08 Nov

1. Contexto Histórico, Cultural y Filosófico

El siglo XVII fue un período de desequilibrios en Europa, marcado por la búsqueda de soluciones a problemas económicos, políticos y religiosos.

1.1. Contexto Económico

Económicamente, se experimentó un desarrollo del comercio que enriqueció a los Estados y a la burguesía, dando origen a un capitalismo mercantilista. Sin embargo, la población agrícola se vio afectada por diversas causas, lo que condujo a una situación de crisis en Europa.

1.2. Contexto Político

Políticamente, se consolidó la centralización del poder en las monarquías absolutas. Estas monarquías centralizaron el poder territorialmente, gobernando desde la capital. Ideológicamente, fueron defendidas por dos teorías: la que veía al monarca como representante de Dios (Bossuet) y la que lo consideraba el único garante de la paz (Hobbes).

No obstante, los Estados modernos no evitaron las tensiones internas, con revueltas y conflictos bélicos.

1.3. Contexto Social

En el siglo XVII persistía la sociedad estamental, pero se consolidó un nuevo tipo humano: el burgués. Surgieron las primeras Bolsas en Amsterdam y Londres, y los banqueros, junto con las grandes Compañías de Indias, se convirtieron en los nuevos detentadores del poder económico.

1.4. Contexto Religioso

A inicios del siglo XVII, los europeos eran creyentes en Dios, pero con el paso del tiempo la religión fue perdiendo influencia en la vida intelectual y el poder del clero disminuyó.

1.5. Contexto Cultural

Culturalmente, la actividad intelectual se desarrolló al margen de las universidades controladas por la Iglesia. Los pensadores comenzaron a utilizar las lenguas vernáculas junto con el latín.

Los científicos y filósofos del siglo XVII se ganaban la vida de diversas maneras: ejerciendo una profesión (Fermat, Spinoza), impartiendo clases en centros paralelos a las universidades (Gassendi), viviendo de rentas o fortuna familiar (Descartes, Pascal), o dependiendo de la corte, la nobleza o la Iglesia (Hobbes, Locke, Leibniz). Se acentuó la secularización de la cultura.

Surgió el período Barroco (finales del siglo XVI – mediados del siglo XVIII), que reflejaba la sensibilidad de la época: provisionalidad, inestabilidad, fugacidad y cambio. En literatura, destacaron Shakespeare, Molière, La Fontaine, Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Góngora, Gracián y Quevedo (Siglo de Oro español). La pintura se caracterizó por el claroscuro (Rubens, Rembrandt, Velázquez, el Greco, Murillo). La música alcanzó su máxima expresión en el siglo XVIII con Bach y Händel.

1.6. Contexto Filosófico

Filosóficamente, la Escolástica llevaba dos siglos cuestionada a inicios del siglo XVII. Los primeros filósofos modernos (Descartes, Bacon) percibieron su declive.

La filosofía moderna buscaba la seguridad matemática de la ciencia. Los filósofos de la nueva ciencia se enfocaron en ello.

Surgieron dos corrientes: el Racionalismo (Europa continental) con Descartes, Spinoza, Leibniz y Malebranche, y el Empirismo (Gran Bretaña) con Hobbes, Locke, Berkeley y Hume. Ambas corrientes se centraron en el problema del conocimiento.

El Racionalismo cartesiano postula la razón como fuente y origen del conocimiento, tomando como modelo el sistema deductivo de las matemáticas. Defiende que la razón puede alcanzar un conocimiento válido de la realidad (Dios, alma, mundo), convirtiendo la metafísica en el fundamento de los demás saberes.

El Empirismo, por su parte, sostiene que la fuente y los límites del conocimiento se encuentran en la experiencia sensible. Todas las ideas se adquieren a través de la experiencia.

1.7. El Pensamiento Cartesiano

El pensamiento cartesiano surge en un contexto de crisis: el geocentrismo es reemplazado por el heliocentrismo, la ciencia y la religión se ven acosadas por la duda, lo que tiene consecuencias prácticas como la condena a Galileo y las guerras de religión.

En esta crisis, Descartes intenta construir un sistema filosófico que resista la duda. Su proyecto es unificar todas las ciencias (metáfora del árbol).

Metáfora del Árbol

“Toda la filosofía es como un árbol, cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física y las ramas que salen de ese tronco son todas las demás ciencias, las cuales se reducen a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral.”

