20 Dic

Cambia considerablemente el concepto de autor: ya no se trata de alguien que,
siguiendo las leyes de una tradición retórica, imita la realidad produciendo una
realidad verosímil -de acuerdo con el criterio aristotélico de mimesis que había
imperado hasta entonces -, sino de una persona que inventa su realidad en un
momento especial de inspiración, con la fuerza de un Dios creador, desde dentro
de sí mismo.
 Los escritores neoclásicos pensaban que la literatura había de ser útil, había de
deleitar aprovechando. Los ROMánticos, por el contrario, entienden la literatura
como expresión del propio yo. La lírica será, por tanto, el género que mejor se
adecue a su manera de sentir. El lirismo se extenderá, incluso, a otros géneros, de
manera que una de las carácterísticas de la época será, precisamente, la ausencia
de límites precisos entre los grandes géneros.
 Si los escritores del siglo XVIII guardaban con rigor las normas clásicas, los
ROMánticos defienden la más absoluta libertad contra cualquier límite impuesto
por las normas estéticas: la poesía nace del sentimiento, y el sentimiento se
presenta ahora de manera intensa, desordenada y confusa. En consecuencia, son
notas ROMánticas el patetismo, la desproporción, la aceptación de los extremos
aparentemente más irreconciliables, la expresión desmedida. Todo parece atentar
contra la idea clásica de contención, serenidad, equilibrio. No es de extrañar que la
época barroca -tan menospreciada en el Siglo XVIII- vuelva a valorarse en este
momento.


La libertad creadora lleva al ROMántico a romper con la rígida normativa neoclásica
impuesta en el Siglo XVIII a todos los géneros. La polimetría triunfa con versos de
dos a dieciocho sílabas, estructurado s en redondillas, quintillas, décimas,
romances. Se siguen utilizando sonetos, estancias, liras, silvas.
 El poeta busca impresionar, de ahí el carácter exaltado de su lenguaje con
predominio de rasgos expresivos como: El uso de la interrogación y la exclamación,
así como el empleo de interjecciones, para intensificar el dramatismo. La utilización
de puntos suspensivos para crear un ambiente de misterio o dar libertad a la
imaginación. La abundancia de palabras pertenecientes al campo léxico de los
sentimientos, con especial uso de los adjetivos que ayudan a matizar la expresión
de los estados de ánimo.


El Romanticismo, con su imaginación, logra despertar el interés por el teatro al
estrenarse en 1835 Don Álvaro, del Duque de Rivas. El mayor éxito del teatro
ROMántico lo alcanzó la obra Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, en 1844.
El drama ROMántico expresa el conflicto existencial de la época: el choque entre los
ideales y la realidad, entre el individuo y la sociedad. El tema básico es el amor, un
amor apasionado que choca contra las normas sociales. Las relaciones entre los
amantes son muy conflictivas: ella está casada, pertenecen a clases sociales distintas…
De ahí que casi siempre termine en tragedia, en la que abunda el suicidio. Este final
desgraciado no supone una condena de la rebeldía amorosa, sino que los ROMánticos
defienden la conciencia individual, el sentimiento como norma de conducta por
encima de las leyes y de las convenciones sociales. La defensa del adulterio o el
suicidio por amor provocaron grandes polémicas con los neoclásicos, que acusaron al
teatro ROMántico de inmoral y de corruptor de la juventud.
Como la novela de la época, el drama ROMántico suele situarse en un marco histórico
casi siempre medieval. Este marco no suele tener demasiado rigor histórico, ya que no
se trata de reconstruir el pasado, sino de situar en él los conflictos del presente, de la
sociedad contemporánea. Es decir, el drama ROMántico trata los problemas del
hombre ROMántico, pero ambientándolos en la Edad Media.


La escenografía adquiere gran importancia, con predominio de ambientes
medievales: castillos, monasterios, bosques… Esto va acompañado de una mejora de
las condiciones materiales de los teatros, que se convierten en locales expresamente
construidos para su función, en sustitución de los precarios patios de comedias.
Arranca de esa época la distribución del teatro en escenario, patio de butacas, palcos,
etc. Paralelamente, adquieren gran desarrollo aspectos técnicos como el vestuario, los
decorados, los efectos de luz y sonido…
Los ROMánticos prescindieron de las normas neoclásicas, así como de la
intencionalidad moralizante, que tenía el teatro del Siglo XVIII. Ahora, la finalidad no es
educar al público, sino conmoverlo, emocionarlo.
Los dramaturgos ROMánticos vacilaron entre el empleo del verso o de la prosa en sus
obras, llegando a veces a mezclarlos, pero finalmente se impuso el verso, que
perduraría hasta bien entrado el Siglo XX.

En España no pudieron estrenarse dramas ROMánticos hasta el cambio de régimen
político derivado de la muerte de Fernando VII (1833).

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