19 Ene

Tipos de Trauma y sus Consecuencias Psicológicas

Muerte Violenta de un Hijo

La muerte de un ser querido es siempre una experiencia dura, pero la pérdida de un hijo puede ser el factor estresante más grave e intenso en la vida de una persona, especialmente si se produce de forma imprevista y violenta.

La pérdida da lugar a distintos síntomas somáticos como pérdida de apetito, insomnio, malestar inespecífico, y también síntomas psicológicos como tristeza, ansiedad y culpa. No necesariamente la sintomatología aparece inmediatamente después de la pérdida. Hay personas que al principio tienen una respuesta emocional ligera, pero luego el duelo se cronifica. Otras expresan desde el principio un intenso sufrimiento que se va superando con mayor facilidad.

La sensación de desgarro ante la pérdida de un hijo es mayor cuando se le da por desaparecido que cuando se sabe que ha muerto. En este caso se puede identificar la fecha de fallecimiento, se puede hacer la despedida con el funeral y el entierro, y todo ello facilita la elaboración del duelo y la proyección de futuro. La situación es todavía más grave cuando se tiene la incertidumbre sobre si la persona ha desaparecido o si realmente ha muerto. La búsqueda se convierte en el centro de la vida de los padres y esto dificulta la aceptación de la situación.

Terrorismo, Secuestro y Tortura

El terrorismo, los secuestros y la tortura tienen en común el hecho de que provocan en el sujeto una profunda sensación de injusticia y de indefensión en la víctima, con aparición de sentimientos de rabia o de odio contra el agresor. El impacto psicológico en las víctimas es mucho mayor que las consecuencias físicas; por ello, la probabilidad de sufrir un trastorno mental es 2-3 veces mayor que en la población general.

Víctimas de Terrorismo

Un atentado terrorista genera en los supervivientes, sus familias y amigos, y en los familiares de los asesinados, una pérdida de seguridad, sensación de indefensión y pérdida del rol personal o social previo. Aunque parezca contradictorio, el sentimiento de culpa tiene un papel muy importante en el desarrollo emocional de la víctima tras el atentado. La culpa puede tener un componente interno, cuando la víctima se atribuye parte de la responsabilidad de lo ocurrido (ej. si hubiera aceptado el traslado que me ofrecieron), o un componente externo, cuando se culpabiliza a otros como jueces, políticos o policías.

Las víctimas tienden a revivir el suceso, ya sea de forma espontánea o ante estímulos relacionados con el traumatismo, y tienden a vivir en un estado de alerta.

Víctimas de Secuestro

El secuestro en sí mismo implica una tortura psíquica siempre, y en ocasiones física también. A nivel físico, pueden haberse aplicado distintos tipos de golpes que den lugar a lesiones, aparte de las condiciones negativas de higiene, humedad, iluminación, cuidados sanitarios o alimentación. A nivel psíquico, la víctima, al verse aislada, desarrolla un intenso temor a la muerte o incluso a volverse loca.

Durante un secuestro, la víctima pasa por distintas fases a nivel psicológico. Inicialmente hay una reacción de conmoción emocional, de pánico ante el temor a la muerte y de perplejidad, así como de rabia y odio hacia los secuestradores. La indefensión puede llevarle en días a una aceptación del cautiverio como mecanismo de defensa ante esta experiencia tan traumática. Se puede desarrollar ante el secuestrador una reacción de rencor, odio o indiferencia.

En ocasiones puede desarrollarse el llamado “Síndrome de Estocolmo”. Se caracteriza por una cierta empatía hacia los captores y que puede aparecer, por ejemplo, cuando la comunicación le sirve a la víctima para liberarse de la situación tan degradante y terrible en la que está inmersa.

Tras la liberación, las reacciones pueden ser muy distintas, en función de la salud que presente, la capacidad de adaptación, la estabilidad emocional previa de la víctima, la duración del secuestro, las condiciones del lugar donde el sujeto ha estado durante el secuestro y el trato dado por los secuestradores.

La familia de la víctima puede desarrollar, mientras dura el secuestro, sentimientos de muerte del ser querido, de imposibilidad de encontrar su cadáver, y todo ello provoca sentimientos de culpa. La vida familiar se centra de manera casi exclusiva en la ausencia del ser querido, con preocupación sobre si podrá comer, si estará sano, cómo lo tratarán y, si hay niños, una preocupación más sobre si hay que decirles algo u ocultarlo.

En esta situación, los profesionales que asisten a las familias deben favorecer la expresión de las emociones, escuchar las quejas, los lamentos y las condenas.

Cuando el secuestrado retorna al hogar, se produce un nuevo periodo de adaptación y aparecen sentimientos contrapuestos de alegría y tristeza, rabia y remordimiento, ira y compasión. Aparecen padecimientos que le durarán al sujeto toda su vida.

Víctimas de Tortura

La tortura implica en la víctima un sufrimiento físico y psíquico que es llevado a cabo de forma deliberada y sistemática, con el objeto de humillarla, de destruir su identidad personal o de obtener algún tipo de información. El dolor físico se utiliza para derrumbar moralmente a la víctima.

Las secuelas psíquicas más frecuentes son el trastorno de estrés postraumático, que se manifiesta con problemas de insomnio y pesadillas, alteraciones ansioso-depresivas, dolores físicos, fatiga crónica, sensación de pérdida de identidad y sentimientos de culpa, depresión e incluso suicidio.

Catástrofes Naturales y Accidentes

En ambos casos el daño no es intencionado, por ello la afectación psicológica suele ser menos intensa que en el caso anterior, sobre todo a largo plazo.

Catástrofes Naturales

Tenemos como ejemplos huracanes, inundaciones, terremotos o erupciones volcánicas. Una catástrofe se define como un suceso negativo que ocurre de forma repentina e inesperada, sin posibilidad de evitarlo y que implica la pérdida de vida, de las propiedades o de la forma de sustento de una comunidad.

Las respuestas psicológicas pueden ser muy intensas a corto plazo con conductas de ansiedad, llanto, depresión o ira que tienden a remitir.

Accidentes

Los accidentes de circulación ocupan un lugar destacado por su frecuencia. Hay otros menos frecuentes, pero de gran magnitud mediática por la enorme alarma que generan y las múltiples víctimas, como los accidentes aéreos.

Se generan importantes secuelas físicas y mentales. Se calcula que en España cada año aparecen 500 casos de paraplejia por accidentes de tráfico, el 75% en jóvenes. En los conductores implicados en accidentes es frecuente la aparición de sentimientos de culpa, sobre todo si por negligencia se han producido fallecimientos.

Traumatización Vicaria

Este concepto hace referencia a las distintas reacciones que pueden presentar los profesionales que atienden a las personas que han sufrido un acontecimiento traumático. Es una reacción que se considera normal cuando se desarrolla un trabajo muy estresante y traumático con las víctimas. Hace referencia al impacto emocional del trauma en las personas que se ocupan por su profesión de ayudar a las víctimas de una u otra forma.

Los síntomas pueden aparecer de forma progresiva en el profesional, sin darse cuenta, aunque poco a poco le cuesta cada vez más desconectar del trabajo e incluso le cuesta divertirse como lo hacía antes.

Según Echeburúa, los síntomas pueden ser:

  • Cambios físicos y psíquicos: agotamiento físico, dolor de cabeza y molestias gastrointestinales, pesadillas, imágenes intrusivas (no deseadas y que generan malestar).
  • Cambios personales: tristeza y escepticismo sobre el futuro, autocríticas frecuentes sobre la calidad del trabajo, dificultad para establecer límites entre la vida profesional y la personal, sentimientos de culpa por llevar una vida frívola, cuestionamiento de valores morales o religiosos, aumento de la sensación de peligro, dificultad de concentración.
  • Cambios sociales: dificultad para expresar y sentir emociones, sensación de incomprensión por parte de los demás, alejamiento de amigos, pérdida de confianza en los demás, irritabilidad.

El Trauma en el Niño

Los niños y los adolescentes no reaccionan de la misma manera que los adultos. Los acontecimientos traumáticos destrozan los sistemas de protección normales que hacen que las personas tengan una sensación de control, de conexión y de significado, y producen cambios duraderos y profundos en la respuesta fisiológica, las emociones, la memoria; alteran estructuras mentales básicas de la persona y hacen que se pierda la confianza en sí mismo y en el entorno. Los niños constituyen un grupo de alta vulnerabilidad para la presentación de alteraciones mentales en respuesta a una situación traumática.

