El Crepúsculo de los ídolos»: crítica de la cultura occidental
Con este título “Crepúsculo de los Ídolos” Nietzsche quiere mostrar cómo
los viejos ídolos de occidente comienzan a declinar. Por ídolos, entiende
Nietzsche todas las falsas creencias sobre las que se asienta la cultura
europea. Comenzando por Sócrates – Platón, continuando con el cristianismo y
terminando con filósofos como Descartes o Kant, y el positivismo, Nietzsche
rechaza un pensamiento que juzga terminal y al que conviene empujar
definitivamente al abismo del nihilismo.
La cultura occidental, según él,
sintió horror al devenir de Heráclito y prefirió inventar un mundo “verdadero”,
aunque fuera de nuestro alcance, como Platón, o divino, como el cristianismo, o
bien, matemático al modo de Descartes, o nouménico kantiano. Todas esas formas
de pensamiento metafísico responden al intento fracasado, según el pensador
alemán, de alcanzar un mundo verdadero del que deducir lógicamente unas
consecuencias morales. Y para eso los filósofos han destacado el valor de la
razón como instrumento al servicio de una verdad imposible para Nietzsche. De
ahí que la razón sea otro de los ídolos en crepúsculo porque ella no puede
justificarse a sí misma ¿quién le ha dado ese poder para entronizarse como
reina del conocimiento?//El dualismo razón – sentidos,
entendimiento – sensibilidad, recorre toda la filosofía decantándose siempre,
-aunque con excepciones-, por la primera. La cultura occidental ha hecho oídos
sordos a Heráclito, el único que se atrevió a señalar que todo fluye y por
tanto ni era, ni es posible el “ser”. O dicho de otro modo: “el ser ha dejado
de ser; es una ficción vacía”. Por eso, Nietzsche arremete contra esos
filósofos. Contra Platón: el Mundo de las Ideas no es absolutamente nada.
Contra el cristianismo: “Dios ha muerto”, aunque en realidad nunca existió y no
nos puede mandar nada. Contra Descartes y Kant: valoraron en exceso la razón y
despreciaron nuevamente la experiencia de los sentidos. Contra Kant: no hay
tales imperativos categóricos, pretendidamente universales, es más, Kant se
volvió idiota según Nietzsche, y alega varios motivos. Por ejemplo, si Kant
llevó a cabo una “Crítica de la Razón Pura” mantuvo sin embargo una ética,
aunque ésta fuera meramente formal; y también, porque viendo con claridad que
sólo éramos capaces del fenómeno no fue capaz de eliminar asimismo el noúmeno./El mundo que vieron todos estos filósofos era inmóvil cuando con toda
claridad el mundo se mueve, cambia, deviene. La vida a la que aspiraban todos
ellos era una vida eterna inexistente negando ascéticamente la auténtica, una
vida temporal, que deviene constantemente. Al antivitalismo inmovilista de los
filósofos opone Nietzsche su vitalismo irracional. Por eso les llama filósofos
– momia que es lo mismo que tildarlos de muertos. Así se entiende ese
crepúsculo, ese ocaso de unas creencias que decaen inevitablemente. El orden
establecido dependiente de esas creencias que se juzgaban inamovibles, ha
fenecido. Pero ese ocaso supone primero un vacío, el nihilismo pasivo, en el
que caerán todos aquellos que perciban el sinsentido de una vida que ha dejado
de tener referencias estables. Si ya no existe Dios, tampoco la moral objetiva
que de Él se deriva: todo empieza a dar igual y así no se está acostumbrado a
vivir. El hombre occidental está marcado por su costumbre inveterada de tener
que dar cuantas a alguien, a Dios en último término. Si Dios ha muerto, al
hombre no le queda otro remedio que superarse a sí mismo y convertirse en
superhombre, o bien, sucumbir porque ya nadie le puede defender. El hombre se
ha quedado inevitablemente solo.//Nietzsche, poniéndose a sí mismo como médico,
proclama que la cultura occidental está enferma, moribunda incluso. La
autosatisfacción de esa cultura que se juzga segura toca a su fin. El clásico
paso del Mito al “Logos”, que tradicionalmente marca el nacimiento de la filosofía
y que supuso la razón de ser de occidente es un auténtico fraude. Nunca se dio
verdaderamente ese paso. Para Nietzsche, en realidad se pasó de un mito a otro.
De un mito al mito de la filosofía o de la ciencia. Ni la filosofía ni la
ciencia occidental se salvan porque han pretendido ser verdaderas, cuando no
son más que otros mitos más sofisticados. Occidente se ha creído sus propios
mitos por miedo a descubrir su falsedad y comprobar que han confiado todas sus
estructuras sociales y morales a un error. Pero el virus de la desconfianza en
el poder de la razón ya se ha inoculado y el final de la cultura occidental ya
se anuncia, anunciando además el nacimiento del superhombre. Todavía cabe
convertir una vida vacía de significado por otra que sea una obra de arte. El
que lo consiga será el superhombre, el hombre superador de toda moral y capaz
de imponer sus valores, no porque estos sean mejores que los de los demás, sino
porque son suyos. Los valores nuevos son los del superhombre fuerte, poderoso,
amante del riesgo, creativo, solitario, que se mueve nada más que por la
belleza.
