13 Abr

El Pluralismo Vasco en la Restauración

A partir de 1877, la población vasca creció un 34% hasta 1900, con un aumento anual del 1.3% frente al 0.3% de España. Bizkaia experimentó una explosión demográfica, con uno de cada tres vascos viviendo en la ría de Bilbao. En la ría, localidades como Sestao y Barakaldo crecieron exponencialmente por la inmigración, que llegó a representar el 76% de la población activa. Este crecimiento trajo consigo profundos cambios culturales y la paulatina pérdida del mundo tradicional del caserío.

El pluralismo político se manifestó con fuerza, emergiendo el socialismo y el nacionalismo como las corrientes mayoritarias. Los partidos dinásticos vieron declinar su influencia, mientras que republicanos y socialistas colaboraron, destacando la figura de Indalecio Prieto en Bizkaia. Los tradicionalistas, por su parte, mantuvieron su principal bastión en el ámbito rural.

En este contexto, Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895, defendiendo la independencia de Euskadi bajo los pilares de la raza vasca, la religión católica y el euskera.

El movimiento obrero también reflejó esta diversidad, incluyendo corrientes anarquistas, comunistas y nacionalistas. El sindicato nacionalista ELA (Solidaridad de Trabajadores Vascos), fundado posteriormente, buscó aunar las enseñanzas sociales de la Iglesia con los intereses de los trabajadores vascos, oponiéndose frontalmente al socialismo, al que consideraba una ideología ajena promovida por los inmigrantes.

La Revolución Industrial Vizcaína

Desarrollo Industrial

La industrialización transformó radicalmente el País Vasco, especialmente Bizkaia, con significativos avances en siderurgia, minería, transporte y electricidad, consolidando una economía cada vez más diversificada. Tras unos inicios limitados, la adopción del convertidor Bessemer y la explotación del hierro de alta calidad de Bizkaia (bajo en fósforo) impulsaron decisivamente la siderurgia.

El proteccionismo estatal, reforzado desde 1891, fomentó la creación de un potente mercado interior, aunque como contrapartida redujo la competitividad en las exportaciones. La minería, con zonas de extracción destacadas como Triano y Ollargan, se convirtió en un pilar fundamental, abasteciendo no solo a la industria local sino también a importantes centros industriales británicos y europeos. Empresas de capital mixto, como la Orconera Iron Ore Co. Ltd. y la Société Franco-Belge des Mines de Somorrostro, lideraron la extracción a gran escala, mientras la emergente burguesía local reinvertía beneficios fundando industrias clave, como Altos Hornos de Vizcaya (resultado de la fusión en 1902).

La construcción naval se modernizó con el uso del acero y la propulsión a vapor. Familias burguesas invirtieron en astilleros que renovaron la flota mercante y participaron en la construcción de buques para la Armada. Paralelamente, crecieron el sector eléctrico y, de forma crucial, el sector financiero, con bancos como el Banco de Bilbao y el Banco de Vizcaya desempeñando un papel esencial en la financiación del desarrollo industrial.

La modernización del transporte, mediante la expansión de redes ferroviarias y la mejora de infraestructuras portuarias (especialmente el Puerto de Bilbao), fue vital. Nuevas industrias químicas, conserveras y de transformación de la madera complementaron este dinámico panorama industrial. La intensa urbanización y los flujos migratorios asociados sentaron las bases del crecimiento demográfico y económico vasco, pero también de profundas transformaciones sociales.

Transformaciones Sociales

La industrialización transformó profundamente la estructura social vasca, generando una clara división entre una poderosa burguesía, que controlaba los negocios, la banca y las industrias, y un creciente proletariado industrial y minero, que enfrentaba condiciones laborales y de vida extremadamente duras.

Este agudo contraste social alimentó tensiones y conflictos, así como fenómenos asociados a la pobreza y la desarraigo, como el abandono infantil, la prostitución y el alcoholismo. La urbanización acelerada reflejaba esta desigualdad: la burguesía residía en los nuevos y modernos ensanches (como el de Bilbao), mientras que los obreros se hacinaban en barrios marginales, a menudo insalubres y carentes de servicios básicos. Estas condiciones de vida precarias provocaron altas tasas de enfermedad y mortalidad infantil.

