12 Ene
Cambios sociales:
la industrialización va a provocar un crecimiento de la población.
Los cambios de la industria, la agricultura y los transportes produjeron un aumento espectacular de la riqueza que se reflejo en un crecimiento notable de la población que servirá para multiplicar los habitantes de Europa en muy pocos años e incluso poblar con emigrantes otros continentes. La disminución de alguna de las temibles epidemias que habían azotado Europa durante siglos, mejoras sanitarias e higienicas, y una mejor alimentación con el fin de las crisis de subsistencia, están entre las causas de crecimiento demográfico. Este aumento de la población fuerte y sostenida explica el enorme crecimiento de las ciudades británicas a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
Las transformaciones sociales: la sociedad en clases. Hasta el siglo XVIII, la sociedad estaba dividida en estamentos. A cada uno le correspondía desempeñar un papel distinto en la sociedad: la función espiritual que incluía la cultura y la enseñanza, y la función de proporcionar manutención, era atribuida al denominado tercer estado. Las sucesivas oleadas revolucionarias y los cambios económicos provocaran intensas transformaciones. Las leyes de cada estamento desaparecerán y los estamentos. Incluso ante la muerte la revolución francesa difundió el sistema de decapitación mediante la guillotina, que igualaba en el cadalso a reyes y miserables, a aristócratas y plebeyos. La sociedad quedo dividida en clases.
La clase media atendía a negocios familiares en las ciudades o explotaciones propias en los campos. Asi la nueva sociedad quedaba dividida en tres grandes grupos: clases superiores, medias y bajas. La clase superior estaba formada por dos grupos de distinto origen: la aristocracia y la alta burguesía.
La nobleza se había visto beneficiada por la consolidación y ampliación de sus propiedades tras las desamortizaciones y cercamientos.
El termino burguesía aludía en esta época a los grupos dedicados a los negocios de los que eran propietarios total o parcialmente. A la alta burguesía pertenecían los grandes banqueros, la minería, la siderurgia… Entre aristócratas y burgueses enriquecidos se fue produciendo un acercamiento intensificado por lazos familiares por via matrimonial y la identificación económica e ideologica. Aristocracia y alta burguesía eran los únicos grupos que ejercían sus derechos de participación política, exceptuando los cuadros militares superiores y profesiones liberales. Todos ellos componían el bloque con el que se formaban los gobiernos y los restringidos parlamentos del liberalismo moderado.
En las clases medias se incluyen los grupos de la llamada pequeña burguesía formada por tenderos y comerciantes. En las décadas finales de siglo aparecieron los primeros grandes almacenes que pondrán en peligro la continuidad de los pequeños tenderos.
Por su nivel de renta también deberían incluirse aquí las profesiones liberales y los cargos militares de alto rango, salvo por la peculiaridad ya señalada: gozan de derechos políticos. En las zonas rurales los trabajadores constituían la mayor parte de la población. La novedad fue la aparición del proletariao, constituido por los emigrantes rurales convertidos en obreros de las fabricas, minas o la construcción y cuyo único sustento proviene de su fuerza de trabajo, alquilada a cambio de un salario. La única seguridad para su futuro es la su prole, el numero de hijos. Ante la precaria situación laboral, un accidente, un despido… podían significar la ruina de las familias.
Las condiciones de vida de los obreros: en algunas de estas ciudades de crecimiento rápido, desordenado y sin criterios surgirán enormes suburbios superpoblados, sucios y conflictivos donde las epidemias de tifus y cólera se convierten en algo habitual. Estos suburbios surgían muchas veces en torno a una fabrica. En estas fabricas poco sanas y peligrosas era habitual que sus obreros pasasen de 12 a 14 horas diarias, trabajándose incluso los sabados jornada completa y domingos hasta el mediodía. La concentración de obreros en las fabricas hace posible que estos trabajadores tomen conciencia de su situación y vean que mediante acciones colectivas podrían tratar de mejorar sus condiciones de vida. El sistema de fabricas se encuentra por tanto en el origen del movimiento obrero.
La industrialización impulso también el trabajo de mujeres y niños de muy corta edad. Los empresarios fomentaron el trabajo infantil y femenino porque mujeres y niños recibían salarios dos o tres veces inferiores a los de los hombres, los niños fueron empleados en la industria textil. Todavía en 1891, una ley que pretendía luchar contra los abusos en la explotación infantil se limito a elevar la edad minima de trabajo de los 10 a los 11 años. De hecho apenas se detectan preocupaciones sociales durante la segunda mitad del siglo XVIII pues estas condiciones se aceptan como normales. Ya en el siglo XIX investigaciones parlamentarias, protestas sindicales o conocidos relatos como los de Dickens.
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