12 Dic

Asesinato de Carrero y Gobierno de Arias (Entre el Continuismo y el Aperturismo)

En 1972, el General Franco, con 80 años, deja la Presidencia del Gobierno al Almirante Luis Carrero Blanco, quien es asesinado por ETA a finales de 1973. Los terroristas de ETA trataron de atentar contra él, pero, convencidos de lo imposible, apuntaron hacia su mano derecha. A la muerte de Carrero, Torcuato Fernández Miranda, Presidente del Consejo del Reino, accedió a la Presidencia en funciones. Este tenía aspiraciones de permanecer en el cargo, y Franco tenía su propio candidato para la sustitución del Presidente: su amigo personal, el Almirante Nieto Antúnez. Pero vínculos familiares del Jefe del Estado, concretamente su esposa, Carmen Polo, consiguieron imponer a su candidato, que no era otro que el Ministro de la Gobernación, precisamente responsable de la seguridad, Carlos Arias Navarro.

Arias formó un gobierno que sólo parecía ofrecer pura continuidad, pero en el pleno de las Cortes celebrado el 12 de febrero surgió la sorpresa. Arias comenzó reivindicando cierta autonomía con respecto a la Jefatura del Estado, haciendo, así mismo, ciertas alusiones a la libertad de prensa. Esto fue suficiente para abrir una puerta a la esperanza. Estos nuevos aires empezaron a conocerse en los medios periodísticos como «el espíritu del 12 de febrero«. Se debían a la inspiración de dos miembros del Gobierno, del ala moderadamente reformista, como fueron Antonio Carro y Pío Cabanillas, y desde los artículos periodísticos de Gabriel Cisneros, empezaron a denominarlo «apertura«.

Pero dicha apertura fue contestada por los ultras del régimen, encabezados por Girón de Velasco, director del periódico ultraconservador «Arriba», por el General Iniesta Cano, ex-director general de la Guardia Civil, y por el «ideólogo» Blas Piñar. El 2 de marzo de 1974, la campaña de imagen que había desarrollado Pío Cabanillas en toda Europa para convencer a las democracias occidentales de las bondades del «aperturismo», se vino abajo. Esa mañana se supo que en España se habían ejecutado a Salvador Puig Antich, acusado de la muerte de un policía, y Heinz Chez, polaco condenado por el asesinato de un guardia civil. Los dos fueron ejecutados por el método tradicional en España: el «garrote vil«.

En marzo de 1974, Franco entró en un grave conflicto con la Iglesia. El Gobierno de Arias Navarro se empeñó en expulsar de España a Antonio Añoveros, Obispo de Bilbao, por una homilía que, a juicio de los franquistas, atacaba la unidad nacional. La jerarquía eclesiástica amenazó con excomulgar a todos los políticos responsables. Arias quiso incluso romper relaciones diplomáticas con el Vaticano. Añoveros no fue expulsado, pero su sentido común le hizo «desaparecer» por algún tiempo.

El 9 de julio de 1974, Franco cayó enfermo y fue hospitalizado. Cediendo a los deseos de Franco, el Príncipe Juan Carlos aceptó hacerse cargo de la Jefatura del Estado en funciones, durante la cual, Franco no dejó de mandar. En octubre de 1974 murió la «apertura», que en un ingenuo ambiente de euforia había anunciado el presidente Arias. En aquel mes, el ministro Pío Cabanillas, que había llevado en el Ministerio de Información una política acorde con los propósitos liberadores anunciados, fue cesado. Inmediatamente el Ministro de Hacienda, Barrera de Irimo, presentó la dimisión, y poco después se desataba una cadena de renuncias como nunca se había visto hasta entonces en el franquismo.

Contexto Internacional

En primavera de 1974 cayeron las últimas dictaduras de corte ultraconservadora. En Portugal, un golpe militar de izquierdistas, y en Grecia, otro golpe militar favorable a la democracia. Además, la negativa de la CEE a admitir a España como socio. La situación internacional se complica en el 75 por una campaña internacional contra el régimen tras la ejecución de cinco terroristas. El 22 de agosto se aprueba una ley antiterrorismo más dura. 15 países retiran a sus embajadores y se suceden manifestaciones y ataques a las embajadas.