Factores Determinantes de una Mayor Vulnerabilidad

  • Dependencia a los adultos: Cuando una experiencia traumática se comparte con un adulto, la reacción de este ante el mismo va a influir determinantemente en la reacción del niño.
  • Interferencia con el desarrollo del menor: Los niños están en un continuo proceso de desarrollo. Cuando el trauma ocurre en periodos de formación de la personalidad, puede dar lugar a alteraciones en la estructuración de la misma. El trauma implica un estado de caos que altera el desarrollo normal, ya que el niño emplea parte de su energía y de su capacidad adaptativa en protegerse de un acontecimiento violento e incomprensible para él. El trauma puede hacer que se retrase o se impida de forma definitiva la adquisición de habilidades, capacidades y funciones propias de ese momento evolutivo y de los posteriores.
  • Tipo de trauma: El determinante más importante de daño psicológico es el tipo de trauma. Los tipos de trauma que tienen más probabilidad de causar un trastorno de estrés postraumático son las agresiones sexuales, los malos tratos en la infancia, sobre todo si ha participado algún miembro de la familia o persona querida.
  • Factores personales:
    • La edad: El riesgo de psicopatología es mayor cuanto menor es el niño. En edad preverbal les cuesta entender lo ocurrido, no tienen conciencia de la irreversibilidad de la muerte y, si esta ocurre, sus temores se centran en la separación y el abandono de sus padres. En la edad escolar tienen más capacidad para darse cuenta de las consecuencias de la pérdida y su carácter permanente, pero no tienen estrategias de afrontamiento adecuadas. Aparece miedo y ansiedad. La adolescencia es otra etapa de riesgo que puede dar lugar a aislamiento, conductas impulsivas o de riesgo.
    • Antecedentes personales: La experimentación de traumas previos incrementa el riesgo de psicopatología.
    • Factores personales: La reacción de los padres ante el trauma es uno de los predictores más importantes de la reacción del niño. Si después de un hecho traumático el niño está mucho tiempo separado de los padres, pensando que han muerto, aumenta el riesgo de presentar problemas. Los antecedentes psicopatológicos de los padres incrementan el riesgo de los niños de presentar problemas de adaptación.
    • Factores sociales: Determinados colectivos como inmigrantes o minorías étnicas están expuestos a más situaciones violentas. También el hecho de tener una inadecuada red social.

Falsas Creencias o Mitos

  • Los niños son más resistentes que los adultos: falso.
  • Creer que está bien porque no habla del trauma: falso.
  • Minimizar el trauma por parte de los adultos hará que las consecuencias sobre el menor disminuyan: falso.

Dificultad en la Detección de los Trastornos en Niños

  • Los primeros síntomas pueden tardar meses o años en aparecer.
  • El impacto emocional puede ser tan grande que impida al niño expresar emociones, lo que induce a pensar que está bien.
    • Los niños suelen negar su malestar para proteger a los padres.
  • Los padres pueden estar también afectados, lo que les impide percibir el sufrimiento de sus hijos.
    • Los adultos tienden a subestimar la violencia vivida en los niños y su repercusión, unas veces por desconocimiento, pero también por el horror de no haberlo podido evitar.
    • Como consecuencia de todo ello, muchos menores expuestos a una situación traumática no llegan a recibir atención especializada en salud mental.

Duelo: Concepto y Tipos

Generalmente, cuando hablamos de duelo nos referimos al estado de tristeza relacionado con la muerte de un ser querido y que puede presentarse con síntomas de depresión. Pero el término duelo y procesos de duelo también se aplica a aquellos procesos que se ponen en marcha ante las situaciones de abandono, la pérdida de empleo o de domicilio o el diagnóstico de una enfermedad grave.

Estas situaciones pueden causar reacciones desadaptativas con manifestaciones de índole depresiva y emocional, como tristeza, llanto, desesperanza, impotencia, rabia y culpa, con disfunción social y laboral. Se podría entender el duelo y procesos de duelo como el conjunto de representaciones mentales y conductas violentas relacionadas con una pérdida afectiva.

El duelo normal se inicia inmediatamente después o en los meses subsiguientes a la muerte de un ser querido. Aparece tristeza, llanto, irritabilidad, insomnio y dificultad para concentrarse y llevar a cabo las labores cotidianas. Aunque su duración es variable, no suele ser superior a 6 meses, pero en ocasiones puede complicarse dando lugar a un trastorno depresivo.

El duelo es el sentimiento subjetivo provocado por la muerte de un ser querido. El luto es el proceso mediante el cual se resuelve el duelo, hace referencia a la expresión social de la conducta y a las prácticas posteriores a la pérdida. El luto se refiere a los aspectos y manifestaciones socioculturales y religiosas de los procesos psicológicos que acompañan al duelo.

La elaboración del duelo o trabajo de duelo se entiende como el conjunto de procesos psicológicos que, comenzando con la pérdida, termina con la aceptación de la nueva realidad. Es un proceso complejo encaminado a deshacer los vínculos previos a la pérdida y elaborar el dolor determinado por la misma.

Duelo Normal o No Complicado

El duelo normal o no complicado es una respuesta normal, predecible en sus síntomas y desarrollo. Inicialmente hay un estado de shock, caracterizado por aturdimiento, perplejidad y dificultad para darse cuenta del alcance de lo acontecido. Suele ser breve y va seguido de expresiones de dolor y malestar como llantos y suspiros. Hay sensación de debilidad, pérdida de apetito y de peso, dificultad para concentrarse, para respirar y para hablar e insomnio.

Puede haber sentimientos de autorreproche. Cuando se da la circunstancia de que una persona se haya sentido aliviada porque no se haya producido su muerte, sino la de otro, suelen experimentar lo que se llama la “culpabilidad del superviviente”.

A lo largo del proceso del duelo pueden aparecer formas de negación, comportándose en ocasiones la persona como si la muerte no se hubiera producido. Puede aparecer la sensación de presencia del fallecido, que puede ser tan intensa que llegue a provocar ilusiones o alucinaciones, pero el sujeto reconoce que esta percepción no es real.

Fases del Duelo No Complicado

  1. Negación: Es el impacto emocional que se experimenta cuando un ser querido fallece. La mente bloquea la realidad. En este momento dar consejos al que sufre es inútil, ya que niega la realidad como mecanismo de protección. La actitud en este caso para la persona que quiere ayudar es escuchar con empatía.
  2. Desorganización: Hay falta de claridad y distorsión de la realidad. Se reacciona de forma inadecuada a las situaciones que le rodean, las emociones se manifiestan sin contacto real con el mundo que le rodea. El sujeto se encierra en su dolor, y expresa sus sentimientos en forma de llanto. En este momento la mejor ayuda es mostrar que se le quiere y que se le acepta tal y como está en este momento.
  3. Enojo: Hay emociones cambiantes, el sujeto se queja, maldice, todo ello por la enorme frustración que sufre. Pueden manifestarse sentimientos de culpa. Es necesario facilitar que el sujeto exprese esta ira porque si no lo hace el proceso puede tardar más en resolverse.
  4. Culpa: El sujeto recuerda, con resentimiento, las cosas que hicieron y las que no hizo con el fallecido. Se siente responsable por las cosas que no llegaron a hacer o que no terminaron. A menudo el sujeto cree que pudo haber prevenido la muerte y no hizo lo suficiente.
  5. Soledad: En esta fase el dolor que se sufre es el más intenso. El ser plenamente consciente de que una persona vivió y ocupó un espacio a nuestro alrededor puede llegar a ser abrumador. Esta etapa es peligrosa porque se tiene la necesidad de llenar el vacío que se siente. Lo más saludable en esta fase es enfrentarse a la pérdida sin intentar reemplazarla. Las actitudes de escape impiden expresar plenamente el dolor, lo cual es necesario para poder superar la pérdida y la soledad.
  6. Alivio: Cuando la muerte se produce después de un periodo de sufrimiento por el sujeto que ha fallecido, se puede desarrollar un alivio, ya que se siente consuelo al ver que el sujeto ya no sufrirá más, o no se tendrá que sobrellevar una fuerte carga económica. En ocasiones el sujeto siente malestar por esta sensación de alivio, sintiéndose mal. Hay que hacer ver al sujeto que el sentimiento de alivio es normal en estas circunstancias.
  7. Restablecimiento: Esta etapa se desarrolla de forma lenta, poco a poco se va mejorando el sentimiento de culpa, se va viendo el futuro con más confianza y seguridad, y el recuerdo de la persona fallecida es menos doloroso.

Duelo Anticipatorio

Este duelo se produce cuando se expresa por adelantado una pérdida que se percibe como inevitable. Este duelo termina cuando se produce realmente la pérdida. El duelo anticipatorio cuando la muerte esperada se demora puede llegar a desaparecer y cuando realmente se produce la muerte el sujeto puede experimentar pocas manifestaciones de duelo.

Variables que Afectan al Curso de un Proceso de Duelo

  1. Muerte esperada/inesperada: Si la muerte se produce sin previo aviso, el duelo dura mucho más tiempo. Cuando la muerte era esperada, el duelo anticipatorio hace que gran parte del proceso de duelo posterior a la muerte ya esté en marcha, con lo que dura menos. Lo normal es que dure entre 6 meses y un año.
  2. Variables antropológicas: Hay pérdidas que suelen desencadenar en la mayoría de las personas procesos de duelo más dolorosos, por ejemplo, la muerte de la madre. También son más complejos cuando las muertes se producen en contra de la secuencia natural de la vida, por ejemplo, la muerte de niños o adolescentes.
  3. Variables relacionadas con las circunstancias de la pérdida: El duelo es más complicado cuando, queriendo hacerlo, no se llega a ver al fallecido antes del entierro, o cuando no se tiene la seguridad de que ha muerto, o ha sido mutilado.
  4. Variables psicosociales: Condiciones de vida precarias, aislamiento social, la forma de comunicar la pérdida o problemas asociados, son todo ello situaciones que pueden complicar un duelo.
  5. Variables intrapersonales: Todas las circunstancias que influyen en la elaboración de un duelo son influenciadas por la personalidad del sujeto.