Bajo estos parámetros, Descartes busca construir una ciencia segura e indudable, que permita la aparición de verdades universales.

2. El Método Cartesiano

Para Descartes, la diversidad de opiniones y el error derivado de ella son consecuencia del método empleado. Antes de buscar la verdad, debemos determinar el camino que mejor nos conduzca a ella.

El método cartesiano se basa en dos elementos:

  1. El método de resolución-composición de la escuela de Padua y Galileo: ante un problema científico, se seleccionan las variables relevantes, se establecen hipótesis teóricas expresadas matemáticamente y se deducen consecuencias que se comprueban experimentalmente. Este método combina la experiencia con la deducción, pero Descartes prioriza el razonamiento. El análisis conceptual y la deducción se imponen sobre el conocimiento sensible, considerado fuente de error.
  2. La influencia de las matemáticas: Descartes admira la capacidad de las matemáticas para desarrollar sus conocimientos sin apelar a la experiencia. Las verdades matemáticas son evidentes y demostrables, y la razón es suficiente para conocerlas. Un precedente del método cartesiano es la geometría de Euclides: deducir verdades complejas a partir de otras más simples y evidentes.

Descartes cree que solo hay una ciencia universal y, por lo tanto, un único método científico.

Adopta un método basado en la razón, definido como un conjunto de reglas para el correcto uso de las capacidades mentales.

Las operaciones fundamentales de la mente son dos: intuición y deducción.

  • Intuición: instinto natural que conoce los elementos simples. Capta conceptos que emanan de la razón, eliminando la duda y el error. Es una actividad intelectual.
  • Deducción: “toda inferencia necesaria a partir de otros hechos que son conocidos con certeza”.

Las reglas del método buscan desarrollar estas operaciones mentales para evitar el error, llegar a verdades indudables y extraer nuevas verdades a partir de las conocidas. Son las siguientes:

  1. Evidencia: intuición intelectual de una idea clara y distinta, caracterizada por la indubitabilidad y la ausencia de error.
    • Claro: conocimiento presente y manifiesto a una mente atenta.
    • Distinto: conocimiento preciso y diferente de los demás, que se presenta con claridad a quien lo considera adecuadamente.
    Descartes considera que hay que evitar que los prejuicios oscurezcan la razón.
  2. Análisis: junto con la síntesis, es la clave del método. Consiste en descomponer el conocimiento en sus elementos más simples para que la mente pueda intuirlos. Es una lógica del descubrimiento.
  3. Síntesis: reconstrucción deductiva de lo simple a lo complejo. Cada paso debe ser evidente. Complementa al análisis.
  4. Enumeración: medida de precaución que exige comprobaciones del proceso (análisis y síntesis). El recuento y la enumeración comprueban el análisis; la revisión comprueba la síntesis.

El resultado del método será un sistema de conocimiento con garantías de certeza, ya que cada regla soporta y transmite la verdad.

5. La Aplicación del Método: Metafísica Cartesiana

5.1. La Duda Metódica y el “Cogito”

Descartes propone poner a prueba todas nuestras verdades, incluso ante los planteamientos más escépticos. Si resisten, podemos considerarlas lo suficientemente sólidas para construir la metafísica sobre ellas.

La duda cartesiana busca la verdad. Es constructiva y un momento de tránsito exigido por el método. Es general y radical, porque afecta a todo el saber, pero también metódica y provisional, porque es un medio para alcanzar la evidencia.

Descartes plantea diversas razones para la duda:

  1. Las falacias de los sentidos: nuestros sentidos nos engañan, lo que abre la posibilidad de la duda.
  2. Imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño: debemos dudar de la realidad exterior (sueños) porque no tenemos certeza absoluta de su existencia.
  3. Hipótesis del genio maligno (metodológica): posibilidad de que un genio maligno nos induzca al error incluso cuando creemos estar en lo cierto. Es un motivo hipotético y ficticio.

En el acto de dudar, Descartes encuentra una verdad indubitable: “Cogito, ergo sum” (“Pienso, luego existo”). Es la primera verdad evidente tras el proceso de duda.

