17 Abr
La civilización romana
1. El mundo romano
En el I milenio a.C., en la península itálica vivían distintos pueblos entre los que destacaron los etruscos (al norte), los griegos (al sur) y los latinos (en el centro). Estos últimos levantaron en el siglo VIII a.C. varios poblados a orillas del río Tíber, en una zona conocida como las Siete Colinas. De la unión de estos poblados surgió la ciudad de Roma. Su situación era estratégica porque estaba protegida por el río y las colinas, y en el cruce de las rutas comerciales del mar Mediterráneo.
Roma fue en origen una ciudad pequeña, pero desde el siglo VI a.C. conquistó inmensos territorios: primero la Península Itálica y después, a través del mar Mediterráneo, territorios en el resto de Europa, Asia y África.
Los romanos desarrollaron una brillante civilización que duró doce siglos, desde el VIII a.C. al V d.C., en cuya historia se distinguen tres etapas: la monarquía, la república y el imperio.
2. La Monarquía (753 a.C.-509 a.C.)
Roma era gobernada por un rey elegido por los patricios, los representantes de las familias más importantes de la ciudad. El rey era auxiliado por el Senado, una asamblea formada por los senadores.
En el siglo VI a.C. los etruscos conquistaron Roma; sin embargo, los habitantes de Roma se enfrentaron a ellos hasta que vencieron porque no aceptaron su autoridad. En el año 509 a.C. el último rey fue destronado por una rebelión y terminó la Monarquía.
3. La República (509 a.C.-27 a.C.)
3.1. Las principales instituciones
- El Senado: ratificaba las leyes, dirigía la política exterior y daba normas de actuación a los magistrados.
- Los Comicios: asambleas en las que se reunían los ciudadanos para votar las leyes y elegir a los magistrados.
- Las Magistraturas: cargos del gobierno elegidos por un año. Los más importantes eran los dos cónsules, que dirigían el gobierno y el ejército.
3.2. La expansión territorial republicana
En esta etapa Roma conquistó muchos territorios. Entre los años 500 y 250 a.C., derrotó a los pueblos de la península itálica. Después, venció a los cartagineses comandados por Aníbal, en las llamadas guerras púnicas, y se expandió por el Mediterráneo occidental (siglos III y II a.C.).
En los siglos II y I a.C., los romanos conquistaron Grecia y el Mediterráneo oriental y siguieron extendiéndose por Europa.
El Imperio romano se dividió en provincias para facilitar el gobierno y la explotación de los recursos. Cada provincia estaba bajo la autoridad de un gobernador y tenía que pagar impuestos a Roma.
3.3. La crisis de la República
En el siglo I a.C. comenzó un periodo de corrupción, luchas y enfrentamientos internos en la República romana. El ejército aumentó su poder y se produjeron varias guerras civiles. En el año 48 a.C. un militar, Julio César, venció a sus oponentes, fue proclamado dictador perpetuo y asumió los máximos poderes. Pero, un grupo de partidarios de la República lo asesinó en el 44 a.C.
Tras su muerte hubo una nueva guerra civil, en la que venció su sobrino Octavio. En el año 27 a.C., Octavio recibió amplios poderes del Senado y el título de Augusto, que significaba «elegido de los dioses».
4. El Imperio (27 a.C.-476 d.C.)
Comenzó con el emperador Augusto. El Senado siguió existiendo, pero se limitaba a ratificar las decisiones del emperador, pues este acumulaba todos los poderes: presidía el senado, era la máxima autoridad militar y religiosa, dirigía la política exterior, etc.
En teoría el título de emperador no era hereditario pero, en la práctica, se solía heredar dentro de las mismas familias, por lo que se formaron grandes dinastías.
En los siglos I y II d.C. el mundo romano alcanzó su máximo esplendor y poder, con emperadores como Augusto, Claudio, Vespasiano, Trajano y Marco Aurelio. Fue un periodo mucho más tranquilo que el anterior, por lo que recibe el nombre de pax romana, que impulsó la prosperidad económica y cultural.
El Imperio llegó a su máxima extensión, desde las islas británicas al norte hasta el desierto del Sahara al sur, y desde Mesopotamia al este hasta Hispania al oeste. Roma era la capital.
