11 Nov
Presocráticos
La búsqueda del arjé
El arjé es el origen por el cual se generan los seres en el universo, la causa del cambio y las transformaciones del universo, el cosmos.
La unidad frente a la multiplicidad
Parménides argumentaba que «la realidad es una, inmutable e indivisible; el cambio y la multiplicidad serían una ilusión de los sentidos».
El problema de la percepción y la verdad
Para filósofos como Parménides, lo que percibimos con los sentidos es ilusorio. Según él, solo el pensamiento racional puede acceder a la verdad, y la realidad no puede ser captada mediante los sentidos, que nos engañan.
Pluralismo vs. monismo
Empédocles y Anaxágoras proponían que la realidad no puede reducirse a un solo principio.
La relación entre lo finito y lo infinito
Filósofos como Anaximandro introdujeron el concepto de lo infinito (ápeiron) como el origen de todas las cosas. Esta idea se conecta con la noción de un principio inabarcable por los sentidos y la mente, pero que permite que el cosmos se sostenga.
Escuela de Mileto
Búsqueda del arjé
Tales de Mileto (624-546 a. C.), considerado el fundador de la escuela, propuso que el agua es el principio de todas las cosas, basándose en su observación de que el agua es esencial para la vida y está presente en muchas formas.
Anaximandro (610-546 a. C.), discípulo de Tales, rechazó la idea de un elemento físico como arjé y propuso en su lugar el ápeiron (lo infinito o indeterminado), una sustancia sin forma y eterna de la cual provienen todas las cosas. Para él, el ápeiron no era una sustancia tangible, sino una especie de principio ilimitado y eterno.
Anaxímenes (585-524 a. C.), otro pensador de la escuela, planteó que el aire es el arjé. Argumentó que todas las cosas pueden originarse a partir del aire a través de un proceso de condensación y rarefacción, es decir, cuando el aire se densifica o se hace más tenue.
Cosmología racional
Los milesios buscaban explicaciones racionales y naturales para fenómenos que, en su época, eran interpretados mediante mitos y creencias religiosas. Esta escuela fue pionera en plantear que el universo y sus procesos pueden explicarse sin recurrir a entidades sobrenaturales, un enfoque que sentó las bases de la filosofía natural y científica.
Observación y deducción
A diferencia de los mitos, los milesios intentaban observar la naturaleza y utilizar el pensamiento deductivo para formular sus ideas sobre el mundo. Aunque sus teorías no eran experimentales en el sentido moderno, se basaban en la observación directa de la realidad y en la lógica.
Monismo
Los filósofos de Mileto defendían una concepción monista de la realidad, es decir, creían que toda la variedad de las cosas proviene de una única sustancia fundamental. Esto contrasta con teorías posteriores que sugirieron la existencia de varios elementos o principios básicos.
Pitagóricos
Creencia en la primacía de los números
Los pitagóricos consideraban que los números y sus relaciones eran el fundamento de toda la realidad. Creían que los números no solo servían para contar o medir, sino que tenían una realidad ontológica propia y que todo en el universo podía entenderse en términos de proporciones y relaciones numéricas.
Armonía y proporciones
La escuela pitagórica estaba convencida de que la armonía y el orden del cosmos podían explicarse a través de las proporciones numéricas. Descubrieron, por ejemplo, que las notas musicales corresponden a relaciones matemáticas entre las longitudes de las cuerdas que las producen. Esta «armonía de las esferas» también se aplicaba al universo, que ellos imaginaban como un conjunto de esferas (planetas y estrellas) moviéndose en armonía matemática.
Dualismo y el concepto de opuestos
Los pitagóricos también manejaban conceptos de opuestos como limitado e ilimitado, par e impar, luz y oscuridad, etc. Para ellos, el cosmos surgía de la tensión entre estos opuestos y se organizaba a partir de estas dualidades, una idea que luego influyó en la teoría de los opuestos en la filosofía griega posterior.
La transmigración del alma
Pitágoras y sus seguidores creían en la metempsicosis o transmigración del alma, una doctrina según la cual el alma es inmortal y se reencarna en diferentes cuerpos a lo largo de sucesivas vidas.
La vida como un camino de purificación
La escuela pitagórica promovía una serie de normas de vida que incluían la práctica de la meditación, el vegetarianismo (por respeto a la vida animal) y el autocontrol.
Los pluralistas
Empédocles de Agrigento (495-435 a. C.)
Los cuatro elementos
Empédocles postuló que todo en el universo está compuesto por cuatro «raíces» o elementos fundamentales: tierra, aire, fuego y agua.
Fuerzas de amor y odio
Para explicar el cambio y el movimiento, Empédocles introdujo dos fuerzas opuestas: el Amor y el Odio. El Amor unía los elementos para formar nuevas cosas, mientras que el Odio los separaba, generando la descomposición.
Ciclo cósmico
Según Empédocles, el universo pasa por ciclos donde el Amor y el Odio alternan su dominio.
Anaxágoras de Clazomene (500-428 a. C.)
Las «semillas» u homeomerías
Anaxágoras propuso que la realidad está compuesta por una cantidad infinita de «semillas» (u homeomerías), que son partículas indivisibles y eternas de cada tipo de sustancia.
Nous (νοῦς) o Mente Cósmica
Para explicar el movimiento y el orden del universo, Anaxágoras introdujo el concepto del Nous, una mente o inteligencia cósmica que puso en movimiento las semillas y las ordenó.
Los atomistas: Leucipo y Demócrito (siglo V a. C.)
Los átomos y el vacío
Leucipo y su discípulo Demócrito plantearon que la realidad está compuesta por partículas diminutas, invisibles e indivisibles llamadas átomos (del griego átomos, que significa «indivisible»).
Variedad de formas y combinaciones
Los átomos eran cualitativamente iguales (sin cualidades específicas como color, olor o sabor), pero diferían en tamaño, forma y peso.
Determinismo
Los atomistas defendían un universo gobernado por leyes estrictas, sin intervención de dioses o de una mente cósmica. Según ellos, el movimiento y las combinaciones de átomos ocurrían de manera mecánica y necesaria, lo que los convierte en los primeros defensores de una concepción determinista del cosmos.
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