05 Oct

Referencias literarias en
“Luces de bohemia”

ÍNDICE

  • INTRODUCCIÓN
  • La vida bohemia
  • Max Estrella o Alejandro Sawa
  • Soulinake o Ernesto Bark
  • El “divino William”
  • Rubén Darío
  • Las “Sonatas
  • Homero y Víctor Hugo
  • Gregorio Pueyo: Zaratustra
  • “El Tartufo” de Molière
  • Ciro Bayo
  • Padre Luis Coloma
  • Benito el garbancero
  • Unamuno
  • Paul Verlaine
  • Calderón de la Barca
  • Armida
  • Francisco Silvela
  • Henrik Ibsen
  • Blavatsky
  • Juan Antonio Cavestany
  • Hermanos Quintero
  • Espronceda

INTRODUCCIÓN

“Luces de bohemia”, obra teatral del escritor gallego Valle-Inclán, ha conseguido ser mucho más que una visión crítica de la España de la época. Se ha convertido también en el retrato de escritores y periodistas europeos y sudamericanos de aquel tiempo, toda una enorme descripción de la vida bohemia. Ese rasgo que define el arte de Valle-Inclán es el culto a la literatización, uno de los recursos más utilizados en el arte paródico, una característica modernista que ya dejó su huella en las “Sonatas” del mismo autor. Sin embargo, en dicha obra, las citas literarias o artísticas en general dignificaban las situaciones y la exquisitez del autor, de los personajes y del ambiente total de la escenografía. “Cuando el relato me da naturalmente ocasión de incrustar una frase, unos versos, una copla o un escrito de la época de la acción, me convenzo de que todo va bien. Pero si no existe esa oportunidad no hay duda de que va mal”, declaró el propio Valle-Inclán a la revista Entrevistas.

En “Luces de bohemia”, por el contrario, domina la absoluta desproporción, los textos se desmoronan escandalosamente. El conflicto mental entre lo realmente evocado por la cita y la realidad de la situación que la provoca, hace que sea casi imposible distinguir algunas de ellas. Estas citas, al mismo tiempo, se rellenan de amargura o desencanto que le aportan ese aire esperpéntico. Cualquiera de las citas literarias recordadas en “Luces de bohemia” participa de una mueca de desencanto, de implacable llamada a la aridez de la vida cotidiana. Puede pensarse que este acopio de citas es algo casual, exigido por el ambiente de la obra -un grupo de bohemios dedicados a la literatura-, donde serían frecuentes las alusiones literarias; pero a Valle-Inclán, como ya hemos dicho antes, le gustaba incluir citas, párrafos de otros autores, documentos históricos, etc. desde sus primeras obras.

Para empezar, el propio argumento de la obra ha sido entendido a menudo como un parecido con “La Divina Comedia” de Dante: un dantesco viaje, la peregrinación de Max Estrella guiado por don Latino de Híspalis, por diversos lugares madrileños (librerías, tabernas, lugares de erotismo vergonzante), hasta verle morir en el quicio oscuro de su propia casa. Lo cual va acentuado con la cita de Max Estrella: “Latino, sácame de este círculo infernal”. Lo mismo ocurre en “La Divina Comedia”, escrita entre 1306 y 1321, que cuenta el viaje de Dante guiado por Virgilio al infierno dividido en tres partes: Infierno, Purgatorio y Paraíso.

Hay en la obra también algún hecho o comportamiento particular adjudicable a personas reales. Sin embargo, cuando el autor quiere representar a un personaje real, lo cita por su nombre sin más disfraces, como es el caso de Rubén Darío. Esta técnica parece tomada de “El árbol de la ciencia” de Pío Baroja. Se acepta que el autor recreó una serie de literatos y bohemios de su época que veremos más adelante: Max Estrella como Alejandro Sawa; Zaratustra se identifica con el librero y editor Gregorio Pueyo; Soulinake vendría a ser Ernesto Bark; Don Peregrino Gay sería Ciro Bayo, etc. Según Valle-Inclán, su manera de trabajar y escribir se basa en el principio de que hay tres formas de ver a los personajes. La primera perspectiva, de rodillas, es la del autor que crea personajes superiores a él, como Homero, que da a sus héroes características de semidioses. La segunda forma, en pie, es la de igualdad; el personaje y el autor están en el mismo plano. Y la tercera, en el aire, es la de superioridad: el autor se considera superior a sus personajes y los contempla desde la altura, sin identificarse con ellos, sin sentirse partícipe de sus padecimientos.

Con todas estas características literarias y artísticas, Valle-Inclán da un nivel culto al lenguaje de la obra, completado con voces griegas y latinas, referencias históricas y mitológicas. Además, muestra mucho más sobre sí mismo de lo que podía imaginar. Detrás de ese Valle-Inclán bohemio y crítico se esconde uno de los mejores conocedores de la cultura, el arte y la literatura de su tiempo.

LA VIDA BOHEMIA

Uno de los principales ejes sobre los que gira la obra “Luces de bohemia”, es la vida bohemia de sus personajes, la mayoría de ellos escritores y periodistas. Bohemio es aquella persona, en especial escritores y artistas, de costumbres no convencionales y comportamiento inconformista respecto a las normas sociales. Muchos de ellos atravesaban por todo tipo de penurias, hambre, frío… Solían dormir en los cafés o en los bancos o en la calle durante el verano, y en el invierno tenían que ingeniárselas para cubrirse en soportales, casas de cartón, debajo de los puentes… Quizás las vidas bohemias de “Luces de bohemia” no sean tan extremas.

