23 Mar
El camino hacia la guerra
A fines de 1937, Hitler planteó las acciones que permitirían al Reich la incorporación de los territorios exteriores poblados por alemanes: Austria y la región de los Sudetes en Checoslovaquia. En marzo de 1938, el ejército alemán entró en Austria, y Hitler proclamó el Anschluss o incorporación de Austria al Reich. Esta nueva vulneración de Versalles solo tuvo una tibia protesta internacional.
Realizado el Anschluss, la agresividad alemana se volvió contra Checoslovaquia por la cuestión de los alemanes de los Sudetes. Estos formaban una minoría que la propaganda nazi presentaba como perseguida por las autoridades checas. Hitler exigió la incorporación de la región a Alemania. Checoslovaquia se opuso a esta pretensión con el apoyo francés. Parecía que la guerra era inminente.
A instancias de Mussolini, se reunió en septiembre de 1938 la Conferencia de Múnich, con la participación de Alemania, Italia, Francia y el Reino Unido. El acuerdo de Múnich fue un triunfo total para Hitler, ya que los firmantes aceptaban la incorporación de los Sudetes al Reich. Se logró evitar la guerra, pero fue a costa de nuevos éxitos nazis. Las verdaderas intenciones germanas se pusieron de manifiesto pocos meses después. El ejército germano invadió Checoslovaquia, que se convirtió en un protectorado alemán, mientras que Eslovaquia alcanzaba la independencia como satélite de Alemania. Con este hecho, Hitler demostró que la creación de la Gran Alemania no satisfacía sus deseos expansionistas. Con la anexión de poblaciones no alemanas comenzaba la conquista del espacio vital.
La destrucción de Checoslovaquia puso fin al pacifismo de las democracias. Francia y el Reino Unido comprendieron que solo el uso de la fuerza podía frenar las constantes violaciones nazis. Ambas potencias se apresuraron a garantizar la integridad de Polonia, atacada por la prensa alemana con una agresiva demanda de Danzig a Alemania. Solo una alianza con la URSS podría ser decisiva para frenar a los nazis; pero los gobernantes británicos y franceses, profundamente anticomunistas, no mostraron demasiado entusiasmo por llegar a un acuerdo con los soviéticos.
La diplomacia alemana no perdía el tiempo. En mayo de 1939 firmó con Italia el llamado Pacto de Acero, una alianza defensiva y ofensiva. Pero la gran sorpresa de los días anteriores al inicio de la Segunda Guerra Mundial fue la firma, el 23 de agosto, del pacto de no agresión germano-soviético.
Desde 1938, Stalin sospechaba que las democracias intentaban dirigir el expansionismo germano contra la URSS, por lo que no dudó en aceptar el pacto ofrecido por Hitler. Este hecho fue una catástrofe para Francia y el Reino Unido. Polonia quedaba indefensa ante Hitler, que se había asegurado un aliado para poder combatir en un solo frente, evitando lo ocurrido en 1914.
El 1 de septiembre de 1939, el ejército alemán inició la invasión de Polonia. Esta vez, Francia y el Reino Unido cumplieron con sus compromisos: el 3 de septiembre declararon la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial había comenzado.
Gobierno reformista (1931-1933)
Tras la proclamación de la Segunda República, se formó un Gobierno provisional, que incluía a numerosos intelectuales, y cuyo objetivo era la modernización de España y la instauración de la democracia. Para proporcionar a la República una Constitución, se convocaron elecciones a Cortes en junio de 1931; en ellas triunfaron los republicanos y socialistas.
En 1931 se promulgó una Constitución que definía a España como una república de trabajadores de todas las clases. Al frente de la República se encontraba un presidente, elegido por seis años. Las Cortes estarían formadas por una sola cámara (Congreso), elegida por sufragio universal (incluido el voto femenino). Además, se establecía la separación entre la Iglesia y el Estado. El primer presidente de la República fue Niceto Alcalá Zamora. Se formó un gobierno de izquierdas presidido por Manuel Azaña. Las principales reformas emprendidas en este periodo fueron:
- La aprobación de la autonomía para Cataluña. La República dotó a Cataluña de instituciones propias de autogobierno, dentro del conjunto de España, a través de la concesión de un Estatuto de Autonomía en 1932. Los nacionalistas de Esquerra Republicana, liderados por Francesc Macià y Lluís Companys, controlaron la Generalitat o Gobierno autónomo catalán.
- La reforma militar. El Ejército español contaba con un número excesivo de oficiales. Por ello, se estableció un juramento de fidelidad a la República para los militares y la posibilidad de acceder a la jubilación para aquellos que no quisieran realizarlo. De este modo se redujo, en gran parte, el exceso de mandos militares. Además, se cerró la Academia General Militar de Zaragoza; su director, el general Franco, se sintió agraviado por esta medida.
- La reforma religiosa. Se disolvió la Compañía de Jesús. Se prohibió ejercer la enseñanza a las órdenes religiosas y se les retiraron las aportaciones económicas del Estado. Esta última decisión obedeció al interés del Gobierno por fomentar el laicismo en el sistema educativo, en el cual las órdenes religiosas tenían una gran influencia.
- La reforma agraria. El campo español arrastraba una serie de problemas:
- Minifundismo en zonas del norte, especialmente en Galicia, donde el reducido tamaño de las propiedades era insuficiente para la subsistencia de sus dueños.
- Latifundismo en la mitad sur de la península, sobre todo en Andalucía y Extremadura. Las tierras estaban en manos de grandes propietarios y la mayoría de la población rural eran jornaleros sin tierra, que trabajaban solo unos meses al año y percibían salarios bajísimos. Además, en estas zonas el caciquismo seguía estando muy arraigado, y muchos de los terratenientes ni siquiera vivían en sus propiedades agrícolas.
- Subarriendo de tierras por parte de los intermediarios, que especulaban arrendando tierras a bajo precio y las subarrendaban a un precio mayor a los campesinos, que eran quienes las explotaban.
Para abordar estos problemas, se aprobó una reforma agraria, que estableció la expropiación de los latifundios y otras tierras para repartirlas entre los campesinos, que así dejarían de ser jornaleros para convertirse en pequeños propietarios. Estas medidas permitirían acabar con el caciquismo.
- La reforma educativa. Se tomaron importantes medidas en materia educativa:
- Se apostó por una enseñanza laica y se adoptó como modelo la Institución Libre de Enseñanza. Asimismo, se rechazó la influencia de la Iglesia en la educación.
- Se crearon nuevos colegios e institutos y se dignificó la situación del profesorado mejorando su salario.
- Se desarrollaron centros de formación del profesorado y se potenció la Junta para la Ampliación de Estudios.
- Se llevó la cultura al medio rural a través de las llamadas «misiones pedagógicas» -en las que destacó Federico García Lorca- que proyectaban películas, organizaban representaciones teatrales…
Estas medidas mostraban la ambición reformista de la Segunda República, pero al ser tan profundas y realizarse en poco tiempo y de forma simultánea, el nuevo régimen se creó numerosos enemigos (monárquicos, algunos militares, pequeños propietarios, Iglesia, terratenientes…) que vieron amenazados sus intereses.
La división entre los partidos del Gobierno y los sucesos de Casas Viejas debilitaron al Gobierno, que perdió las elecciones de 1933.
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