25 Ene
Las transformaciones culturales del siglo XIX en España fueron profundas y multifacéticas, marcando un cambio significativo en las mentalidades y las estructuras sociales. Estas transformaciones se pueden analizar en tres ejes principales: la secularización de la cultura, la evolución de la educación y el desarrollo de la prensa.
Secularización de la Cultura
Durante el siglo XIX, se produjo una secularización de la cultura, un proceso de uniformización cultural que contrastaba con la diversidad económica, social y lingüística de España. La imagen romántica de la época, con castillos medievales y paisajes quijotescos, coexistía con la realidad de un campesinado analfabeto y fuertemente influenciado por el catolicismo. El costumbrismo y el historicismo impulsaron movimientos culturales de recuperación y recreación de la historia en regiones como Cataluña, País Vasco y Galicia.
Los ateneos jugaron un papel crucial en la difusión de la cultura civil liberal, sirviendo como espacios para tertulias y discusiones políticas, aunque también se enfrentaron a la tutela de la iglesia y el intervencionismo estatal. Paralelamente, se produjo un renacimiento de la cultura eclesiástica que intentaba adaptar el liberalismo al catolicismo.
Evolución de la Educación
La educación experimentó una transformación significativa. Los liberales buscaron socializar la educación y la cultura, promoviendo un sistema de enseñanza pública, universal, gratuita y libre. La Ley Moyano, promulgada durante el reinado de Isabel II, estableció la educación primaria obligatoria y gratuita, financiada por los ayuntamientos. La enseñanza secundaria quedó en manos privadas, mientras que la universitaria fue gestionada por el Estado.
A pesar de la disminución del analfabetismo, las tasas no eran homogéneas en todo el país, siendo más altas en regiones como Galicia, Levante, Canarias, Baleares y el sur de España. La creación del Ministerio de Instrucción Pública en 1900 y la profesionalización de los maestros marcaron un avance, aunque el gasto público en educación siguió siendo bajo hasta la Segunda República.
Surgieron instituciones educativas de la sociedad civil que desafiaron la ideología dominante de la iglesia. Las Casas del Pueblo y las escuelas racionalistas, como la Escuela Moderna, promovieron la coeducación y una enseñanza activa y no memorística. Las Universidades Populares buscaron llevar la cultura a grupos sociales urbanos, extendiendo la educación a centros obreros y ateneos.
La Institución Libre de Enseñanza (ILE) fue un núcleo de renovación del pensamiento filosófico, pedagógico, intelectual y científico. El Krausismo, una síntesis entre el idealismo alemán y el neokantismo, influyó en la educación, promoviendo el humanismo racionalista, laico y moralizador. La ILE impulsó la experimentación y el espíritu artístico, especializándose en la enseñanza primaria y secundaria con la fundación del Instituto-Escuela.
Desarrollo de la Prensa
La prensa del siglo XIX en España fue didáctica, utilitaria y costumbrista. Su papel en la difusión de las ideas liberales fue crucial. Las Cortes de Cádiz reconocieron la libertad de imprenta en 1810, aunque esta libertad fue interrumpida con el regreso de Fernando VII. A partir de entonces, se alternaron etapas de represión y libertad de imprenta.
Durante el Trienio Liberal, surgieron periódicos políticos revolucionarios. Tras la muerte de Fernando VII, los liberales regresaron a España, trayendo consigo las ideas románticas y nuevas formas de periodismo. Entre 1868 y 1875, se produjo una explosión informativa con la aparición de cerca de seiscientos periódicos, impulsada por la libertad de imprenta recogida en la Constitución de 1869.
Los avances tecnológicos en la imprenta permitieron ediciones más amplias y baratas, y la extensión de la lectura entre las clases bajas dio lugar al surgimiento del folletín o novela por entregas. A pesar del analfabetismo, los periódicos tuvieron una amplia difusión gracias a los gabinetes de lectura y la costumbre de leer en cafés y ateneos. La prensa femenina se desarrolló a partir de 1868, y tras el triunfo de la Gloriosa, surgieron los primeros periódicos obreros, dando lugar a la llamada prensa de masas.
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