El escaso trabajo que les venía de su vocación como escritores o artistas les reportaba poco dinero con el que malvivir, como el caso de Max Estrella. Hay que destacar, sin embargo, una doble forma: el que era bohemio por necesidad y el que lo era por amor a esa vida. De todos estos bohemios que pasaban parte de su vida en los cafés y tertulias literarias, los personajes de la obra de Valle-Inclán pertenecen a la generación del 98. Esta Generación es la primera de las tres que le darían la gran época de esplendor a las tertulias en los Cafés. Se discutía de arte, literatura, política, según le conviniese al público que acudía a participar en las tertulias. Estas nunca eran fijas, al menos en esta primera fase. Eran tertulias desenfadadas, donde no había establecido un día para acudir ni un tema sobre el que hablar, todo era espontáneo, eran menos ritualizadas que en las generaciones posteriores, eran más cotidianas, más del presente, del día a día. En palabras de algún bohemio se atacaba la vida frívola y estúpida de la sociedad española.

Entre los personajes que frecuentaban estas tertulias de finales del siglo XIX y principios del XX encontramos en primer término a Ramón María del Valle-Inclán, quien perdió la mano en una disputa con D. Manuel Bueno en el Café de la Montaña; a Rubén Darío, Azorín, Unamuno, Benavente, Alberto Insúa, Antonio y Manuel Machado, Rafael Urbano, José Nogales, Pablo Ruiz Picasso, Ramiro de Maeztu, Ciro Bayo… En “Luces de bohemia” se cita el Café Colón y la taberna de Pica Lagartos como lugares de frecuentes tertulias literarias, todos ellos identificados con el laurel en su puerta.

MAX ESTRELLA o ALEJANDRO SAWA

El primer conflicto entre esa realidad de la época, la cita literaria y la invención de Valle-Inclán, lo encontramos con su protagonista: Max Estrella. La identificación de este personaje con el escritor sevillano de origen griego Alejandro Sawa se basa, principalmente, en textos posteriores a su muerte, pocas veces se mencionan testimonios coetáneos. Cierto es que tanto Sawa como Max Estrella eran escritores acabados y andaluces que vivieron tiempo después en Madrid. Aunque según Ildefonso Manuel Gil, “Max Estrella tiene del Sawa real mucho menos que del real Valle-Inclán”.

Uno de los motivos que pudo llevar a Valle-Inclán a establecer cierta similitud entre ambos personajes fue la impresión que le produjo la muerte de Alejandro Sawa en 1909, por el terrible final del escritor y ante la situación de muchos otros escritores, “los pobres poetas”; esos que nunca llegarían a ser reconocido y que lo dieron todo por la literatura.

Alejandro Sawa nació en Sevilla en 1862, fue uno de los más genuinos representantes de la bohemia literaria que animó el Madrid de fin de siglo. Perteneció a una generación un poco anterior a la del 98. Su obra literaria es prácticamente desconocida: “La mujer de todo el mundo”, 1885; “Crimen legal”, 1886 y “Moche”, 1889. También fue amigo de escritores como Paul Verlaine, Rubén Darío y Manuel Machado.

Por sus hábitos de vida bohemia, y más tarde por las circunstancias adversas de su quebrantada salud, tuvo que apartarse cada vez más de la vida literaria del día. Era una figura impresionante, de estirpe romántica en sus gestos e indumentaria, que se sentía, como tantas veces dijo, “un extemporáneo en un mundo ajeno”. Sawa fue uno de los mejores difusores que el simbolismo, el parnasianismo y el modernismo tuvieron en nuestras letras. Como otros escritores, se divorció de la sociedad, a él la sociedad le hundió a menudo, en la miseria, la locura o la muerte. En su anhelo de vivir pretende orientarse aunque poco a poco sucumba, hundiéndose ante los golpes que le depara un mundo ajeno. Valle-Inclán escribió de él que “tuvo el final de un rey de tragedia: loco, ciego y furioso”; aunque no pueda descartarse de todo el suicidio. El Max Estrella de su obra muere también ciego y con tremendas visiones de una espectacular París en el entierro de Víctor Hugo. Además, numerosas alusiones al suicidio se suceden a lo largo de la obra.

Para añadir o restar puntos en común en su semejanza con Alejandro Sawa, Valle-Inclán nos describe a Max Estrella como “un hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales”. (Pág. 39) En su desarrollo en la obra vemos como es un escritor acabado, que malvende sus manuscritos para tener algo que llevarse a la boca; y que muere, quizás también como un rey de tragedia, ciego y con alucinaciones en el frío del invierno madrileño.

