02 Jul
**AURELIO AGUSTÍN**
San Agustín se cuestiona cómo el ser humano puede alcanzar las verdades más elevadas y profundas. Por un lado, mediante la gracia divina, poseemos la fe para creer en Dios, pero también la razón nos permite acceso a las verdades últimas. Agustín inicia su búsqueda de la verdad en la filosofía platónica, pues desea encontrarla no solo con la fe, sino también con la inteligencia. Sostiene que Platón ya había comprendido que la inteligencia solo puede realizarse en el encuentro de unas verdades últimas; san Agustín vincula estas verdades con Dios.
Para san Agustín, existe una verdad común que se encuentra en Cristo, quien es, simultáneamente, verdad y felicidad. Como afirma:»La vida feliz es gozo de la verdad, es gozar de ti, Dios, que eres la verda». Por eso, la razón y la fe no pueden marchar por caminos separados. No hay unas verdades de fe y otras verdades de razón.
Se plantea entonces»¿Qué papel desempeña cada una para alcanzar la verdad de Dio»?
Responde haciendo suya la frase»Intellige ut credas, crede ut intelligas«; hay que entender para creer y creer para entender. Esta fórmula, que tendrá carácter pragmático hasta el siglo XIII, aparece en un pasaje de las Escrituras, en Isaías 7,9″Si no creéis, no entenderéi». De esta forma muestra cómo el pensamiento es estimulado por la autoridad (los evangelios).
Se da, por lo tanto, una mutua dependencia entre la razón y la fe. Como dice Agustín en la Trinidad:»La fe busca, la inteligencia halla«, las dos se necesitan mutuamente. El cristiano tiene que comprender las verdades de fe, aceptarlas y darse cuenta de que no es un absurdo creer en Dios, como afirmó Tertuliano. En la búsqueda de Dios, la fe se sitúa en el principio, porque no se puede razonar a partir de la nada. La razón tiene que aclarar la fe, pero, al mismo tiempo, la fe debe guiar a la razón e iluminar su capacidad para conocer.
La razón por sí sola no puede conducirnos a la sabiduría, pues no puede llegar a entender la verdad. La fe no sustituye a la inteligencia ni la elimina, sino que la estimula. De manera análoga, la inteligencia no elimina la fe, sino que la refuerza y la aclara, por eso la razón y la fe son complementarios.
**TOMÁS DE AQUINO**
Para Tomás de Aquino, existe una distinción entre la filosofía y la teología, o lo que viene a ser lo mismo, entre razón y fe. Hay unas verdades que son reveladas y solo se puede llegar a ellas mediante la fe, y otras son naturales y se pueden comprender con la luz de la razón natural. Por eso se encuentra necesario diferenciar sus contenidos y establecer sus límites.
Los artículos de fe, como los misterios o los dogmas, solo pueden ser creídos por fe. Santo Tomás define la fe como un acto de del entendimiento movido por la voluntad a la que Dios asiste mediante la gracia. Los artículos de fe son inaccesibles a la razón, nos resulta imposible comprenderlos, y por eso, de su estudio se ocupa la teología,
Un artículo de fe es la esencia de Dios, lo que Dios es. Nuestra inteligencia no puede alcanzar a comprender ni a conocer la esencia de un ser infinito y perfecto.
Por otro lado, la razón se ocupa de investigar los entes (las cosas naturales), para ello parte de los axiomas, como las verdades evidentes en sí mismas, y sus conclusiones se mantienen en el ámbito de lo racional y lo natural.
Se debe encontrar la concordancia entre la razón y la fe. Por ejemplo, el método lógico de la filosofía puede apoyar a la fe en su comprensión de la verdad revelada. De ahí la afirmación de Tomás de Aquino de que la filosofía es Ancilla Theologiae , (la esclava de la teología).
Este punto de conexión es el que permite establecer un tipo de verdad que ejerce de intermediaria entre las verdades reveladas y las naturales; son los preámbulos de fe. Son verdades que requieren de una demostración racional para la fe; La primera es la existencia de Dios. De esta forma, se puede llegar desde la razón, en un proceso ascendente, hasta la revelación y después descender desde la revelación a las verdades naturales que estudia la razón.
Con este razonamiento, Tomás de Aquino invalida la teoría de algunos filósofos árabes que defendían la posibilidad de una doble verdad: que existan verdades alcanzadas por la razón que sean contradictorias con las verdades de fe y aceptar ambas. Esto es inadmisible en la escolástica, si cualquier verdad de razón se contradice con una verdad de fe siempre será falsa, porque siempre prevalecerá la verdad de fe, la verdad revelada, frente a las limitaciones de la razón.
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