Ciudades como Bilbao experimentaron graves problemas de salud pública y medioambientales derivados de la contaminación industrial (humos, vertidos a la ría). Culturalmente, la industrialización trajo consigo nuevas formas de ocio popular, como el teatro, el cine y deportes como el fútbol, que en cierta medida sirvieron como elemento de cohesión social interclasista. En el plano religioso, mientras el catolicismo mantenía su fuerte arraigo en las zonas rurales, su influencia tendió a disminuir entre los obreros urbanos, más expuestos a las ideas socialistas y anarquistas. Lingüísticamente, el castellano se impuso como lengua predominante en las áreas industriales y urbanas, en parte debido a la fuerte inmigración de trabajadores castellanohablantes, lo que contribuyó al retroceso del euskera en estos ámbitos.

Condiciones de Vida Obrera en las Minas

La «casa de peones» era el miserable albergue característico de las montañas mineras, donde se amontonaban los jornaleros. (…) Aresti [personaje literario, probablemente] pensó con tristeza en las noches transcurridas en este tugurio.

Llegaban los peones fatigados de:

  • Romper los bloques arrancados por los barrenos.
  • Cargar los pedruscos en las vagonetas.
  • Arrastrarlas hasta el depósito de mena.
  • Devolverlas vacías al sitio de partida.

Después de una mala cena, a menudo compuesta por alubias y patatas con un poco de bacalao o tocino, dormían en aquel tabuco inmundo, sin quitarse más que las botas y, algunas veces, el chaquetón, conservando las ropas impregnadas de sudor o mojadas por la lluvia. El aire, estancado bajo un techo tan bajo que podía tocarse con las manos, se hacía irrespirable a las pocas horas, espesándose con el vaho de tantos cuerpos y el olor penetrante de la suciedad acumulada. Los parásitos, anidados en los pliegues de los jergones, en las junturas de la madera y en los agujeros del techo, salían de caza con la excitación del calor, ensañándose al amparo de la oscuridad en los cuerpos inánimes que dormían con el sueño embrutecedor de la fatiga extrema. En las noches tormentosas, cuando el viento silbaba colándose por resquicios y grietas, amenazando con derribar la casucha, los cuerpos vestidos y malolientes se buscaban instintivamente, ansiando calor. Los sudores se juntaban, las respiraciones se confundían, la suciedad era fraternal en la miseria compartida. (…)

La cantera a cielo abierto era el peor enemigo del obrero rebelde o reivindicativo. En las minas de galerías subterráneas, con sus peligros inherentes que exigían cierta maestría y experiencia, el personal no era fácil de sustituir; se necesitaba un cierto aprendizaje. Pero en las pródigas Encartaciones, donde el hierro formaba montañas enteras, la explotación era a cielo abierto. Sólo se necesitaba hacer saltar la piedra con explosivos, recogerla y trasladarla; cavar y romper, como en las labores agrícolas más rudas. El bracero, empujado por el hambre desde otras regiones, llegaba continuamente en grandes oleadas, dispuesto a sustituir sin esfuerzo alguno a todo aquel que abandonaba su puesto protestando contra el abuso patronal. Mientras no se cortase esta corriente continua de hombres, mientras no se estabilizase y organizase la población obrera de las Encartaciones, era extremadamente difícil que el trabajo conquistase sus derechos.

La Industrialización en Gipuzkoa

La industrialización de Gipuzkoa comenzó más tarde que la de Bizkaia, pero se desarrolló de manera más equilibrada y geográficamente dispersa, extendiéndose por prácticamente todas las comarcas. Se caracterizó por una mayor diversidad de industrias y un tamaño generalmente más pequeño de las fábricas.

Varios factores favorecieron este desarrollo:

  • La presencia de ríos caudalosos y con fuerte pendiente, que permitieron aprovechar la fuerza hidráulica (Gipuzkoa albergó la primera central hidroeléctrica de la península).
  • La existencia de bosques que proporcionaban carbón vegetal.
  • Infraestructuras como el puerto de Pasajes y el Ferrocarril del Norte.
  • Algunos yacimientos mineros de menor escala que los vizcaínos.

El capital necesario provino de diversas fuentes: la burguesía comercial y financiera de San Sebastián, empresarios franceses que invirtieron en la zona, propietarios rurales con excedentes y capitales acumulados por indianos retornados del comercio americano.

Se desarrollaron sectores industriales variados:

  • La industria textil, con importantes fábricas en Andoain, Lasarte y Bergara.
  • La siderurgia y metalurgia, con empresas emblemáticas como la Unión Cerrajera en Arrasate-Mondragón.
  • La industria papelera, concentrada principalmente en la cuenca del río Oria, con fábricas como La Esperanza.

