19 Oct
13. Decretos de Nueva Planta y Centralismo Borbónico
La victoria de Felipe V en la Guerra de Sucesión (1700-1714) supuso la introducción de la dinastía borbónica en España. La llegada de los borbones conllevó cambios importantes en la estructura y administración del Estado, tendiendo a la centralización y uniformización legislativa, con el objetivo de crear un Estado más fuerte y eficaz a imitación del francés.
Un claro ejemplo de esta política centralizadora son los Decretos de Nueva Planta, los cuáles suprimieron los antiguos privilegios forales de los territorios de la Corona de Aragón que se habían declarado partidarios del otro pretendiente al trono, el archiduque Carlos de Habsburgo. Su aplicación se produjo a medida que se fue llevando a cabo su dominio en la Guerra de Sucesión: Reino de Aragón y Valencia (1707), Mallorca (1715), Cataluña (1716). Estos decretos supónían la supresión de las instituciones y leyes propias de estos territorios, aplicando en la corona aragonesa el sistema legal, administrativo y fiscal de Castilla.
Se introdujo un nuevo sistema institucional aplicable a todo el reino.
De este modo, se creó un sistema de contribución única y un sistema jurídico organizado en base a las Audiencias. Igualmente, se produjeron otras reformas políticas como la supresión de los Consejos (excepto el de Castilla) y el establecimiento de unas Cortes únicas, la creación de las Secretarías de Despacho como ejes gubernativos, así como las Capitánías Generales para la administración territorial o las Intendencias para el control fiscal, vigilancia y obras públicas del reino.
4. MODELOS DE REPOBLACIÓN Y SU INFLUENCIA EN LA ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD
La Reconquista fue el proceso de recuperación de los territorios musulmanes por parte de los reinos cristianos desde la batalla de Covadonga en el 722 hasta la toma de Granada (1492). Se basó en la repoblación y en la ordenación del territorio
Tras un breve periodo de repoblación libre, y de repoblación dirigida por los monarcas en la cuenca norte del Duero y Llobregat se desarrollan los sistemas de Presura y Aprisio entre los siglos VIII-X . La Repoblación concejil (Siglos XI-XIII. Zona comprendida entre los valles del Duero y Tajo) consiste en conceder poder y privilegios, reflejados en las cartas pueblas para atraer a la población a esos territorios, para desarrollar comunidades de villa y tierra que acabarán siendo ciudades (como Salamanca, Plasencia) con un dominio sobre su jurisdicción y un sistema social basado en las medianas propiedades y tierras comunales gestionadas por los concejos. Las órdenes militares (Alcántara, Calatrava, Santiago) ayudaron a los monarcas en la reconquista y repoblación de la zona comprendida entre el Tajo y Sierra Morena en S XII-XIII recibiendo amplias extensiones de tierra dedicadas a la ganadería principalmente.
La derrota Almohade en las Navas de Tolosa (1212) y la formación de los terceros reinos taifas posibilitó la conquista de extensos territorios. Tras la conquista de Córdoba a mediados del Siglo XIII se inició la Repoblación por Repartimiento en Levante, Murcia y Valle de Guadalquivir mediante donadíos y heredamientos, teniendo en cuenta la condición social, resultan grandes latifundios dominados por una minoría propietaria y explotados por un gran número de campesinos sin propiedades o jornaleros.
14. Carlos III y el despotismo ilustrado
El reinado de Carlos III (1759-1788) se caracterizará por la asunción de los principios ilustrados como fuente para el desarrollo de políticas reformistas en los aspectos políticos, económicos y sociales. Se buscará así la mejora de la situación del pueblo pero sin renunciar al modelo absolutista, fundamento de lo que se conoce como despotismo ilustrado, que pondrán en práctica diversos monarcas en el ámbito europeo. Este sistema de despotismo ilustrado, queda reflejado en la frase «todo para el pueblo pero sin el pueblo» .
Durante los primeros años de su reinado dominó la escena política el marqués de Esquilache, quien trató de impulsar reformas económicas y sociales, como prohibiciones en la vestimenta que provocarán un creciente descontento social y conducirán al Motín de Esquilache (1766), que supondrá la pérdida de influencia de los italianos en la corte y la expulsión de los jesuitas en 1767. Tras la revuelta, asumirán el protagonismo político personajes como el Conde de Aranda, Campomanes y Floridablanca, que proyectarán un amplio programa de reformas: Reforma de la educación universitaria, extensión de educación primaria e impulso de instituciones educativas y culturales, medidas emprendidas en la agricultura (tales como proyectos hídricos), industria (potencia las Reales Fábricas), comercio (mejora red de transporte), infraestructuras enfocadas en el saneamiento y apertura de Madrid . En la mayoría de los casos su impacto no tendrá el efecto deseado debido a la tradicional oposición de los grupos privilegiados a cualquier cambio.
12 Conde Duque de Olivares, rebelión de Cataluña e independencia de Portugal
El Conde Duque de Olivares será el principal valido del reinado de Felipe IV (1621-1665). Ante la excesiva carga económica y demográfica el objetivo principal de Olivares fue procurar una unificación jurídica y económica de todos los territorios. Su proyecto centralizador fue expuesto en un documento dirigido al rey en 1624, el Gran Memorial. Para repartir entre los distintos reinos y territorios los costes económicos impulsó una Uníón de Armas con el objetivo de reclutar un ejército masivo Esta medida generará un gran rechazo en los territorios periféricos, especialmente en Cataluña, que defendían sus fueros y privilegios.
En Cataluña, la situación de rechazo se acrecienta con la Guerra de los Treinta Años. A partir de 1635 se trasladan tropas para frenar a Francia, lo que generó tensiones con la población local. Finalmente, el malestar social estalló el 7 de Junio de 1640 (el llamado Corpus de Sangre), con actos violentos contra hombres del rey y la muerte del virrey. En plena rebeldía, Cataluña reconocíó al rey de Francia como su legítimo soberano. La resistencia se prolongará durante varios años hasta la definitiva rendición de Barcelona en 1652.
La crisis económica y social generalizada en Castilla y la falta de involucración portuguesa en la política hispánica llevará a la proclamación como rey portugués a Juan IV de Braganza en 1640. Pese al rechazo castellano, los conflictos territoriales (Aragón, Andalucía, Nápoles y Sicilia) dificultará hacer frente al proceso independentista portugués, que se reconocerá definitivamente en 1668.
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