01 Feb
La Perspectiva del Sistema-Mundo de I. Wallerstein frente al Debate sobre la Globalización como Capitalismo Neoliberal
La obra de Immanuel Wallerstein no se ha enfocado directamente en la globalización como tal, pero las temáticas que investiga están íntimamente relacionadas con este proceso. Su concepto clave es entender la globalización como un sistema-mundo, una articulación entre el sistema económico y el sistema político. Su punto de vista se centra en el hecho de que, mientras la economía se ha globalizado, la política continúa aferrada a los Estados. Describe tres tipos de sistemas sociales:
- Microsistemas: Caracterizados por una alta integración cultural, tanto política como económica.
- Imperios: Donde coexiste un centro político con una gran diversidad de identidades culturales.
- Economías-mundo: En las que el sistema económico convive con el sistema político organizado en unidades interrelacionadas pero formalmente autónomas.
La característica diferenciadora de una economía-mundo capitalista es que las decisiones económicas están orientadas hacia la propia economía-mundo, mientras que las decisiones políticas están orientadas hacia el Estado. De esta manera, lo más característico del sistema-mundo sería la contradicción entre la división internacional del trabajo y el sistema interestatal, lo que simultáneamente provoca que los Estados no sean considerados como entidades independientes, sino como partes incorporadas a este sistema. El concepto de Estado tiene que ver tanto con la soberanía hacia dentro (ciudadanos) como con los límites impuestos por los demás Estados (fuera). Wallerstein considera las estructuras sociales como los determinantes fundamentales de los procesos de larga duración, y la unidad de análisis a la que da importancia es el sistema social.
El Concepto de Imperio según A. Negri y M. Hardt
Antonio Negri y Michael Hardt realizan un análisis de la evolución del capitalismo y de los movimientos sociales a partir del pensamiento marxista. El concepto de Imperio explica una nueva forma de distribución del poder y es importante distinguirlo del imperialismo, que es un sistema centralizado y basado en el control de las fronteras. En cambio, el Imperio es un sistema descentralizado y desterritorializador de dominio que progresivamente incorpora la totalidad del terreno global dentro de sus fronteras abiertas y permite la expansión. Opera con entidades híbridas, jerarquías flexibles e intercambios plurales, y apunta de forma primordial a la generación de consenso y la disolución de conflictos, en un sistema que tiende siempre a reequilibrarse. Utilizando el ejemplo del Imperio Romano, Negri y Hardt proponen una pirámide dividida en tres partes para describir la organización del nuevo mundo global:
- En la primera capa, arriba del todo, encontramos a los EE. UU. debido a su superioridad militar, seguido de otros Estados con poder financiero y un conjunto heterogéneo de asociaciones.
- En la segunda capa, encontramos toda la red de empresas multinacionales y, subordinados a estas, a la mayoría de los Estados-Nación.
- Por último, en la base de la pirámide, encontramos a los grupos que representan los intereses populares.
La nueva forma de poder en la que se basa el Imperio es el biopoder, una forma de poder que regula la vida social desde su interior, interpretándola, absorbiéndola y rearticulándola. Se caracteriza por infiltrarse en todos los rincones de la sociedad, más allá de las instituciones, profundizando así la capacidad de control sobre los individuos. Esta nueva forma de poder se relaciona con la transformación del sistema productivo. La importancia de las nuevas tecnologías de la información (trabajo inmaterial), relacionadas con la manipulación de símbolos y emociones, hace que toda la vida del individuo se vea implicada en la producción económica. Esta nueva concepción de producción y poder lleva a los autores a defender los conceptos de explotación, ya que siempre somos participantes de la producción social por nuestros roles en la producción y reproducción de la vida. También consideran más factible que nunca el éxito de los movimientos sociales en este contexto, ya que la interdependencia mundial hace que la lucha local se convierta inmediatamente en lucha global, y las contradicciones de la explotación se amplían indefinidamente a todo el terreno social.
La Gran Recesión de 2007: Interrelación entre Cultura de Riesgo y Transformaciones Financieras
La Gran Recesión de 2007 se focalizó en diversos sectores y empeoró fatídicamente el panorama mundial. El sector que más sufrió los efectos desestabilizadores de la desregulación de los mercados a partir de los años 80 fue el sector financiero. Uno de sus indicadores fue la acumulación de crisis financieras que se produjeron en las tres últimas décadas, en contraste con la relativa calma que siguió a la Segunda Guerra Mundial y que duró hasta la década de los 70. El efecto perverso de la aplicación de las nuevas tecnologías, como es el caso de Internet, en las transacciones financieras conlleva la amenaza de las consecuencias no previstas de las nuevas tecnologías en una sociedad de riesgo. Anthony Giddens ya puntualizaba en sus textos los mercados de inversión como un medio de riesgo institucionalizado. Si ya de por sí la naturaleza de los mercados de inversión implica incertidumbre, la introducción de las modernas tecnologías de la información lo empeoraba aún más.
