11 Feb
Entramos en la Edad de Plata de la literatura española. La riqueza de la producción literaria se vio propiciada por el incremento de lectores, gracias a colecciones asequibles y a la prensa. En España e Hispanoamérica, se llamó modernistas a los escritores que tenían impulsos innovadores, temáticos o formales, derivados de una profunda insatisfacción ante el mundo.
El término Generación del 98 fue acuñado más tarde por Azorín para referirse a sus coetáneos que adoptaron una postura crítica ante los problemas políticos y sociales, especialmente el Desastre de 1898. Aunque ambas denominaciones se opusieran, hoy se piensa que son manifestaciones diferentes de un mismo afán crítico y renovador con respecto a la etapa realista. Los temas modernistas tienen influencia romántica, así como del Parnasianismo y Simbolismo franceses. Es un mundo de sensaciones, donde se funden todas las artes (“El arte es azul”). Rechazan el mundo real, por ser demasiado vulgar, y se evaden en el tiempo y el espacio, con ambientes orientales y extraños. Son frecuentes princesas, salones y jardines versallescos con sus estanques, sus cisnes; la mitología grecolatina, germánica, precolombina,… Los Siglos de Oro serán fuente de inspiración. París la ciudad por excelencia. El mundo interior es cambiante: pasa de un tono vitalista y sensual, a otro marcado triste, melancólico, nostálgico. Los temas noventayochistas se centran más en el paisaje de las tierras y las gentes de España, especialmente Castilla, desde una perspectiva crítica. Sus dudas existenciales les llevan a preguntarse el sentido de la vida, el paso del tiempo, la muerte… En cuanto al estilo, ambos rechazan el retoricismo anterior. Tienen en común un afán renovador. En métrica, se siguen usando el endecasílabo, el octosílabo y el alejandrino; pero se recuperan el dodecasílabo y el eneasílabo. Se enriquece el vocabulario con palabras cultas por un lado, y de un tono popular y terruñero por otro.
El término Generación del 98 fue acuñado más tarde por Azorín para referirse a sus coetáneos que adoptaron una postura crítica ante los problemas políticos y sociales, especialmente el Desastre de 1898. Aunque ambas denominaciones se opusieran, hoy se piensa que son manifestaciones diferentes de un mismo afán crítico y renovador con respecto a la etapa realista. Los temas modernistas tienen influencia romántica, así como del Parnasianismo y Simbolismo franceses. Es un mundo de sensaciones, donde se funden todas las artes (“El arte es azul”). Rechazan el mundo real, por ser demasiado vulgar, y se evaden en el tiempo y el espacio, con ambientes orientales y extraños. Son frecuentes princesas, salones y jardines versallescos con sus estanques, sus cisnes; la mitología grecolatina, germánica, precolombina,… Los Siglos de Oro serán fuente de inspiración. París la ciudad por excelencia. El mundo interior es cambiante: pasa de un tono vitalista y sensual, a otro marcado triste, melancólico, nostálgico. Los temas noventayochistas se centran más en el paisaje de las tierras y las gentes de España, especialmente Castilla, desde una perspectiva crítica. Sus dudas existenciales les llevan a preguntarse el sentido de la vida, el paso del tiempo, la muerte… En cuanto al estilo, ambos rechazan el retoricismo anterior. Tienen en común un afán renovador. En métrica, se siguen usando el endecasílabo, el octosílabo y el alejandrino; pero se recuperan el dodecasílabo y el eneasílabo. Se enriquece el vocabulario con palabras cultas por un lado, y de un tono popular y terruñero por otro.
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