28 Dic
El Postimpresionismo: Cézanne, Gauguin y Van Gogh
El postimpresionismo es un término histórico-artístico que se aplica a los estilos pictóricos de finales del siglo XIX y principios del XX, posteriores al impresionismo. Este término engloba diversos estilos personales, planteándolos como una extensión del impresionismo y, a la vez, como un rechazo a las limitaciones de este. Los postimpresionistas continuaron utilizando colores vivos, una aplicación compacta de la pintura, pinceladas distinguibles y temas de la vida real, pero intentaron llevar más emoción y expresión a su pintura. Sus exponentes reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del mundo.
Cézanne
Paul Cézanne nació en Aix-en-Provence en 1839 y falleció también allí en 1906. Alcanzó la madurez pictórica a los 50 años; hasta entonces había sido un artista fracasado. Era hijo de un sombrerero enriquecido que formó su propio banco. En 1886 murió su padre, librándole la herencia de penurias económicas y rompiendo la amistad con su condiscípulo Zola. Su concepción pictórica no se basa en la mirada, sino en la vista y el cerebro, llegando a forjar su credo artístico. El cubismo estaba a la vuelta de la esquina.
La simplificación de la naturaleza en líneas perpendiculares y diagonales, donde la pincelada de color tiene volumen y peso, aparece en sus bañistas, jugadores de cartas, bodegones y paisajes. La serie de cuadros dedicada a la Montaña de Santa Victoria recoge su arte: formas geométricas construidas con grandes pinceladas verdes, como el monte bajo el Mediterráneo; rojas, como las tierras provenzales; y azules, como el brillante cielo del mediodía.
Gauguin
Paul Gauguin nació en París en 1848 y falleció en La Dominique (Islas Marquesas) en 1903. Pasó la infancia en Lima y la juventud en París, donde siguió la carrera de marino mercante y corredor de bolsa hasta la quiebra financiera en 1883, descubriendo su vocación pictórica. Marchó a Gran Bretaña en busca del primitivismo y luego a Panamá y La Martinica para vivir como un salvaje. Cuando volvió a Francia, permaneció con Van Gogh en Arlés, donde fundaron el taller del mediodía, separándose tras una discusión. Gauguin abandonó a los impresionistas y en sus primeros cuadros cargó el acento en el mundo interior, utilizando técnicas que recuerdan a esmaltes y vidrieras. La figura y los paisajes están contorneados con líneas negras, rellenando luego los espacios libres con manchas planas de color.
Su obra maestra, ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?, fue creada en un momento muy especial de su vida. Alternando constantemente entre un estado de euforia y depresión, se encontraba enfermo, decepcionado frente a sus amigos que no lo apoyaban, sin dinero y enfrentado con las autoridades coloniales. En la primavera de 1897 se enteró de que su hija de 19 años, Aline, había muerto. Además de esto, su salud empeoró. Todo este contexto lo llevó a intentar suicidarse. Antes de acabar con su vida, sin embargo, pintaría el gran cuadro que tenía pensado, una obra que sería la culminación de su vida artística y su legado. Finalmente, su intento de suicidio no dio resultado y pudo ver la excelente recepción que tuvo su creación. En la obra, podemos ver un paisaje tropical lleno de niños y mujeres tahitianos, cada uno llevando a cabo una actividad diferente cargada de simbolismo.
Van Gogh
Vincent van Gogh nació en Groot Zundert (Países Bajos) en 1853 y murió en Auvers-sur-Oise (Francia) en 1890. Es el artista del siglo XIX que mayor entusiasmo provoca en la sociedad culta. Fue un prodigio en potencia y fertilidad creadora. Vivió 37 años, pero solo los 9 últimos los pasó entregado a la pintura, dejando cuando se suicidó 879 cuadros. Era el hijo menor de un pastor calvinista y sus contactos con el arte empezaron en 1869, cuando entró a trabajar como marchante de la galería francesa de Goupil, trasladándose a Bruselas, Londres y a la casa central de París. Los desengaños amorosos que sufrió en estos destinos ahondaron su estado depresivo, desatendiendo el negocio y siendo despedido en 1876. Buscó consuelo en la religión y se hizo evangelizador de los pobres, predicando la Biblia, pero los mineros de Borinage lo rechazaron. Ante esto, decidió refugiarse en la pintura.
Con una temática social a base de tonos oscuros y grises que resume en Los comedores de patatas. En 1886 fijó su residencia en París, donde alegró la temática de sus cuadros. Los dos últimos años de su vida transcurrieron en Francia, donde alcanzó la madurez del genio. Vivió en Arlés, pasando temporadas internado en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy, y en Auvers, donde murió. Su estilo se define por la línea firme de los japoneses y el color como gran motor de la emoción. Pintó noches estrelladas, campos de trigales, olivos… Representó escenas de interior, entre las que no falta su propia habitación, y culminó 43 autorretratos, en los que ensayaba pigmentos y técnicas tomando como referencia su rostro, cada vez más degradado.
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