Duelo Patológico

El duelo patológico puede ir desde su ausencia o retraso en aparecer, hasta ser un duelo excesivamente intenso y duradero, pasando por el duelo asociado a conductas suicidas o con sintomatología psicótica.

Hay una mayor probabilidad de sufrir un duelo patológico ante la pérdida repentina o en circunstancias catastróficas, cuando se está aislado socialmente o cuando hay sentimiento de responsabilidad de la muerte, sea real o no.

El Duelo en Casos Especiales

El Duelo en Niños

El proceso del duelo es similar al de los adultos cuando el niño es capaz de comprender la irreversibilidad de la muerte. El proceso consta de tres fases: protesta, desesperación y ruptura del vínculo. La duración de un duelo normal en niños es muy variable y depende muchísimo del apoyo que se presta.

El Duelo en los Padres

Los padres reaccionan ante la pérdida de un hijo o el nacimiento de un hijo con malformaciones siguiendo estas fases: shock, negación, cólera, negociación, depresión y aceptación. Los sentimientos parentales de culpa y de desolación pueden ser insoportables; los padres piensan que no protegieron de manera adecuada a su hijo. Las manifestaciones de duelo pueden durar toda la vida. La muerte repentina es más traumática que la esperada.

La muerte perinatal también es un importante trauma para los padres. El vínculo con el hijo se establece incluso antes del nacimiento y ello explica que el nacimiento de un feto muerto o el aborto no deseado den lugar a un duelo. El duelo es más intenso si la muerte del feto se produce en el tercer trimestre que si se produce en el primero.

El Duelo en Ancianos

La pérdida es habitual en personas ancianas. Tienen que enfrentarse a la pérdida progresiva de amigos, cónyuge, familiares. Gastan gran cantidad de energía emocional en resolver y adaptarse a los cambios que se van produciendo. En ocasiones, muchos ancianos viven una situación de duelo permanente por la pérdida sucesiva de personas cercanas. En estos casos las manifestaciones afectivas del duelo son menos intensas, pero no llegan a desaparecer.

Duelo y Depresión

Ambos comparten muchas características: tristeza, llanto, pérdida de apetito, trastornos del sueño y pérdida de intereses.

En la depresión, las alteraciones del humor son persistentes y no remiten, y las fluctuaciones del humor son escasas. En el duelo las fluctuaciones son normales, en oleadas, con momentos de hundimiento junto con otros de felicidad.

Los sentimientos de culpa en la depresión son frecuentes porque se siente despreciable e inútil. En el duelo también aparecen, pero con otra motivación, por el sentimiento de no haber hecho lo suficiente para evitar la muerte.

En el duelo, las personas tienen la certeza de que es temporal y que mejorarán, pero en la depresión hay una sensación de desesperanza que hace que piensen que nunca mejorarán.

Las personas deprimidas hacen más intentos de suicidio que en el duelo.

Un duelo complicado puede terminar en un episodio depresivo mayor, definido por su gravedad y duración. Este se define según el DSM-5 como:

Cuadro de texto: A. Cinco (o más) de los síntomas siguientes han estado presentes durante el mismo período de dos semanas y representan un cambio del funcionamiento previo; al menos uno de los síntomas es (1) estado de ánimo deprimido o (2) pérdida de interés o de placer. 1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, según se desprende de la información subjetiva (p. ej., se siente triste, vacío, sin esperanza) o de la observación por parte de otras personas (p. ej., se le ve lloroso). (Nota: En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable.)

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  1. Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días (como se desprende de la información subjetiva o de la observación).
  2. Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso (p. ej., modificación de más del 5% del peso corporal en un mes) o disminución o aumento del apetito casi todos los días. (Nota: En los niños, considerar el fracaso para el aumento de peso esperado).
  3. Insomnio o hipersomnia casi todos los días.
  4. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días (observable por parte de otros; no simplemente la sensación subjetiva de inquietud o de enlentecimiento).
  5. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.
  6. Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada (que puede ser delirante) casi todos los días (no simplemente el autorreproche o culpa por estar enfermo).
  7. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones, casi todos los días (a partir de la información subjetiva o de la observación por parte de otras personas).
  8. Pensamientos de muerte recurrentes (no sólo miedo a morir), ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.
  9. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
  10. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica.

Nota: Los Criterios A–C constituyen un episodio de depresión mayor.

Cuadro de texto: Nota: Las respuestas a una pérdida significativa (p. ej., duelo, ruina económica, pérdidas debidas a una catástrofe natural, una enfermedad o discapacidad grave) pueden incluir el sentimiento de tristeza intensa, rumiación acerca de la pérdida, insomnio, pérdida del apetito y pérdida de peso que figuran en el Criterio A, y pueden simular un episodio depresivo. Aunque estos síntomas pueden ser comprensibles o considerarse apropiados a la pérdida, también se debería pensar atentamente en la presencia de un episodio de depresión mayor además de la respuesta normal a una pérdida significativa.

Atención a los Procesos de Duelo

El duelo por la muerte de un ser querido es una situación no deseada que sumerge a la persona en una importante crisis vital, que podrá concluir con su superación y mayor crecimiento personal o, por el contrario, debilitarle y predisponer a todo tipo de crisis y trastornos. No todas las personas tendrán recursos suficientes para enfrentarse y elaborar adecuadamente la pérdida. Por ello, en ocasiones, los profesionales tendrán que ayudar a superar el duelo.

El profesional debe centrarse en:

  • Acompañar el duelo de los pacientes que lo soliciten.
  • Atender la desviación patológica del duelo e intentar intervenir para prevenirla si es previsible, o encauzarla si ello es posible.
  • Atender especialmente en aquellas situaciones en las que es frecuente la evolución patológica del duelo.
  • Saber valorar adecuadamente la posible aparición de psicopatología que precise de la ayuda especializada de los equipos de salud mental.

Estrés: Concepto y Efectos

El estrés se define como una respuesta del organismo ante demandas internas o externas que, en principio, son amenazantes y consiste en una movilización de recursos tanto fisiológicos como psicológicos para poder hacer frente a estas demandas. Es, por lo tanto, una respuesta adaptativa que en principio es beneficiosa, pero su exposición en exceso, tanto cuantitativamente como cualitativamente, puede perjudicar la salud. De hecho, el estrés está relacionado con las principales causas de muerte en las sociedades avanzadas (enfermedades del corazón, cáncer y accidentes cerebrovasculares). En otros casos no llega a provocar enfermedades, pero deteriora el funcionamiento normal del organismo y da lugar a experiencias negativas.

Situaciones Potencialmente Estresantes

Son situaciones potencialmente estresantes aquellas que implican cambios relevantes en la vida cotidiana de las personas, sobre todo si son novedosas, inciertas, ambiguas, conflictivas, difíciles o resultan dolorosas, desagradables, molestas, incómodas o poco gratificantes. Estas situaciones provocan las siguientes dificultades:

  • Amenazan la seguridad de las personas, su autoestima, su autoconfianza, su imagen ante los demás, su relación de pareja, su vida familiar.
  • Atentan contra los principios y valores fundamentales.
  • Exigen un sobreesfuerzo físico y mental.
  • Implican la toma de decisiones difíciles, la obligación de asumir responsabilidades o riesgos, o la necesidad de actuar contra reloj.
  • Implican someterse a una evaluación social.
  • Plantean problemas de difícil solución.
  • Conllevan la exposición a algo desagradable, doloroso o molesto.
  • Suponen una restricción de la actividad normal o una dependencia a los demás.
  • Facilitan la aparición de sentimientos de fracaso.

Variables de Respuesta al Estrés

Capacidad de Afrontamiento al Estrés

El afrontamiento se entiende como la utilización y puesta en marcha de habilidades cognitivas, emocionales y conductuales para manejar las demandas externas. Las primeras reducen el estrés y promueven la salud a largo plazo, mientras que las segundas lo reducen a corto plazo, pero a largo plazo generarán problemas de salud. Estas estrategias de afrontamiento son procesos concretos que se utilizan en cada contexto y que pueden variar en función del factor que las ha generado. La estrategia puede ir encaminada a aproximarse al problema para buscar una solución o bien puede dar lugar a conductas de huida o evitación del problema, para evitar sus consecuencias.

Algunas estrategias de afrontamiento son:

  • Confrontación: una acción directa y agresiva para variar la situación.
  • Distanciamiento.
  • Autocontrol: esfuerzos para regular los sentimientos y las situaciones.
  • Búsqueda de apoyo social.
  • Aceptación de la responsabilidad en el problema.
  • Huida-evitación.
  • Planificación.
  • Reevaluación en sentido positivo de la situación.

Apoyo Social

El apoyo social percibido puede ayudar a disminuir las experiencias estresantes de las siguientes formas:

  • Reduciendo la trascendencia y el carácter amenazante de la situación.
  • Aumentando la motivación de las personas ante el reto de superar la situación.
  • Incrementando la confianza en los propios recursos que uno tiene.
  • Ayudando a controlar los momentos difíciles que surgen.

Si el apoyo social se convierte en dependencia, resultará negativo.

