13 Mar
Hoy en día, el pensamiento y idea de Coubertain aquí mencionado se aleja de nuestra realidad ideológica: nadie afirmaría algo así a fecha de hoy, es una aberración infundada. Sin embargo, otros pensamientos, con más o menos acierto, siguen vigentes hoy en día afirmando que la discriminación en el deporte existe.
La incorporación numérica todavía es menor que en hombres hoy día. ¿Pero eso es realmente relevante?¿A qué se debe?
Dependerá bastante del deporte y disciplina el ratio de mujeres y hombres. Por ejemplo, como dato, en el ajedrez, de los 100 primeros jugadores sólo se encuentra una mujer, en la posición 48 en el ranking.Pero si eligiésemos otro deporte socialmente (Y erróneamente) ligado a las mujeres, pasaría al revés. Es notable el bajo número de varones practicantes de deportes como el ballet o la natación sincronizada es infinitamente menor que el de mujeres. Para opiniones colores, hay quien piensa que es porque no atrae a los varones, porque no destacan en dichos deportes, porque tradicionalmente están ligados al sexo opuesto…
Personalmente, aunque las opiniones anteriores puedan estar en lo cierto, aún en día algunos varones se pueden ver coaccionados a no realizar un deporte que les gustaría realizar por opiniones externas, comentarios de familiares o amigos, o estereotipos sobre dicho deporte. En el ballet son pocos los hombres que logran forjar Evidentemente nadie le prohíbe nada a nadie, pero los sujetos se pueden ver influenciados por prejuicios sociales patentes hoy en día. También pasaría con las mujeres y los deportes “claramente masculinos” pero su decisión dependerá de su fuerza de voluntad y de que no le importe la reacción de gente externa.
Volviendo al tema de Coubertain, sus afirmaciones recuerdan vagamente a las que usualmente oigo y oímos los que estamos metidos en el mundo del entrenamiento
en gimnasios, ya sea entendido como entrenamiento enfocado a la salud, a la hipertrofia, a disciplinas como halterofilia, culturismo, crossfit…
Y es que, la chica que acaba de empezar en el gimnasio a entrenar te avisa de que “no quiero ponerme como un hombre”, “sólo quiero tonificar”…
La opinión de la sociedad condiciona la decisión de la chica que decide apuntarse al gimnasio o decide hacer según que deporte asumiendo que se va a poner “como un hombre”, eso suponiendo que tener músculos supone una pérdida de feminidad en la mujer. La opinión social es crítica con según que deportes estereotipándolos y incidiendo que si la mujer decide practicarlos pierde su feminidad y su cuerpo muta a uno masculinizado.
Algunos autores apuestan por medidas de igualación fácilmente rebatibles y polémicas para crear una igualación que podrían revertir la situación. Por poner un ejemplo, Jane English propone la creación de deportes sólo para mujeres, acorde a las capacitaciones propias de las mujeres. Esta propuesta podría tildarse de totalitarista, que a mí parecer resultaría incoherente.
Otras propuestas sería hacer los deportes mixtos, pero eso causaría una grave desigualdad porque es prácticamente imposible competir en igualdad de condiciones. Y es que el sexo masculino posee mayor fuerza, por poner un ejemplo, y en deportes de contacto eso se notaría bastante. Sin embargo, no veo inconveniente en hacer mixtos deportes donde no prima la fuerza o no es tan relevante. Sin duda, habría que analizar cada deporte y comprobar la viabilidad de hacerlo mixto.
Lo que sí defendería encarecidamente es que aquellas mujeres (o “supermujeres”) com cualidades físicas y deportivas extraordinarias (que suponen estar muy por encima de sus rivales femeninas) tengan la oportunidad de incorporarse en equipos o campeonatos masculinos si así lo desean.
En los últimos años se ha ido perfilando una ideología que actualmente se está implantando y que no queda exenta de polémica: la ideología de género.
Simone de Beauviore ya perfilaba lo que resumiría el concepto de ideología de género en su afirmación: “mujer se hace, no se hace”. Y es que, la ideología de género, explicada en rasgos generales, presenta como una categoría de análisis que “tiende a cancelar las diferencias entre hombre y mujer, consideradas como simple efecto de un condicionamiento histórico-cultural. En esta nivelación, la diferencia corpórea, llamada sexo, se minimiza, mientras la dimensión estrictamente cultural, llamada género, queda subrayada al máximo y considerada primaria.
De esta manera, algunas personas que aunque tengan sexo biológico masculino se consideren mujer, podrían participar en campeonatos femeninos. El problema llega cuando estas personas despuntan y ganan con diferencia debido a motivos hormonales y biológicos.La pregunta resultante es, ¿Qué pesa más en la construcción sexual de un ser humano, lo biológico o lo social?
En lo que el deporte se refiere, sin duda lo biológico. Al menos esa es mi opinión. En otros aspectos de la vida tu autopercepción es totalmente respetable y irrelevante, pero en competiciones dónde por tus condiciones biológicas están por encima de las del resto, no es así.
Un caso distinto son las personas hermafroditas, que por un accidente de la naturaleza poseen órganos reproductivos usualmente asociados a los dos sexos (macho y hembra). Estas personas que deseen competir en deportes deben ser encasilladas en competiciones masculinas o femeninas, y no es precisamente tarea fácil.
En primera instancia, la sospecha o acusación de hermafroditismo es un problema moral por varias razones. La primera sería que la solución que ofrece la ciencia no es concluyente. La biología no coloca al hombre o mujer en categorías estancas, son categorías graduales. Además, es controvertido el uso actual de la genética para efectuar los test de sexo en el deporte, y más si son sin consentimiento.
Efectivamente en según que sujetos la acusación de hermafroditismo y la realización de tests de sexo sin consentimiento puede ser desagradable y traumático, sobretodo en los individuos que han dado positivo. Por otra parte, no aclararlo puede suponer una ventaja clara de la persona frente al resto de participantes, por altos niveles de testosterona en comparación con el resto de atletas.
¿Cómo clasificar a estas personas? La pregunta es de difícil respuesta, ya que los niveles de testosterona de estas personas no les permite estar a la altura de las marcas de los hombres, pero las coloca en ventaja respecto a las mujeres. ¿Cúal sería la solución más justa? Se podría realizar un campeonato para hermafroditas, pero resultaría inviable por el escaso número de deportistas con esta condición.
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