Empresas como CAF (Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles) en Beasain y Patricio Echeverría S.A. en Legazpi se convirtieron en referentes industriales. Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la neutralidad española impulsó notablemente la industria armera (especialmente en Eibar) y la construcción naval, aunque estos sectores enfrentarían crisis importantes en la posguerra.

La dispersión espacial de la industria en Gipuzkoa contribuyó a mitigar las desigualdades territoriales y sociales observadas en Bizkaia. El mundo del caserío, aunque afectado, pervivió con más fuerza, manteniendo a muchos trabajadores industriales conectados con sus raíces y explotaciones rurales.

Marco Económico y Político

El Concierto Económico Vasco

El Concierto Económico vasco es el sistema singular que regula las relaciones tributarias y financieras entre la Administración General del Estado español y la Comunidad Autónoma del País Vasco. Permite que las instituciones vascas (Diputaciones Forales) gestionen su propio sistema tributario, recaudando la mayoría de los impuestos.

Su origen histórico se remonta al Real Decreto de 28 de febrero de 1878, promulgado poco después de la definitiva abolición de los Fueros vascos en 1876 (tras la Segunda Guerra Carlista). El Concierto ha evolucionado a través de sucesivas renovaciones y reformas.

Inicialmente, establecía unas cuotas o cupos globales que los Territorios Históricos (Álava, Bizkaia y Gipuzkoa) debían pagar anualmente al Estado por las competencias que este mantenía y los servicios generales. Durante la dictadura franquista, como represalia por su apoyo a la República, Bizkaia y Gipuzkoa fueron declaradas «provincias traidoras» y perdieron este régimen fiscal particular, que se mantuvo únicamente en Álava. Fue restaurado para los tres territorios tras la transición democrática.

La Constitución Española de 1978 (Disposición Adicional Primera) y el Estatuto de Autonomía del País Vasco de 1979 (Artículo 41) ampararon y consolidaron el Concierto Económico. Se aprobó una nueva ley del Concierto en 1981, y la actualmente vigente data de 2002, con posteriores actualizaciones quinquenales de la Ley del Cupo.

Este sistema, definido como paccionado (basado en el pacto o acuerdo mutuo entre ambas administraciones), otorga una notable autonomía normativa y de gestión fiscal al País Vasco, pero también implica que este asume el riesgo financiero unilateral de su aplicación. Las contribuciones al Estado (Cupo) se determinan mediante una metodología específica, teóricamente basada en criterios objetivos pero sujeta a negociación política.

Protesta contra el Tratado Hispano-Alemán (1893)

Fragmento del discurso de Federico Echevarría en el meeting de protesta celebrado en Bilbao el 9 de diciembre de 1893:

«No, aquí no ocurre otra cosa sino que por medio de tratados tan funestos como el hispano-alemán el proyecto [industrializador] se va a echar abajo y deshacer toda una gran labor del régimen arancelario vigente. Y semejante proceder causará una gran desventura al país, a no dudarlo; no sólo porque quedaría sentado un precedente fatal que acabaría con toda iniciativa industrial en lo futuro, sino también porque recibirían herida de muerte:

  • Tanto las fábricas implantadas en su mayoría, casi en su totalidad, al amparo actual del régimen arancelario.
  • Como las grandes reformas y ampliaciones hechas en las anteriormente instaladas.

Y la muerte de esa actividad industrial, entendedlo bien, alcanzaría a:

  • Altos Hornos en sus nuevas instalaciones de calderería y fabricación de maquinaria.
  • A la producción de acero.
  • A Talleres de Deusto en sus aceros moldeados y construcción de máquinas y material de tracción.
  • A Aurrerá en sus importantísimas fundiciones de tubos, sus manufacturas de acero.
  • A Talleres de Zorroza y a los de Miravalles en sus construcciones de puentes, vagones, edificios y calderería (…)
  • Y a otras muchas, en fin, que sería prolijo enumerar en este momento.

Y no os hablo, señores, de fábricas de proyecto de importancia extraordinaria que no me es lícito especificar ahora y cuya instalación depende de la continuación del arancel de 1892.

Para evitar tan desastrosos efectos, tan tremenda ruina que alcanzaría en iguales proporciones que a Vizcaya a otras importantísimas regiones de España, dejándose sentir su influencia en la nación toda, hemos de pedir enérgicamente al Gobierno que no se salga de lo prescrito, que no derrumbe tan atropellada y despiadadamente el actual régimen protector, y que deseche, por lo tanto, ese absurdo tratado hispano-alemán».

Fuente: Federico Echevarría, Meeting protesta contra los Tratados de Comercio celebrado en Bilbao el día 9 de Diciembre de 1893.

Deja un comentario