Efectos del Estrés

  • A nivel subjetivo: ansiedad, apatía, aburrimiento, depresión, fatiga, frustración, nerviosismo, sentimientos de culpa y vergüenza, irritabilidad, mal genio, tristeza, baja autoestima, soledad.
  • A nivel cognitivo: incapacidad para tomar decisiones, para concentrarse, olvidos frecuentes, hipersensibilidad a la crítica, bloqueos mentales.
  • A nivel conductual: predisposición a accidentes, consumo de drogas, explosiones emocionales, bulimia, anorexia, beber/fumar en exceso, conductas impulsivas, risas nerviosas, incapacidad para descansar, temblores.
  • A nivel fisiológico: aumento de la presión arterial, taquicardia, sequedad de boca, sudoración, dificultad respiratoria, sensación de “nudo en la garganta”, hormigueo en extremidades.

Diferencias Individuales en la Evaluación de Situaciones Estresantes

Se pueden establecer 3 tipos de personas:

  1. Sujetos autorreferentes: Son aquellos que, ante una situación de estrés, más que centrarse en las demandas para hacer frente a la situación, se centran en sí mismos, preocupándose de cómo les afecta o cómo se sienten. Este modo de actuación no facilita la solución del problema, manteniendo de forma continuada la respuesta de activación.
  2. Sujetos autoeficaces: Son personas que, en cualquier situación de estrés, se preocupan por lo que demanda la situación y buscan soluciones. Estos sujetos se activarán intensamente ante situaciones de estrés, pero sus estrategias permitirán solucionar pronto la situación, disminuyendo rápidamente la activación.
  3. Sujetos negativistas: Son aquellos que niegan la existencia del problema. En este caso, aunque no se posibilita la solución de la situación, al no darle importancia, la persona no se activa en exceso, evitando todos los efectos negativos de la activación fisiológica excesiva y el desgaste consecuente.

Crisis Psicológicas

Fases y Reacciones

Ante un acontecimiento traumático y estresante, que suele ocurrir de forma inesperada, las personas reaccionan con temor, miedo, malestar psicológico intenso y ansiedad, ya que se ven envueltas en situaciones que representan un peligro real para su vida o la de los demás. Estas reacciones psicológicas dependen no solo de la magnitud del traumatismo, sino que también dependen de factores individuales (antecedentes psicopatológicos, personalidad, estrategias de afrontamiento…) y sociales (apoyo social, aprendizaje preventivo de normas de autoprotección…).

Reacciones en la Fase de Shock

  • Reacciones emocionales de tristeza, rabia, llanto, incredulidad y negación.
  • Reacciones cognitivas caracterizadas por una limitada capacidad de pensamiento y acción. Hay embotamiento emocional y deterioro en la capacidad de concentración y memoria, afectando a la toma de decisiones.
  • Alto nivel de ansiedad, con aumento del ritmo cardíaco, de la frecuencia respiratoria, dilatación de pupilas, sudoración, boca seca, micción frecuente, opresión torácica.
  • Reacciones motoras extremas de hiper o hipoactividad.

Reacciones en la Fase de Reacción

  • Reacciones emocionales de odio/culpabilidad: Es frecuente la culpa por lo que ha ocurrido. Es una culpa irracional y se mitigará con la confrontación con la realidad. El odio surge ante la sensación de frustración por el hecho de que no había nada que se pudiera hacer para evitar el suceso.
  • Reacciones de evitación: Evitación de todo lo relacionado con la catástrofe.
  • Reacciones fisiológicas: Son el resultado de la ansiedad mantenida durante días, donde aparecen, además de las de la fase de shock, otras como cefaleas, alteraciones del sueño y de la alimentación.

En las catástrofes también se suelen afectar el sistema de creencias y valores, produciendo una visión negativa del mundo, de sí mismo y de los demás.

Factores Predisponentes y Precipitantes de Sintomatología Traumática

  • Características del hecho traumático: el factor más determinante en la aparición del estrés postraumático es la severidad del agente estresor. Además, un hecho estresante producirá más efectos traumáticos cuando es:
    • Repentino.
    • Prolongado.
    • Repetitivo.
    • Intencional.

    Son todas ellas características que disminuyen la capacidad para controlar la situación y desarrollar estrategias efectivas de afrontamiento.

    1. Características de la persona: hay personas que con frecuencia se encuentran en situación de crisis, son individuos propensos a las crisis. Se caracterizan por:

    Incapacidad para utilizar recursos personales y/o sociales.

    • Dificultad para aprender de la experiencia.
    • Existencia de hechos traumáticos anteriores que hayan creado una mayor vulnerabilidad.
    • Hay mayor riesgo cuando el impacto se produce en edades críticas del desarrollo (entre los 11-16 años sería la época de mayor vulnerabilidad, ya que los hechos serán recordados toda la vida).
    • Muchos estudios avalan que la mujer tiene un mayor riesgo de sufrir ante acontecimiento traumático un trastorno de estrés postraumático.

    Una historia de crisis frecuentes, resueltas de forma ineficaz.

    • Baja autoestima.
    • Tendencia a conductas impulsivas.
    • Abuso de alcohol y otras sustancias.
    • Problemas legales frecuentes.

    1. FACTORES               PERPETUADORES                   DE         LA         SINTOMATOLOGÍA TRAUMÁTICA.

    Que la sintomatología se perpetúe depende de:

    • No compartir los hechos traumáticos: Aquellas personas que no pueden compartir los hechos traumáticos tiene mayor dificultad para superarlos.
    • Buscar la lógica de los hechos: Las rumiaciones del tipo ¿por qué, por qué a mí, por qué de ese modo? son perpetuadoras de los síntomas ya que no tienen resolución posible.
    • La necesidad de buscar culpables: las víctimas pueden tender a acusarse a sí mismas y dirigir la rabia hacía ellas.

    Comparar constantemente el presente y el pasado.

    • Existencia de sentimientos de indefensión.
    • Ruptura de vínculos afectivos.
    • Estilo cognitivo: la presencia de un estilo rumiador de pensamiento con tendencia a dar vueltas una y otra vez a las cosas sin llegar a conclusiones.
      1. SIGNOS DE PSICOPATOLOGÍA.

    – Sentimientos prolongados de ansiedad y desesperación.

    • Incapacidad para concentrarse y tomar decisiones.
    • Cambios de hábitos.
    • Cambios de personalidad.
    • Pérdida de autoestima.
    • Evitación de los demás y aislamiento social.
    • Ira mal encauzada y deseo de venganza.
    • Dependencia extrema.

    Miedos exagerados.

    • Problemas físicos sin causa orgánica.
    • Rendimiento inferior al normal.
    • Compulsiones o rituales (obsesión-compulsión).
    • Pensamientos de dañarse a sí mismo.


    – TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO.

    Las personas que han sido víctimas de sucesos adversos inusuales como situaciones de guerra, agresiones sexuales, accidentes, mujeres maltratadas o catástrofes pueden sufrir el trastorno de estrés postraumático.

    El trastorno de estrés postraumático apareció por primera vez como tal en el año 1980 en la 3ª edición del Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III). Surgió como consecuencia de la necesidad de los psiquiatras de EEUU de encontrar un diagnóstico que explicase una parte sustancial de las conductas anormales observadas en los soldados que volvieron de la guerra de Vietnam.

    La característica esencial del trastorno por estrés postraumático es la aparición de síntomas característicos que sigue a la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, y donde el individuo se ve envuelto en hechos que representan un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad física. Según la CIE- 10 para valorar el carácter estresante de una situación o acontecimiento determinado, estos deben tener una naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica, susceptible de provocar un malestar permanente en prácticamente cualquier individuo.

    Según el DSM-5 el trastorno aparece ante la exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza en una o más de las siguientes formas:

    1. Experiencia directa del suceso traumático.
    1. Presencia directa del suceso ocurrido a otros.
    1. Conocimiento del que suceso traumático ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo.
    2. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso traumático

    (policías repetidamente expuestos a detalles de maltrato infantil…).

    Las características esenciales del trastorno que pueden desarrollarse tras una experiencia traumática abarcan embotamiento psíquico, reexperimentación del acontecimiento traumático y aumento de la activación autonómica.

    El suceso traumático se reexperimenta a través del recuerdo doloroso invasivo y recurrente, durante episódicos de ensoñación diurna en forma de pesadillas. También se producen estados disociativos que duran desde pocos minutos a días, durante los cuales el individuo revive el suceso.

    El embotamiento psíquico o la anestesia emocional consiste en una disminución de la capacidad de respuesta al mundo externo, con sensación de distanciamiento respecto a la otra gente, pérdida de interés en actividades habituales e incapacidad para sentir emociones tales como intimidad, ternura o interés sexual.

    Los síntomas de aumento de activación autonómica incluyen la hiperactividad e irritabilidad, exageración de la respuesta de alerta, dificultad de concentración y alteraciones del sueño.

    En el curso de la enfermedad se distinguen:

    Una forma aguda, cuando la antigüedad de los síntomas es inferior a 3 meses: Hay un alto nivel de ansiedad, una respuesta exagerada al trauma y una preocupación excesiva en torno al mismo. Aparecen sentimientos de indefensión y pérdida de control, los síntomas de activación autonómica, el revivir el trauma y diversos síntomas somáticos. La vida del paciente gira en torno al agente estresor, por lo que hay cambios en el estilo de vida, la personalidad y el funcionamiento social. Puede aparecer evitación fóbica, respuestas de alarma y crisis de ira.


