01 Mar

A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero, expurgadas o inéditas), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países.

En los setenta hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que tiene su origen principal en Tiempo de silencio de Luis Martín Santos. Suelen prestar más atención a la forma que al contenido, ya que el argumento llega a casi desaparecer. Abundan las historias fragmentadas y los monólogos interiores.

La Generación del 75

Es la llamada generación de 1975 o también generación de 1968 (mayo del 68): Eduardo Mendoza, Jesús Torbado, Lourdes Ortiz, José María Guelbenzu, Félix de Azúa, Juan José Millás, Vicente Molina Foix, Soledad Puértolas, Adelaida García Morales, entre otros.

  • La mayoría de los autores de este periodo se muestran contrarios al régimen de Franco y comienzan a publicar entre 1968 y 1975.
  • Con la llegada de la democracia, la novela se hace más fácil y accesible, de manera que se comienza a extender y a popularizar como el género más importante del final del siglo XX.
  • Una gran parte de los autores vuelven a la narración tradicional, al estilo de los autores realistas del XIX o de los escritores de la Generación del 98.
  • Comienzan a surgir nuevos subgéneros dentro de la novela con la finalidad de ampliar el panorama literario. Así, encontramos desde finales de los años setenta novelas policíacas, novela negra, de intriga, de ciencia-ficción, de aventuras, rosa, de espionaje…
  • El mercado impone su peso a la literatura, de manera que se comienza a publicar con la finalidad de vender una gran cantidad de obras.

Características de la novela española contemporánea

En suma, dos son los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta años:

  1. Carácter aglutinador: Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales.
  2. Individualidad: Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.

De modo que puede decirse que en las últimas décadas conviven:

  1. Novelistas importantes de toda la posguerra: Delibes, Cela y Torrente Ballester, sobre todo.
  2. Algunos novelistas de la «Generación del 50»: Juan Goytisolo, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, etc.
  3. Los novelistas del 75, que siguen publicando en su mayoría.
  4. Nuevos escritores dados a conocer ya después del franquismo: Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier Marías, Luis Mateo Díez, Rosa Montero, Jesús Ferrero, Antonio Muñoz Molina, Luis Landero, etc.

Subgéneros y tendencias

  • Novela policíaca y de intriga: Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho, y Arturo Pérez-Reverte, con La tabla de Flandes (1990), El club Dumas (1992), La piel del tambor (1995) o La Reina del Sur (2002).
  • Novela histórica: Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; El hereje (1998), de Miguel Delibes, y La vieja sirena (1990), de José Luis Sampedro, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina (2001), de Javier Cercas; La voz dormida (2002), de Dulce Chacón, o El nombre de los nuestros (2004), de Lorenzo Silva, sobre las guerras de África de los años veinte.
  • Novela de la reflexión íntima: Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son Mortal y rosa (1975), de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En La lluvia amarilla (1988), Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo.
  • Novela de la memoria y del testimonio: La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con Te trataré como a una reina (1981), defensa de la condición femenina, y Luis Mateo Díez, con La fuente de la edad (1994), crítica lírica y humorística de la vida provinciana.
  • Enfoque realista: Tras el furor del experimentalismo, algunos autores han vuelto a recuperar para la novela el arte de narrar. Eso sí, desde una perspectiva mucho más amplia y abierta, que abarca también el mundo onírico, irracional o absurdo… En esta línea cabría mencionar el realismo carnavalesco de Luis Mateo Díez o el realismo imaginario de Luis Landero (Juegos de la edad tardía).
  • Novela culturalista: En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe o La tempestad.
  • Otras tendencias: en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana.

Autores destacados

Eduardo Mendoza

Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) publicó en 1975 La verdad sobre el caso Savolta, título que, en buena medida, puede considerarse el punto de partida de la narrativa actual. Sin renunciar al empleo de técnicas experimentales, el autor ofrece en esta novela de corte policiaco un argumento que atrapa la atención del lector. En obras posteriores, Mendoza ha mostrado su excepcional capacidad paródica: Sin noticias de Gurb (1992), El laberinto de las aceitunas (1998) y El misterio de la cripta embrujada (1995) actualizan y subvierten de forma hilarante los tópicos de tres géneros consagrados: la novela de misterio, la novela negra o policíaca y la novela de ciencia ficción. La ciudad de los prodigios (1986) es la más ambiciosa de sus obras y probablemente la más lograda; en ella se recrea la evolución histórica y social de la ciudad de Barcelona en el período comprendido entre las exposiciones universales de 1888 y 1929.

Javier Marías

La obra de Javier Marías (Madrid, 1951) constituye una de las apuestas más originales de las últimas décadas. Las novelas y cuentos de este autor se distinguen por la presencia de una serie de temas obsesivos, como el misterio de la identidad personal y la reflexión sobre el tiempo: «El que aquí cuenta lo que vio y le ocurrió no es aquel que lo vio y al que le ocurrió». Su estilo, muy elaborado, posee una rara capacidad envolvente, que difumina y transforma la realidad. Entre sus obras destacan Todas las almas (1989), Corazón tan blanco (1992) y Mañana en la batalla piensa en mí (1994). El tiempo y la identidad personal son temas que aparecen con fuerza en sus últimas novelas, como en Negra espalda del tiempo (1998), juego entre la realidad y la ficción literaria, o en la trilogía Tu rostro mañana.

Antonio Muñoz Molina

En la narrativa de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) se conjugan de forma armónica el rigor en la construcción del relato y la preocupación por elaborar un argumento atractivo para el lector. Destaca asimismo la calidad de la prosa, intensa, que se desarrolla en períodos amplios, de ritmo muy cuidado. Sobresalen entre sus obras El invierno en Lisboa (1987), una magnífica novela de intriga; El jinete polaco (1991), evocación autobiográfica que juega hábilmente con los tiempos del relato; y Plenilunio (1997), acertado intento de remozar el género policíaco. Sefarad (2001).

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