SOULINAKE o ERNESTO BARK

Ernesto Bark, refugiado eslavo y autor de varios libros, era gran amigo de Alejandro Sawa. Nicasio Hernández Luquero afirmaba en un artículo que el velatorio de Sawa a “Valle-Inclán se le antojó que Alejandro estaba vivo. Hubo que buscar un espejo”. Ese hecho, que ocurrió realmente, lo protagonizó Ernesto Bark: “yo no quería que se le enterrase hasta que el cuerpo diese señales de descomposición, porque me inquieta mucho pensar que alguien puede ser enterrado vivo”. Esta escena se repite en la obra de Valle-Inclán protagonizada por Basilio Soulinake que aparece descrito como “un hombre alto, abotonado, escueto, grandes barbas rojas de judío anarquista y ojos envidiosos, bajo el testuz de bisonte obstinado. Es un fripón periodista alemán, fichado en los registros policíacos como anarquista ruso y conocido por el falso nombre de Basilio Soulinake”. El verdadero Ernesto Bark también pavoneaba de una falsa profesión de médico, cosa que también ocurre con el personaje de Soulinake, lo cual podríamos interpretar como una crítica de Valle-Inclán mezclando esos supuestos conocimientos científicos con la anécdota de la muerte de Max Estrella:

– BASILIO SOULINAKE: Yo tengo estudiado durante diez años medicina. […] (Max Estrella) no está muerto, sino cataléptico. […] He visto y estudiado casos de catalepsia en los hospitales de Alemania.

Según Valle-Inclán no había intención de relacionar el personaje que protagoniza la escena del velatorio, Basilio Soulinake, con el bohemio Bark. Ernesto Bark incluso, también tenía una gran barba roja comparable a las que adornan a Soulinake. Junto a todos estos detalles hay diferencias: en la obra el origen de Soulinake es confuso, no se sabe si es alemán o ruso. Parecía entonces que el autor coge elementos casuales y los “convierte en cosas urdidas por su fantasía”, como opinaba el propio Ernesto Bark. Tal vez Bark deba a Valle-Inclán en gran parte, el interés que su figura ha ido despertando en los historiadores y críticos de la literatura española al igual que vimos con Alejandro Sawa. De Soulinake a Bark, se ha ido reconstruyendo la trayectoria de un singular personaje de la vida cultural del fin de siglo español. Entre sus polifacéticas actividades, la periodística es la más abundante. Fue al fundarse el grupo Gente Nueva, cuando Bark entró en contacto con la poetambre bohemia. Allí encontraba un espacio privilegiado de propaganda y difusión para llevar a España hacia los nuevos derroteros de la Revolución Social. El fervor con el que Valle-Inclán caracteriza a Soulinake responde fielmente a la personalidad de Bark y su vehemente lucha para que la nueva literatura, la de la Gente Nueva, alcance difusión. La obra clásica de Ernesto, por la que hoy es conocido, es “La santa bohemia”.

PADRE LUIS COLOMA

Al comienzo de la obra Max Estrella pide incesantemente a su mujer, madame Collet, que le lea la carta del Buey Apis. Al buscar en la propia guía del libro de quién se trataba este Buey Apis, indicaba que era un personaje de una célebre novela del padre Luis Coloma. Nada hemos encontrado que apoye esta afirmación. Poco más se nos dice de este misterioso personaje, es el propio Max quien nos desvela algunos datos más en la escena cuarta: “¡El Buey Apis me despide como a un criado!”. Con esto podemos suponer que el Buey Apis es en realidad el editor o director de algún periódico o revista para el cual Max Estrella escribía. No entendemos su relación con el escritor Luis Coloma, nacido en Jérez de la Frontera en el año 1851. Inició sus estudios en la Escuela Naval Preparatoria y luego cursó Derecho en Sevilla. Se trasladó a Madrid donde empezó a frecuentar las tertulias elegantes en las cuales reunió elementos que después habrían de servirle para la creación de su obra literaria. Se hizo jesuita y fue ordenado sacerdote aunque no por ello abandonó el periodismo ni la literatura. Su obra más célebre es “Pequeñeces”, seguida de “Jeromín” que es la verdadera crónica de don Juan de Austria. Otras obras son “Fray Francisco”, “La reina mártir”, “Boy”… En ninguna de ellas logramos encontrar un personaje llamado Buey Apis, con lo que nos aventuramos a suponer que se trata del apodo de algún otro personaje el cual inspiró a Valle-Inclán.

“EL DIVINO WILLIAM”

La escena decimacuarta del cementerio de “Luces de bohemia” es también entendida como literatización ya que se trata de una parodia del entierro de Ofelia en “Hamlet” de Shakespeare. “Un patio en el cementerio del Este. La tarde fría. El viento adusto. La luz de la tarde sobre los muros de lápidas tiene una aridez agresiva”. “Las sombras negras de los sepultureros -al hombro las azadas lucientes- se acercan por la calle de tumbas. Se acercan”.

– EL MARQUÉS: ¿Serán filósofos, como los de Ofelia?
– RUBÉN: ¿Ha conocido usted alguna Ofelia, Marqués?
– EL MARQUÉS: En la edad del pavo todas las niñas son Ofelias. Era muy pava aquella criatura, querido Rubén. ¡Y el Príncipe, como todos los príncipes, un babieca!
– RUBÉN: ¿No ama usted al divino William?
– EL MARQUÉS: En el tiempo de mis veleidades literarias, lo elegí por maestro.

