión y, tras atravesar las tierras castellanas, se encaja en los Arribes del Duero, salvando el gran desnivel entre las tierras españolas y las portuguesas. –

El Tajo

Es el río más largo de la Península: nace en la Sierra de Albarracín y desemboca en Lisboa. Está regulado por muchos embalses. Sus principales afluentes de la margen derecha son el Jarama, el Alberche. –

El Guadiana,

Nace en las lagunas de Ruidera y desemboca en Ayamonte. Es un río de caudal pobre e irregular, con acusados estiajes. Su régimen de alimentación es pluvial y sus afluentes (Jabalón, Zújar y Matachel) aportan poca agua al curso principal.

· El Guadalquivir

Nace en la Sierra de Cazorla y desde Sevilla discurre por una llanura casi horizontal hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda, en el golfo de Cádiz, donde se forman las marismas del Guadalquivir. Su régimen de alimentación es pluvial, aunque el de su principal afluente, el Genil, que nace cerca de Sierra Nevada, tiene influencia nival. 


4.3.3. Los ríos de la vertiente mediterránea salvo el Ebro, son cursos de pequeña o mediana longitud, cuencas reducidas, y pronunciadas pendientes en sus cabeceras, debido a la proximidad de los relieves montañosos a la costa. El clima mediterráneo explica la pobreza del caudal de estos cursos fluviales y su gran irregularidad, con frecuentes crecidas y acusados estiajes, a los que se suma una elevada evapotranspiración, que contribuye aún más a reducir el caudal de estos ríos. · Los ríos catalanes (Fluviá, Ter y Llobregat), con un régimen de alimentación mixto, son cortos y algo más caudalosos. · Los levantinos (Mijares, Turia, Júcar y Segura) tienen unas cuencas de pequeña o medianas dimensiones, un régimen de alimentación pluvial o pluvio-nival, caudal pobre y gran irregularidad interanual e intranual, con peligrosas crecidas otoñales debidas a la gota fría. · Los ríos meridionales (Almanzora, Guadalfeo y Guadalhorce) tienen un régimen pluvial. Son muy cortos, rápidos e irregulares, de difícil aprovechamiento y, como los levantinos, con frecuentes crecidas.

· El Ebro

Nace en la Cordillera Cantábrica, en Fontibre, por lo que su cabecera es lluviosa; atraviesa la depresión del Ebro e. El régimen de alimentación es pluvio-nival, con estiajes cortos y menor irregularidad que el resto de los ríos mediterráneos.

4.3.4. La red fluvial insular, Ceuta y Melilla

En Canarias, la aridez de gran parte de las islas, junto al carácter permeable de la litología volcánica, justifica la ausencia de cursos permanentes de agua. La mayor parte de los recursos hídricos procede de las aguas subterráneas, los acuíferos. La infrecuente escorrentía superficial se limita a la red de barrancos que encauzan las aguas de las escasas precipitaciones. Ceuta y Melilla reducen sus recursos hidrográficos a una red formada por arroyos de escasa longitud y de acusado carácter estacional y torrencial. En Melilla, el llamado río de Oro es actualmente un cauce seco, salvo en momentos esporádicos de crecidas, como las acontecidas en el otoño de 2008. El abastecimiento en ambas ciudades se logra a través de la extracción mediante pozos de las aguas freáticas del subsuelo, más abundantes en la ciudad de Melilla. En Baleares, en la isla de Mallorca encontramos cursos intermitentes, torrentes o torrents, que tienen unos rasgos similares a las ramblas levantinas: solo llevan agua en los períodos de precipitaciones y sus cauces están secos durante gran parte del año. 

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