08 Abr

Tópicos Literarios Clásicos

Un tópico literario es un tema o motivo recurrente y universal que conecta con las temáticas y convenciones utilizadas en la literatura clásica de Grecia y Roma. Suele seguir un esquema reconocible y predecible.

Ejemplos en cuentos populares: Blancanieves y Rapunzel a menudo incorporan tópicos como la descriptio puellae o el locus amoenus.

Tipos de Tópicos Literarios:

  • Amor post mortem (amor después de la muerte): El sentimiento amoroso traspasa la frontera de la muerte; los amantes se querrán incluso después del fallecimiento de uno o ambos.
  • Contemptus mundi (desprecio por el mundo): La vida terrenal se considera un lugar hostil, lleno de sufrimiento y pecado. La verdadera felicidad se encontraría en la vida eterna (el cielo).
  • Locus amoenus (lugar ameno o paisaje idílico): Descripción de un paisaje idealizado, hermoso y armónico, a menudo asociado con la paz y el amor.
  • Tempus fugit (el tiempo huye): Expresa la idea de que el tiempo pasa de forma inexorable y rápida, invitando a reflexionar sobre la fugacidad de la vida.
  • Venatus amoris (la caza del amor): Metáfora que presenta la relación amorosa como una cacería, donde el hombre es el cazador y la mujer, la presa esquiva.
  • Aurea mediocritas (dorada mediocridad): Elogio de la moderación y de un punto medio equilibrado, alejado de los excesos y las grandes ambiciones. A veces relacionado con la idea religiosa de no aspirar a la perfección divina.
  • Descriptio puellae (descripción de la doncella): Enumeración de las características físicas que definen el ideal de belleza femenina de una época (tez blanca, cabello rubio, ojos claros, etc.).
  • Omnia mors aequat (la muerte todo lo iguala): La muerte llega a todos por igual, sin importar la clase social, la riqueza, la edad o la apariencia física.
  • Theatrum mundi (el mundo como teatro): La vida se concibe como un gran teatro donde los seres humanos son actores que representan un papel asignado por el destino o Dios.
  • Vita flumen (la vida como río): La existencia humana se compara con un río que fluye constantemente hacia su desembocadura, que es la muerte. Implica la idea de un discurrir inevitable.
  • Beatus ille (dichoso aquel): Elogio de la vida sencilla y retirada en el campo, en contraste con el ajetreo, los peligros y las vanidades de la vida en la ciudad o la corte.
  • Donna angelicata (mujer angelical): Idealización de la mujer amada, presentándola como un ser de perfección casi divina, tanto en su belleza física como en sus virtudes morales (bondad, pureza).
  • Quotidie morimur (morimos cada día): Reflexión sobre la condición mortal del ser humano; cada día que pasa nos acerca un poco más a la muerte.
  • Ubi sunt? (¿Dónde están?): Pregunta retórica utilizada para meditar sobre la fugacidad de las glorias mundanas, la brevedad de la vida y el destino de las personas y cosas que han desaparecido.
  • Carpe diem (aprovecha el día): Exhortación a vivir intensamente el presente y disfrutar de los placeres de la vida ante la certeza de la fugacidad del tiempo y la inevitabilidad de la muerte.
  • Homo viator (el hombre viajero): La vida humana se entiende como un viaje o una peregrinación, un camino que se recorre desde el nacimiento hasta la muerte.
  • Somnium imago mortis (el sueño, imagen de la muerte): Reflexión sobre la vida como un sueño, destacando su brevedad, irrealidad o falta de sentido. A veces, el sueño se asocia también con un presagio o una imagen anticipada de la muerte.
  • Vanitas vanitatum (vanidad de vanidades): Crítica de la vanidad humana, la ambición y el apego a los bienes terrenales, considerados vacíos y pasajeros frente a la muerte o la perspectiva de la eternidad.

(Ejemplo visual: La obra The Lovers podría ilustrar el tópico del Amor post mortem).

La Tragicomedia de Calisto y Melibea (Resumen del Argumento)

Calisto entra en el huerto de Melibea persiguiendo a su halcón perdido.

Allí ve a Melibea y se enamora instantáneamente (idealizada como Donna Angelicata). Ella lo rechaza inicialmente. Calisto se muestra como un amante rendido.

