21 May
El teatro español del Siglo XX hasta 1939
En este periodo podemos establecer dos grandes grupos de autores: unos que realizan un teatro que cuentan con el favor del público, aunque son escasamente renovadores (teatro triunfante); un segundo grupo que renueva las formas dramáticas (teatro innovador).
Respecto al teatro triunfante en España podemos distinguir varias líneas:
– Un teatro continuador del Realismo del siglo XIX, renovando algunos aspectos. Su principal representante es Jacinto Benavente, ejemplo claro de las concesiones al público burgués. Su primera obra, El nido ajeno, fue bien recibida por los jóvenes intelectuales, pero mal por la burguésía. Ante esta disyuntiva (ser autor de minorías o de mayorías) Benavente optó por amoldarse a los gustos mayoritarios, y se limita en sus obras a censurar pequeños vicios, sin realizar críticas totales. Sus mejores obras son Los intereses creados y La Malquerida. Recibíó el premio Nobel.
– Un teatro poético en verso, mezcla de Romanticismo y Modernismo, ideológicamente muy conservador y tradicional, con constantes alusiones a las perdidas glorias del Imperio español. Por su temática, es un teatro eminentemente histórico. Destacan Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y, con matices, los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).
– Un teatro cómico, intranscendente, cuya intención es hacer pasar un buen rato. Es un teatro muy reiterativo en las formas de conseguir el humor: equívocos, juegos de palabras, regionalismos… Destacamos a los hermanos Álvarez Quintero, representantes del teatro regionalista andaluz, que escriben obras agudas e ingeniosas, con un claro dominio de la técnica: El genio alegre, La Puebla de las mujeres.
En cuanto al teatro innovador, los mejores autores serán Valle-Inclán y García Lorca. Pero debemos reséñar otros autores que plantearon en España un teatro distinto:
– Unamuno escribe un teatro de ideas, donde lo fundamental es el texto, el conflicto de los personajes. Hay, por lo general, poca acción y casi total ausencia de elementos escénicos: Fedra, El Otro.
– Jacinto Grau (El señor de Pigmalión) o Ramón Gómez de la Serna (Los medios seres) plantean también experiencias renovadoras.
– Pedro Salinas y Rafael Alberti, autores del 27, escriben un teatro interesante. El segundo destaca como autor (Noche de guerra en el museo del Prado) y como director teatral.
– Jardiel Poncela y Miguel Mihura son los máximos exponentes de un grupo de autores (la «otra Generación del 27») que realizan una interesante labor de renovación en el teatro humorístico español. Los dos alcanzan su máximo consideración tras la Guerra Civil.
Pero dos figuras destacan, sin duda, en el panorama teatral español del Siglo XX: Valle -Inclán y García Lorca
Ramón María del Valle-Inclán es uno de los autores más controvertidos, rigurosos, extravagantes y geniales que ha dado nuestra literatura. Se inició en el Modernismo con las novelas de la serie de las Sonatas, memorias del marqués de Bradomín, un «don Juan feo, católico y sentimental», donde conviven la elegancia más exquisita y la provocación más amoral. Continuó, en una etapa intermedia, con las Comedias Bárbaras, donde aparecen extraños personajes, violentos o tarados, tiránicos… Estas Comedias, híbridos entre novela y drama, son difícilmente representables: gran longitud, cambios rapidísimos de escenario, extensas acotaciones escénicas.
Su ultima etapa, la más lograda, es la de los esperpentos; sobresalen Divinas palabras y Luces de bohemia, ambas de 1920. España es una deformación grotesca de la civilización europea. La tragedia es un genero demasiado noble para recoger aquel ambiente. De ahí́ que «el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada»: ese es el fundamento del esperpento.
Luces de Bohemia narra la ultima noche de vida del poeta Max Estrella, ciego bohemio, pobre y desafortunado, que deambula por las calles de Madrid camino de su muerte, recorriendo diversos lugares y dando cuenta de la critica situación del país.
Federico García Lorca representa una de las más altas cumbres de la dramática española moderna. En conjunto, la obra de Lorca supone un intento constante de depuración, de búsqueda del restablecimiento de la pureza original de la palabra evocadora, connotativa, alejada del servicio utilitario pero sin olvidar su función comunicativa.
Como dramaturgo, muestra un concepto renovador del arte escénico que ha convertido a Lorca en el dramaturgo español más conocido de todos los tiempos, un clásico cuyas obras aún continúan en los repertorios de las más conocidas compañías teatrales de todo el mundo.
El teatro de Lorca parte de tres principios: depurar el teatro poético, incorporar las tendencias vanguardistas y acercar el teatro al pueblo.
La mujer es la protagonista principal del teatro lorquiano. Una mujer que representa el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista, marcada por un destino trágico, por pasiones que se verán condenadas al olvido o al rechazo. Las obras representan la tragedia de toda persona condenada a la frustración en sus deseos más íntimos y a la marginación.
Amor imposible; conflicto entre el deseo y la realidad; enfrentamiento de libertad y autoridad, el tema de la frustración es una constante en el teatro lorquiano.
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