El Marqués y Rubén Darío dialogan incesantemente sobre una de las mayores tragedias de la historia de las obras de William Shakespeare: “Hamlet”. Algo más adelante Rubén Darío afirma que “todos tenemos algo de Hamletos”, nombre con el que se denominó el célebre personaje en su primera representación en España. El texto era la obra de Jean François Ducis Hamlet (1769) que fue traducida al español por Ramón de la Cruz, con el título de “Hamleto, rey de Dinamarca”. La obra se estrenó en Madrid en octubre de 1772.

El Marqués, continuando con su literaria conversación shakesperiana, asegura: “Usted, que aún galantea. Yo, con mi carga de años, estoy más próximo a ser la calavera de Yorik”. Yorik es el amigo de la infancia de Hamlet frente a cuyo cráneo, el Príncipe de Dinamarca pronuncia el famoso monólogo de “Ser o no ser”. Hamlet reflexiona sobre la realidad de la existencia y su insignificancia, su intención de decidir si sigue vivo o se suicida. Sin embargo, dicho discurso está en el tercer acto y la escena de la calavera en el quinto. Con lo cual Hamlet no puede hablarle a una calavera que todavía no ha aparecido en la obra. Hasta las más grandes obras tienen pequeños fallos.

HOMERO y VÍCTOR HUGO

“Luces de bohemia” comienza describiéndonos a Max Estrella como un hombre ciego, ciego “como Homero y como Belisario”, como afirma el propio Max más adelante. El escritor se compara con el poeta griego a quien se atribuyen la “Ilíada” y la “Odisea”. Todo lo que a Homero se refiere es incierto, pero la leyenda le representa como a un cantor rapsoda ciego y mendigo que iba errando de ciudad en ciudad, de ahí la comparación con Max Estrella.

Durante el desarrollo de la obra, Max va siendo comparado con diversos personajes reales fáciles de identificar, tales como Víctor Hugo: “¡Señor Inspector, tenga usted alguna consideración! ¡Se trata de una gloria nacional! ¡El Víctor Hugo de España!”, según palabras de Don Latino de Hispalis. Ya hacia el final de la obra, concretamente la escena duodécima, Max Estrella vuelve a verse comparado con dicho escritor francés al ver visiones sobre su futuro entierro o uno idílico:

– MAX: Latino, me parece que recobro la vista. ¿Pero cómo hemos venido a este entierro? ¡Esa apoteosis es de París! ¡Estamos en el entierro de Víctor Hugo!

¿Y por qué el entierro de Víctor Hugo y no de cualquier otro personaje? Al parecer, después de la muerte del escritor francés, ocurrida el 22 de mayo de 1885 en París, su cuerpo permaneció expuesto bajo el Arco del Triunfo y fue trasladado, según su deseo, en un mísero coche fúnebre, hasta el Panteón, donde fue enterrado junto a algunos de los más célebres ciudadanos franceses. Además Don Latino habla también de “Los Miserables” y su autor como grandes figuras de la literatura, “nos lega una novela social que está a la altura de Los Miserables”.

BENITO EL GARBANCERO

– CLARINITO: Maestro, nosotros los jóvenes impondremos la candidatura de usted para un sillón de la Academia.
             – DORIO DE GADEX: Precisamente ahora está vacante el sillón de Don Benito el Garbancero.

¿Quién podía esconderse tras este apodo? La verdadera identidad de este personaje es Benito Pérez Galdós, escritor canario y uno de las más célebres figuras del realismo español. A pesar de dicho seudónimo no era esta la opinión de Valle-Inclán hacia el Pérez Galdós: “Galdós es en algunos momentos un escritor nuevo, un creador de idioma”. Su muerte tuvo lugar en 1920, poco antes de la aparición de “Luces de bohemia”, con lo cual la vacante que se menciona en la Real Academia de la Lengua Española fue causa de su muerte. La R.A.E. reconoció sus méritos y lo designó para ocupar el sillón “N” en el año 1897.

UNAMUNO

– DORIO DE GADEX: ¿Sabe usted quién es nuestro primer humorista, don Filiberto?
– DON FILIBERTO: Ustedes los iconoclastas dirán, quizá, que don Miguel de Unamuno.

Valle-Inclán satiriza con uno de los poetas más desgarrados y pesimistas de la Generación del 98, Miguel de Unamuno y Jugo nacido en Bilbao en 1864. Unamuno se definió a sí mismo como “un hombre de contradicción y de pelea […]; uno que dice una cosa con el corazón y la contraria con la cabeza, y que hace de esta lucha su vida”. Vivió en perpetua lucha consigo mismo sin encontrar la paz. Y en lucha también con los demás, contra la “trivialidad” de su tiempo, en un tremendo esfuerzo por sacudir las conciencias, por inquietarlas, por sacarlas de cualquier rutina.

LAS “SONATAS”

Entre 1902 y 1905 Valle-Inclán escribió sucesivamente sus Sonatas. Años más tarde, en 1920, apareció “Luces de bohemia” en la cual Valle-Inclán incluye al Marqués de Bradomín, protagonista de las Sonatas, como un personaje más. El Marqués aparece en la escena decimocuarta en compañía de Rubén Darío durante el entierro de Max Estrella. Valle-Inclán le describe como un “viejo caballero con la barba oda de nieve y capa española sobre los hombros, es el céltico Marques de Bradomín”. Este apellido y topónimo sin localización geográfica, es muy frecuente en la obra de Don Ramón. El Marqués y Rubén Darío dialogan sobre la muerte y lo que pueda haber tras ella. “Nosotros divinizamos la muerte. No es más que un instante la vida, la única verdad es la muerte… Y de las muertes, yo prefiero la muerte cristiana”. Bradomín se manifiesta como cristiano creyente incluso temeros de su posible eternidad por los pecados cometidos. Su relación con Max Estrella aparece cuando nos dice que el protagonista de la obra era hijo de un capitán carlista que murió a su lado en la guerra. Sin embargo Max Estrella contaba que se habían batido juntos en una revolución en México.

