15 Jun
Teoría del Hombre en Kant
Para explicar la teoría del hombre de Kant es necesario hablar antes de su papel como ilustrado en el siglo XVIII. Esta corriente se caracterizó por la racionalidad crítica hacia la religión, la superstición y los sistemas políticos vigentes. Para este autor el movimiento consistía en la “iluminación” (autclarum) del hombre hasta llevarle a la “mayoría de edad”. Durante esta época convivían las dos grandes posturas de la filosofía enfrentadas constantemente y ambas igual de problemáticas: por un lado el racionalismo, sostenía que todo el conocimiento provenía de las ideas lo que les atrapaba en el solipsismo; y por otro el empirismo, concebía como único medio de alcanzar la sabiduría los sentidos, quedando limitados así en el escepticismo más radical. Ante esta precaria situación de la filosofía, el autor alemán Emmanuel Kant va a realizar una renovación de la misma a través de un giro copernicano, este consiste en cambiar como centro de estudio de esta disciplina el objeto (ideas o impresiones) por el sujeto cognoscente. A este autor le parecía incomprensible que hasta ese momento los pensadores hubieran pretendido llegar a un conocimiento del hombre sin plantearse primero si este tiene la posibilidad de conocer. Por esto mismo Kant realizará un juicio crítico de la razón para mediante ella misma llegar a conocer sus posibilidades y limitaciones y alcanzar así la mayoría de edad. El proceso le lleva a plantearse tres grandes cuestiones sobre el hombre: ¿Qué puedo conocer? (problema de la metafísica y del conocimiento científico), ¿Qué debo hacer? (tema de la moralidad) y ¿Qué me cabe esperar? (problema de la historia y la religión). Todas estas preguntas se refieren en su conjunto a, ¿qué es el hombre? Que trata sobre el sujeto cognoscente (antropología).
La Crítica de la Razón Pura
Para Kant todo hombre tiene el deseo de saber el porqué de las cosas, lo que él denomina metafísica. A lo largo de la historia los filósofos han confundido el tipo de juicios que llevan a cabo de las ciencias (sintéticos a priori) con los de la metafísica lo que ha llevado al conflicto entre racionalismo y empirismo. Para poner fin a esta polémica y conocer los límites de la razón humana nuestro autor realiza una crítica a la razón pura, ya nombrada anteriormente.
Así Kant tras llevar a cabo su estudio concluye que el sujeto cognoscente cuenta con tres facultades de conocimiento:
- La sensibilidad, relativa a la estética trascendental, encargada de estudiar las condiciones sensibles de conocimiento o también llamadas formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo).
- El entendimiento, relativo a la analítica trascendental, la que establece las 12 categorías necesarias para clasificar las impresiones (cualidad, cantidad, relación o modalidad), es decir, las necesarias para comprender los hechos que obtenemos de la experiencia.
- La razón, propia de la dialéctica trascendental e instrumento de la metafísica, se encarga, mediante conceptos puramente a priori, de englobar todo el conocimiento sensible en tres ideas (alma, mundo y Dios). Estas ideas a diferencia de lo que pensaban los racionalistas no son fuente de conocimiento para el hombre, ni tampoco son aplicables a la experiencia, pues de esta manera solo llegamos a conclusiones erróneas (paralogismos, contradicciones y antinomias).
Idealismo Trascendental
Con todo esto nuestro autor consigue con su filosofía una complementariedad entre la experiencia y la razón humana que queda expuesta en su idealismo trascendental. Establece que los fenómenos formados a partir de intuiciones sensibles son lo único que el hombre debe tener por seguro ya que los noúmenos no pueden llegar a conocerse en su totalidad, son solo meras construcciones del sujeto. Así las tres ideas de la razón, aunque no se admiten como fuente de conocimiento deben ser reconvertidas en postulados de la Razón Práctica, pues sí son necesarias para la existencia de una moral.
La Ética Formal
A diferencia de otros autores que apuestan por la importancia de la igualdad, para el escritor de Crítica de la razón pura es imprescindible que el hombre sea libre al responder a la pregunta ¿qué debo hacer?, Kant no quiere que se le diga a los seres humanos qué tienen que hacer (propio de las éticas materiales), sino que para este autor lo importante es cómo el hombre realiza sus actos, convirtiéndose, en esencia, en el fundamento de toda ética formal.
El Imperativo Categórico
Para que el hombre sea capaz de regular su conducta Kant propone los imperativos categóricos, aquellos que definen a la humanidad como fin y nunca como medio, y que hacen que las leyes que rigen a los hombres surjan de su máxima de conducta (“Obra de tal manera que tu criterio personal se convierta en una ley universal”), pues es la única forma de conseguir la autonomía esencial de toda persona, es decir, la “mayoría de edad”. Con el objetivo de que el hombre llegue a cumplir todo esto es necesario además admitir los postulados: la libertad de la voluntad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios.
La Finalidad del Hombre
No se puede terminar la teoría del hombre en Kant sin hablar de la última pregunta que se hace nuestro filósofo, ¿Qué me cabe esperar? El tema de la religión y la historia abarcan el problema sobre la finalidad del hombre. Para asegurar el progreso y el correcto desarrollo de este es necesaria la paz perpetua, conseguida a través de un sistema democrático, basado en el iusnaturalismo racionalista. Los derechos naturales del hombre son universales y anteriores a cualquier derecho escrito, pues los seres humanos poseen dignidad no un precio.
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