08 Dic
Las Revoluciones de 1820 y 1830
Durante la Restauración, los liberales pasaron a la clandestinidad y se organizaron en sociedades secretas. Esta estrategia caracterizó la oleada revolucionaria que provocó una primera quiebra del sistema de la Restauración. El triunfo en España y después en Portugal, Nápoles y Piamonte abrió un corto periodo liberal que fue sofocado por las fuerzas absolutistas. Una segunda oleada se produjo. La intervención popular favoreció la derrota del poder aristocrático. La revolución se inició en Francia y significó el derrocamiento de los Borbones y la implantación de una monarquía constitucional con Luis Felipe de Orleans. Su influencia se expandió fuera de las fronteras francesas y comportó la independencia de Bélgica, alterando por primera vez el mapa establecido. El absolutismo fue desapareciendo y se impuso un liberalismo moderado cuyo referente era la constitución francesa de 1791. Se consolidó el dominio de la gran burguesía propietaria y de una aristocracia que mantenía su poder económico a cambio de renunciar a sus privilegios estamentales. Se estaba forjando una élite liberal moderada que monopolizaba la acción política y marginaba a la pequeña y mediana burguesía, pero sobre todo a las clases populares. Por ello, los liberales moderados defendían el sufragio censitario y limitaron el ejercicio de las libertades.
La Experiencia Democrática y Social: 1848
Una nueva revolución en 1848 puso fin definitivamente al sistema de la Restauración. En Europa oriental comportó la abolición del feudalismo y en Europa occidental abrió las puertas a nuevos ideales democráticos. La revolución se inició en París en 1848 cuando el gobierno de Luis Felipe de Orleans restringió las libertades. El movimiento insurreccional culminó con el asalto al Palacio Real, la huida del rey y la proclamación de la república. Se formó un gobierno provisional con la participación de republicanos, socialistas y radicales que impulsó un programa de reformas políticas y sociales. Se celebraron elecciones con sufragio universal masculino cuyo resultado dio lugar a la formación de un nuevo gobierno que procedió al cierre de los talleres nacionales y a la liquidación de las reformas sociales que se habían iniciado. La rebelión fue aplastada con la intervención del ejército y la represión fue muy dura. La burguesía se cohesionó alrededor de un nuevo gobierno fuerte, que garantizase el funcionamiento de un régimen liberal frente a las aspiraciones populares. El acceso de Luis Napoleón Bonaparte al poder respondió a estas necesidades y culminó con la proclamación del Segundo Imperio. El impacto de la revolución de París fue inmediato y se extendió por Europa: el Imperio austriaco se transformó en monarquía constitucional y la servidumbre fue abolida. En 1848 se completó la revolución burguesa y se inició el protagonismo de las fuerzas sociales populares. Todo ello planteó nuevos horizontes políticos y anunció la evolución del liberalismo hacia la democracia.
Nación y Movimientos Nacionalistas
La formación de los Estados-Nación se había iniciado con la configuración de estados unitarios. La revolución industrial planteó la necesidad de articular los mercados nacionales con la desaparición de las aduanas interiores, la unificación de pesos y medidas y la promulgación de códigos de comercio. La revolución liberal estimuló el desarrollo del concepto de nación. El pensamiento liberal la definía como conjunto de ciudadanos ligados por una historia, lengua y cultura comunes, pero por la voluntad de vivir juntos y regirse por las mismas leyes e instituciones. En algunos países las naciones se correspondían con la frontera política de los estados y los procesos de afirmación nacional se realizaron al mismo tiempo que los de la revolución liberal. En otros, el nuevo estado liberal incorporaba diversas nacionalidades político-culturales y se llevó a cabo un proceso más o menos conflictivo de información y creación de símbolos unitarios de identidad. En Europa central y oriental el desajuste entre fronteras políticas y comunidades nacionales era mucho más grave. El objetivo de los movimientos nacionalistas era la independencia o autonomía de sus naciones respecto de un poder político.
Los Primeros Movimientos Nacionalistas
Basándose en el derecho de los pueblos frente al derecho de los monarcas se iniciaron las primeras revueltas nacionalistas con el fin de conseguir la independencia nacional y construir un estado propio.
En Grecia, sometida al Imperio turco, se inició una insurrección independentista de contenido liberal, que recogía las aspiraciones nacionalistas y el rechazo de la población al dominio político, cultural, religioso y económico que ejercían los turcos. Delegados de toda Grecia se reunieron en el congreso de Epidauro para proclamar la independencia.
Bélgica se independizó de los Países Bajos tras un proceso de guerra civil que llevó al enfrentamiento con los holandeses. Se formó un gobierno provisional que fue reconocido por las grandes potencias occidentales y que gracias a la ayuda militar francesa se impuso al ejército holandés.
La Primavera de los Pueblos
La revolución de 1848 tuvo un importante contenido nacionalista en los países del Imperio austriaco. El resurgimiento nacionalista se desarrolló de forma paralela a la agitación liberal y pronto derivó en reivindicaciones nacionalistas.
De este modo, la revolución de 1848 alumbró una primavera de los pueblos de amplitud desconocida hasta la fecha. La insurrección se inició en Viena y provocó la caída de Metternich, la elección de una asamblea constituyente mediante sufragio universal y la abdicación del emperador.
La Unificación de Italia
Italia estaba dividida en estados desiguales y algunas zonas estaban bajo el dominio austriaco. Las ideas de nación y soberanía se habían divulgado desde la invasión napoleónica y se habían mantenido durante la Restauración en minoritarias sociedades secretas. Se formó un movimiento de afirmación nacional, el Risorgimento, que tuvo una primera expresión política en la estrategia de unificación propugnada por Mazzini. Planteaba una creación de una república democrática. El fracaso de los intentos revolucionarios significó la continuidad del dominio de Austria, de la fragmentación política y de los regímenes absolutistas. En el Piamonte se consolidó un estado constitucional bajo la monarquía de los Saboya. Cavour fue el impulsor de una estrategia moderada para la unificación. La consolidación del Piamonte como un estado fuerte, moderno e industrializado capaz de poseer un ejército y una diplomacia. La unidad italiana resultaría de la complementariedad de ambas estrategias, aunque la monarquía de Víctor Manuel II fue la principal beneficiaria. Cavour consiguió con la ayuda francesa derrotar a los austriacos. A la acción militar se añadió la diplomacia. Garibaldi emprendió la conquista del sur con un ejército muy reducido que consiguió el apoyo popular para liquidar el régimen borbónico.
La Unificación de Alemania
El Congreso de Viena había establecido la Confederación Germánica con la presencia de Prusia y el Imperio austriaco. El primer paso hacia la unificación fue la creación del Zollverein o unión aduanera que estableció un mercado de libre circulación comercial. La monarquía prusiana rechazó cualquier vía democrática hacia la unificación e impuso la estrategia de Bismarck: Prusia dirigiría la unificación a partir de su supremacía económica y militar. Esta estrategia comportó una primera guerra con Dinamarca y otra con Austria. La victoria culminó con la proclamación del Reich y de Guillermo I.
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