31 Mar
El Sistema Canovista y la Restauración Española
El partido conservador de Cánovas poseía ideas y políticos procedentes del Partido Moderado de Narváez y de la Unión Liberal de O’Donnell. Tenía el apoyo de la Iglesia, la Aristocracia, las clases altas y funcionarios importantes. Cánovas también quería representar el centro-derecha para ampliar su ámbito político. Cuando Cánovas murió fue presidido por Silvela, Maura y Dato. Sagasta creó el Partido Liberal Fusionista en 1881, con políticos del partido democrático y del sector progresista del Sexenio Revolucionario. Su partido fue apoyado por la burguesía industrial y comercial.
Bipartidismo y Oligarquía
Por el bipartidismo, el poder quedó en manos de la élite política, social y económica, imposibilitando la participación del resto de la ciudadanía. Esto fue posible por la debilidad de la oposición. También surgieron el nacionalismo Catalán y Vasco. Para gobernar en el sistema canovista era necesaria la confianza de la corona y de la mayoría del congreso. Pero la alternancia en el poder iba de “arriba abajo”: los partidos conservadores y liberales se alternaban el poder. Esto fue posible por el sistema de fraude electoral que consistía en:
- El encasillado (elegir los diputados que serían elegidos).
- Votos lázaros (votos emitidos en nombre de personas fallecidas).
- Pucherazo (introducir papeletas en las urnas).
La oligarquía eran los ministros, políticos, empresarios y gobernadores civiles que dirigían el país. Controlaban los procesos electorales, provocando un desfase entre la “España oficial” de los políticos y las Cortes y la “España real” de la calle. Este hecho fue denunciado por regionalistas, pero aun así se mantuvo por la estabilidad política.
Crisis del Sistema Canovista y la Regencia de María Cristina (1885-1902)
La “España real” fue aumentando su oposición. El movimiento obrero cada vez más organizado, destacando el socialismo y el anarquismo cada vez más presentes mediante la UGT y el PSOE. Otros movimientos que intentaron reformar el país fueron el laicismo y el regionalismo. El primero encabezado por la Institución Libre de Enseñanza y el segundo se dio sobre todo en Cataluña.
Tras la muerte de Alfonso XII (1885), Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo para la estabilidad política que dio paso a la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo (1885-1902). Sagasta muere en 1903. A partir de la mayoría de edad de Alfonso XIII (1902), se llevaría a cabo el fin de la Restauración. En 1909, tuvo lugar la Semana Trágica de Barcelona. La causa de los violentos acontecimientos fue el decreto del gobierno de Maura de enviar tropas a las posesiones españolas en Marruecos.
Dos intentos fracasados de reformar desde dentro el sistema canovista a partir del regionalismo fueron el de Maura (partido conservador) y el de Canalejas (partido liberal). La Crisis del 17 destrozó el turnismo y manifestó las diferencias entre la España real y la oficial. La dictadura de Primo de Rivera en 1923 pondrá fin a la Constitución y su fracaso dará lugar a la II República española.
El partido conservador de Cánovas poseía ideas y políticos procedentes del Partido Moderado de Narváez y de la Unión Liberal de O’Donnell. Tenía el apoyo de la Iglesia, la Aristocracia, las clases altas y funcionarios importantes. Cánovas también quería representar el centro-derecha para ampliar su ámbito político. Cuando Cánovas murió fue presidido por Silvela, Maura y Dato. Sagasta creó el Partido Liberal Fusionista en 1881, con políticos del partido democrático y del sector progresista del Sexenio Revolucionario. Su partido fue apoyado por la burguesía industrial y comercial.
Por el bipartidismo, el poder quedó en manos de la élite política, social y económica, imposibilitando la participación del resto de la ciudadanía. Esto fue posible por la debilidad de la oposición. También surgieron el nacionalismo Catalán y Vasco. Para gobernar en el sistema canovista era necesaria la confianza de la corona y de la mayoría del congreso. Pero la alternancia en el poder iba de “arriba abajo”: los partidos conservadores y liberales se alternaban el poder. Esto fue posible por el sistema de fraude electoral que consistía en:
- El encasillado (elegir los diputados que serán elegidos).
- Votos lázaros (votos emitidos en nombre de personas fallecidas).
- Pucherazo (introducir papeletas en las urnas).
La oligarquía eran los ministros, políticos, empresarios y gobernadores civiles que dirigían el país. Controlaban los procesos electorales, provocando un desfase entre la “España oficial” de los políticos y las Cortes y la “España real” de la calle. Este hecho fue denunciado por regionalistas, pero aun así se mantuvo por la estabilidad política.
La “España real” fue aumentando su oposición. El movimiento obrero cada vez más organizado, destacando el socialismo y el anarquismo cada vez más presentes mediante la UGT y el PSOE. Otros movimientos que intentaron reformar el país fueron el laicismo y el regionalismo. El primero encabezado por la Institución Libre de Enseñanza y el segundo se dio sobre todo en Cataluña.
Tras la muerte de Alfonso XII (1885), Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto del Pardo para la estabilidad política que dio paso a la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo (1885-1902). Sagasta muere en 1903. A partir de la mayoría de edad de Alfonso XIII (1902), se llevaría a cabo el fin de la Restauración. En 1909, tuvo lugar la Semana Trágica de Barcelona. La causa de los violentos acontecimientos fue el decreto del gobierno de Maura de enviar tropas a las posesiones españolas en Marruecos.
Dos intentos fracasados de reformar desde dentro el sistema canovista a partir del regionalismo fueron el de Maura (partido conservador) y el de Canalejas (partido liberal). La Crisis del 17 destrozó el turnismo y manifestó las diferencias entre la España real y la oficial. La dictadura de Primo de Rivera en 1923 pondrá fin a la Constitución y su fracaso dará lugar a la II República española.
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