En su conversación hablan sobre literatura, con amplios conocimientos de la obra “Hamlet” de Shakespeare, como ya vimos anteriormente. El Marqués de Bradomín es un hombre ya entrado en años como él mismo asegura: “me falta muy poco para llevar un siglo a cuestas”. “Los años no me permiten caminar más deprisa”. Muestra gran nivel de conocimiento sobre literatura y mitología clásica, expresando incluso su opinión sobre la escritura, “Querido Rubén, los versos debieran publicarse con todo su proceso, desde lo que usted llama monstruo hasta la manera definitiva. Tendrían entonces un valor como las pruebas de aguafuerte.” Confiesa también su intención de publicar sus Memorias vendiéndole el manuscrito a un editor ya que está necesitado de dinero tras haberse arruinado con la agricultura recogido en su Pazo de Bradomín.

CALDERÓN DE LA BARCA

Valle-Inclán introduce en su obra citas de la obra teatral “La vida es sueño” de Calderón de la Barca. Una de ellas se encuentra en la escena segunda al entrar Max Estrella en la librería de Zaratustra que saluda con la expresión calderoniana:

“¡Mal Polonia recibe a un extranjero!”

También en la escena cuarta aparece otra cita de la misma obra en referencia al personaje de Segismundo: “para medrar hay que ser agradador de todos los Segismundos”. El sentido de esta frase es doblegarse ante los poderosos.

ARMIDA

“Se pierden entre los árboles del jardín. Parodia grotesca del Jardín de Armida”. Con esta comparación Valle-Inclán describe uno de los espacios de su obra.
Armida, bellísima mujer y personaje femenino de la obra “Jerusalén libertada”, con sus artes de seducción lleva a Reinaldo a su jardín encantado. Existen diversas representaciones pictóricas de este hecho, y probablemente el autor conociese los cobres de Teniers que se conservan en el Museo del Prado.

RUBEN DARÍO

Como dijimos al comienzo, en la introducción, en “Luces de bohemia” se mezclan personajes reales, con su verdadero nombre y sin disfraces, con otros personajes ficticios. Rubén Darío es uno de estos personajes contemporáneos a Valle-Inclán que aparece en la obra según la visión que el autor gallego tiene de él. Le describe como el “vate de Nicaragua” y “genio del modernismo”. Aporta muchos más datos sobre su persona, no sabemos si coincidentes con el verdadero Rubén Darío o no. Entre ellos está que estudia las matemáticas celestes, la Gnosis y la Magia: “yo he sentido que los Elementales son Conciencias […] Mar y Tierra, Fuego y Viento, divinos monstruos. ¡Posiblemente Divinos porque son Eternidades!” Por ello cree en la magia de la vida, en los prodigios que se obran pero que ni vemos ni entendemos, “sin esta ignorancia, la vida sería un enorme sobrecogimiento”.

Rubén Darío aparece también como un hombre creyente en Dios, en Cristo, en las llamas del infierno “y más todavía en las músicas del Cielo”. Sin embargo su escepticismo puede más cuando se trata de hablar de la Muerte: “amemos la vida y, mientras podamos, olvidemos a la Dama de Luto”, “la muerte muchas veces sería amable si no existiese el terror de lo incierto. ¡Yo hubiera sido feliz hace 3000 años en Atenas! […] ¡Solamente aquellos hombres han sabido divinizarla!”.

Sobre su personalidad, se le presenta como un hombre triste “que siente la amargura de la vida”, un ídolo azteca evocador de terrores y misterios, “con un gesto sacerdotal” y esfuerzo por distinguir eses de cedas. Parece también un hombre cansado, así como preso o esclavo de una vida bohemia en su “¡Max, es preciso huir de la bohemia!”. Nos lo presenta en el café Colón, motivo más de su desgaste; ya que el verdadero Rubén Darío vivió intensamente, sin reparar en excesos que arruinaron su salud y le llevaron a la muerte en 1916 cuando sólo tenía 49 años. Sigue siendo, sin embargo, el poeta-guía del Modernismo, conservando ese espíritu. Repite incesantemente la exclamación “¡admirable!”, según Ramón Ledesma Miranda, en una conversación con Manuel Machado, pone en boca de éste: “¡Qué sencillez casi infantil la del gran poeta! Para las cosas más triviales sólo tenía un comentario admirable. Era como un niño maravillado ante el mundo”.

Valle-Inclán le inventa en la obra un pasado en común con Don Latino de Híspalis: “¡Han pasado muchos años! Hemos hecho juntos periodismo en La Lira Hispano Americana […] Yo era el redactor financiero. En París nos tuteábamos, Rubén”. Con esta última frase intenta establecer una relación más personal entre ambos personajes.