Saskia Sassen enfatiza en la trascendencia que tienen hoy en día tanto la interconexión Internet-mercados como su capacidad de transacciones instantáneas. A partir de la desregulación de los años 80, las instituciones financieras comenzaron a modificar en gran parte sus prácticas, contribuyendo a la alimentación de burbujas financieras y procesos especulativos. Por otro lado, las instituciones financieras comenzaron a jugar un papel cada vez más importante, asumiendo temporalmente el control de activos muy superiores a la riqueza de sus propios propietarios, con una ganancia proporcional a las fluctuaciones del mercado. En la última década, durante la creación de la burbuja financiera de la vivienda, las instituciones financieras no se limitaron solo a financiar, sino que también optaron por venderlas a otros inversores (caso de las obligaciones de deuda colateralizada, CDO).
Esta inestabilidad en el universo financiero, provocada por los factores mencionados anteriormente, entre otros como el capital impaciente, acentuó el riesgo de los mercados de inversión. Manuel Castells nos expone la nueva situación económica como una nueva economía, con un fundamento cultural basado en la cultura de la innovación, la cultura del riesgo, la cultura de las expectativas y de la esperanza en el futuro. Este conjunto de culturas en una nueva economía ha llevado al sistema económico mundial a una farsa en donde unos pocos se han beneficiado mientras que el resto (la gran mayoría poblacional) sufrían los efectos negativos:
- La desregulación y la globalización del mercado financiero proporcionaron grandes ganancias a los inversores, con el beneficio añadido de que eran ganancias a corto plazo, pero que presentaban asimetría y solamente unos pocos podían beneficiarse de estas.
- La creencia de que las nuevas tecnologías mejorarían las condiciones del control del riesgo, incluso poner punto y final a los ciclos económicos, se concentró en manipular los riesgos económicos en riesgos primarios.
- El riesgo moral y transferido llevó a los individuos y a las instituciones a desafiar peligros que, en otra situación, habrían requerido más precauciones.
- El hecho de que las crisis financieras de las últimas décadas tuvieran un carácter patriarcal añadió, paradójicamente, un elemento de confianza en el control del riesgo (creencia de tener las crisis dominadas).
- La afirmación, a partir de los 80, del paradigma liberal económico lleva implícita la idea de que los mercados tienden al equilibrio, ignorando por completo la gran burbuja inmobiliaria de tan gran magnitud.
El Debate sobre el Empleo en la Globalización: Declive de la Sociedad Asalariada
En el debate sobre el empleo en la globalización, encontramos diferentes posiciones sobre el declive de la sociedad asalariada:
La Perspectiva de J. Rifkin
En primer lugar, encontramos la posición del economista norteamericano Jeremy Rifkin. Según él, los efectos de la Tercera Revolución Industrial, la automatización de los procesos productivos combinados con las nuevas formas de gestión capitalista, amenazan con volver a llevar a miles de trabajadores al paro y conducirnos a un mundo sin trabajadores. Su argumentación se basa en la fallida del cuestionado círculo vicioso muy conocido en la economía clásica: la ley según la cual la oferta crea su propia demanda (según este principio, el progreso técnico crea ganancias de productividad que provocan un descenso de los costes de producción y, por tanto, disminuyen los precios mientras se sostiene la demanda de los consumidores). Aparte de que estas previsiones no se están realizando, con la incorporación de las nuevas tecnologías las empresas invierten antes de contratar a nuevos trabajadores, haciendo que aumente la brecha entre los beneficiarios de las ganancias de productividad y la mayoría de los asalariados del sector industrial. Este efecto empeora en relación con la debilitación de los sindicatos y la organización del trabajo de tipo japonés, que permite una producción más ligera y de mejor calidad con menos puestos de trabajo.
La Propuesta de A. Gorz
Por otro lado, André Gorz propone un nuevo papel para el trabajo en la sociedad del futuro, renunciando a la utopía industrialista. Propone una amplia reducción del tiempo de trabajo, pero junto a ello otra filosofía de vida colectiva que suponga la creación de un ingreso universal de ciudadanía. El capital ha perdido sus raíces nacionales, el trabajo asalariado tradicional se hace más escaso y entonces aparece el trabajo precario y el autoempleo, donde los individuos aceptan trabajar a cualquier precio y en condiciones inaceptables. Este autor, a diferencia de Rifkin, ve en estas condiciones extremas una ocasión para romper con la sociedad del trabajo que atraviesa una profunda crisis. Sin embargo, su análisis se centra exclusivamente en el trabajo asalariado sin cualificación y sometido a un trabajo indigno.
La Visión de D. Meda
Dominique Meda nos dice que el trabajo sigue un camino en el cual deja de ser el valor central en el imaginario de Occidente, entrando en un proceso de desencantamiento. Esta autora considera que la vida en comunidad es acción y no producción, y que el trabajo no es el único fundamento de los lazos sociales. Invoca la necesidad de reinventar la política, dejando atrás el pensamiento liberal y entrando en formas de actividad alternativas y socialmente deseables. Se opone a los teóricos que anuncian el final del trabajo asalariado proponiendo recrear el trabajo en otros espacios distintos a la esfera mercantil. Argumenta la necesidad de cambiar el razonamiento, rompiendo con la idea de que el trabajo es el único medio para afrontar las necesidades económicas. Propone una revolución del tiempo libre, estructurado a partir de la pluriactividad, con el fin de crear una sociedad en la que la política prevalezca sobre la economía.
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