    Trastorno de estrés postraumático crónico, cuando la duración de los síntomas es superior a los 3 meses. Caracterizado por incapacitación, desmoralización y pesimismo. El paciente pasa de preocuparse por el acontecimiento traumático a hacerlo por la incapacitación física resultante del mismo.

    El curso del trastorno es con frecuencia, sobre todo en el caso de excombatientes, de víctimas de abuso sexual en la infancia o de malos tratos en el hogar, crónico y de larga duración y puede conducir a las víctimas a situaciones de aislamiento.

    La CIE-10 introduce un concepto para aquellos casos en los que la secuela de una experiencia devastadora se manifiesta incluso décadas después de conocerla. Este cuadro se engloba dentro del llamado “cambio permanente de la personalidad tras experiencias catastróficas”.

    No es fácil determinar la intensidad de esta secuela ya que hay una vulnerabilidad individual que hace que dos personas reaccionen de manera distinta ante un mismo acontecimiento traumático. Entre estas diferencias individuales tenemos:

    1. Cada víctima cuenta con unas habilidades específicas para hacer frente al estrés, que dependen de la historia previa, del apoyo social y del nivel de estabilidad emocional en el momento del trauma.
    2. Las repercusiones psicológicas inmediatas de la víctima resultan de una combinación de la intensidad del trauma y de las habilidades de la víctima para hacer frente a la situación.
    3. Las interacciones sociales de la víctima después de la agresión con familiares, amigos, jueces, policías, terapeutas… puede tener efectos negativos, positivos o

    mixtos en la readaptación emocional posterior. Estos contactos pueden ser fuentes adicionales de estrés o pueden aumentar las habilidades de afrontamiento.

    2. TRASTORNO POR ESTRÉS AGUDO.

    Según el DSM-5 se caracteriza por la presencia de algunos de estos síntomas (9 o

    más):

    A- Síntomas de intrusión

    1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso traumático. En los niños, se pueden producir juegos repetitivos en los que se expresen temas o aspectos del suceso traumático.
    2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso. En los niños, pueden existir sueños aterradores sin contenido reconocible.
    3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el individuo siente o actúa como si se repitiera el suceso traumático. (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.) En los niños, la representación específica del trauma puede tener lugar en el juego.
    4. Malestar psicológico intenso o prolongado o reacciones fisiológicas importantes en repuesta a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso traumático.

    B- Estado de ánimo negativo


    1. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

    C- Síntomas disociativos:

    1. Sentido de la realidad alterado del entorno o de uno mismo (p. ej., verse uno mismo desde la perspectiva de otro, estar pasmado, lentitud del tiempo).
    2. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso traumático (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral, alcohol o drogas).

    D- Síntomas de evitación

    1. Esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso traumático.
    2. Esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso traumático.

    E- Síntomas de alerta

    1. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).
    2. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se expresa típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
    3. Hipervigilancia.
    1. Problemas con la concentración.
    1. Respuesta de sobresalto exagerada.

    La duración del trastorno es de tres días a un mes después de la exposición al trauma.


    Los síntomas comienzan en general inmediatamente después del trauma, pero es necesario que persistan al menos durante tres días y hasta un mes para cumplir los criterios del trastorno.

    3. CRISIS DE ANGUSTIA

    La angustia en sí misma no necesariamente tiene que aparecer en un contexto psicopatológico ya que puede aparecer ante cualquier eventualidad en la que el sujeto siente que se amenaza su identidad y su Yo personal. La angustia normal, que acompaña al hombre se puede explicar tanto cualitativa como cuantitativamente por el estímulo que la desencadena. Por el contrario la angustia patológica se diferencia de la normal en que es desproporcionada al estímulo que la origina y persiste por encima de los límites adaptativos, y que mantiene al sujeto en un estado de hiperactivación que afecta a su rendimiento, su funcionamiento psicosocial y su libertad personal.

    La crisis de angustia o ataque de pánico, es un episodio súbito caracterizado por una descarga neurovegetativa, agobio moral, vivencia de muerte, ansiedad e incluso inquietud psicomotora, cuya duración no sobrepasa los 15-30 minutos. Los síntomas característicos están constituidos por combinaciones variadas de sentimientos de aprensión, miedo o terror, junto con manifestaciones físicas que van desde síntomas cardiovasculares y respiratorios hasta molestias abdominales, pasando por sensación de mareo, sudoración, temblor, hormigueos y escalofríos.

    La crisis de angustia puede ir acompañada o no de agorafobia. La agorafobia tiene como característica fundamental, la aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o

    situaciones, donde, escapar resulta difícil, o donde, en el caso de aparecer una crisis de


    angustia no se dispone de ayuda. Como consecuencia, el sujeto de forma habitual lleva a cabo comportamientos de evitación de múltiples situaciones.


    TRASTORNOS DISOCIATIVOS

    Los trastornos disociativos se caracterizan por alteraciones en la organización integrada de la identidad, la memoria, la percepción o la conciencia. Situaciones que normalmente se experimentan como una sucesión continua, se aíslan del resto de procesos mentales con los que normalmente se asocian. Generalmente son de aparición súbita y duración breve (días, semanas).

    Estos trastornos, son más una alteración en la organización y estructura de la mente, que de su contenido.

    Lo habitual es que la vida psíquica normal constituya una unidad, como resultado de la integración de las distintas funciones. Si esta unidad resulta alterada, se produce una ruptura de los procesos psíquicos y nos encontramos ante un fenómeno común a todos estos trastornos: la disociación.

    En la génesis de estos trastornos se ha evidenciado la relación existente entre trauma y disociación. La disociación surge como un mecanismo de defensa ante un acontecimiento traumático. Un ejemplo lo tenemos en el siguiente caso: una paciente explicó que caminaba por una pradera llena de flores silvestres mientras su padre abusaba sexualmente de ella. En este caso, la niña intentaba concentrarse en lo placentera y bella que era la escena imaginaria, para intentar desligarse de la experiencia traumática de terror, dolor e impotencia.

    • CUADROS DEPRESIVOS

    1. CLÍNICA.

    El eje nuclear afectivo de la depresión es la tristeza vital y profunda que envuelve al sujeto hasta afectar a todas las esferas de su relación intra e interpersonal. Surge aquí la


    necesidad de establecer cuando la tristeza es normal y cuando es patológica. La consideración de tristeza normal se plantea en función de: ser adecuada al estímulo que la origina, tener una duración breve y no tener repercusiones importantes en el rendimiento o en la esfera psicosomática. Es decir ha de estar cuantitativa y cualitativamente justificada según el estímulo que la origina.

    La clínica de la depresión queda recogida en cinco grandes áreas: afectividad, pensamiento-cognición, conducta, ritmos biológicos y trastornos somáticos.

    Afectividad

    Pensamiento-cognición

    Conducta

    Ritmos biológicos

    Trastornos somáticos

    Tristeza

    Enlentecimiento

    Abandono personal

    Inicio en

    Anorexia

    Apatía

    (melancolía)

    Hipotonía

    primavera/otoño

    Insomnio/hipersomnia

    Indiferencia

    Monotemático

    Inhibición/agitación

    Mejoría

    Trastornos digestivos

    Ansiedad

    (negativo)

    Aislamiento. Llanto

    vespertina

    Algias. Astenia

    Irritabilidad

    Pérdida de autoestima

    Intentos de suicidio

    Despertar precoz

    Disfunciones

    Anhedonía

    Desesperanza. Ideas de

    sexuales

    Anestesia

    suicidio

    afectiva

    Ideas de culpa, ruina e

    hipocondría

    Déficit de

    concentración-atención

    Como consecuencia del estado de ánimo, el paciente está pesimista y pierde la ilusión por su familia, su trabajo y siente que es incapaz de alcanzar un proyecto existencial. El llanto es la expresión de este estado emocional. En ocasiones el enfermo se queja de no poder llorar, a pesar de estar profundamente triste. Es un llanto sin motivo que no proporciona alivio.


    Todo esto hace que el rendimiento del sujeto vaya disminuyendo hasta llegar a la apatía y la abulia, siendo incapaz de realizar cualquier actividad.

    La atención y la concentración disminuyen, ya que la falta de energía vital impide polarizar con claridad y eficacia su conciencia hacia áreas específicas. Los recuerdos son negativos, el pensamiento es lento y sus contenidos son negativos.

    Cuando estos cuadros duran más de dos años se consideran crónicos o distimias.

    1. CÓMO ACTUAR ANTE UNA PERSONA DEPRIMIDA
    • El sujeto tiene sentimiento de culpa por su enfermedad, por lo tanto hay que evitar expresiones como “debes poner de tu parte”.
      • Hay que tener cuidado con dar consejos como “tómate unas vacaciones” o “sal y distráete”. Esto puede ser negativo ya que el sujeto ha perdido la capacidad para enfrentarse a esta situación.
      • Es positivo si manifiesta intención de hacer cosas, como salir, hacer alguna actividad, aunque no llegue a llevarla a cabo.

    No hay que mimarlo en exceso, ni mostrar una actitud de reproche.

    • Es fundamental escucharlo, que se sienta querido y comprendido.
    • Hay que intentar que realice actividades que no le resulten un gran esfuerzo y de las que pueda obtener una gran satisfacción por su consecución. Esto reforzará su yo.