Abandono del Sáhara

Aprovechando que Franco agonizaba, Hassan II de Marruecos planteó por la fuerza la reclamación del Sáhara. España no supo o no pudo reaccionar en ese momento. El Gobierno de Arias acabó rindiéndose a la evidencia y traicionando todas las promesas hechas a los saharauis. El Príncipe Juan Carlos trató de mantener la moral del ejército ante un combate que se presumía inevitable. Los EEUU dieron instrucciones para que los preparativos logísticos de la marcha se llevaran de tal forma que no fueran conocidos por los servicios de información españoles. La «Marcha Verde» consistió en que más de trescientos mil marroquíes, hombres, mujeres y niños desarmados, en camiones confiscados por el ejército, se adentraron en territorio saharaui. Desde los campamentos de Tarfaya esperaban la orden del monarca para entrar en territorio español. Las primeras avanzadillas cruzaron la línea fronteriza y se presentaron ante las alambradas y campos de minas sembrados por los españoles. Era una guerra imposible para España, la retirada fue la única solución viable. Además de los problemas políticos por los que atravesaba España, el ejército español tenía grandes dificultades para enfrentarse al enemigo marroquí. Por ejemplo, los carros de combate no disponían de autonomía suficiente y no estaban refrigerados, lo que hacía insoportable su manejo en el desierto. Además, la munición del ejército era escasa. Juan Carlos supo estar a la altura de las circunstancias, demostró que era decidido y valiente. El 3 de noviembre, sin anuncios previos, acudió al Sáhara para visitar y acompañar a las tropas presentes en aquel territorio, amenazadas por la acción a mitad camino entre lo civil y lo militar de Hassan II. Las tropas marroquíes penetraron en el Sáhara por otra zona a la de la marcha verde. El 9 de noviembre, Hassan II considera alcanzado el objetivo y manda a la gente que se retire. El 14, España firma un acuerdo en el que traspasa la mayoría de territorios a Marruecos y un tercio a Mauritania. El 12 de enero de 1976, las tropas españolas se retiran. El Frente Polisario proclama la República Árabe Saharaui Democrática.

La Muerte de Franco

El 1 de octubre de 1975, Franco hace una de sus últimas apariciones en público, pronunciando un breve discurso. Decenas de miles de personas convocadas para respaldar al régimen. Ese día empeora su salud. El 14 tiene un infarto, y a finales de mes tiene una hemorragia en el estómago y peritonitis. El búnker intenta prolongar su vida para prolongar el mandato del presidente de las Cortes y el Consejo del Reino para así controlar las Cortes. También querían que los últimos acontecimientos forzaran la dimisión de Arias. Finalmente, Franco activa el artículo 11 de la LOE. El príncipe de España se negó a aceptar un nombramiento interino. Así recibió Juan Carlos de Borbón los poderes de jefe de Estado. El 20 de noviembre, Franco muere.

Transición de la Dictadura a la Democracia (1975-1977): Proclamación de Juan Carlos I como Rey de España

Tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, el 22 de noviembre tiene lugar una sesión conjunta de las Cortes españolas y el Consejo del Reino para recibir juramento y proclamar Rey de España a su alteza real Juan Carlos I. Dirigió su primer mensaje a los españoles haciéndose eco de la situación de emoción y esperanza, expresando su agradecimiento y respeto a Franco y con palabras de gratitud a su padre. Insinuó un talante abierto y dispuesto a una reforma limitada de las estructuras del régimen. El rey decide mantener a Arias Navarro como presidente del Gobierno, y el día 3 de diciembre de 1975, Torcuato Fernández Miranda es nombrado presidente de las Cortes y del Consejo del Reino a instancias del Rey.