Finalmente habla de unos últimos versos sobre una peregrinación a Compostela en los que mezcla al protagonista de las Sonatas de Valle-Inclán, El Marqués de Bradomín, que carecen de paralelismo con la realidad.

PAUL VERLAINE

Poeta francés que nació el 30 de marzo de 1844, en Metz, hijo de un oficial del Ejército. Cursó estudios en el liceo Bonaparte de París y trabajó como empleado en una compañía de seguros. Se relaciona con poetas parnasianos aprovechando los cafés para escribir versos.

Sus primeras obras como, “Poemas saturnianos” (1866) y “Fiestas galantes” (1869), exponen el rechazo al romanticismo parnasiano. El 11 de agosto de 1870 se casa con Mathilde Mauté de Fleurville -que apenas tenía dieciséis años-, abandonando a su esposa dos años después para viajar y vivir con el poeta de 17 años Arthur Rimbaud. Valle-Inclán hace referencia a esta relación con tanta diferencia de edad cuando dice: “Y en el ritmo de las frases, desfila con su pata coja Papá Verlaine”.

Estando ebrio, hirió a Rimbaud de un disparo, por lo que pasa dos años en prisión. Su colección “Romanzas sin palabras” (1874), escrita durante el tiempo que pasó en la cárcel, está basada principalmente en la relación con Rimbaud. Su reconversión le inspiró un volumen de poesía religiosa titulado Sabiduría (1881).

En Inglaterra fue profesor de francés regresando a Francia después donde dio clases de inglés a su alumno Lucien Létinois, al que llamaba, hijo adoptivo, dedicó muchas de las “Elegías de Amor” (1888). Se publicó “Los poetas malditos” (1884), obra crítica, y “Antonio y ahora” (1884), colección de poemas, y así se convierte en poeta simbolista. Escribió prosa autobiográfica, como “Memorias de un viudo” (1886), “Mis hospitales” (1891) y “Confesiones” (1895).

Falleció el 8 de enero de 1896 en París.

GREGORIO PUEYO: ZARATUSTRA

En la escena II, se nos describe a Zaratustra y a su sucia librería; recientemente se ha intentado localizar este lugar en la actual Casa Ciriaco. La covacha de nuestro personaje es un conjunto de libros que “hacen escombros y cubren paredes”. El viejo Zaratustra “abichado y giboso -la cara de tocino rancio-”, un auténtico fantoche, atiende la escasa clientela que visita el inhóspito lugar. La crítica ha visto en él al librero Gregorio Pueyo, editor de escritores modernistas que tenía una librería en la calle Jacometrezo. El superhombre de Nietzsche se ha convertido en una caricatura de lo infrahumano, en el límite de la animalización, en un títere que tiene como compañía a un gato, un loro y un can. Max Estrella viene a visitarlo porque el astuto librero ha engañado a Don Latino, pero no le puede devolver el dinero de los libros comprados porque ya los ha vendido. A continuación con la llegada del pedante bohemio Don Gay, se establece una ardua discusión sobre la religiosidad tradicional y vacía, como podemos comprobar en boca de Max; “este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere”.

EL TARTUFO” de MOLIÈRE

Cinco años de batalla le costó a Jean-Baptiste Poquelin, llamado “Moliere” (1622-1673), que una obra estrenada en la inauguración de los palacios de Versalles con el título de “El Tartufo” o “El Hipócrita” (1664) pudiera llegar a ser representada públicamente sin cortapisas. Pese a la excelente relación del dramaturgo con el monarca Luis XIV, no tardó en ser prohibida.

En esos cinco años Molière sufrió amenazas, ataques, denuncias de impiedad y de ateísmo, peticiones de excomunión contra el cómico -y contra todos los que representen o vean le representación de la pieza- a quien se llega a tildar de “diablo trajeado de hombre”.

“El Tartufo” se estrenó por fin en 1669, aunque era mucho lo que “El Tartufo” original se había dejado en ese camino de cinco años. La obra es el retrato burlesco de un hipócrita devoto que, en nombre de “los intereses del cielo”, se entromete en el seno de las familias con el objetivo de dominarlas, controlarlas en nombre de esa parcela de cielo que ha vendido al crédulo burgués y quedarse con su hacienda, si no con la esposa de un Orgón pintado por Molière con los rasgos del idiota.

FRANCISCO SILVELA

Nació en Madrid. Se licenció en derecho e ingresó en 1862 en la Academia de Jurisprudencia. Pertenecía a la Unión Liberal y fue diputado, por primera vez, en 1870 en representación de Ávila. Poco después se adhirió al grupo liberal conservador de Cánovas. No participó en las Cortes reunidas durante el reinado de Amadeo I. En 1874, después del golpe de Estado de Pavía, fue diputado por Madrid y, en 1875, ya restaurada la monarquía se encargó de la Subsecretaría de la Gobernación, siendo Ministro Romero Robledo. En 1879 fue ministro de gobernación con Martínez Campos; intentó reformar el sistema de beneficencia, lo que le supuso la oposición de los partidarios de Romero Robledo. Ocupó la cartera de Gracia y Justicia, en 1885, en un gobierno de Cánovas. Cuando murió Alfonso XII (1885), y después de la firma de El Pardo, Silvela fue lugarteniente del líder del Partido Conservador. En 1890 aceptó el Ministerio de Gobernación, hasta que dimitió por no estar de acuerdo ante la reconciliación entre Cánovas y Romero Robledo, aunque siguió bajo la jefatura de aquél hasta 1892, en