    Si toma medicación, hay que vigilar que sigue la pauta del médico.

    • Es aconsejable evitar que tome decisiones importantes.
    • Hay que recordarle que es una situación pasajera y curable, que afecta a mucha

    gente.

    • Hay que derivar al psiquiatra si la situación no se controla.

    1. SUICIDIO

    La aparición de sucesos vitales estresantes, unido a distintos factores ambientales y de personalidad del individuo, pueden favorecer la aparición de conductas suicidas.

    1. ERRORES FRECUENTES SOBRE EL SUICIDIO.
    • Todos los suicidas son enfermos mentales. Falso.
    • Los que hablan de matarse, no lo hacen. Falso.
    • El suicidio es impredecible. Falso.
    • No se debe preguntar sobre la ideación suicida. Falso.
    • No se deben tomar en cuenta los intentos manipuladores. Falso.
    1. FACTORES ASOCIADOS AL RIESGO SUICIDA.
    • Alcoholismo.
    • Conducta suicida previa.
    • Irritación, cólera, violencia.
    • Desempleo o jubilación.
    • Cambio bruscos de hábitos.
    • Presencia frecuente de desvalorización.
    • Miedo a la separación.
    • Cambios súbitos en el estado de ánimo.
    • Presencia de poco interés hacia el trabajo y hacia la vida en general.
    • Pérdida o ausencia de amigos.
    • Pérdidas recientes importantes.
    • Obsesión con la muerte o pensamientos recurrentes en torno a ella.

    Repartir objetos muy queridos.

    6


    Hacer cartas de despedida.

    • Presentar sentimientos de desesperanza o desilusión frecuentemente.
    • Presentar deseos de muerte.
    • Manifestar amenazas suicidas.
    • Persona desesperada con sentimientos de culpa y temor a perder el control emocional.

    Presencia de fantasías de dormirse y no despertar.

    • Adolescentes con problemas sentimentales y dificultades de comunicación.
    • Pérdida de ilusión por el futuro.
    • Verbalizaciones del tipo: “no puedo seguir adelante”, “ya nada me importa”, “estoy pensando en acabar con todo”.
      1. FACTORES PROTECTORES DEL RIESGO SUICIDA
    1. Familiares.
    • Buena relación con los miembros de la familia.
    • Apoyo de la familia.
    1. Estilos cognitivos y de personalidad.
    • Buenas habilidades sociales.
    • Confianza en sí mismo, en su situación y logros.
    • Búsqueda de ayuda cuando surgen dificultades.
    • Búsqueda de consejo.
    • Receptividad ante las experiencias y soluciones de otras personas.
    • Receptividad ante nuevos conocimientos.
    1. Factores culturales y sociodemográficos.

    Integración social.

    • Buenas relaciones con su entorno.
    • Apoyo de personas de relevancia para el sujeto.
    1. FORMAS DE PRESENTACIÓN DE LA CODUCTA SUICIDA
    • Persona que manifiesta pensamientos suicidas sin ninguna iniciativa encaminada a realizarlo.
      • Persona que ha realizado una tentativa suicida de manera indirecta, es decir, su conducta parece más bien una queja o una llamada de atención. Cuando hay una ganancia secundaria en la tentativa, el riesgo de consumación es bajo aunque no conviene infravalorar estas manifestaciones porque estos sujetos tienden a repetir esas tentativas y a veces consiguen el suicidio.
      • Persona que ha cometido un intento suicida con intenciones de consumar el acto pero ha sido sorprendido o ha fallado accidentalmente su método.
      • INTERVENCIÓN ANTE UN POSIBLE CASO

    No dejar al sujeto solo sin que haya sido correctamente evaluado.

    1. La intervención comienza con la entrevista: Los objetivos son:
      • Enfocar áreas favorables para el sujeto que le sirvan para aumentar su autoestima y ayudarle a elaborar una estrategia realista para afrontar la situación crítica.
      • Privacidad.
      • Profundidad. Los pacientes suicidas se sienten aliviados cuando se les pregunta directamente sobre sus intenciones. Hay que empezar con

    preguntas generales, abiertas para luego concretar y hacer preguntas más directas, cerradas. Es el momento de obtener pistas sobre el porqué del deseo suicida.

    • Evitar la contratransferencia. La mayoría de los suicidas presentan ambivalencia, desean morir y vivir. Esto provoca en el terapeuta sentimientos de hostilidad, impaciencia, temor, con mecanismos de evitación y rechazo.
      • Hay que valorar el entorno familiar y social del sujeto.
    1. Valoración por un especialista en cuanto a tratamiento y posible hospitalización.
    1. Tratamiento farmacológico y seguimiento.

    – LA COMUNICACIÓN NO VERBAL

    La comunicación no verbal hace referencia a aquella que trasciende de la palabra hablada o escrita. Incluye:

    • Conductas kinésicas: Movimientos corporales como gestos, expresiones faciales, el contacto ocular y la postura.
      • Aspectos paralingüísticos: Incluyen conductas relacionadas con los aspectos vocales no lingüísticos de un mensaje como la calidad de la voz, las vocalizaciones, los silencios, la fluidez de la pronunciación o los errores del habla.
      • Aspectos proxémicos: Son los que están ligados al uso del espacio personal y social, como la distancia interpersonal, la manera de sentarse o la forma de disponer una habitación.

    Las conductas no verbales que siempre debe evitar el profesional que atiende a la víctima son:

    • No mirar a los ojos a la víctima.
    • Estar reclinado en la silla, ya sea hacia delante o estar echado hacía atrás.
    • Cruzar los brazos sobre el pecho.
    • Cruzar las piernas en dirección opuesta a la víctima.
    1. LA COMUNICACIÓN VERBAL.

    La comunicación verbal que se desarrolla durante una entrevista terapéutica difiere notablemente de las pautas habituales de conversación. Los tipos de intervenciones verbales que siempre debe evitar el entrevistador son:

    • Cháchara: deben evitarse temas de conversación intranscendentes como tiempo,

    deportes, política.


    Manifestaciones que impliquen juicios, acusaciones, críticas o insultos.

    • Sermoneo. Hay que evitar expresiones como “usted lo que debería hacer..”
    • Expresiones de compadreo y manifestaciones de simpatía del tipo “siento muchísimo lo que me dice, me da mucha lástima”.
      • Presiones, amenazas, o discutir. Hay que evitar expresiones como “si no lo hace se arrepentirá”.
      • Expresiones de intolerancia y rigidez del tipo “si continuas así tus dificultades serán mayores”.
      • Hiperanálisis o hiperintelectualización. Hay que evitar frases como “en mi opinión sus actuales dificultades provienen de que usted nunca se preocupó de su desarrollo personal”.

    Bombardear con muchas preguntas seguidas.

    • Autorrevelaciones. Ej. lo que usted me dice yo lo he vivido…..(y contar la experiencia de uno sin escuchar a nuestro entrevistado).
      1. ENEMIGOS DE LA COMUNICACIÓN
    • Momento o lugar inoportuno.
    • Alteraciones emocionales en nuestro interlocutor.
    • Acusaciones, amenazas o exigencias.
    • Preguntas de reproche.
    • Cortes en la conversación.
    • Generalizaciones.
    • Prejuicios, estereotipos
    • Consejos prematuros.

    • Hablar de si mismo.
    • Utilizar el sarcasmo.
    • Reprochar sucesos anteriores.
    • Interpretar y hacer diagnósticos de personalidad.
    • Uso de un lenguaje excesivamente técnico.
    1. FACILITADORES DE LA COMUNICACIÓN
    1. Escucha activa.

    Es un elemento básico en la comunicación, implica estar atento a los mensajes que  nos da nuestro interlocutor, facilita que el sujeto confíe en nosotros. Se consigue con estrategias como:

    • Adoptando una postura activa.
    • Manteniendo el contacto visual.
    • Incentivando de forma no verbal al que habla.
    • Incentivando de forma verbal al que habla con frases como “ya veo, bien”.
    • Comprobar que se ha entendido de forma correcta al sujeto con frases como “lo que trata de decirme es.., si he comprendido bien..”
      • Reflejo: consiste en recoger la parte afectiva de un mensaje para animar al sujeto a que exprese sus sentimientos. Esto ayuda a reforzar la expresión emocional. Ej. Víctima: por aquella época todo era estupendo, cambiar de casa, de amigos, de trabajo, me daba miedo pero a la vez me hacía mucha ilusión. Terapeuta: Aquel cambio le asustaba y le atraía al mismo tiempo.

    • Resumen: consiste en elaborar y trasmitir un par de mensajes de los recogidos durante parte de la entrevista. Esto favorecerá que el sujeto amplíe la información que nos había dado previamente.
    • Empatía.

    Se define como la capacidad de comprender a las personas desde su marco de referencia, más que desde el de uno propio. Consiste en la capacidad del individuo para identificarse con el otro. Dicho de una manera sencilla sería la capacidad para meternos en la piel de otro y entender sus motivos y sentimientos. Para conseguirlo:

    • No hay que emitir juicios de valor.
    • Hay que mantener el contacto visual.
    • Hay que orientar el cuerpo a nuestro interlocutor.
    • Hay que utilizar el contacto físico.
    • Hay que mostrar coherencia entre el mensaje escuchado y la emoción manifestada.