Calisto vuelve a casa muy triste. Su criado Sempronio le recomienda acudir a Celestina, una vieja alcahueta. Pármeno, otro criado, le advierte sobre la avaricia y malas artes de Celestina.

Calisto ignora la advertencia y contrata los servicios de Celestina para conseguir el amor de Melibea (convertirse en su ‘drudo’ o amante).

Celestina es una mujer astuta con múltiples oficios: alcahueta, remendadora de virgos, preparadora de ungüentos y cosméticos, y hechicera.

Pármeno insiste en que Calisto se aleje de Celestina, a quien conoce bien, ya que su madre fue compañera de la alcahueta. Calisto no le hace caso.

Celestina pide dinero a Calisto por sus servicios, y él acepta generosamente. Celestina urde un plan con Sempronio, prometiéndole la mitad de las ganancias. Sempronio colabora, en parte, porque frecuenta a Elicia, una prostituta que vive con Celestina.

Antes de ir a casa de Melibea, Celestina realiza un hechizo invocando a Plutón (dios del inframundo). Introduce un hilado en aceite de serpiente. La intención es que si Melibea toca ese hilado, se enamore de Calisto.

Celestina visita a Melibea con el pretexto de vender el hilado. Aunque Melibea inicialmente se muestra esquiva, Celestina la manipula hablando del supuesto ‘mal de amores’ de Calisto. Melibea, conmovida o curiosa, acepta el hilado y le pide a Celestina que vuelva otro día. Como prenda, le da a Celestina un cordón suyo para Calisto.

Celestina vuelve triunfante a casa de Calisto con el cordón. Para evitar compartir la recompensa inmediata (una cadena de oro que Calisto le regala) con Sempronio, le pide a Calisto otras prendas de menor valor aparente (como una saya o falda) como pago adicional.

Celestina intenta atraer a Pármeno a su bando para que no obstaculice sus planes. Primero usa la persuasión, apelando a su pasado común y a los beneficios que puede obtener. Como Pármeno se resiste, le ofrece pasar la noche con Areúsa, otra joven bajo su influencia.

Areúsa inicialmente se niega, pero Celestina la manipula y la convence. Finalmente, Pármeno y Areúsa pasan la noche juntos, sellando la incorporación de Pármeno al plan.

Celestina, Pármeno, Sempronio, Elicia y Areúsa celebran su alianza con una cena pagada indirectamente por Calisto. Mientras, Calisto se consume de amor en su casa, idealizando a Melibea.

Durante la cena, aparece Lucrecia, criada de Melibea. Le pide a Celestina que visite a su señora, quien sufre un gran desasosiego (efecto del hechizo o de sus propios sentimientos).

Celestina habla de nuevo con Melibea, quien confiesa su amor por Calisto. Acuerdan una cita nocturna entre los amantes, inicialmente solo para hablar a través de la puerta o ventana, evitando el contacto físico directo.

Calisto y Melibea tienen su primer encuentro nocturno. Calisto va acompañado por sus criados. Melibea confiesa abiertamente su amor y su deseo. Acuerdan volver a verse la noche siguiente en el huerto para consumar su relación.

Mientras tanto, Pármeno y Sempronio reclaman a Celestina su parte de la cadena de oro que Calisto le había dado. Ella se niega a compartirla. Discuten violentamente y acaban asesinándola.

Esa noche, Calisto acude a su cita en el huerto de Melibea. Yacen juntos (con Lucrecia como testigo escondida). Se oyen ruidos fuera (posiblemente gente alertada por el asesinato de Celestina, o simplemente alboroto). Calisto, alarmado y a medio vestir, intenta huir saltando el muro del jardín con una escalera, pero resbala, cae y muere.

Pármeno y Sempronio intentan huir tras matar a Celestina, pero son capturados y ejecutados por la justicia.

Melibea, desesperada por la muerte de Calisto y la pérdida de su honra, sube a la torre de su casa. Confiesa todo a su padre, Pleberio, y se arroja al vacío, suicidándose.

La obra concluye con el llanto de Pleberio, padre de Melibea. En su monólogo final, lamenta la fugacidad de la vida, el poder destructor del amor (‘loco amor’) y del dinero, y la desdicha del mundo. Este planto es considerado a menudo la reflexión final del autor, Fernando de Rojas, sobre los trágicos eventos.

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