11 Jun

RUBÉN DARÍO

AUTOR: Nicaragüense Rubén Darío fue uno de los poetas hispanoamericanos que más revolucionó con su poesía el ritmo del verso castellano. Podría decirse también, que con él empezó la corriente modernista, siendo él mismo el principal promotor de la misma.

Rubén Darío no se llamaba así exactamente. Su nombre real era Féliz Rubén García Sarmiento, pero tomó el apellido de Darío porque era con el apodo que se conocía a su padre. Rubén empezó a escribir por costumbre, como si el escribir poemas fuese algo normal en aquella época y en su ambiente (elegías a los difuntos, odas a las victorias, etc). Su vida no fue nada sencilla. Creció en torno a un conjunto de desavenencias familiares que lo llevaron a evadirse en la escritura, formando así un cierto ideal romántico y soñado en todas sus primeras composiciones. Estudió en un colegio jesuita, al cual no debió de coger mucho cariño dados los poemas tan irónicos y burlones que escribía sobre ello en aquella época. En su juventud, pronto sintió la influencia romántica de Gustavo Adolfo Bécquer y Víctor Hugo, ambos considerados etenos enamorados dados siempre al romanticismo y a los amores desdichados. En 1892 viajó a España, donde frecuentó a importantes escritores e intelectuales como José Zorrilla y Marcelino Menéndez Pelayo. En 1893 viajó a Argentina donde conoció a Bartolomé Mitre y Leopoldo Lugones. En 1898 regresó a España y trabó amistad con Juan Ramón Jiménez, Ramón del Valle-Inclán y Antonio Machado. Siguió viajando por varios países de Europa y América ejerciendo el periodismo y la diplomacia, hasta que regresó a Nicaragua en 1916. Se instaló en la ciudad de León y aquí falleció de una dolencia pulmonar el 6 de febrero de 1916.

OBRA:

Trayectoria literaria, publicó en Chile a partir de 1886, “Abrojos”, unos poemas que darían cuenta de su triste estado de poeta pobre e incomprendido. En un concurso literario convocado por el millonario Federico Varela escribió “Otoñales”, con el que obtuvo un modestísimo 8º puesto entre los 47 que se presentaron. También participó con “Canto épico a las glorias de Chile”, sobre el cuál cae el primer premio que le reporta sus 300 primeros pesos conseguidos con la literatura.

MOVIMIENTO:

El término modernismo designaba cierta corriente heterodoxa de renovación religiosa, y se aplicó en el campo de las artes a tendencias surgidas en los últimos veinte años del siglo XIX. Sus rasgos más comunes eran un marcado anticonformismo y un esfuerzo de renovación. En su origen el apodo de «modernistas» era utilizado con un matiz despectivo. Hacia 1890, Rubén Darío y otros autores asumen tal designación con insolente orgullo; a partir de entonces el término modernismo fue perdiendo valor peyorativo.

RESUMEN:

“Canción de otoño en primavera” es un poema que habla sobre la juventud perdida, sobre las ilusiones y el paso del tiempo. Es un poema donde la voz poética, desde una edad ya madura, se mueve entre la añoranza del pasado y los viejos amores, y el desencanto ante la vida, que entra en el duro ocaso de la vejez, dejando atrás la juventud. El propio título recoge dos metáforas muy claras al respecto: la del otoño como ocaso de la vida, como llegada de la vejez, y la de la primavera como juventud, verdor y lozanía de la vida. Una de las cosas por las cuales el poema es más conocido es por su famoso estribillo, que se repite varias veces, otorgándole gran musicalidad: “Juventud, divino tesoro,/ ¡ya te vas para no volver!/ Cuando quiero llorar, no lloro…/ y a veces lloro sin querer”. Entre cada estribillo, son referidas las experiencias amorosas de la voz poética, que van de la inocencia al desengaño y los excesos, para finalizar concluyendo amargamente que ya “no hay princesa que cantar”. Contrasta con la melancolía de su tema la musicalidad de su ritmo y el estilo preciosista de su lenguaje, con imágenes límpidas, fulgurantes y de gran belleza. El último verso, “¡mas es mía el Alba de oro!”, rompe inesperadamente con la estructura general de la composición, dejando en el aire esa enigmática afirmación que se abre a la esperanza.

Tipo de verso, rima y métrica

El poema está compuesto por diecisiete serventesios, es decir, estrofas de cuatro versos. Los versos son de arte mayor, de nueve sílabas, también conocidos como eneasílabos. Su rima es consonante y cruzada: ABAB. Posee un estribillo que se intercala cada tres estrofas, y que le otorga gran musicalidad: “Juventud, divino tesoro,/ ¡ya te vas para no volver!/ Cuando quiero llorar, no lloro…/ y a veces lloro sin querer”.

Figuras retóricas

ALEGORÍA
La alegoría es la representación una idea o concepto mediante un conjunto de imágenes alusivas o metafóricas. En este poema, en dos ocasiones la situación amor-desengaño es planteada mediante alegorías. Por ejemplo: “En sus brazos tomó mi ensueño/ y lo arrulló como a un bebé…/ y le mató, triste y pequeño,/ falto de luz, falto de fe…” “Otra juzgó que era mi boca/ el estuche de su pasión/ y que me roería, loca, con sus dientes el corazón”.

HIPÉRBATON
En el hipérbaton se altera el orden corriente de las palabras para aumentar su expresividad. Observamos varios en este poema. Por ejemplo: “Plural ha sido la celeste/ historia de mi corazón”.“Pues a su continua ternura/ una pasión violenta unía./ En un peplo de gasa pura/ una bacante se envolvía…”

METÁFORA
La metáfora es la relación sutil que se establece entre dos ideas o imágenes. Por ejemplo: “Juventud, divino tesoro”. “Era su cabellera obscura/ hecha de noche y de dolor”.

SÍMIL
El símil establece una comparación entre dos elementos en el texto. Por lo general, viene introducido por elementos de relación. Por ejemplo: “Miraba como el alba pura;/ sonreía como una flor”.“Yo era tímido como un niño”.

EPÍTETO
El epíteto es un adjetivo calificativo que resalta las características del sustantivo, otorgándole mayor expresividad. Por ejemplo: “Divino tesoro”.

SINESTESIA
La sinestesia es una figura retórica que consiste en mezclar diferentes tipos de sensaciones o percepciones, sean visuales, auditivas, táctiles, olfativas o gustativas. Por ejemplo: “Celeste historia”. “Dulce niña”

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