que se produjo la ruptura. En 1898 Silvela se adhirió a las tesis generacionistas y, en ese mismo año, ocupó la presidencia del Consejo de Ministros. En 1899 se le designó presidente de un ministerio llamado de “regeneración nacional”, con Polavieja, Villaverde, Dato,…Los planes de Villaverde en Hacienda provocaron una fuerte oposición, sobre todo en Cataluña y el País Vasco. Más tarde se alió con Maura, formando un nuevo gobierno(1902-1903). Las nuevas agitaciones obreras y estudiantiles van a significar de nuevo un fracaso para Silvela. Se creó, durante este gobierno el Instituto de Reformas Sociales. Se retiró definitivamente de la política cuando Villaverde fue llamado de nuevo a formar gobierno (había dimitido en el 1903). Francisco Silvela escribió Cartas de la Venerable Sor María de Agreda y El Señor Rey Don Felipe IV (1885).

Valle-Inclán le menciona en su vocación de escritor y periodista por boca de don Filiberto: “con Silvela he discreteado en un banquete, cuando me premiaron en los Juegos Florales de Málaga la Bella”. Según el apéndice de Joaquín Valle-Inclán, Francisco Silvela tenía fama de ser un terrible polemista y orador, por lo que se le apodaba “la daga florentina”.
 






HENRIK IBSEN

-DORIO DE GADEX: […] Como dice Ibsen, las multitudes y las montañas se unen siempre por la base.
-MAX: ‘‘¡No me aburras con Ibsen!’’

Nuevamente aparece una frase que hace referencia a la literatura, en esta ocasión al escritor noruego Henrik Ibsen nacido en 1828. Ibsen fue un poeta importante, pero empeñó toda su energía literaria en el género dramático. Venció al conservadurismo y a los prejuicios éticos de los críticos y el público. Dio nuevas fuerzas al arte del teatro, aportando al drama burgués europeo una seriedad ética y profundidad psicológica que no poseía desde Shakespeare. Contribuyó a dar al género dramático europeo una vitalidad y una calidad artística comparables con las de las grandes tragedias griegas.

En sus obras describe las personas en el ambiente burgués de su tiempo, personas que en su vida cotidiana afrontan una crisis profunda. Con su falta de visión y por sus acciones previas han contribuido ellos mismos a crear esta crisis. A través de un análisis retrospectivo del pasado quedan forzados a verlo. Su primera obra contemporánea realista fue “Los pilares de la sociedad’’ en 1877.

Henrik Ibsen conquistó una posición internacional como el dramaturgo más grande e influyente de su época. Es mismo sabía que había llevado el nombre de Noruega por todo el mundo. Regresó a su hogar Cristianía, a los 63 años donde, en 1899 publicó su última obra dramática ‘‘ Cuando despertemos los muertos’’ a la que describió como un epílogo dramático. Quedó como el epílogo de su producción, la enfermedad le impidió escribir más u murió en 1906 en su tierra natal a los 78 años.







CIRO BAYO

Con Ciro Bayo utiliza a un personaje real como inspiración de un personaje literario: Don Gay Peregrino. En este caso la elección del nombre puede estar relacionada con el título de una obra de Ciro Bayo llamada ‘‘El peregrino entretenido’’.
Poco hemos podido averiguar sobre este escritor. Perteneció a la Generación del 98 seguramente uno de los tantos literarios casi desconocidos, y el origen español. Al igual que personajes de una época como Ciro Alegría y Eugenio Noel, creyó en la utopía de América. Parece ser que llegó a Bolivia en 1892 donde vivió en Sucre y Santa Cruz. Allí se dedicó a estudios los bolivianismos y publicó en 1906 ‘‘Vocabulario de provincialismos argentinos y bolivianos’’.

Su relación con Valle- Inclán incluye el hecho de que algunos como Fernández Montesinos consideren que ‘‘Tirano Banderas’’ está plagiada de una obra de Ciro Bayo de la que no sabemos más. Cierto es también que Montesinos es conocido por su ‘‘antevalleinclanismo’’ y que al teatro de Valle-Inclán se le ha tratado con saña inexplicable . Quizá como contrapartida haya servido de aliciente para le denuncia y crítica de ‘‘Luces de bohemia’’.

En la obra, Ciro Bayo, convertido en Don Gay Peregrino, representa a un intelectual bohemio de la época. Descrito por Valle como: ‘‘un hombre alto, flaco, tostado del sol. Viste un traje de antiguo a voluntario cubano, calza alpargates abiertos de caminante y se cubre con una gorra inglesa. Es el extraño don Peregrino Gay, que ha escrito la crónica de su vida andariega en un rancio y animado castellano, trastocándose el nombre en Don Gay Peregrino’’.

Habla con gran admiración de Inglaterra de donde acaba de regresar. Se ha convertido al dogma iconoclasta, ‘‘al cristianismo de oraciones y cánticos, limpio de imágenes milagreras’. No sólo ha aprendido nuevas ideas religiosas sino que ha conocido la vida inglesa más barata, conceptos políticos y ha copiado en la Biblioteca Real, el único ejemplar existente del ‘‘Palmerín de Constantinopla’’. Pese a todo y apesadumbrado regresa a su país porque es reumático y necesita el sol de España.







