10 Dic

Soneto de la Dulce Queja: Un Retrato del Amor Incondicional en la Obra de Federico García Lorca

Contexto de la Obra

El Soneto de la dulce queja pertenece a la obra Sonetos del amor oscuro, escrita en 1936 por Federico García Lorca, uno de los autores más emblemáticos de la Generación del 27. Entre sus obras más conocidas se encuentran Romancero gitano (1928) y Poeta en Nueva York (1929).

El Miedo y la Pena como Ejes Centrales

El soneto explora dos emociones fundamentales: el miedo y la pena. Se observa cómo un enamorado expresa sus temores de la manera más sentimental, exaltando el yo lírico y enfocándolo hacia la posible pérdida de la amada. Lorca, magistralmente, desarrolla el poema a través de la lucha de contrarios.

La Dualidad de la Amada

El enamorado siente un miedo profundo, pánico a perder a la persona que ama. La descripción de la amada es peculiar, utilizando adjetivos que generan un marcado contraste. Se manifiestan tanto los defectos como las virtudes:

  • «ojos de estatua» y «maravilla» (versos 1º-2º)
  • «acento que me pone de noche en la mejilla» y «la solitaria rosa de tu aliento» (versos 3º-4º)

García Lorca sugiere la idea de un amor incondicional, una necesidad física y psicológica en la que se depende del ser amado, a pesar de las discusiones y contratiempos inherentes a cualquier relación amorosa. Los ojos de la amada parecen ausentes, sin vida, como los de una estatua, pero al mismo tiempo son una maravilla. El miedo a la pérdida es un sentimiento omnipresente, aunque en este tipo de relaciones, los recuerdos y las virtudes de la persona amada suelen prevalecer.

La Tristeza y la Dependencia Emocional

No solo el temor guía al enamorado, también la tristeza. Teme convertirse en alguien insignificante en la vida de ella: «tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas» (versos 5º-6º). Reaparece el sentimiento de dependencia: «no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento» (versos 7º-8º).

El amado se convierte en una vía de escape para los problemas personales. En momentos difíciles, se busca el apoyo de esa persona que escucha y consuela, como este joven, que necesita a su amada para calmar «el gusano de su sufrimiento».

La Necesidad de Permanecer Junto a la Amada

Federico García Lorca concluye el poema con una idea ya anticipada: la necesidad de permanecer junto a la amada. Nuevamente, se presenta la lucha de contrarios, donde la relación del protagonista se encuentra en una constante balanza entre pros y contras, defectos y virtudes. Se observan antítesis como:

  • «tesoro oculto» (verso 9º)
  • «dolor mojado» (verso 10º)

También se aprecian indicios del profundo enamoramiento del protagonista: «si eres mi cruz» (verso 10º) y «si soy el perro de tu señorío» (verso 11º). Se evidencia la clara dependencia y los sentimientos reales del protagonista, que casi basa su existencia en la de ella, señalando que ella es su «cruz» e incluso que él es «el perro de su señorío». Aunque pueda parecer una exageración propia del yo lírico, refleja el «amor ciego», donde las virtudes del amado y los sentimientos nublan la percepción.

La Súplica Final

En el último terceto, García Lorca finaliza el soneto con una súplica del enamorado: «No me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado» (versos 12º-14º). El enamorado prefiere los recuerdos y la relación que mantienen a cualquier otra cosa, y a pesar de los obstáculos, le pide seguir formando parte de su vida.

Conclusión: La Definición del Enamorado

En este poema, Federico García Lorca define magistralmente la figura del enamorado. Un enamorado es alguien que siente dependencia por la otra persona, a la que necesita en momentos de dificultad, que odia sus defectos pero cuyas virtudes lo disimulan todo, que siente pavor ante la idea de ausentarse de su vida, de ser alguien insignificante. Un enamorado, tal como lo refleja el poeta, es aquel que, según la RAE, posee un sentimiento intenso que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser, tal como el protagonista de este poema.

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