14 Jun

Orihuela

El periodo comprendido entre 1910 y 2010 representa para el municipio de Orihuela un cambio importante, que se refleja en sus aspectos sociales y económicos.

  • La agricultura, factor condicionante de la riqueza, ha perdido importancia frente a los sectores secundario y terciario.
  • En este proceso, el turismo ha generado una alteración en la tradicional distribución del poblamiento, originando un antagonismo actual entre el interior y la costa.
  • Esta dualidad urbana está motivada por la presencia de un colectivo de residentes extranjeros que alcanza el 42,2% de la población municipal.

El auge turístico y la repercusión en el poblamiento de Orihuela

El desarrollo focalizado en el Bajo Segura a lo largo del siglo XX ha tenido su incidencia directa en la distribución de la población de Orihuela, a pesar de haber perdido espacios costeros pioneros y con excelentes condiciones para el despegue de la actividad, dado que solo mantiene 16 km de los 40 km que tenía. No obstante, el municipio todavía conserva un importante frente marítimo que ha ido cobrando impulso a modo de urbanizaciones turístico-residenciales.

El colectivo de residentes extranjeros ha originado, en el período 1910-2010, una reestructuración en la distribución de la población oriolana.

Llama la atención que la mitad de la población reside en casas aisladas en las explotaciones rurales de la huerta, de las que un cualificado observador como Figueras Pacheco indica al describir el término Orihuela:

«A donde llegan las pródigas aguas del Segura, es una alegre campiña llena de granjas y alquerías separadas entre sí por muy cortas distancias, pues un pequeño trozo de tierra de esta fertilísima huerta es suficiente para sostener la vida de una familia de agricultores […] buena parte de la población vive diseminada por la huerta ocupando las típicas barracas. Debido a su extensión no faltan parajes desprovistos de cultivo y habitantes».

A mediados del siglo XX, el poblamiento de Orihuela experimenta una transformación sensible, dado que los caseríos y aldeas concentraban entonces el mayor número de población del municipio, mientras que la ciudad mantiene un porcentaje similar al de principio de centuria. Así, los pequeños núcleos urbanos de las pedanías rurales se benefician de los movimientos migratorios que ya empezaban a vaciar el espacio agrícola por la baja rentabilidad y pérdida de poder de atracción de estas tierras. Sin embargo, los terrenos de regadío seguían localizando un importante hábitat, aunque por esos años se asiste al inicio de la plantación de arbolado citrícola, al garantizarse el riesgo con la construcción de pantanos en la Cuenca del Segura (Canales, 1993). En 1950 ya encontramos 9 caseríos o aldeas que superan los 1000 habitantes (Las Norias, San Bartolomé…).

La agricultura seguía siendo la actividad económica dominante en Orihuela (paisaje agrícola caracterizado por el aprovechamiento de regadío y secano).

Sernet 1956: para los ciudadanos de Orihuela, sus preocupaciones eran más rurales que urbanas, dado que el mayor número de transacciones giraban en torno a la huerta.

En las últimas décadas, el secano meridional de Orihuela, próximo al litoral, ha cobrado una gran pujanza económica y demográfica debida tanto al turismo como a la implantación del regadío, lo que ha motivado la localización de población en dicha zona. A la par, se produce un cambio en los gustos de la sociedad, pues el espacio agrícola, tradicionalmente valorado como área de descanso para el disfrute de la temporada estival, va perdiendo fuerza como espacio recreativo a favor de la costa. Esto se plasma en la ciudad de Orihuela en el abandono y pérdida de interés de los antiguos establecimientos termales.

Los baños termales entraron en decadencia. Se encontraban emplazados en la ladera de la sierra, en un lugar singular por la diversidad de cultivos de huerta. La oferta termal fue considerada única por los beneficios para la salud que proporcionaban los manantiales de agua mercuriales que la abastecían y que incluso llegó a embotellarse, generando un comercio internacional. A pesar del interés suscitado, la proximidad al núcleo urbano motivó que no se construyera allí ningún hotel, pues la capacidad de alojamiento se facilitaba en la ciudad (Sansano, 1954).