    Hay que evitar algunas expresiones cuando intentamos empatizar, que pueden sonar teatrales con la consiguiente pérdida de credibilidad. Ej. Terapeuta: “le comprendo”, sujeto “como lo va a entender, acaso ha perdido a su hijo, yo soy quien lo ha perdido!

    1. Calidez.

    Implica la aceptación incondicional y la actitud de permisividad del terapeuta. Esto se consigue no haciendo juicios de valor, con una escucha atenta y un trato personalizado. Se pueden usar frases como “me ha agradado hablar con usted”.

    1. Autenticidad.

    Significa comportarse de forma espontánea, no defensiva, sin necesidad de representar un papel. Obliga a ser congruente y a que sus palabras y conductas no verbales sean coincidentes.

    Ser positivo.

    Hay que tener habilidad para incentivar y motivar

    1. ESTRATEGIAS Y HABILIDADES PARA DAR MALAS NOTICIAS

    1. SILENCIO

    El silencio es una herramienta que facilita la transmisión de información y la terapia. Tras una reflexión de nuestro interlocutor, un silencio profesional, ayuda al sujeto a reafirmarse. También es terapéutico cuando el sujeto se conmueve, llora o se irrita. Un silencio empático mirándole a la cara, prestándole nuestra atención, es terapéutico ya que el sujeto sabe que puede contar con nosotros.

    1. ESCUCHA ACTIVA

    Ya hemos hablado de ella. Escuchar no sólo consiste en captar y comprender las palabras que se dicen, sino que hay que prestar atención a los sentimientos, implica un comportamiento activo. Implica no interrumpir, mirar a los ojos, tener una postura de disponibilidad, sin sensación de que hay prisas, no juzgar, no hacer gestos de valoración.

    1. EMPATÍA.

    Ya hemos aclarado en que consiste, hay que saber ponerse en el lugar de otro.

    1. SER CREIBLE

    No se puede prometer lo que no se puede cumplir.

    1. PRESTAR ATENCIÓN A LO QUE SE DICE Y COMO SE DICE

    1. ELEGIR DONDE SE HABLA

    Tiene que ser un lugar acogedor, tranquilo, evitando pasillos y salas de espera.

    1. EVITAR MENSAJES IMPOSITIVOS
    1. SER FIABLE Y DECIR LA VERDAD
    1. FACILITAR UN CLIMA ADECUADO PARA LA EXPRESIÓN DE LAS EMOCIONES.
      1. UTILIZAR EL MISMO CÓDIGO QUE EL SUJETO.

    La comunicación ha de hacerse de forma individual, se debe adecuar a la edad, cultura, valores y recursos de cada persona.


    Tema 9 INTRODUCCIÓN

    Antes de que se produzca una crisis, el individuo es encuentra estable, seguro, con un buen funcionamiento tanto a nivel de su grupo familiar y social, como a nivel comunitario, que a su vez forma parte de la comunidad o sistema cultural. El suceso precipitante impacta sobre la familia, la comunidad o el sistema cultural.

    Este acontecimiento traumático interactúa con la personalidad del individuo mediante un proceso mediado por cinco subsistemas CASIC (conductual, afectivo, somático, interpersonal y cognoscitivo). La reacción del sujeto afectará a los subsistemas de familia, comunidad, etc. En el sentido más inmediato, el cónyuge, los hijos y los amigos cercanos se ven íntimamente relacionados con la crisis, también los vecinos, compañeros de trabajo e incluso la comunidad completa.

    En un primer momento tras la crisis, se produce la primera ayuda psicológica por parte de la familia y la comunidad. En las semanas siguientes ya sea por medio de una terapia formal o por la ayuda de fuentes naturales como la familia, amigos, se producirá el equilibrio.

    1. PROPÓSITO DE LA EVALUACIÓN DE LA SITUACIÓN DE CRISIS.

    Los propósitos de la evaluación de las víctimas son:

    • Determinar la situación de riesgo inmediato.
    • Planificar la intervención psicológica a largo plazo.
    • Establecer la necesidad de una intervención farmacológica.
    • Realizar un diagnóstico específico del trastorno de estrés postraumático.

    En general, la valoración será breve, inmediata y centrada. Su meta es determinar la urgencia de la crisis, el grado de daño psicológico existente y la capacidad para enfrentarse a


    dicho daño. Se necesita que el enfoque se centre en la situación inmediata, con información sobre cómo ha respondido la víctima a nivel cognitivo, conductual y afectivo. En esta evaluación además de la valoración del estado actual, también hay que determinar el potencial de futuras reacciones perniciosas.

    1. CARACTERÍSTICAS DE LA INTERVENCIÓN EN CRISIS.

    La intervención crítica se basa en la asunción de que la mayoría de la gente puede ocuparse de gran parte de los problemas de sus vidas. Cuando sufren estrés aplican sus propios mecanismos de defensa o de cómo afrontar la situación, hasta que esa tensión termina. Sin embargo cuando la emergencia es única y el daño es grave, esos mecanismos normales pueden no ser efectivos y la persona permanece en un estado de gran ansiedad y confusión. En este caso se necesita ayuda y ésta es más útil cuanto antes se preste.

    La intervención crítica es una intrusión temporal en la vida de las personas cuando sus propios medios de afrontar situaciones se muestran ineficaces. Su objetivo es ayudar a la gente a retomar sus niveles anteriores de independencia lo antes posible.

    Esta intervención se caracteriza por:

    • La intervención no tiene por qué ser demandada por el afectado, sino que se ofrece.
      • No hay límites temporales, estos se desarrollan de acuerdo a cómo lo aconsejan  las circunstancias.
      • Brevedad e intensidad en la intervención.
    • El contexto de la situación es especial (visita de autoridades, equipos de rescate..)

    • La intensidad de las emociones tanto cualitativamente como cuantitativamente pueden llegar a ser extremas.
      • El contacto físico es mucho más intenso.
    • La intervención crítica es inmediata, a corto plazo y orientada al síntoma.
    1. METAS DE LA INTERVENCIÓN EN PRIMERA INSTANCIA. PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS.

    La meta principal es restablecer el afrontamiento inmediato. Las crisis vitales se caracterizan por un colapso en las capacidades de solución de problemas y afrontamiento, que antes de la crisis eran adecuadas. Hay varias metas:

    • Aliviar el sufrimiento psicológico. Proporcionar apoyo.
    • Prevenir el agravamiento de los síntomas, para desarrollar actuaciones que eviten su cronificación.
      • Reducir la mortalidad. Algunas crisis conducen al daño físico, hacia uno mismo o hacia terceros.
      • Facilitar una pronta reorganización de la actividad laboral, familiar y social.
    • Proporcionar un enlace con otras fuentes de asistencia.
    1. COMPONENTES DE LOS PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS.
    1. Realizar un contacto psicológico.

    Nos referimos a empatizar. Como ya hemos visto en otro tema la empatía es la capacidad de conexión emocional, es intentar pensar y sentir de la misma forma que el otro. Produce una sensación de seguridad haciendo que el sujeto se sienta apoyado, acompañado, y


    escuchado. A través de la empatía y las estrategias de comunicación y de escucha activa se va a facilitar la exteriorización de los sentimientos, percepciones e ideas con relación a la situación de la catástrofe. La tarea primordial consiste en “escuchar los sentimientos”.

    A parte de la comunicación verbal hay que estar atentos a la comunicación no verbal. Es esencial utilizar el contacto visual, un tono de voz afectuoso, sereno, claro, orientar el cuerpo hacia el afectado y utilizar el contacto físico suave.

    Es muy importante informar a los afectados de las respuestas emocionales, fisiológicas, cognitivas y conductuales, esperables tras una situación de catástrofe para que puedan normalizar la interpretación de sus reacciones e insistir en que son situaciones normales ante acontecimientos que nos desbordan, anulando el concepto de que esas respuestas sean patológicas.

    Los profesionales que intervienen en la asistencia en catástrofes pueden resultar indirectamente afectados por el hecho de trabajar con personas que han pasado esta situación. Por ello si se observa inestabilidad emocional, llanto, tristeza, desorientación, o problemas de concentración, se deben tomar periodos de descanso y utilizar técnicas de manejo de ansiedad como respiración con el diafragma.

    1. Examen de las dimensiones del problema.

    Hay que evaluar las dimensiones del problema. Hay que establecer un orden de jerarquías en las necesidades de la persona, categorizando en:

    • Conflictos que necesitan manejarse de manera inmediata.
    • Conflictos que pueden dejarse para después.

    En la confusión y desorganización del estado de crisis, las personas, con frecuencia tratan de resolver todos los problemas a la vez y esto no es posible. Por ejemplo una


    necesidad inmediata sería encontrar un lugar donde pasar la noche o el manejo de un deseo suicida. Una necesidad posterior seria el asesoramiento legal o la terapia individual para la crisis.

    1. Análisis de posibles soluciones.

    Hay que establecer un abanico de soluciones alternativas antes las distintas necesidades. Hay que analizar los pro y los contras de cada solución intentando implicar a la víctima en la toma de decisiones sobre la mejor alternativa en su caso concreto.


    INTERVENCIÓN EN SEGUNDA INSTANCIA. TERAPIA DE CRISIS.

