08 Nov

Postimpresionismo: De la Luz a la Emoción

El Legado Impresionista y la Búsqueda de lo Personal

El término Postimpresionismo no es del todo preciso. Abarca a una serie de pintores que, si bien no forman un grupo en el sentido clásico, contribuyeron decisivamente a las transformaciones artísticas del siglo XX. Excepto Van Gogh, todos franceses, vivieron en París, ciudad que marcó un hito en sus obras.

Entre 1886 (última exposición impresionista) y 1907 (presentación de Las señoritas de Avignon de Picasso, que lanzó el cubismo), transcurrieron dos décadas en las que se desarrolló la obra de estos artistas. Se les llama postimpresionistas porque, formados en el Impresionismo, lo abandonaron para derivar hacia una pintura más personal. Recuperaron la definición de la forma mediante el dibujo, prácticamente abandonado por el Impresionismo, y la expresividad de los objetos y las personas iluminadas.

Tras las Huellas de Seurat: Cézanne, Gauguin y Van Gogh

Tras la muerte de Seurat, tres grandes artistas emprendieron la renovación del Impresionismo:

  • Cézanne: Precursor del Cubismo.
  • Gauguin: Anticipó el movimiento Nabi.
  • Van Gogh: Preludió el Fauvismo y el Expresionismo.

Paul Cézanne (1839-1906): La Geometría de la Naturaleza

Cézanne, hijo de un sombrerero enriquecido, alcanzó la madurez pictórica a los 50 años. En 1886, la muerte de su padre le liberó de penurias económicas, pero rompió su amistad con Zola.

Su concepción pictórica no se basaba solo en la mirada, sino en la vista y el cerebro. Su credo artístico: «En la naturaleza todo se modela según la esfera, el cono y el cilindro». El cubismo estaba a la vuelta de la esquina. La simplificación de la naturaleza en líneas perpendiculares y diagonales, donde la pincelada de color tiene volumen y peso, aparece en sus bañistas, jugadores de cartas, bodegones y paisajes. La Montaña de Santa Victoria condensa la novedad de su arte: formas geométricas con grandes pinceladas verdes, rojas y azules. Destacan también obras como Los jugadores de naipes y Bodegón con manzanas y naranjas.

Paul Gauguin (1848-1903): La Búsqueda de lo Primitivo

La vida de Gauguin fue una novela de aventuras. Pasó su infancia en Lima y su juventud en París, como marino mercante y corredor de bolsa, hasta la quiebra de 1883. Entonces, descubrió su vocación pictórica. Expuso con los impresionistas, pero se alejó del grupo. Marchó a Bretaña buscando el primitivismo, viajó a Panamá deseando vivir como un salvaje. De regreso a Francia, fundó con Van Gogh el Taller del Mediodía, separándose luego tras una discusión. La nostalgia del trópico lo llevó a los mares del sur.

Gauguin abandonó a los impresionistas porque no buscaban en el fondo misterioso del alma. Desde sus primeros cuadros, cargó el acento en el mundo interior, con una técnica decorativa que recuerda a esmaltes y vidrieras. La figura y el paisaje están contorneados con líneas negras. La visión después del sermón presenta estas características, constantes en su producción. Desarrolló su mentalidad ingenua y primitiva en la Polinesia, retratando una civilización sin contaminar a través de los indígenas, sus casas, playas y selvas. Su obra maestra es ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?.

Vincent van Gogh (1853-1890): La Emoción en el Color

Van Gogh es el artista del siglo XIX que mayor entusiasmo ha provocado en la actualidad. Apasionado, sensible y desequilibrado mental, vivió 37 años, dedicando los últimos nueve a la pintura, dejando 879 cuadros. Solo vendió un lienzo en vida.

Hijo de un pastor calvinista, sus contactos con el arte se iniciaron en 1869, como marchante. Sus desengaños amorosos ahondaron su estado depresivo, llevándole a desatender el negocio. Su correspondencia con su hermano Theo revela la inquietud que atormentaba su existencia. Buscó consuelo en la religión, intentando ser evangelizador de los pobres. Ante un nuevo infortunio, intentó salir de la crisis volcándose en la pintura. Cultivó una temática social, con tonos oscuros y grises, que resume en Los comedores de patatas. En 1886, Van Gogh se instaló en París, alegrando la temática de sus cuadros. Theo le presentó a los impresionistas, y aprendió el valor de la pintura colorista y clara. Los dos últimos años de su vida transcurrieron en el sur de Francia, donde su temperamento ardiente alcanzó la madurez del genio. Vivió en Arlés, con temporadas en un hospital psiquiátrico.

Su estilo se define por la línea firme de los japoneses y el color como motor de la emoción. Pintó retratos (El doctor Paul Gachet), paisajes (La iglesia de Auvers-sur-Oise), noches estrelladas (Noche estrellada sobre el Ródano), campos de trigales, olivos, cipreses, bodegones (Los girasoles), escenas de interior, incluyendo su propia habitación (El dormitorio de van Gogh en Arlés), y culminó la serie de 43 autorretratos.

Características de Van Gogh:

  • Expresaba su interior, desequilibrios y locura.
  • Precursor del Expresionismo.
  • Paisajes y figuras serpeantes y retorcidas.
  • Toques irregulares de pinceladas largas, sueltas, deshechas y rápidas.
  • Líneas negras que aumentan el color expresando sentimientos.
  • Subordinaba todo al color, estridente y violento, y al dibujo ligero pero sinuoso.
  • Transformaba, exageraba y deformaba la realidad conscientemente.
  • Utilizaba colores puros en contraste, intensos. Predominaban los rojos, y sobre todo el amarillo.

Características de Gauguin:

  • Simbolismo (exageración de las impresiones con sentido lírico y poético).
  • Se inició en el Impresionismo con Pissarro, con gran influencia de pintores japoneses y egipcios.
  • Pintó en París, Bretaña, Martinica, Arlés y Tahití buscando inspiración.
  • La luz pierde importancia frente a la exaltación del color: colores planos aplicados uniformemente a grandes zonas (como esmaltes o vidrieras).
  • Renunció a la perspectiva geométrica y a las sombras (perfiles bien delimitados).
  • Temas exóticos (Bretaña, Tahití) uniendo lo que veía con lo que imaginaba (colores inverosímiles).
  • Colores perfectamente delimitados, a diferencia del impresionismo (colores difuminados).
  • Formas precisas y colores uniformes.
  • Sin profundidad ni distanciamiento.
  • Cuadros tahitianos que recuerdan a figuras egipcias, con manos rígidas y frontalidad.

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