22 Jun
GUERRA C:
fue un acontecimiento bélico internacional, debido a la inclusión d factores ideológicos, políticos y económicos q afectaron a Europa.La guerra comenzó el 17 d Julio d 1936 con la sublevación d parte del ejército en Marruecos, con el apoyo d los generales africanistas mola, Franco y sanjurjo. Las fuerzas rebeldes se vieron apoyadas, x la mayor parte d la derecha española, conformada x propietarios agrarios, la falange, ceda, monárquicos y carlistas, y descontenta x las tensiones generadas durante el gobierno del frente popular. Para entender el origen d la contienda, es preciso referirse a varias causas estructurales d gran importancia q aquejaban a la sociedad española antes d estos convulsos años: distribución d la tierra, educación, militarización d la vida política, influencia d la iglesia y condiciones d los trabajadores. La segunda república se erigíó en una solución a to2 estos problemas, pero no contó con la sufi100te estabilidad para desarrollarse plenamente.La incapacidad d la república para controlar el orden social (arnedo, casas viejas, los asesinatos del teniente castillo o d calvo sotelo), sumada al extremismo político y religioso d las bases d ambos ban2 (cnt-fai o falange) precipitó la sublevación militar.En cuanto a los aspectos internacionales, la guerra se integra en la pugna ideológica, fascismo – comunismo. Desde los 1ºs compases, el bando nacional contó con el apoyo inequívoco d Hitler y Mussolini; mientras q el gobierno republicano tb recibíó ayuda internacional, a través del komintern, y mediante las brigadas internacionales, integradas x voluntarios, ya q las democracias europeas se negaron a una intervención oficial en españa. Tras el conflicto, finalizado el 1 d Abril d 1939, las consecuencias marcaron a la sociedad española en las décadas siguientes. X un lado destacaron las pérdidas humanas ,provocadas x las acciones militares, así como x las represalias en ambas retaguardias y los bombardeos aéreos indiscrimina2 (guernica, Barcelona y Madrid); x el otro, las pérdidas materiales fueron cuantiosas, afectando al patrimonio nacional y a las infraestructuras estatales. A ello se sumó la ingente deuda exterior, contraída para sufragar el conflicto, y la pérdida del oro del banco d españa, invertido en la compra d armamento para el bando republicano, q lastraron durante la posguerra una economía d x sí muy castigada. En lo político, el resultado fue la transformación d una sociedad democrática en una férrea dictadura durante 40 años, encuadrada y reconocida en el contexto internacional durante la guerra fría.
LEYBASES
El origen de la Reforma Agraria en España es preciso situarlo en el pensamiento de los Ilustrados (Jovellanos y Olavide) y se llevó a cabo por primera vez durante los gobiernos progresistas de Isabel II, si bien sus objetivos iniciales no se completaron: la desamortización de Mendizábal (1836) no sólo no redistribuyó la propiedad sino que la concentró, y la de Madoz (1855) eliminó el uso de las tierras comunales, procurando aún más miseria entre los campesinos. Todo ello, unido al fracaso estrepitoso del movimiento obrero y de las políticas aplicadas durante la Restauración, ocasiónó que el problema agrario siguiera siendo una cuestión pendiente durante el primer tercio del Siglo XX. A pesar de algunos tímidos e insuficientes intentos gubernamentales para revertir esta situación, mediante políticas de cesión y adquisición de tierras (1907 /1917), no fue hasta la proclamación de la Segunda República (1931 – 1936) cuando la Reforma Agraria, enmarcada en una batería de medidas modernizadoras, se retomó. La ley que aquí se comenta se impulsó durante el Bienio Reformista, de mano de la vertiente moderada del republicanismo, persiguiendo tres objetivos principales: el incremento de la productividad de la tierra, la mejora de las condiciones del campesinado, y la redistribución racional de la propiedad de la tierra. Durante esos años, el IRA se encargó de aplicar lo legislado, aunque con desigual fortuna y éxito, a causa de la escasez de fondos disponibles para las indemnizaciones, la burocratización del sistema, y la resistencia de muchos propietarios. Como se puede apreciar en la tabla, el proceso de reforma fue muy lento, y produjo malestar no solo en el campesinado, sino también, obviamente, entre los latifundistas y pequeños propietarios afectados. La represión de Casas Viejas (Cádiz), enfrentamiento entre campesinos anarquistas descontentos con la lentitud de la reforma y las fuerzas del orden, derivó en una ruptura en la coalición gubernamental y en la celebración de nuevas elecciones, comenzando de ese modo el periodo conocido como Bienio Conservador de la CEDA. La nueva política estuvo orientada a enfriar o ralentizar casi todas las reformas, incluyendo la agraria, como se puede apreciar también en la primera tabla, que abarca hasta finales de 1934, cuando quedó definitivamente paralizada. Tras la victoria del Frente Popular en Febrero de 1936, motivada por la corrupción y división interna de la coalición gubernamental presidida por Lerroux, se aceleró exponencialmente la reforma, tal y como se recoge en la segunda tabla, tanto en número de hectáreas como en el de familias asentadas, si bien con la llegada de la Guerra Civil (1936 – 1939) las reformas quedaron, en esencia, congeladas. Aún así, en la zona republicana se impulsaron colectivizaciones agrarias de carácter anarquista.
