25 Ene
La Restauración Borbónica en España: Un Nuevo Orden Político
Introducción
Tras el fallido intento de instaurar un régimen democrático durante el Sexenio Democrático, se restauró la monarquía borbónica y España volvió al liberalismo censitario. El nuevo sistema político se fundamentó en la alternancia en el poder de dos grandes partidos: el conservador y el liberal.
Los grupos conservadores recibieron con satisfacción la Restauración de los Borbones porque esperaban que la nueva monarquía devolviera la estabilidad política. Cánovas no pretendía el regreso a los tiempos de Isabel II, sino la vertebración de un nuevo modelo político que superase algunos de los problemas endémicos del liberalismo precedente. Para conseguir su propósito, elaboró una constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo y buscó pacificar el país poniendo fin a la guerra de Cuba y al conflicto carlista. La primera medida política fue la convocatoria de elecciones para unas Cortes constituyentes.
La Constitución de 1876
La Constitución de 1876 es una clara muestra del liberalismo doctrinario, caracterizado por el sufragio censitario y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey. Se trataba de una constitución de carácter conservador e inspirada en los valores históricos de la monarquía, la religión y la propiedad.
La Constitución consideraba a la monarquía como una institución superior, incuestionable, permanente y al margen de cualquier decisión política. Constituía un poder moderador que debía ejercer como árbitro en la vida política y garantizar el buen entendimiento y la alternancia entre los partidos políticos.
Las Cortes eran bicamerales y estaban formadas por el Senado y el Congreso de los Diputados, este último de carácter electivo. La Constitución no fijaba el tipo de sufragio, pero una ley de 1878 estableció el voto censitario. En 1890, se aprobó el sufragio universal masculino.
La Constitución también proclamaba la confesionalidad católica del Estado. El nuevo texto constitucional contaba con una prolija declaración de derechos, pero su concreción se remitía a leyes ordinarias posteriores que tendieron a restringirlos.
El Bipartidismo y el Turno Pacífico
Antonio Cánovas del Castillo introdujo un sistema de gobierno basado en el bipartidismo y en la alternancia en el poder de los dos grandes partidos dinásticos. Se aceptaba que habría un turno pacífico de partidos que aseguraría la estabilidad institucional mediante la participación en el poder de las dos familias del liberalismo y pondría fin a la intervención del ejército en la vida política. El ejército quedó subordinado al poder civil. El turno pacífico eliminó del panorama político de la Restauración el problema de los pronunciamientos y el protagonismo de la presencia militar en los partidos y en la vida política española, que habían caracterizado la época de Isabel II.
Cánovas había sido el principal dirigente del Partido Alfonsino. Tras el regreso de Alfonso XII lo transformó en el Partido Liberal-Conservador, que acabó llamándose Partido Conservador. El proyecto bipartidista de Cánovas requería otro partido de carácter más progresista, la llamada izquierda dinástica, y él mismo propuso a Sagasta su formación. De un acuerdo entre progresistas, unionistas y algunos republicanos moderados nació el Partido Liberal-Fusionista, más tarde conocido como Partido Liberal.
Los Partidos Dinásticos y el Caciquismo
A ambos partidos les correspondía la tarea de aunar a los diferentes grupos y facciones, por ese motivo se les conocía como partidos dinásticos. Eran partidos de minorías, que contaban con periódicos, centros y comités distribuidos por el territorio español. La actuación de ambos partidos en el poder no difería en lo esencial, al existir un acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando regresase al gobierno. La alternancia regular en el poder entre estas dos grandes opciones dinásticas tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional. El sistema del turno pacífico pudo mantenerse durante más de 20 años gracias a la corrupción electoral y a la utilización de la influencia y poder económico de determinados individuos sobre la sociedad (caciques). El caciquismo fue un fenómeno que se dio en toda España, aunque alcanzó su máximo desarrollo en Andalucía, Galicia y Castilla. La adulteración del voto constituyó una práctica habitual en todas las elecciones, que se logró mediante el restablecimiento del sufragio censitario y por la manipulación y las trampas electorales.
Los caciques eran personas notables, sobre todo del medio rural, a menudo ricos propietarios que daban trabajo a jornaleros y que tenían una gran influencia en la vida local. Los caciques orientaban la dirección del voto, agradeciendo con sus «favores» la fidelidad electoral y discriminando a los que no respetaban sus intereses. Los caciques manipularon las elecciones continuamente de acuerdo con las autoridades, especialmente los gobernadores civiles de las provincias. El conjunto de trampas electorales que ayudaba a conseguir la sistemática adulteración de los resultados electores se conoce como pucherazo.
El Funcionamiento del Turno y el Pacto del Pardo
A lo largo del periodo que transcurrió entre 1876 y 1898, el turno funcionó con regularidad: de todas las elecciones realizadas, seis fueron ganadas por los conservadores y cuatro por los liberales. El Partido Conservador se mantuvo en el gobierno desde 1875 hasta 1881, cuando Sagasta formó un primer gobierno liberal que introdujo el sufragio universal masculino para los comicios municipales. En 1884, Cánovas volvió al poder, pero el temor a una posible desestabilización del sistema político tras la muerte del rey Alfonso XII impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales, el llamado Pacto del Pardo. Su finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina y garantizar la continuidad de la monarquía ante las fuertes presiones de carlistas y republicanos.
El Gobierno Largo de Sagasta y las Reformas Liberales
Durante el llamado «gobierno largo» de Sagasta, los liberales impulsaron una importante obra reformista para incorporar al sistema algunos derechos asociados a los ideales de la revolución del 68. De este modo se aprobó:
- La Ley de Asociaciones, que eliminó la distinción entre partidos legales e ilegales.
- Se abolió la esclavitud.
- Se introdujo la celebración de juicios por jurados.
- Se impulsó un nuevo Código Civil.
- Se llevaron a cabo reformas hacendísticas y militares.
Pero la reforma de mayor trascendencia fue, sin duda, la implantación del sufragio universal masculino en las elecciones generales. En esta última década del siglo se mantuvo el turno pacífico de partidos. Sin embargo, el personalismo del sistema deterioró a los partidos, que dependían excesivamente de la personalidad de sus líderes, provocando disidencias internas y la descomposición de ambos partidos.
La Restauración en Andalucía y el Auge de los Regionalismos
El modelo del sistema político de la Restauración no fue demasiado diferente en Andalucía respecto al resto de España. Durante la Restauración, los republicanos, carlistas, socialistas y nacionalistas quedaron relegados a la oposición y nunca consiguieron obtener un número suficiente de diputados para formar gobierno. En el último cuarto del siglo XIX comenzó en España el ascenso de movimientos de carácter regionalista o nacionalista. Grupos de intelectuales, políticos, periodistas y hombres de negocios empezaron a proponer ciertas regiones españolas, primero Cataluña, el País Vasco y Galicia, pero más adelante también en Valencia, Andalucía y Aragón, como entidades con una identidad propia y diferenciada.
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