BLAVATSKY

-DON LATINO: Y el fruto de la Nada: los cuatro Elementos, simbolizados en los cuatro Evangelistas. La creación, que es pluralidad, solamente comienza en el Cuatrivio. Pero de la Trina Unidad, se desprende el Número. ¡Por eso el Número es Sagrado!
-MAX: ¡Calla, Pitágoras! Todo eso lo has aprendido en tus intimidades con la vieja Blavatsky.
-DON LATINO: ¡Max, esas bromas no son tolerables! ¡Eres un espíritu profundamente irreligioso y volteriano! Madama Blavatsky ha sido una mujer extraordinaria y no debes profanar con burlas el culto de su memoria. Pudieras verte castigado por alguna camarrupa de karma. ¡ Y no sería el primer caso!

Helena Petrovna Hahn von Rottenstern nació en Ekaterinoslau, al sur de Rusia, en 1831. Alos 17 años se casó con Nicéforo Blavatsky cambiando su apellido. Fue una de las pioneras en estudiar el Erotismo como ciencia y filosofía universal. De noble ascendencia social, era nieta de la princesa Elena Dolporouki, pero terminó sus días en una precaria situación económica, debido a las grandes sumas que canalizó para la obra teosófica, así como a su vida peregrina y aventurera. En 1875 formó la Sociedad teosófica cuyos objetivos eran:

-Formar un núcleo de fraternidad universal de la humanidad, sin distinción de razas, creencias, sexo, casta o color.

-Promover el estudio comparado de las Religiones, Filosóficas y Ciencias.

– Investigar las leyes inexplicadas de la Naturaleza y los poderes latentes en el hombre.

La sociedad teosófica, que alcanzó gran repercusión en el pensamiento humano, adoptó como lema: ‘’ No hay religión superior a la (de la ) Verdad’’. Para la historia, queda principalmente el registro de la obra literaria de Helena Blavatsky. Además de innumerables artículos y escritos sueltos que se fueron reuniendo en antologías , siete libros salieron de su pluma: ‘‘Isis sin velo’’, ‘‘La Doctrina Secreta’’, ‘‘La Voz del Silencio’’, ‘‘La llave de la Teosofía’’, ‘‘Glosario Teosófico’’, ‘‘En el París de Las Montañas Azules’’ y ‘‘Por grutas y Selvas del Indostán’’.





JUAN ANTONIO CAVESTANY

-DON FILIBERTO: Cavestany, el gran poeta, un coplero.

Juan Antonio Cavestany (1861-1924) poeta y dramaturgo. También se dedicó a la política como conservador. El autor lo menciona críticamente como si fuera un simple coplero.




HERMANOS QUINTERO


– EL MARQUÉS: En el tiempo de mis veleidades literarias, lo elegí por maestro. (Refiriéndose a William Shakespeare). ¡es admirable! Con un filósofo tímido y una niña boba en fuerza de inocencia ha realizado el prodigio de crear la más bella tragedia. Querido Rubén, Hamlet y Ofelia, en nuestra dramática española, serían dos tipos regocijados. ”¡Un tímido y una niña boba, lo que hubieran hecho los gloriosos hermanos Quintero!”

Valle- Inclán habla positivamente de Serafín (1871-1938)y Joaquín (1873-1944) Álvarez Quintero, nacidos en Utrera, provincia de Sevilla. Colaboran estrechamente en sus comedias. Partidarios de un teatro vivaz y alegre, contrario al pesimismo del 98, encauzaron su producción por las vías del costumbrismo y del regionalismo andaluz. En sus casi 200 obras luce un teatro ingenuo, casi inocente y sentimental. Compusieron entre obras: “Puebla de las mujeres”, “El Patio”, “El genio alegre”, “Amores y Amoríos”, etc.







ESPRONCEDA


– DON LATINO: Bueno, pues que lo entierren. ¡Que haya un cadáver más, solo importa a la funeraria!


La frase “que haya un cadáver más” pertenece al Canto II a Teresa de José Espronceda. Este poeta irrevolucionario fue uno de los más grandes románticos españoles, el más popular del siglo XIX. Su estilo se caracteriza por la permanente contradicción de dos estados anímicos: La exaltación y el desaliento.

Con 18 años se exilió voluntariamente a Lisboa, donde conoció a Teresa Mancha, a quien siguió hasta Londres. En París, participó en la Revolución de 1830 y entró en España con una expedición de revolucionarios, que fracasó. Fue desterrado. Raptó a Teresa, a quien había vuelto a encontrar casada y con hijos, y marchó con ella a España en 1833. La muerte de Teresa le inspiró unos de sus poemas más hermosos: “Canto a Teresa”, cuya ultima estrofa dice:


Gocemos, sí; la cristalina esfera
Gira bañado en luz: ¡Bella es la vida!
¿Quién a parar alcanza la carrera
del mundo hermoso que al placer convida?
Brilla radiante el sol, la primavera
Los campos pinta en la estación florida:
Truéquese en risa mi dolor profundo…
Que haya un cadáver mas, ¡qué importa al
mundo!

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