04 Feb
La Naturaleza del Hombre y la Justicia
El hombre es un compuesto de cuerpo y alma; esta última incluye diversos principios de acción que pueden entrar en conflicto interno. Su parte racional salvaguarda la unidad del alma delimitando las funciones de cada parte:
- La parte racional, cuya virtud es la prudencia, una sabiduría práctica referida a la acción, pero con un fundamento teórico o episteme sobre las Ideas de las virtudes correspondientes y de su fundamento ontológico (no basta solo con tener opiniones verdaderas, sin fijar el fundamento de su verdad).
- Bajo el gobierno de la parte racional, la parte desiderativa (apetitiva o concupiscible) limita su dinamismo e insaciabilidad mediante la virtud de la moderación o templanza.
- La subordinación de la parte vehemente (irascible o del ánimo) al dictado racional mediante la virtud de la fortaleza o valentía.
La realización de las virtudes correspondientes a las tres partes del alma constituye su armonía orgánica, es decir, la justicia, resultado del “principio de especialización funcional” (que “cada cual haga lo suyo”), que cada parte haga lo que naturalmente le corresponde.
Individuo y Comunidad: La Dimensión Social de la Racionalidad
La vida humana posee dos dimensiones inseparables: la individual y la colectiva (social, comunitaria), pues la racionalidad individual se da en comunión con otras almas, mediante el lenguaje, que precede a todo pensamiento individual, “lugar” donde el Ser, la Realidad se hace presente. Y al igual que con el lenguaje, con las leyes la comunidad expresa su forma de vivir. Si nadie es racional aisladamente, tampoco poseerá la virtud (justicia) el individuo solo, sino en la comunidad o Constitución, cuyas leyes debe obedecer incondicionalmente, una vez que ha aceptado vivir bajo ellas. Si las leyes impiden realizar la virtud individual, solo se puede intentar persuadir mediante el lenguaje (dia-logos) la necesidad de modificarlas, pero no destruirlas desobedeciéndolas, lo que supondría destruir el fundamento de la unidad del Estado.
La Organización del Estado y el Principio de Especialización Funcional
La unidad del Estado depende de la realización eficaz de ciertas funciones socialmente necesarias y que las leyes deben regular de forma justa (armónica, ordenada): la producción, la seguridad y el gobierno de la polis. Ello depende del principio de la especialización funcional de carácter ontológico (no basado solo en la eficacia, sino por estar inscrito en la naturaleza de las cosas): tales actividades serán realizadas por aquellos naturalmente dotados para cada una de ellas (a través de un sistema educativo establecido por el Estado). Las clases se fundamentan en la naturaleza de los individuos, no homogénea o igualitaria: según domine el alma apetitiva serán productores, militares si domina el alma vehemente y gobernantes si es dominante el alma racional.
La Justicia en la Polis y la Armonía Social
La justicia de la polis será la armonía entre esas funciones: cada clase social realizará la función que le es propia sin interferir en la de los demás, lo cual supondrá en los individuos, la realización de la virtud correspondiente a la parte predominante de su alma, único modo de salvaguardar la polis del desgarramiento por conflictos de clases, cuando estas pretenden ejercer el poder para satisfacer sus pasiones dominantes (intereses particulares), sin tener en cuenta el interés general.
La Prudencia Política, la Ciencia Política y el Orden Cósmico
La prudencia política es un saber práctico, referido a la acción sobre lo que es justo en cada situación, que presupone un saber teórico: la “Ciencia política”, inseparable como conocimiento de la Idea de Justicia (esencia de la virtud individual y colectiva). Pero es ciencia con principios provisionales, hipotéticos, cuya fundamentación última requiere del ascenso dialéctico hacia el fundamento ontológico-general de la Idea de Justicia y de toda Idea (más allá de los casos particulares, sensibles, de la experiencia política), pues la transformación moral del sujeto implica poseer la plena certeza de que es mejor un Estado justo que uno injusto, conocimiento solo posible si se comprende que la razón de ser de la Justicia en el Estado, su Orden trasciende la política y alcanza a la totalidad de las cosas (Cosmos): entender que si la justicia, la virtud, constituye el bien para el ser humano, la felicidad, es debido a que así está determinado por la naturaleza de las cosas, en cuyo Orden total está inevitablemente inscrita la vida humana. Si esa virtud y felicidad consisten en el conocimiento, será el conocimiento de ese Orden total y su fundamento último, la Idea del Bien en sí, del cual participa todo aquello que pueda considerarse “bueno” para el ser humano. Solo con tal certeza se será máximamente justo y feliz, en el sentido de que solo así el individuo y el Estado se inscribirán perfectamente en el Orden teleológico total del Cosmos. Solo quien posea esa certeza y saber del Orden puede gobernar legítimamente. Así, el mejor gobierno o más justo será el de la monarquía o aristocracia (por gobernar los mejores, es decir, los más sabios) frente a los gobiernos injustos (cuando el saber se sustituye por la fuerza, por el alma irascible o las pasiones) como la timocracia, la democracia (demagogia) o la tiranía.
Deja un comentario