El Proyecto de Reforma de Ley (Limitada Fraga – Arias)

El nuevo gobierno de Arias Navarro reunía a varias personalidades que habían mantenido un espíritu reformista, y en abierta contradicción con los sectores del régimen: Fraga, Areiza, Antonio Garrigues, Alfonso Osorio, Suárez. Las primeras propuestas de reforma no partieron de Arias, sino de estos ministros que se habían destacado desde hacía muchos años por sus ideas reformistas. Su gobierno comienza una gestión de liberalizar las estructuras autoritarias del estado con el propósito de intentar mantener en pie todo el ámbito institucional anterior, sometiéndolo a determinados retoques modernizadores, sobre todo en lo que afecta a la cuestión de participación política. Garrigues defendió el proyecto de otorgar al Rey y al gobierno plenos poderes con objeto de convocar elecciones para cortes constituyentes. Su propuesta implicaba un completo olvido de la legalidad franquista. Fraga, por su parte, se mostró desde los primeros momentos partidario de la reforma gradual de una serie de leyes fundamentales, con objeto de convocar elecciones para una cámara elegida por sufragio universal, que luego se encargaría de determinar el alcance de las demás reformas. El primer problema suscitado por el plan de Fraga consistía en determinar qué organismo debía preparar las nuevas leyes de reunión, de asociación y de cortes que modifican la legalidad vigente. En primer momento, se pensó en una comisión nombrada por el Rey, pero finalmente Arias aceptó la indicación de Adolfo Suárez de resucitar la comisión mixta gobierno consejo nacional. En los primeros días de mayo de 1976, el gobierno envió a las cortes sus proyectos de lo que se llamó Reforma Constitucional, que comprendían un proyecto le ley de sucesión a la corona y otro de reformas de la ley constitucional de cortes y de la ley orgánica del estado. Mientras estos proyectos pasaban por la discusión del consejo nacional, Manuel Fraga presentaba en las cortes los proyectos de ley de reunión y de asociación que exigían, a su vez, la reforma de los artículos 172 y 173 del CP que tipificaban como asociaciones ilícitas los partidos políticos.

Movilizaciones por la Democracia: La Izquierda en la Calle

La actividad de la oposición se multiplica. Los sindicatos ilegales multiplican el número de huelgas y manifestaciones en proximidades de centros industriales. El objetivo era provocar la caída del gobierno y la formación de un gobierno provisional que de paso a un cambio de régimen. El gobierno solo usa el empleo de fuerzas de seguridad para contener las manifestaciones. Aunque eran ilegales, en ocasiones se permitieron, dando instrucciones a las fuerzas del orden para no intervenir salvo caso necesario. Las situaciones de violencia se dieron sobre todo cuando los mandos policiales dieron orden de disolver las concentraciones. En enero, una fallida huelga general afecta a varios sectores en Madrid, Asturias, Cataluña y País Vasco. Las movilizaciones desgastaron al gobierno y mostraron la incapacidad de la izquierda para imponer una ruptura del ordenamiento legal. PCE y PSOE se unieron en Coordinación y Democracia el 27 de marzo de 1976, tratando de forzar una negociación con el gobierno. Arias se niega a mantener el contacto con la oposición, y la Zarzuela establece un contacto con la semioposición, enviando emisarios para tomar el pulso a fuerzas de la izquierda. Fraga, mientras, conversa con el PSOE. Finalmente, el Rey hace un cambio en la presidencia del Gobierno, destacando como factores: la incapacidad de Arias; la necesidad de contar con un presidente de Gobierno que favorezca la aceptación de reformas por las Cortes; el peligro de la tensión entre poder político y oposición; y las críticas de los distintos gobiernos europeos. La monarquía propiciará un cambio de gobierno y la convocatoria de unas elecciones a las que pudieran concurrir distintas fuerzas políticas. En julio de 1976, conduce a la reforma política, dirigido por Adolfo Suárez desde la presidencia del Gobierno, adaptándose a las circunstancias cambiantes.

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