MAN.POP
es preciso contextualizarlo en el espacio y el tiempo: la Segunda República Española, una vez finalizado el Bienio Conservador (1933 – 1935), y en vísperas de las elecciones de Febrero de 1936. En el periodo inmediatamente anterior, el gobierno presidido por Alejandro Lerroux (Partido Radical) y apoyado por la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de Gil Robles, paralizó o interrumpíó la mayoría de las reformas (agraria, religiosa, educativa, laboral) llevadas a cabo durante el Bienio Progresista (1931 – 1933). Las izquierdas, que habían sido derrotadas electoralmente precisamente por su desuníón, sintieron cómo los sectores conservadores frenaban las aspiraciones de la clase obrera y campesina. La radicalización de las derechas tuvo su respuesta en la izquierda radical, manifestándose en la revolución de Asturias (1934) y la proclamación de la república catalana por Lluís Companys. Ambos acontecimientos, mal orquestados y poco coordinados, fueron sofocados mediante una dura represión así como por la disolución de la Generalitat y el Estatuto en Cataluña. Sin embargo, al año siguiente, diversos escándalos de corrupción (estraperlo o caso Nombela) en los que se vieron directamente implicados Lerroux y otros miembros destacados de su agrupación, precipitaron la caída del gobierno. El presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, anunció elecciones para el 16 de Febrero de 1936. La izquierda había aprendido la lección de haber acudido de forma fragmentada a las elecciones de 1933, y configuró el Frente Popular, ante el que el Bloque Nacional, integrado principalmente por la CEDA, Renovación Española, Falange y el Parido Radical, entre otros, se presentó como única alternativa. La coalición de izquierdas, estaba integrada tanto por partidos republicanos de reciente fundación, como Izquierda Republicana y Uníón Republicana, como por formaciones obreras de entidad, como el PSOE y su escisión, el PCE (estalinista). Al margen de ellos se situaron partidos minoritarios, como el POUM (trotskista), y el Partido Sindicalista, este último de tintes anarquistas. El principal objetivo que se propusieron fue, en esencia, recuperar el gobierno, movilizando a todo el electorado de izquierda y prodigándose en una activa campaña a todos los niveles. Para ello, contaron con el apoyo indirecto de los anarcosindicalistas que, aunque se negaron a formar parte de la coalición, no pidieron la abstención entre sus militantes. En términos generales, los partidos del Frente Popular se comprometieron, sin renunciar a sus idearios y programas particulares, a amnistiar a los presos de la revolución de Octubre de 1934, a reintegrar los puestos de trabajo y cargos a aquellos represaliados, a reinstaurar la Generalitat y el estatuto catalán, y a aplicar y desarrollar toda la legislación reformista aprobada en el primer bienio, como se puede apreciar en el texto, donde figuran aspectos tan importantes como la citada amnistía, la concepción proletaria de la república y la educación.
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