08 Oct

Prehistoria en la Península Ibérica

Paleolítico (800.000 a.C. – 8.000 a.C.)

El Paleolítico, primer período de la Edad de Piedra, presenció el proceso de hominización desde el Homo antecessor (Atapuerca) hasta el Homo neanderthalensis (Cova Negra) y el Homo sapiens (El Castillo). Los humanos eran nómadas con una economía depredadora, habitando en cobijos y cuevas. Su utillaje evolucionó desde cantos unifaces y bifaces en el Paleolítico Inferior, a raederas y raspadores en el Medio, y agujas en el Superior.

Paleolítico Superior: Pintura Rupestre Cantábrica

En el Paleolítico Superior se desarrolló la pintura rupestre cantábrica (Altamira en Cantabria y Tito Bustillo en Asturias), realizada en cuevas. Se caracteriza por la representación de animales aislados, con acusado naturalismo y policromía.

Neolítico (7.000 a.C. – 4.000 a.C.)

El Neolítico marcó una revolución, con el paso de una economía depredadora a una productora basada en la agricultura y ganadería. Esto condujo a la sedentarización, la división del trabajo y la diferenciación social. Se destacan la cerámica cardial y, al final del período, las construcciones megalíticas.

Pintura Levantina

En el Neolítico se desarrolla la pintura levantina (Valltorta en Castellón y Cogull en Lérida), en abrigos rocosos bien iluminados. Incluye la figura humana formando escenas, con figuras estilizadas y casi monocromas.

Pueblos Prerromanos en la Península Ibérica

Iberos (VI a.C. – I a.C.)

Los iberos habitaban en pueblos fortificados de la costa mediterránea. Su economía se basaba en la agricultura, ganadería, metalurgia y cerámica. Se organizaban en ciudades-estado.

Celtas (V a.C. – III a.C.)

De origen indoeuropeo, los celtas se organizaban en tribus en la Meseta y costa atlántica. Destacan las culturas de campos de urnas, verracos y castros. Presentaban un bajo desarrollo social (clanes y linajes), económico (agricultura y ganadería primitiva) y político (consejo de ancianos).

Celtíberos

Los celtíberos se asentaron en las submesetas.

Tartessos (VIII a.C. – V a.C.)

Los tartessos formaron el primer Estado de la Península, situados en el valle del Guadalquivir. Con una economía agropecuaria, comercio y minería, gobernados por reyes, desaparecieron en el siglo V a.C.

Colonizaciones Históricas en la Península Ibérica

Las colonizaciones históricas, motivadas por intereses económicos, se dieron a lo largo del primer milenio a.C.

  • Fenicios (VIII a.C.): Establecieron factorías como Gades (Cádiz) y Malaka (Málaga). Aportaron el torno de alfarero, la escritura alfabética y generalizaron el uso del hierro.
  • Griegos Focenses (mitad del VII a.C.): Fundaron colonias como Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas). Introdujeron la vid y el olivo, y la acuñación de moneda.
  • Cartagineses (mitad del VI a.C.): Fundaron colonias como Ebussus (Ibiza) y Cartago Nova (Cartagena). Sus intereses chocaron con Roma, desencadenando las guerras púnicas.

Conquista Romana de Hispania (III a.C. – I a.C.)

La conquista romana de la Península, llamada Hispania, fue un proceso largo. Sus causas fueron contrarrestar a los cartagineses y explotar las riquezas de la península.

Etapas de la Conquista:

  1. Segunda Guerra Púnica (218 a.C. – 201 a.C.): Tras la toma de Sagunto (218 a.C.), Cartago Nova (209 a.C.) y Gades (206 a.C.), ocuparon la costa mediterránea y los valles del Ebro y Guadalquivir.
  2. Guerras Lusitano-Celtíberas (155 a.C. – 136 a.C.): Con Viriato y Numancia como símbolos de la resistencia. La frontera se situó al sur de la Cordillera Cantábrica.
  3. Guerras Cántabras y Astures (29 a.C. – 19 a.C.): Sometidos por Augusto, Roma dominó el norte y finalizó la conquista.

Romanización de Hispania

Los pueblos indígenas se romanizaron, asimilando los modos de vida romanos. Las principales aportaciones romanas fueron: la administración provincial, la urbanización (Itálica), la arquitectura y obras públicas (teatro y anfiteatro de Mérida, acueducto de Segovia), estructuras económicas de carácter colonial, la estructura social (hombres libres y esclavos), el derecho, la lengua (latín) y la religión (sincretismo y, desde el siglo III, el cristianismo). El proceso no fue homogéneo en tiempo ni espacio, siendo mayor en el sur y este, y menor en el interior y norte.

El Reino Visigodo de Toledo

En el siglo V, el Imperio romano fue invadido por pueblos bárbaros. A Hispania llegaron los suevos a la Gallaecia, los vándalos a la Bética, y los alanos a la Lusitania y Cartaginense. El Imperio envió a los visigodos, estableciéndose el reino de Tolosa. Su instalación definitiva se dio en el 507, dando inicio al reino visigodo de Toledo.

Consolidación de la Monarquía Visigoda

  • Leovigildo (569): Logró la unificación política, contuvo a los francos, replegó a los vascones y expulsó a los suevos.
  • Recaredo (589): Consiguió la unificación religiosa al convertirse al catolicismo.
  • Recesvinto (654): Promulgó el Fuero Juzgo, logrando la unificación jurídica.

Organización Política

La monarquía era electiva y dependía del apoyo de la nobleza y la Iglesia. Se gobernaba con dos instituciones: el Oficio Palatino (magnates que auxiliaban en tareas de gobierno) y el Aula Regia (colaboradores y alta nobleza), asamblea consultiva que asesoraba al rey. Los Concilios de Toledo, inicialmente asambleas eclesiásticas, adquirieron una dimensión política tras la conversión de Recaredo al catolicismo.

Reorganización del Estado bajo los Borbones

Los tres primeros borbones (Felipe V, Fernando VI y Carlos III) reorganizaron el Estado, estableciendo una monarquía absoluta, centralista y unificada, siguiendo el modelo francés.

Reformas Borbónicas:

  • Gobierno y Administración: Relegaron los Consejos (excepto el de Castilla) por las Secretarías de Despacho. Los Decretos de Nueva Planta suprimieron los fueros e instituciones de Aragón. Se establecieron intendentes en las provincias, la Guardia Real y el regimiento.
  • Control de la Iglesia: Aplicaron el regalismo y consiguieron el Patronato Universal (Concordato de 1753).
  • Economía: Reformaron el sistema fiscal con el Catastro de Ensenada y crearon manufacturas reales. Carlos III, con el despotismo ilustrado, profundizó en las reformas con figuras como Olavide, Jovellanos y Campomanes.

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