    Cuando cesan los primeros auxilios psicológicos entra en juego la terapia de crisis. Esta se define como la reelaboración del incidente de crisis, de modo que el sujeto llegue a integrarlo de manera funcional en su trama de vida y deje una puerta abierta para encarar el futuro. No todos los individuos que tienen una crisis necesitarán de una terapia para resolverla. Muchos tendrán suficiente con el consejo de sus amigos, las lecciones recordadas del pasado o las estrategias de afrontamiento aprendidas.

    La terapia de la crisis es más eficaz en el periodo de desorganización de la crisis (seis o más semanas). Las estrategias terapéuticas se dirigen a ayudar al paciente a:

    • Sobrevivir físicamente a la experiencia de la crisis.
    • Identificar y expresar sentimientos que acompañan a la crisis.
    • Obtener un dominio cognoscitivo de la crisis.
    • Realizar toda una serie de adaptaciones conductuales e interpersonales que requiere la crisis.

    La terapia incluye:

    1. Valoración. En esta hay que obtener datos acerca de:
    • Incidente precipitante. Hay que saber si el incidente ha sido algo muy importante como una muerte o si por el contrario ha sido algo menor pero “ha sido la gota que colma el vaso”.
      • Presentación del problema. Hay que saber qué es lo que el paciente demanda para solucionar su problema.

    Entorno de la crisis. Como afecta la crisis a otros miembros de la familia, o si

    afecta a un gran número de personas el incidente generador de la crisis.


    Funcionamiento del sistema CASIC antes y después de la crisis.

    1. Tratamiento.

    b.1.) Supervivencia física de las secuelas de la crisis.

    La primera tarea para la resolución de la crisis está orientada a que los pacientes permanezcan vivos. El suicidio es un posible resultado de la crisis, por ello siempre hay que valorar posibles tendencias suicidas. En ocasiones es necesaria la ayuda farmacológica. La mayoría de los pacientes en crisis experimentan una desorganización en la comida y en el sueño.

    b.2.) Expresión de sentimientos.

    La principal estrategia terapéutica para identificar los sentimientos del paciente es escuchar de manera activa. Hay que escuchar tanto lo que le ha pasado al paciente, como el cómo se siente con respecto a los acontecimientos vividos.

    b.3.) Dominio cognoscitivo.

    Consiste en conocer cuáles son los mecanismos por los cuales los acontecimientos externos se convierten en crisis personales.

    En primer lugar debe comprender la realidad acerca del incidente de crisis. Debe saber qué pasó y porqué pasó. En segundo lugar debe comprender el significado que el incidente tiene para él. En este punto es importante que el terapeuta evite alarmar al paciente. Hay que evitar la catastrofización o la generalización. Finalmente hay que reconstruir y reestructurar pensamientos, imágenes o sueños que se han destruido por un incidente de crisis.

    b.4.) Adaptaciones conductuales/interpersonales.


    Dentro de las tareas de resolución de la crisis es capital la cuestión de si, con el tiempo, la persona puede volver al trabajo, comprometerse en el desempeño de un papel y participar en relaciones que sean significativas para él.

    • INTERVENCIÓN SOBRE LA FAMILIA.

    Un suceso traumático afecta a todos los miembros de la familia. En la familia se establece un equilibrio de relaciones entre los miembros, en el que la conducta de cada uno no se puede entender por sí sola. En la familia existen dos tipos de fuerzas; unas mantienen las pautas y equilibrios existentes en la relación entre miembros y otras, promueven el  cambio y regulan la forma de afrontar las situaciones vividas.

    Cuando se produce un cambio o alteración en una persona que deja de cumplir una función en el conjunto del sistema, se alteran los demás miembros y el equilibrio del sistema y se buscan nuevos ajustes.

    Objetivos de la terapia familiar en situaciones de desastres:

    • Aumentar el sentimiento del afectado y de la familia, de que ellos pueden manejarse y controlar la situación.

    Ayudar a la familia a reconstruir los lazos emocionales entre ellos.

    Ante un accidente catastrófico que provoca la pérdida, desaparición o daño grave de algún miembro de la familia, suelen aparecer los siguientes problemas:

    • Trastorno de la interacción entre el afectado y sus familiares. Se suele ocultar información, sobreprotegerlo..
    • Hay desorientación e incertidumbre de futuro.
    • También aparece sentimiento de amenaza por la pérdida del equilibrio ante presiones internas, y la afectación social y laboral que se genera.

    3. ATENCIÓN A LOS PROFESIONALES.

    El personal de servicios de emergencia puede sufrir alteraciones psicológicas a corto y largo plazo. Pueden incluso ser víctimas directas del desastre, es decir, pueden haber sufrido pérdidas personales por la muerte o lesiones de compañeros.

    3.1.) Origen del estrés en los grupos de intervención. Pueden contemplarse diferentes tipos de estrés:

    1. EU-Stress: es el “estrés bueno”, el necesario para desempeñar correctamente el trabajo.
    2. Estrés disfuncional: es el derivado de la propia organización del servicio, es decir, su origen estaría en la mala organización el trabajo, problemas logísticos o de comunicación interna, liderazgo o jefaturas ineficaces.
    3. Estrés acumulativo: relacionado con el “bournout”. La tarea que realizan estos profesionales puede traer como consecuencia una acumulación de estrés crónico que puede afectarle emocionalmente y llevarle a una situación de agotamiento o de “estar quemados”.
    4. Estrés producido por un incidente crítico: este es el que se produce tras la intervención en una emergencia o en una catástrofe.

    3.2.) Estrés producido por un incidente crítico.

    Se pueden distinguir 3 fuentes principales de estrés:

    1. Sucesos estresores: los sucesos que causan múltiples víctimas, heridos, son física y emocionalmente estresantes para los trabajadores de emergencias. Estos estresores incluyen:

    Muerte o importantes heridas de un compañero estando de servicio.

    • Muerte de niños.

    Pérdida de la vida de una víctima tras un rescate prolongado.

    • Algún incidente con mucha carga emocional.
    • Incidentes con muchas víctimas con pocas posibilidades de éxito en el rescate. Por ejemplo un accidente aéreo donde no hay supervivientes y deben recogerse las partes de los cuerpos.
    • Estresores ocupacionales: Las ocupaciones relacionadas con la emergencia son estresantes por el tipo de tareas a las que se enfrentan. Estos estresores pueden surgir de:
    • Presiones de tiempo, especialmente cuando está en juego la supervivencia de la víctima.
    • Responsabilidad sobrecargada: sobre todo para aquellos con responsabilidad de supervisión o mando.
    • Demandas físicas: las tareas de rescate requieren esfuerzo físico y resistencia para trabajar durante muchas horas en condiciones adversas.
    • Demandas mentales: el trabajo requiere un buen juicio, claridad de pensamiento y habilidad para hacer cálculos exactos, marcar prioridades y tomar decisiones en situaciones caóticas.
    • Área de trabajo: Hay áreas de baja presión y otras de alta presión. Entre estas últimas estarían áreas de depósito de cadáveres.

    Recursos limitados, como falta de personal o equipamiento.

    1. Estresores ambientales: como trabajo en condiciones climatológicas extremas o ante peligros ambientales (productos químicos tóxicos o humos).

    3.3.) Efectos del estrés en los profesionales.


    Los profesionales que atienden a víctimas de sucesos traumáticos son personas que funcionan bien bajo las responsabilidades, peligros y estrés de sus trabajos. Sin embargo la experiencia estresante puede superar las defensas naturales del individuo de forma que sus procesos habituales de ajuste o adaptación ya no le sirvan. Ya hemos visto en otros temas las reacciones que pueden aparecer tras la exposición a un evento estresante.

    3.4.) La fatiga de compasión.

    Se podría definir como un trastorno de estrés postraumático secundario a la intervención. Se diferencia del bournout en varias cosas: el bournout se desarrolla gradualmente, con avisos y se expresa en forma de fatiga emocional, irritabilidad, dificultad de concentración y otros fenómenos fisiológicos y mentales. La fatiga de compasión puede aparecer de repente, sin signos previos y hay un fuerte sentimiento de impotencia y desamparo.

    La carga o responsabilidad emocional de la identificación con la víctima es a menudo, expresada con el desarrollo de intensas relaciones con los supervivientes y sus familias. Es habitual entre estos profesionales que aunque estén muy cansados tras una jornada de trabajo muy intenso, se resistan a abandonar el lugar donde se encuentran las víctimas e irse a descansar. También son frecuentes visitas a las casas de las víctimas o llamadas de teléfono no relacionadas con las funciones del profesional.

    Se pueden llegar a sentir síntomas físicos similares a los sufridos por las víctimas. 3.5.) Programa de atención al trauma en la organización.

    Para que la prevención sea eficaz es importante prestar atención continuada a los trabajadores que intervienen en las emergencias mediante la implantación de un programa

    adecuado.


    1. Prevención pre-incidente o primaria: Consiste en dar información y formación inicial, para ayudar a los trabajadores a adquirir conocimientos y desarrollar habilidades para afrontar un incidente crítico.
    2. Prevención durante el desastre o secundaria: Manejo de la crisis. Hay que dar respuesta a las necesidades inmediatas del personal.
    3. Intervención psicológica tras las primeras 48-72 horas.
    1. Intervención psicológica a medio-largo plazo.
    1. Seguimiento.

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