13 Dic

La Supresión del Antiguo Régimen (1789-1792)

Los decretos de la Asamblea Constituyente y la Constitución de 1791 acabaron con el Antiguo Régimen en Francia. Sin embargo, el rey y los privilegiados intentaron frenar las reformas. Finalmente, la guerra contra las potencias europeas condujo a la desaparición de la monarquía y la proclamación de la república.

La Obra de la Asamblea Constituyente (1789-1791)

La Asamblea Constituyente tenía como objetivos desmontar el Antiguo Régimen en Francia y redactar una constitución. Para acabar con el Antiguo Régimen, el 4 de agosto de 1789 se aprobó el Decreto de abolición de los derechos feudales, por el que se suprimía el diezmo, la jurisdicción de los privilegiados y se permitía a todo el mundo el acceso a cualquier cargo. El 26 de agosto se redactó la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, en la que se reconocían y garantizaban las libertades personales, la igualdad ante la ley y la propiedad. Estos dos decretos suponen el final del absolutismo y el triunfo de la revolución liberal.

Después de dos años de trabajo, en septiembre se promulgó la Constitución de 1791, la culminación del proceso revolucionario. La constitución diseñó un sistema con las cuatro siguientes características:

  • El régimen político era la monarquía parlamentaria. Se reconocían la soberanía nacional y los derechos fundamentales de los ciudadanos. La monarquía seguía existiendo, pero perdía poder.
  • División de poderes: el poder legislativo estaba en manos de la Asamblea Nacional, el ejecutivo lo tenía el rey y el judicial lo controlaban los tribunales. No obstante, el rey tenía la capacidad de veto (capacidad de algunas instituciones para impedir la promulgación de una ley) sobre las leyes que la Asamblea aprobara.
  • La Asamblea se elegiría por sufragio censitario: los votantes debían tener 25 años y poseer una determinada renta o propiedades.
  • Descentralización de la administración: se dividió Francia en 83 departamentos y aumentó la importancia de los ayuntamientos.

La Asamblea Legislativa (1791-1792) y la Oposición a las Reformas

La Constitución de 1791 suponía el triunfo de los planteamientos de la alta burguesía, que quería finalizar en este punto la revolución. Pero provocó la insatisfacción de las masas populares, los sans-culottes, que buscaban cambios más profundos en la sociedad y en la propiedad.

Tampoco el rey y los privilegiados aceptaron estos cambios que acababan con la soberanía real y los privilegios. Muchos privilegiados emigraron y conspiraban desde el exterior.

Tras aprobar la Constitución hubo elecciones. La nueva Asamblea (1791-1792) tenía un predominio de los moderados. Aun así, se aprobó un decreto contra los bienes de los emigrados y otro de expulsión del clero que se negaba a jurar la constitución. El rey vetó ambos decretos, por lo que su posición cada vez fue más difícil.

La Guerra en el Exterior y el Final de la Monarquía

Presionados por los emigrados y asustados ante la posibilidad de que la revolución se extendiera a sus países, Austria y Prusia provocaron la declaración de guerra a Francia en abril de 1792. El avance de las tropas europeas fue imparable para el ejército francés, cuyos mandos, de origen aristocrático, habían huido.

La familia real también intentó huir de Francia en junio de 1791, pero fueron detenidos en Varennes y conducidos presos a París. Los aliados llegaron cerca de París y amenazaron al pueblo por si tocaban a los reyes. El 10 de agosto de 1792, la respuesta popular a la amenaza fue asaltar el palacio de las Tullerías, residencia de los reyes, que tuvieron que refugiarse en la Asamblea Nacional. Esto supuso el final de la monarquía y el establecimiento de la República.

La Radicalización de la Revolución Francesa

La revolución se radicalizó ante la amenaza exterior y acabó en una auténtica dictadura. Finalmente, se formó un nuevo régimen burgués, que acabó teniendo que entregar el poder a Napoleón Bonaparte, por lo que la Revolución llegó a su fin.

La Convención Girondina (1792-1793)

El inicio de la República significó la entrada en la fase radical y popular de la Revolución. Cuando todavía se estaba organizando el nuevo sistema político, se produjeron las matanzas de septiembre, en las que los sans-culottes asaltaron las cárceles de París y asesinaron a religiosos y aristócratas presos. La victoria francesa en la batalla de Valmy (29 de septiembre de 1792) pareció rebajar la tensión.

Se convocaron elecciones para una nueva Asamblea, la Convención Nacional, que fue controlada por los girondinos, republicanos moderados, y por los jacobinos más radicales, los montañeses. La Asamblea buscó romper con lo anterior, e incluso se adoptó un nuevo calendario.

La Convención juzgó a Luis XVI por traición y el 21 de enero de 1793 lo ejecutó en la guillotina. Esta medida tuvo dos efectos: por un lado, provocó la inmediata declaración de guerra del resto de las potencias (Gran Bretaña, España, etc.) que formaron la Primera Coalición; además, se produjo un levantamiento realista y ultracatólico en la región de La Vendée.

En este ambiente, se radicalizó la Revolución. Para vencer en la guerra, se amplió el ejército mediante una leva en masa. Y se decidió juzgar a los contrarrevolucionarios, para lo que se creó un Tribunal Revolucionario y el Comité de Salvación Pública.

La Convención Montañesa y el Terror (1793-1794)

El temor a la derrota de la Revolución provocó un golpe de Estado de los sans-culottes contra los girondinos en junio de 1793. Los montañeses, dirigidos por Robespierre, se hicieron con el poder.

