05 Mar

1. Teorías Funcionalistas

Los funcionalistas consideran que existe una incompatibilidad entre las aspiraciones de las personas y lo que la sociedad les permite lograr. Esta diferencia puede llevar a comportamientos desviados.

Durkheim plantea que:

  • Un acto no es un crimen por su naturaleza, sino porque la sociedad lo define como tal.
  • La desviación es necesaria y cumple dos funciones importantes para la sociedad:
    • Función adaptadora: Introduce nuevas ideas y desafíos, lo que provoca cambios sociales y culturales.
    • Función innovadora: Define los límites entre lo “bueno” y lo “malo”, reforzando las normas sociales. Los delitos generan una respuesta colectiva que fomenta la solidaridad del grupo y deja claras las reglas.

Durkheim argumenta que no es necesario eliminar por completo la desviación, sino mantenerla en niveles aceptables. Este equilibrio entre las desviaciones y las instituciones de control social es fundamental para la estabilidad de la sociedad.

Evaluación: Los funcionalistas destacan la relación entre conformidad y desviación. Argumentan que la falta de oportunidades para alcanzar metas socialmente aceptadas es el principal factor que diferencia a quienes delinquen de quienes no lo hacen. No obstante, no es correcto pensar que solo las personas de clases desfavorecidas enfrentan este desfase entre aspiraciones y oportunidades. Este fenómeno puede ocurrir en todas las clases sociales, pero no todos eligen delinquir.

2. Teoría Interaccionista (Años 60 y 70)

Esta teoría sostiene que la desviación y el delito no son inherentes a ciertos actos, sino que son construcciones sociales. Es decir, depende de cómo la sociedad define y etiqueta ciertos comportamientos.

Etiquetaje: La interpretan como un proceso de interacción entre los desviados y no desviados. Las normas sobre lo que es desviado suelen ser impuestas por grupos dominantes (ricos sobre pobres, hombres sobre mujeres, adultos sobre jóvenes, mayorías étnicas sobre minorías). Un acto no es inherentemente delictivo, sino que lo es porque las clases dominantes lo definen así.

Según Becker, el comportamiento desviado no es el factor determinante a la hora de desviarse. La forma de vestir, el país de origen pueden ser factores para poder aplicar una etiqueta. Cuando una persona es etiquetada como “desviada” o “delincuente”, esto afecta tanto cómo la ven los demás como su propia percepción de sí misma.

Lemet señala que la desviación es bastante habitual y que las personas suelen practicarla sin problemas.

  1. Desviación primaria: Actos desviados que se normalizan y no generan un cambio en la identidad de la persona (ni la sociedad los considera graves).
  2. Desviación secundaria: Cuando el acto no se normaliza y la persona es etiquetada como criminal. Esta etiqueta afecta su identidad y puede llevarla a aceptar su rol de “desviado”.

Farrington señala que la edad típica para comenzar a delinquir está entre los 8 y los 14 años. Por ello, las intervenciones tempranas (educación, desarrollo de habilidades, etc.) son cruciales para evitar que los jóvenes adopten comportamientos desviados.

Leslie Wilkins añade que el control social puede amplificar la desviación. Por ejemplo, las prisiones pueden reforzar el comportamiento delictivo, ya que las personas etiquetadas como “desviadas” se vuelven más resistentes al cambio y se integran más en círculos delictivos.

Evaluación: Esta teoría es importante porque muestra que ningún acto es inherentemente delictivo; las definiciones de delito dependen de las leyes y de quienes las imponen. Sin embargo, se critica que no explica del todo por qué las personas realizan actos desviados. Factores como la socialización, las actitudes y las oportunidades también influyen en la participación en delitos. Además, aunque el etiquetaje aumenta el comportamiento delictivo, otros factores, como la interacción con delincuentes o la exposición a nuevas oportunidades, también contribuyen.

3. Teorías del Conflicto

En 1973, Taylor, Walton y Young publicaron The New Criminology, rompiendo con las teorías previas sobre la desviación. Basándose en el marxismo, argumentaron que:

  • La desviación no es algo causado por factores biológicos, psicológicos, anomia o desorganización social, sino una elección deliberada para responder a las desigualdades del sistema capitalista.
  • El análisis del delito debe centrarse en la estructura social, donde el poder y la riqueza están desigualmente distribuidos, y donde la clase dominante utiliza el sistema para preservar su poder.

Hall y colaboradores señalaron que el Estado y los medios de comunicación fomentan el pánico moral sobre ciertos delitos (como robos) para desviar la atención de problemas más grandes, como el desempleo o la reducción de salarios.

Además, resaltaron que la delincuencia corporativa (crímenes cometidos por empresas o personas en el poder) suele ser más dañina que los delitos comunes, aunque estos últimos reciben más atención.

4. Teorías de Control

Estas teorías plantean que el delito surge cuando los impulsos hacia el comportamiento criminal superan los controles sociales o físicos que lo impiden.