.2. Crítica del concepto de Dios. El nihilismo
Nietzsche
afirma que Dios es una mentira creada por los hombres de espíritu débil, que
aterrados ante la dura realidad, prefieren cobijarse bajo el manto artificial
pero reconfortante de un ser supremo que les guía. Esta aceptación supone una
negación a la voluntad de poder del hombre, que los débiles en vista de su poca
fuerza y su incapacidad para afrontar los problemas de la vida inventan, y a
partir de la cual, construyen una realidad imaginaria en la que prima el orden
y es causa de nuestro mundo, siendo este en calidad de efecto también ordenado,
y por tanto, cognoscible. De este orden deriva el conocimiento y la moral,
conceptos que para Nietzsche son una mentira puesto que presuponen el
no-devenir de las cosas así como la igualdad entre las personas. La moral
determina además qué es lo bueno y qué es lo malo, convierte dos conceptos
-cuyo significado por sí mismo no indica nada-, en realidades absolutas e
universaleslo bueno en sí, lo malo en sí. Por otro lado, son los esclavos
los que imponen sus valores al conjunto de la humanidad, dándose entonces una
trasmutación de los valores. En el nuevo orden de valores que adoptará
Occidente la losa de la conciencia y la moral ahogarán las tentativas de los
espíritus fuertes de ejercer su voluntad de poder, diezmando así su naturaleza
que devendrá débil y sumisa. Es entonces cuando la humildad, el remordimiento,
la compasión, en definitiva todos los rasgos definitorios de la clase esclava,
apoyados en la idea de un Ser Supremo que, como afirma el autor, juzga y
condena, y solo es capaz de un amor condicionado. De no responder a su
voluntad, toma venganza contra aquel que se le opone. Estas ideas se han
impuesto en nuestra cultura occidental. Nietzsche, por eso rechaza las
religiones, por su carácter antivital y lo que esto conlleva en contra de la
espontaneidad y la fuerza instintiva. Entre todas las religiones detesta con
más fuerza las monoteístas, puesto que están fundadas en el monopolio de un
solo Dios y una sola doctrina, y dirigirá contra el cristianismo.
Nietzsche considera la fe como una sumisión de la razón, producto de un
pronunciamiento débil y equivocado de la voluntad, pues no se puede aceptar
racionalmente un ser que no es ni claro ni distinto, y por tanto que no es
objeto de conocimiento. Por otro lado, como ya hemos dicho anteriormente,
Nietzsche niega el carácter absoluto del concepto “bueno” y “malo”, y por
consiguiente niega la moral. Él sentencia que cada cosa es buena o mala en
función de la perspectiva con que se vea. Es decir, depende de muchos factores,
siendo el más importante el factor de la voluntad. Si un hombre quiere matar a
otro porque le apetece, y además considera que la acción le va a reportar un
beneficio, no hay impedimento fisiológico que se lo impida, y por tanto ¿por
qué no hacerlo?. Es el impulso irracional, el acto no sopesado ni licuado por
la moral, el “moralmente” correcto, puesto que se legitima por la voluntad del
individuo. En definitiva, si no existe un Dios Supremo que esté por encima de
mí y estipule las normas del juego, más bien conocidas como moral, seré
autónomo de hacer aquello que quiera. La moral no existe como valor absoluto,
pero cada uno por su cuenta puede crearse su propia escala de valores,
totalmente autónoma y para nada heterónoma.//Nietzsche sentencia que Occidente está despertando de
un dilatado letargo en el que la falta de rigor y la deslealtad a la veracidad
han sido patrón de conducta. Paradójicamente será la herencia de la moral la
que impulse el pensamiento occidental hacía el rechazo de la gran mentira, Dios
y la moral, puesto que ella es la que ha parido la virtud y ciencia del amor
por la verdad. Conscientes entonces los hombres del engaño al que han sido
sometidos durante siglos, y viendo derrumbarse los pilares fundamentales de su
sociedad, primero Dios y luego inevitablemente la moral, se encontrarán con una
realidad desoladora. Desorientado y angustiado, Occidente se hallará inundado
de dudas, sin unos por qué, sin ningún sentido. Tras el oasis-espejismo de la
Antigua Tradición, la visión del páramo-real debilitará a los individuos, hijos
huérfanos de una sociedad sin tradición ni cultura. El nihilismo, es decir, la
negación de todos los antiguos ídolos será la consecuencia, y la nada de
valores su realidad más patente. Frente a este nihilismo pasivo, contrapone
Nietzsche un nihilismo activo. Según dice, los viejos valores no caen por si
solos sino que son hundidos por la voluntad de poder de aquellos que los
niegan. Una vez derruido el antiguo orden, liberado el hombre de las patochadas
cristianas y de los dioses menores de la ilustración: la razón, la democracia,
la igualdad, el ser humano estará capacitado para generar por sí mismo, desde
sus vísceras, desde el instinto, su nueva escala de valores. Este nuevo hombre
capaz de rechazar y destruir lo impuesto en su día por los débiles, y de
generar con autonomía su propia moral es el superhombre, que en lenguaje
darwiniano sería considerado el siguiente eslabón en la evolución mono-hombre.
Para explicar el autor alemán la transición desde el nihilismo pasivo al
activo, utiliza la metáfora de la triple metamorfosis que se explica en otro
lugar.
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