16 Ago

Alban Berg

Alban Berg fue el discípulo predilecto de Schoenberg y, quizás por su amistad con Mahler, el más lírico de los tres. Las obras de Mahler, sobre todo la y 7ª Sinfonía, ejercieron una gran influencia sobre él.

A pesar de ser estrictamente atonal, y en su segunda etapa estrictamente dodecafónico, Berg no deja de ser lírico ni de ordenar las series de forma que tengan reminiscencias tonales, por lo que el gran público lo aprueba más fácilmente que a Schoenberg o a Webern.

Primer Periodo

En su primer periodo, Berg parte del post-wagnerianismo bajo la supervisión de su maestro y se caracteriza por la explotación, muy libre, de un atonalismo expresivo.

Su obra maestra es Wozzeck (que dedica a Mahler por amistad). Es una ópera en la que un infeliz soldado mata a su amante infiel y se suicida ahorcándose. Es el prototipo del documento social presentado en lenguaje expresionista.

Es una obra post-wagneriana escrita en un estilo cromático-disonante, siendo el ejemplo clásico de estilo cromático atonal combinado con formas clásicas cerradas (hay forma sonata, variaciones, leitmotiv, canciones populares…).

Segundo Periodo

En su segunda época, sus obras principales son: La Cantata del Vino, Concierto para violín y orquesta y Lulú.

El Concierto para Violín y orquesta, subtitulado A la memoria de un ángel (hija del segundo matrimonio de Mahler, que murió a los 18 años de edad). En esta obra, si bien Berg ve en el sistema dodecafónico la única alternativa válida al sistema tonal, no trata de agotar la lógica del sistema y no enajena su libertad expresiva esforzándose en evitar reminiscencias tonales o sucesivas disonancias.

La serie se basa en las cuerdas al aire del violín: Sol menor, Re Mayor, La menor, Mi Mayor y las primeras notas del coral de Bach Est ist Genug.

Su obra Lulú es expresionista, pero más abstracta y compleja que Wozzeck, con mayor simbolismo. Su música está organizada de una manera más estricta en cuanto a su alineamiento dodecafónico, aunque no carece de algunas implicaciones tonales.

Trata sobre una mujer que se casa con un médico y un pintor, a quienes mata indirectamente. Más tarde mata a uno de sus antiguos amantes, por lo que va a la cárcel. El hijo de su víctima se enamora de ella. La condesa Geschwitz, lesbiana, la saca de la cárcel y desde entonces vive bajo el chantaje de ésta. Lulú termina como prostituta en Londres, donde es asesinada por Jack el Destripador.

El mensaje de la obra nos viene a decir que la mujer atractiva solo tenía dos papeles en la vida: amante o prostituta.

El tercer acto queda inconcluso, debido a la muerte de Berg, y lo terminó Friederick Cehra, pues se disponía de la orquestación de Lulú-Symphonie.

Anton Webern

Anton Webern es mucho más exigente en cuanto a forma y estilística, y por tanto más riguroso. Si Berg representa el potencial romántico de las enseñanzas de Schoenberg, Anton Webern representa su potencial clásico: atonalismo sin romanticismo. Webern es el punto de partida del serialismo integral.

Etapa Atonal

Todas las obras de esta etapa se caracterizan porque las notas, matices y dinámica están escritos y expresados con el rigor más puntillista. Todo está muy estudiado, ni sobra ni falta ninguna nota.

Las características de su obra son:

  • Abandono de la forma clásica.
  • Ausencia de simetría, repeticiones y desarrollo temático.
  • Brevedad y concisión (Op. 10 nº 4, dura 20 segundos en 6 compases).
  • Condensación expresiva.
  • La obra se oye como un todo.
  • El silencio es parte integrante del discurso musical. Sonido y silencio son valores de igual importancia.
  • La dinámica es de una extrema discreción, hay fortes pero sobre todo pianos y pianísimos.

Etapa Dodecafónica

En 1924, comienza una segunda etapa compositiva donde une el método dodecafónico de Schoenberg. Para Anton Webern el serialismo parece liberarle del trabajoso sistema de composición anterior.

En un principio, desde 1914 a 1926 solo compuso canciones, apoyándose en dos elementos centroeuropeos: la tradición del lied y la presencia de lo popular. La formación de Webern como musicólogo no le sirvió para reconstruir formas del pasado, sino para imaginar nuevos criterios formales.

Desde 1926, hasta su muerte, prescinde de la voz, y se dan sus obras más rigurosas y perfectas. Las obras de Webern son de proporciones milimétricas, donde todo está exacto en la medida por él deseada. Sus indicaciones no dejan lugar al arbitrio del intérprete, son extremadamente precisas. Nunca escribió ópera, porque no concordaba con su tendencia a la notación precisa. Su sensibilidad para el color y la claridad tímbrica a menudo lo empuja a escoger combinaciones instrumentales insospechadas como ocurre con el Cuarteto Op. 22 para violín, clarinete, saxo tenor y piano. Con pocas excepciones, sus obras están escritas en el estilo de cámara.

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