09 Ene
El reinado de Alfonso XII se caracterizó por los intentos regeneracionistas y de reformismo social promovidos desde el estado. Su principal resultado fue la creación del Instituto de Reformas Sociales.
El fallecimiento de los primeros dirigentes de la Restauración (Cánovas y Sagasta) produjo el paso a una nueva generación de políticos. El Partido Conservador, bajo la jefatura de Antonio Maura, partidario de la revolución del caciquismo y del falseamiento electoral, gobernó en varias ocasiones. Maura implantó medidas sociales, como la creación del Instituto Nacional de Previsión, y promovió leyes de administración local y electoral con las que pretendió acabar con el caciquismo y el fraude electoral.
El proyecto de Maura no contó con el respaldo de su partido, que nunca llegó a tener confianza con el rey, y no fue aceptado el regeneracionismo más radical. La caída de Maura se precipitó al producirse la Semana Trágica en Barcelona. La grave situación social, unida a las reivindicaciones obreras y nacionalistas, creó un clima de tensión. La protesta por el llamamiento de reservistas para combatir en Marruecos provocó un estallido insurreccional. Anarquistas, socialistas y republicanos reaccionaron con violencia. Esta acción culminó con el fusilamiento de Francisco Ferrer, que fue acusado de ser el instigador de los hechos. La protesta por su ejecución traspasó la frontera española y Maura se vio obligado a dimitir.
En el Partido Liberal, tras la muerte de Sagasta, los nuevos dirigentes dudaron entre aproximarse a los grupos de izquierda o seguir ligados al sistema tradicional. El partido optó por una línea regeneracionista y Canalejas asumió la presidencia del Consejo de Ministros en febrero de 1910. Hubo propuestas que hicieron un mayor compromiso social, un distanciamiento del clericalismo, la apuesta por la descentralización y el fortalecimiento del ejército para hacer valer los derechos españoles en Marruecos. Destacan varias iniciativas como la aprobación de diversas leyes: la Ley de Reclutamiento, la supresión del impuesto de consumos, la prohibición del trabajo nocturno de las mujeres, la reglamentación en las minas y el inicio del proyecto de ley de mancomunidades que posibilitaba la descentralización administrativa del estado.
Crisis de 1917
La crisis de 1917 se produjo por varias circunstancias:
- El inminente final de la Primera Guerra Mundial agudizó las dificultades económicas y sociales al decaer los negocios derivados de la neutralidad. Los problemas de abastecimiento y la especulación provocaron una grave crisis de subsistencia que afectó a las capas sociales más pobres. Esta situación generó una creciente agitación social canalizada por los sindicatos.
- Los problemas en el ejército, surgidos por las desavenencias entre los africanistas y los oficiales de la península. Los primeros gozaban del favor real y conseguían ascensos con facilidad, los segundos malvivían en los cuarteles con pagas bajas y sin reconocimiento social. Ante esta situación, los oficiales crearon las Juntas de Defensa, agrupaciones militares que demandaron los ascensos.
- La protesta del grupo de parlamentarios descontentos con la política del conservador Eduardo Dato, que mantenía el Congreso de los Diputados cerrado por las continuas declaraciones de estado de excepción, causadas por la inestabilidad social. Cambó convocó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios en la que se solicitó la convocatoria de Cortes, pero las discrepancias entre los parlamentaristas y la acción del gobierno acabaron con la Asamblea.
En agosto de 1917, la UGT y la CNT convocaron la primera huelga general de la historia en España. El temor de dicha protesta obrera derivó en acciones revolucionarias motivadas para que la clase política abandonara sus propósitos reformistas y que las Juntas de Defensa colaboraran en la represión del movimiento. El régimen de la Restauración se debilitó poco a poco en una crisis que se prolongó hasta 1923. La inestabilidad gubernamental, el pistolerismo de la patronal y de los sindicatos anarquistas, y los conflictos sociales, junto con el aumento del paro, la subida de precios y el ejemplo de la revolución bolchevique, dificultaron la convivencia en España a principios de los años 20.
Guerra de Marruecos
España administraba el Rif desde la Conferencia de Algeciras de 1906. En los primeros años de ocupación se produjeron incidentes como el ataque a Melilla y la derrota española del Barranco del Lobo. Con el fin de la Primera Guerra Mundial, España quiso conquistar otra vez el Rif, chocando con la resistencia de las cabilas indígenas. En 1921, el general Silvestre se adentró en el Rif. El jefe rifeño Abdel-Krim atacó las posiciones españolas e infligió una gravísima derrota, el Desastre de Annual, en el que murieron 12.000 soldados. La derrota aumentó la impopularidad de la presencia española en Marruecos. Se exigieron responsabilidades a los militares, al gobierno e incluso a Alfonso, iniciando así el Expediente Picasso.
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