Respecto a esta afirmación:

  1. Es la primera verdad sobre la que Descartes establece la naturaleza pensante del yo.
  2. No es un silogismo, sino una verdad inmediata captada por intuición.
  3. Descartes no tiene certeza absoluta de la existencia de su cuerpo. Afirma que existe como ser pensante, no como ser físico.
  4. En “pienso, luego existo”, Descartes afirma la existencia del pensar y de la sustancia pensante, que considera espiritual e inmaterial.

5.2. Teoría de la Sustancia

El “cogito” o sustancia pensante es una cosa que piensa. El pensamiento en Descartes son los actos psíquicos.

El problema es cómo asegurar la existencia de algo exterior al pensamiento (realidad extramental). Para ello, Descartes cuenta con dos elementos:

  • La realidad del pensamiento (“yo pienso”)
  • Las ideas que piensa el sujeto

Ideas: contenidos de la mente que se refieren a cosas, imágenes o representaciones de las mismas. Descartes cree que el pensamiento no recae directamente sobre las cosas, sino sobre las ideas. El sujeto piensa en la idea de mundo, no en el mundo.

La cuestión es garantizar que a las ideas les corresponde una realidad.

Descartes distingue varios tipos de ideas:

  1. Ideas adventicias: “parecen provenir” de la experiencia externa (no sabemos si existe una realidad exterior).
  2. Ideas facticias: construidas por la mente a partir de otras. Se originan en la imaginación.
  3. Ideas innatas: el entendimiento las posee por naturaleza, en sí mismo.

Entre las ideas innatas, Descartes encuentra la idea de “infinito”, puesta en él por una naturaleza más perfecta: Dios.

*Innatismo de las ideas: las ideas no proceden de la experiencia, sino del entendimiento.

A partir de la idea de Dios, Descartes prueba su existencia mediante los siguientes argumentos:

  1. Argumento ontológico: Dios es el ser más perfecto. La existencia es una perfección, por lo que Dios necesariamente existe.
  2. Argumento basado en la causalidad aplicada a la idea de Dios: Descartes considera dos aspectos en las ideas:
    • Como actos mentales, son iguales y proceden del sujeto (realidad subjetiva).
    • Como imágenes que representan cosas, son diferentes (realidad objetiva).
    La idea de Dios demuestra su existencia.
  3. Argumento de Dios como causa de mi ser: yo, imperfecto, no puedo ser autor de mi ser. De serlo, no me habría privado de las perfecciones que concibo.

Descartes distingue entre el orden de la esencia y el orden de la existencia: existencialmente, captamos primero nuestro ser y luego el de Dios, pero esencialmente, Dios es anterior a nosotros. Dios es la instancia primera.

Demostrada la existencia de Dios, Descartes demuestra la existencia del mundo. Dios garantiza que a mis ideas corresponde una realidad extramental (Teologismo gnoseológico: Dios garantiza que nuestro conocimiento es a la vez conocimiento de cosas).

Descartes ha probado la existencia de las cosas corpóreas.

Distingue tres ámbitos en la realidad:

  • Dios o sustancia infinita.
  • El yo o sustancia pensante.
  • El mundo o sustancia extensa.

El concepto fundamental de la ontología cartesiana es el de sustancia. Solo se aplica a Dios en sentido absoluto, ya que solo Él es autosuficiente. Se aplica secundariamente a las criaturas que solo necesitan el concurso divino para existir, a diferencia de las que necesitan también de otros seres creados.

Hay dos tipos de sustancias: corpóreas y pensantes. Son cosas que solo necesitan de Dios para existir. Son independientes, pero a veces interaccionan.

Cada sustancia tiene un atributo principal (y otros), que constituye su esencia. Son inseparables de la sustancia. En la sustancia pensante es el pensamiento; en la corpórea es la extensión. Estos atributos pueden tener modos, pero en Dios solo podemos atribuirle atributos: infinitud, eternidad, inmutabilidad, independencia, omnisciencia, omnipotencia…

Según Descartes, el cuerpo no pertenece a nuestra esencia (no forma parte de nosotros como sustancia pensante).

Sin embargo, esta no es su idea definitiva. Intenta encontrar un punto de interacción: la glándula pineal, donde el alma ejercería sus funciones. A través de ella se daría la interacción cuerpo-alma.

Pese a la interacción, Descartes busca salvaguardar la autonomía del alma respecto a la materia. Su idea de la materia y el mundo es mecanicista y determinista, negando la libertad. Solo alejando el alma de la necesidad mecanicista se puede concebir la libertad.

Deja un comentario