Igualmente, ha desaparecido el atractivo que la huerta ejercía sobre las poblaciones del entorno. Se ha perdido así la oportunidad de recuperar el abundante patrimonio arquitectónico, fruto de la tradicional dispersión de la población y del masivo éxodo rural (Canales y Martínez). Este podría haber sido revalorizado como alojamientos extrahoteleros (casas rurales). Frente a esta modalidad, se ha optado por un urbanismo expansivo de carácter especulativo vinculado a los núcleos urbanos ya existentes y a la aparición de urbanizaciones para segundas residencias, que han originado una merma (disminución) del suelo agrícola. Este proceso se hace evidente sobre todo en la zona prelitoral. Este último ha ido cobrando cada vez mayor presencia en el municipio de Orihuela.

(Canales y Crespo 1987) El auge de la construcción asociado al turismo de masas ha continuado con otros conjuntos residenciales emplazados en el interior. Este hecho ha posicionado a Orihuela, desde entonces, en el mercado turístico inmobiliario, que ha despertado con mayor interés desde la incorporación de España a la Unión Europea (1986).

A finales de 2010 se agudiza la ruptura en el poblamiento oriolano, que frena el crecimiento alcanzado por la urbe en las últimas décadas con el éxodo rural. La irrupción de las planificadas actuaciones turístico-residenciales ha disminuido el peso demográfico de Orihuela, ante la proliferación de urbanizaciones.

C.L.A.R.O: grupo independiente fundado en junio de 2006 y constituido por ciudades residentes en el sector Orihuela-costa, se definen como «la nueva esperanza»:

«Están hartos de soportar la indiferencia que vienen sufriendo por la falta de servicios que, durante años, les viene castigando el Ayuntamiento de Orihuela», declaran que, «la población de Orihuela-costa, representa un 30% del municipio y aporta con sus impuestos un 40% a las arcas municipales, de los que revierten en la Costa un mísero e histórico 5% del presupuesto general, cantidad a todas luces insuficiente para atender las carencias y necesidades imperiosas que agobian a la población, debido a su negligente gestión.»

Reivindicaciones de C.L.A.R.O:

  • Mejora de los servicios de policía, correos, limpieza vial y zonas verdes, transporte público, sanidad, red de alcantarillado y colegios.
  • Control del creciente desarrollo urbanístico que viene sistemáticamente destruyendo el medio ambiente de la costa.
  • Propuesta como objetivo último, constituirse en Entidad Local Menor para poder elegir a sus propios representantes y, de esa forma, administrar sus propios recursos.

A lo largo del periodo analizado, la agricultura ha dejado de ser la base de la economía de Orihuela, a la vez que el espacio agrario tradicional, la huerta, ha entrado en un proceso de crisis, a pesar de los intentos dinamizadores que pretendió introducir el Estado con el Programa de Diversificación y Desarrollo Económico de Zonas Rurales a finales del siglo XX (Canales y Segrelles, 2010).

Conclusión

Finalmente, podemos destacar que el peso cultural de Orihuela, por su rico patrimonio tanto material como inmaterial, no ha estado suficientemente valorado por las distintas corporaciones municipales en las propuestas de proyección y comercialización. La apuesta cultural queda relegada a un segundo plano en la oferta turística frente a la importancia que se concede a la promoción del golf y, por ende, al modelo residencial de sol y playa. De este modo, el centro histórico oriolano no ha aparecido como el principal foco de atracción, sino como un complemento, quedando postergada la ciudad al mero excursionismo ante la importancia concedida a los beneficios obtenidos por las ventas del sector inmobiliario dedicado al turismo, que domina como producto en la estrategia de comunicación y marketing que se hace del municipio.

El legado del viaje romántico

  • Fascinación por lo étnico: curiosidad por los gitanos, cíngaros, indios…
  • La moda del orientalismo: sueño de evasión a los lugares… (japoneísmo)
  • Gusto por lo pintoresco: espectáculos circenses, de feria…
  • Contraste racial y cultural: las exposiciones y el retrato con disfraz.
  • Atracción por lo exótico: belleza y predominio del motivo erótico.
  • Descripciones de ciudades, edificios…: costumbres, fiestas, tradiciones, paisajes, etc.
  • Sala de curiosidades (Wunderkammer).

Wunderkammer

  • Nacieron en la voluntad de atesorar. Eran lugares donde se mostraba todo aquello que, por su exotismo o por su rareza, despertaba la atención de los viajeros.
  • Gracias a la curiosidad de príncipes y viajeros, al afán de descubrimiento de los científicos y a la sensibilidad de los artistas, se reunieron estas obras.
  • Las Wunderkammer reunían objetos naturales y piezas creadas por el hombre, dispuestos teatralmente para resaltar su carácter fabuloso.

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