25 Feb

Unidades y Niveles Lingüísticos

La unidad clave de una lengua es la palabra. Aunque cuando hablamos no separamos las palabras, si conocemos una lengua, somos capaces de identificarlas y advertir cómo están formadas, qué significan y qué lugar ocupan en estructuras mayores, las cuales, a su vez, tienen su propio significado. De cada uno de esos aspectos se ocupa una parte de la lingüística.

Por tanto, los morfemas son las unidades con las que se forman las palabras, los grupos sintácticos son unidades compuestas por palabras, y las oraciones están constituidas por grupos sintácticos.

En la escritura, las palabras se identifican gracias al espacio entre ellas, pero en el habla las pausas naturales no separan palabras sino grupos de palabras, permitiendo cierta variación: Estas vacaciones / voy a viajar / a un país lejano.

Todas estas unidades tienen, como vemos, forma o significante, por un lado, y significado, por otro. Pero por debajo de los morfemas, que son las unidades mínimas con significado y significante, se encuentran las sílabas y los sonidos, que carecen de significado por sí mismos, pero que sirven para distinguir significados y crear palabras nuevas.

Tanto las sílabas como los sonidos pertenecen al plano fónico de las lenguas. Se llama fonema a la unidad fónica o sonido que sirve para distinguir significados. Así, por ejemplo, si se compara rosa, rota y ropa se llega a la conclusión de que, en español, /s/, /t/ y /p/ son fonemas, pues estas tres palabras, que se distinguen gracias a estos sonidos, se refieren a realidades diferentes.

A veces, los sonidos recuerdan a la realidad, bien por imitación, bien por evocación a sensaciones o ideas. Tal es el caso de la «i» y la «o» que se usan respectivamente en los diminutivos y en los aumentativos (casita / casona).

Las sílabas son combinaciones de sonidos que siguen unas reglas determinadas en cada lengua. Por ejemplo, las lenguas de la Península no permiten comenzar una sílaba con el grupo sp-, sc- o st-, por lo que se suele colocar una vocal inicial «e-» para apoyarse en la pronunciación cuando se hablan lenguas extranjeras que presentan esta combinación, o para adaptar los préstamos (espagueti).

Las oraciones obtienen su significado de la suma de los significados de las palabras, pero también de las relaciones que hay entre ellas (con las mismas palabras podemos formar Alfredo vio a Luisa y Luisa vio a Alfredo, que remiten a cosas diferentes). Por eso, se puede distinguir entre la semántica léxica, que estudia el significado de las palabras, y la semántica oracional.

Unidades Morfológicas

Decimos que la lengua es un sistema porque las unidades que en él existen siguen unas reglas determinadas de combinación y se pueden descubrir mediante comparación y contraste.

Aplicando esto al plano morfológico, es posible identificar las unidades básicas de la morfología comparando palabras entre sí: cuando se repita una misma forma asociada al mismo significado, identificaremos un morfema.

Dependiendo del tipo de significado que aporte o la función que realice cada una de estas unidades, estableceremos su tipo.

La base léxica es aquella unidad a partir de la que se deriva otra (libro, frente a libr-). Coincide con la raíz cuando la palabra es aguda o acaba en consonante (sol, café). Todas las palabras que comparten una raíz léxica forman una familia.

Hay que tener en cuenta, en este proceso, que puede haber ligeras variaciones (como i-, im-, in- en ilógico, inútil, imposible) y que es necesario que haya una recurrencia para localizar un morfema (no es posible identificar el morfema -in en inundar porque no incluye el sentido de negación).

Por ejemplo, la raíz de los verbos como mentir o soñar presenta dos formas:

  • Con diptongo, cuando recae sobre ella el acento de intensidad (sueño, sueñas, sueña, sueñan).
  • Sin diptongo, átona (soñamos, soñáis).

Las lenguas donde los morfemas son fácilmente separables porque no se fusionan se llaman aglutinantes. A este tipo pertenecen el turco y el euskera, entre otras.

Los morfemas flexivos aportan información propia de cada categoría gramatical, como el tiempo en el verbo o el género en el adjetivo.

Dependiendo de la colocación con respecto a la raíz, los afijos reciben el nombre de:

  • Prefijos: se colocan delante y resultan ser siempre derivativos: descalificar, antiarrugas.
  • Sufijos: se colocan detrás y pueden ser derivativos o flexivos. En ocasiones, los sufijos están reforzados por sonidos que se insertan delante de ellos y que reciben el nombre de interfijos: sol-ec-ito.

La división de morfemas en una palabra no es fácil, pues a veces se fusionan entre sí. Esto pasa en español y en la mayoría de las lenguas romances, como, por ejemplo, en la é de canté, amé.

Deja un comentario