29 Dic

Contexto Histórico

La cultura occidental del siglo XIII está marcada por la reaparición del aristotelismo. La filosofía de Aristóteles había llegado de la mano de los comentaristas árabes, entre ellos Avicena y, sobre todo, Averroes en el siglo XII. Tras la caída del Imperio Romano, Occidente perdió contacto con la práctica de las obras griegas. En la expansión oriental de los árabes van a reaparecer los tratados aristotélicos y estos van a poder ser traducidos por los principales intelectuales del mundo árabe en el siglo XII (Avicena y Averroes). Con la dominación árabe llega a España y se desarrolla una filosofía, la filosofía árabe, de neta influencia platónico-aristotélica. En Toledo se constituye la Escuela de Traductores, donde se verterán del árabe al latín las obras aristotélicas conocidas por los filósofos árabes. Estos no se limitaron solo a traducir a Aristóteles, sino que también lo interpretan, planteándoseles incluso problemas de conciliación entre el aristotelismo y la fe coránica: la eternidad del mundo frente a la creación del mismo en el cristianismo, lo que llevó a Averroes a postular una doble verdad, una para la teología, la fe, y otra para la filosofía, la razón. Ahora, en el siglo XIII, la obra de Aristóteles es conocida en su totalidad y este empieza a ser mencionado como «el filósofo». Las universidades, particularmente la de París, son los centros culturales más importantes de entonces. Santo Tomás de Aquino será uno de esos maestros que ha recogido el testigo de otros maestros, como San Alberto Magno, de quien él mismo dice que es quien le mostró la obra de Aristóteles, llevando a cabo una síntesis grandiosa entre el platonismo aristotélico y cristiano. Santo Tomás nace en 1224. En Colonia se hace discípulo de Alberto Magno, gran conocedor de Aristóteles. Siendo profesor en París, le hacen maestro de teología, a pesar de tener menos años de los exigidos, debido al peso de su autoridad doctrinal. Polemizó tanto con los averroístas como con los franciscanos agustinienses. Muere en 1274.

Como dice Santo Tomás en el texto, esa tercera vía se toma de la contingencia de los seres de la naturaleza, y presenta una estructura parecida a la de las dos vías anteriores. Esta vía afirma que todos los seres naturales son contingentes, no son necesarios, que pueden existir o no existir, pueden ser o no ser, y, por tanto, tales seres alguna vez no existieron. Así, si todo lo que en realidad existe pudiera no existir, eso supondría que de hecho alguna vez no existió nada. Y puesto que lo que existe no puede darse a sí mismo el ser (la existencia), deberá existir algo que no pueda dejar de ser, que exista necesariamente, y de lo cual todo lo demás haya recibido la existencia. De esta forma es como, según Aristóteles, llegamos a Dios, que es definido como «ser necesario». Además, según esta Vía de Contingencia de los seres, encontramos en la naturaleza cosas que pueden existir o no, pues se producen y destruyen y, por tanto, hay posibilidad de que existan o no, y no es posible aceptar una serie indefinida de series contingentes.

Conceptos

  • El ser posible y contingente: se refiere a que los seres naturales no son necesarios, pueden existir o no existir y pueden ser o no ser, por lo que esos seres alguna vez no existieron, y esto supondría que alguna vez no existió nada.
  • Existir: se habla de la existencia de Dios y señalaba que en Él se identifican la esencia y la existencia; Él es su existencia. Santo Tomás distingue la existencia de los seres posibles y la de los seres necesarios, identificando a Dios en la tercera vía para la demostración de su existencia, como el ser que existe por sí mismo.
  • Lo que no existe: en la naturaleza encontramos cosas que pueden ser o no ser (contingentes), es decir, que no tienen la razón de su necesidad en sí mismas o que su existencia no se identifica con su esencia.
  • No es posible aceptar: si el conjunto de los seres existiera de un modo contingente, no podría explicarse la existencia actual. Así pues, apuntan a un ser que no puede no ser (un ser necesario), que se identifica como Dios, y que actúa sobre ellos haciéndolos ser. No es posible prolongar indefinidamente las causas necesarias.
  • Necesario por sí mismo: se requiere en la vida un ser necesario que no ha recibido de ningún otro su existencia y que es razón de ser de todas las cosas, de todas esas realidades contingentes. Este ser necesario es expresión de Dios, que ejerce su acción sobre todo lo contingente, todo eso que no tiene la razón de su necesidad en sí mismo, al contrario que Dios.
  • Evidente en sí misma: Tomás de Aquino considera que todo lo que es evidente lo es en sí mismo. Una proposición es evidente en sí misma cuando el predicado está contenido en el análisis de lo que significa el sujeto, y esto ocurre con la proposición «Dios existe».
  • Evidente para nosotros: antes decíamos que todo lo evidente lo es en sí mismo, pero existe la posibilidad de que también lo sea o no para nosotros. Por muy evidente que sea algo, si no sabemos de qué se trata, no nos lo parecerá. Esto ocurre, por ejemplo, con la existencia de Dios, que no resulta evidente para los humanos, que ignoramos cuál es la naturaleza divina.
  • Demostrar: dado que la existencia de Dios no es evidente para nosotros, es conveniente demostrarla. Santo Tomás lo lleva a cabo mediante sus cinco vías (el primer motor, la causa eficiente primera, lo posible y lo necesario, los grados de perfección y el gobierno del mundo) partiendo de lo que observamos.

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