En el siglo III d.C., sin embargo, Roma vivió una época de crisis política (muchos emperadores fueron depuestos o asesinados), militar (invasiones de los pueblos germanos), económica (caída del comercio y subida de impuestos) y social.
5. La sociedad romana
La sociedad romana se dividía en dos grandes grupos:
Los patricios. La minoría, formada por las familias más ricas y poderosas, eran poseedores de la mayor parte de las tierras y, al principio de la República eran los únicos con derechos políticos.
Los plebeyos. Todos los demás habitantes: campesinos, artesanos y comerciantes. Al principio carecían de derechos políticos pero poco a poco fueron conquistándolos: primero consiguieron un representante, el tribuno de la plebe que defendía sus derechos ante el senado y lograron que las leyes fueran recogidas por escrito. Finalmente, los plebeyos pudieron ser magistrados y senadores.
También había esclavos, que no eran considerados personas, sino objetos propiedad de sus dueños. Solían ser prisioneros de guerra o hijos e hijas de esclavos. Si compraban su propia libertad o su dueño se la otorgaba se convertían en libertos.
Las mujeres, patricias o plebeyas, nunca tuvieron derechos políticos y estaban tuteladas por un varón, pero sí podían tener propiedades o negocios, heredar y participar en fiestas y espectáculos.
6. La economía romana
En la agricultura los romanos introdujeron muchas innovaciones como el regadío, el arado, los molinos y las prensas para hacer aceite y vino. Los principales cultivos fueron el trigo, la vid y el olivo (trilogía mediterránea). La mayoría de las tierras eran de grandes propietarios, que poseían enormes extensiones de tierra (latifundios) trabajada por campesinos y esclavos.
La artesanía era obra de pequeños talleres situados en las ciudades, pero también existían industrias grandes donde trabajaban esclavos, un ejemplo serían las fábricas de salazón.
La minería se centraba en la explotación de oro, plata, hierro, cobre, estaño, plomo y mercurio. El trabajo era muy duro y lo realizaban esclavos.
Los romanos establecieron un intenso comercio dentro y fuera del Imperio. Los benefició la existencia de una misma moneda en todo el Imperio y la construcción de una extensa red de carreteras, las calzadas, que unían Roma con todas las provincias del Imperio. Crearon también una red de puertos.
7. La religión romana
Los romanos tenían una religión politeísta que se nutría de los dioses de los pueblos de la Península Itálica pero también de los de los territorios que iban conquistando, por eso también contaban con dioses orientales. La influencia más importante para los romanos fue la griega, pues asimilaron sus dioses y sus mitos.
Los dioses principales eran Júpiter, Juno y Minerva, conocidos como la triada capitolina.
Aunque Roma permitía que los pueblos dominados por ella siguieran practicando sus religiones originales, todos los habitantes del Imperio estaban obligados, al igual que los romanos, a practicar el culto imperial.
Además del culto celebrado en los templos, también era muy importante el culto doméstico, realizado en las casas y dirigido a los dioses lares (protectores del hogar), los penates (aseguraban la comida) y los manes (espíritus de los antepasados).
8. El cristianismo
8.1. Los orígenes
En el siglo I d.C. nació una nueva religión, el cristianismo, fundada por Jesús de Nazaret, un personaje nacido en tiempos del emperador Augusto en Palestina.
Jesús reunió un grupo de seguidores y junto con ellos fue difundiendo un nuevo mensaje religioso:
- Dios es uno solo (monoteísmo)
- Todas las personas son iguales ante Dios
- Los seres humanos deben amarse y perdonarse.
Esta nueva religión ofrecía un premio de gran valor a sus seguidores: la promesa de una vida eterna después de la muerte.
8.2. La extensión del cristianismo por el Imperio Romano
Durante los primeros tiempos, fueron perseguidos por negarse a cumplir con el culto imperial y se vieron obligados a practicar su religión a escondidas, organizándose en comunidades (iglesias). A pesar de las persecuciones, el cristianismo se fue extendiendo poco a poco por todo el Imperio.
En el 313 d.C. el emperador Constantino concedió la libertad religiosa y los cristianos pudieron realizar sus ritos en público. Finalmente, en el 380 d.C., había sido tal su éxito, que el emperador Teodosio la convirtió en la única religión oficial del Imperio, se prohibieron las demás religiones y aquellos que las seguían eran perseguidos.
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