Hirschi sostiene que las personas son egoístas por naturaleza y evalúan los beneficios y riesgos antes de cometer un delito. Según él, las personas respetan las normas cuando tienen vínculos fuertes con la sociedad, que incluyen: apego, compromiso, implicación y creencias. Cuando estos vínculos son débiles, es más probable que las personas se desvíen.

Evolución Histórica de la Reacción al Delito

Formas primitivas de reaccionar contra el delito:

  1. Venganza privada: Cuando el individuo o sus parientes recibían una ofensa, podían tomarse la justicia por su mano.
  2. Sistema talional: Cuando ya existía un poder constituido, al mal se respondía con otro mal, el «ojo por ojo y diente por diente» (lo encontramos en el Código de Hammurabi del 1905 a.C.).
  3. Sistema composicional: Se sancionaba al autor con la compensación de la ofensa delictiva con el pago en especie o en dinero.

Conforme se implanta la religión judeocristiana, se asienta una representación del delito asociada a Dios. Delito y pecado se confundían como dos hechos que ofendían directamente a Dios. En este caso, la sanción era entendida como expiación religiosa.

Por ello, la tortura y la Inquisición estaban asociadas a lo que hoy llamaríamos Derecho Penal de la monarquía absoluta. El monarca absoluto, como representante de Dios en la Tierra, poseía facultades inmensas para penar a los súbditos. Se castigaba la infracción independientemente de la intencionalidad del agente y se penaba a colectividades enteras. La monarquía hizo uso y abuso de las leyes penales. Los delitos y sus penas estaban descritos de manera imprecisa y susceptibles de ser interpretados, por lo que constituían un arma represiva para forzar a la obediencia de la ley por medio de la intimidación. Con la Revolución Francesa y la Ilustración, aparece una corriente de pensamiento destinada a acabar con todos los excesos del Antiguo Régimen, entre ellos la facultad de castigar.

Terrorismo: Evolución y Características

El terrorismo de vieja escuela es el que predominó durante el siglo XX y todavía existe hoy. Está relacionado con el surgimiento del nacionalismo y la formación de Estados soberanos, especialmente en Europa desde finales del siglo XVIII. Este tipo de terrorismo está vinculado, en muchos casos, a las naciones sin Estado, donde algunos grupos usan la violencia para lograr objetivos políticos. Aunque en los últimos años ha recibido apoyo de países extranjeros, sus metas siguen siendo locales o nacionales. A pesar de causar numerosas muertes, el terrorismo de vieja escuela utiliza la violencia de forma más limitada.

El terrorismo de nueva escuela, en cambio, está impulsado por los avances tecnológicos en telecomunicaciones y la globalización, lo que le da un alcance global. Aunque a menudo se asocia con Al-Qaeda, este tipo de terrorismo no se limita a esa organización. Al-Qaeda funciona como una “red de redes”, donde los grupos locales tienen mucha autonomía. Algunos autores consideran que esta estructura flexible puede ser más una idea o ideología compartida que una organización estrictamente jerárquica.

Según la socióloga Mary Kaldor, los nuevos grupos terroristas tienen similitudes con las ONG en cuanto a su sentido de misión y compromiso global, lo que les permite operar con estructuras que no son rígidas pero son efectivas.

A diferencia del terrorismo tradicional, el nuevo terrorismo tiene objetivos globales y geopolíticos. Busca reestructurar la sociedad mundial y establecer un sistema islámico que abarque desde el subcontinente indio hasta Europa, incluyendo gobiernos islámicos en Oriente Medio y la reconquista del norte de África. Mientras que el terrorismo de vieja escuela está relacionado con el nacionalismo y metas locales, el nuevo terrorismo tiene ambiciones globales y se caracteriza por su disposición a cometer actos que maten al mayor número de personas posible.

Naciones sin Estado

La existencia de etnias bien definidas dentro de naciones consolidadas produce el fenómeno de las naciones sin Estado. En estos casos, aparecen características esenciales de una nación, pero sin que los integrantes de esos grupos tengan una comunidad política independiente.

Según Guibernau, se pueden mencionar diferentes clases de naciones sin Estado, en función de la relación que exista entre la etnia y el conjunto del Estado-nación en el que se englobe:

  1. Caso de Escocia, Gales, País Vasco y Cataluña, donde un Estado-nación puede aceptar las diferencias que se dan entre una minoría y permitir que tengan un cierto desarrollo activo.
  2. Naciones sin Estado con un mayor grado de autonomía, como Quebec o Flandes, donde los organismos políticos regionales pueden tomar grandes decisiones, sin llegar a ser del todo independientes.
  3. Naciones con una falta más o menos total de reconocimiento por parte del Estado en el que se encuadran, como los palestinos, tibetanos o kurdos.

En el caso de las minorías nacionales en Europa, la Unión Europea puede desempeñar un importante papel. La UE se constituyó partiendo del conjunto de las principales naciones de Europa occidental, pero un elemento clave de su filosofía es la descentralización del poder entre sus localidades y regiones, uno de sus objetivos explícitos es crear una “Europa de las regiones”.

Deja un comentario