Los montañeses elaboraron una nueva constitución democrática, que reconocía la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Pero la separación de poderes quedó muy debilitada y Robespierre implantó una dictadura, pues concentraba todos los poderes.

El asesinato de Marat por una realista y el ataque inglés a Toulon provocaron que se iniciara el Terror. Se suspendió la constitución y se aprobaron las leyes de sospechosos, por las que el Comité de Salvación Pública podía juzgar y ejecutar a cualquiera sin necesidad de pruebas. Unas 50.000 personas fueron asesinadas: la reina María Antonieta, líderes de todas las facciones políticas, nobles y clérigos…

Robespierre intentó frenar la crisis económica limitando los precios máximos de los artículos de primera necesidad. Pero también se limitaron los salarios, lo que le llevó a enfrentarse a los sans-culottes.

Poco a poco, Robespierre fue perdiendo sus apoyos. Cuando intentó una nueva serie de arrestos, se produjo el golpe de Estado del 9 de termidor (27 de julio de 1794), tras el que fue juzgado y ejecutado.

El Directorio y el Fin de la Revolución (1795-1799)

Para evitar una nueva dictadura, se creó un gobierno moderado, que redactó una nueva constitución, la Constitución del año III.

  • Se establecía un régimen liberal, basado en la soberanía nacional y la separación de poderes.
  • Al ser un régimen moderado, se estableció un sistema de sufragio censitario, y el poder legislativo se dividió en dos cámaras.
  • El poder ejecutivo recaía en un Directorio de cinco miembros.

La debilidad del ejecutivo provocó que los realistas pensaran que era el momento de intentar restaurar a los Borbones, y provocaron la Revuelta de Vendimiario de 1795, que fue frenada por Napoleón Bonaparte, encargado de la guarnición de París. Su actuación le hizo muy popular, y temiendo su creciente influencia, el Directorio lo envió a Italia.

En la campaña de Italia de 1796, Napoleón consiguió terminar con la Primera Coalición. Las potencias europeas formaron, más tarde, la Segunda Coalición, y en 1799 comenzó otra vez la guerra.

Entonces Napoleón, apoyado por la alta burguesía, que vio en él la persona que podía tranquilizar la situación, dio el golpe de Estado del 18 de brumario. Napoleón se proclamó cónsul y acabó con el Directorio.

El Imperio Napoleónico

Napoleón puso en marcha una serie de reformas en Francia y una política de expansión militar, que acabó terminando con el régimen.

La Obra de Napoleón en Francia

El consulado era un régimen personalista, basado en la enorme capacidad política de Napoleón, que acaparó todo el poder y el protagonismo. Esto se reflejó en la Constitución del año VIII, en la que no había siquiera declaración de derechos ni separación de poderes. Para hacer frente a la Segunda Coalición, Napoleón se desplazó de nuevo a Italia, donde venció en Marengo (1800), y aprovechó la victoria para nombrarse cónsul vitalicio (que puede disfrutar de un cargo hasta su muerte).

Entonces inició una serie de reformas que consolidaron el liberalismo en Francia. Modernizó las leyes, mediante la elaboración del Código Civil, y reformó la economía francesa, creando el Banco de Francia y el Código de Comercio. También promovió la educación pública. Paralelamente, estableció una nueva nobleza basada en los méritos civiles y militares.

Napoleón y Europa

Gran Bretaña, temerosa de la hegemonía francesa, formó una Tercera Coalición, junto con Austria y Rusia. Napoleón transformó la República en Imperio (1804), para consolidar su situación en Francia, y se lanzó a una nueva campaña, con el apoyo de España.

Aunque la escuadra hispanofrancesa fue derrotada en Trafalgar (1805), la victoria francesa en Austerlitz supuso el fin del Sacro Imperio Romano Germánico. Las victorias posteriores de Napoleón en Eylau y Friedland frente a la Cuarta Coalición (Gran Bretaña, Prusia y Rusia) condujeron a la Paz de Tilsit (1807), que marcó el cénit del imperio de Napoleón.

A partir de entonces, la política exterior de Napoleón tuvo dos direcciones: la alianza con Rusia y el aislamiento de Gran Bretaña, contra la que decretó el Bloqueo Continental (conjunto de medidas adoptadas por Napoleón entre 1806 y 1807 para suprimir el comercio británico con Europa). Casi todas las potencias europeas aceptaron dejar de comerciar con ese país.

Portugal no aceptó el bloqueo, por lo que Napoleón decidió invadirlo. En su paso hacia Portugal, Napoleón invadió España en 1808. Daba principio con ello a un conflicto (Guerra de la Independencia) que iba a durar cinco años y que consumió los principales recursos del Imperio.

La situación se complicó aún más cuando Rusia rompió la alianza con Francia y comenzó a comerciar con Gran Bretaña. En respuesta, Napoleón intentó la invasión de Rusia en 1812, pero fue derrotado.

Este fue el principio del fin del Imperio. Se formó a continuación una Sexta Coalición (Gran Bretaña, Prusia, Rusia y Austria), que venció a las tropas francesas en la batalla de Leipzig (1813). Ese mismo año, Napoleón fue derrotado en España.

Los aliados llegaron hasta París, y Napoleón acabó abdicando el 6 de abril de 1814 y marchando al exilio en la isla de Elba. Retornó al poder durante Cien Días, pero fue derrotado definitivamente en Waterloo (1815). Como castigo, fue deportado a la pequeña isla de Santa Elena, donde murió.

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