17 Mar

La Monarquía y la Unión Dinástica

A mediados del siglo XV, la Península Ibérica estaba formada por cuatro reinos cristianos (Castilla, Corona de Aragón, Portugal y Navarra) y uno musulmán (Granada). Castilla, por su población, su mayor extensión territorial y riqueza, ocupaba una posición clave entre los reinos peninsulares. Esto explica las rivalidades y la intervención de los reinos de Aragón, Portugal y también de Francia e Inglaterra en los asuntos internos de Castilla, cuyo punto de partida iba a ser el problema de la sucesión.

Castilla atravesó una gravísima crisis durante el reinado de Enrique IV. Un ambicioso sector de la aristocracia castellana, que pretendía mantener e incluso acrecentar sus riquezas y sus posiciones de privilegio, se enfrentó a un poder real débil, representado por Enrique IV. Aunque en 1462 había nacido de su segundo matrimonio la princesa Juana, estos sectores nobiliarios extendieron el rumor de su ilegitimidad atribuyendo su paternidad al noble Beltrán de la Cueva, de ahí su apodo de Juana la Beltraneja.

Las presiones de la aristocracia provocaron que la herencia pasara a su hermanastro, el infante Alfonso. Incluso llegaron a destronar simbólicamente al rey en la “farsa de Ávila”. Pero la muerte de Alfonso llevó a Isabel, hermanastra de Enrique IV, a reclamar los derechos a la sucesión al trono. En el mismo año, Isabel llegó a un acuerdo por el que, a cambio de reconocer la legítima autoridad de Enrique IV, éste la declaraba como primera heredera y sucesora: el Pacto de los Toros de Guisando.

Proclamada heredera, una de las cuestiones fundamentales pasaba a ser su matrimonio. La candidatura de Fernando -hijo del rey Juan II de Aragón- fue tomada por ambas partes como una victoria. Aunque esa elección no contó con la aprobación del rey Enrique de Castilla, el matrimonio se celebró en secreto en 1469. Juana, por su parte, se había comprometido con un príncipe portugués. Los bandos se habían formado.

A la muerte de Enrique IV en 1474, la situación en Castilla era muy confusa, con aires de guerra entre los partidarios de Juana, la presunta hija del monarca, y los de su hermana Isabel. La transmisión de poderes se realizó en Segovia a favor de Isabel. Don Fernando, que contaba entonces 22 años pero ya había tenido experiencias de gobierno como rey de Sicilia y regente de Aragón, acudió de inmediato desde Aragón, firmándose la Concordia de Segovia.

La Concordia de Segovia estipulaba los principios de la unión personal de ambas Coronas: en los documentos reales, Castilla precedería a Aragón, y Fernando a Isabel; cada reino mantendría la administración de sus propias rentas, y la concesión de mercedes y oficios se reservaba a cada monarca en sus reinos. La unión personal tuvo plenos efectos a partir de 1479, cuando, tras la muerte de Juan II, Fernando accedió al trono aragonés.

Castilla atravesó una guerra civil, tras la batalla de Toro y la Paz de Alcaçovas con Portugal (1479), terminó esa fase de enfrentamientos. Los reyes, en cada una de las dos Coronas, se titulaban con la enumeración de todos sus reinos, con un sentido de comunidad, manteniéndose en cada uno de ellos sus propias leyes e instituciones.

Ampliación de los Dominios Peninsulares

Conquista de Granada

El impulso de unificación de los Reyes Católicos muestra una clara voluntad en el caso de la Guerra de Granada. Terminadas las disputas internas castellanas y el enfrentamiento con Portugal, y aprovechando la inestabilidad política granadina, era la ocasión de iniciar una campaña que terminara con el poder político musulmán en la Península.

Tras una primera fase de tanteo, las discordias y rebeliones entre los granadinos precipitarán el desenlace. En 1480, los Reyes Católicos reciben la concesión de Cruzada por el Papa para llevar a cabo la conquista de Granada, y dos años después se inició el conflicto. Entre 1484 y 1487 cayó todo el frente occidental del Reino nazarí, tras la toma de Alora (1487). En los dos años siguientes comenzó a derrumbarse el flanco occidental: Mojácar, Baza, Guadix y Almería, y alcanzaron la Vega granadina (1490-91).

El enfrentamiento civil entre el Zagal y Boabdil se extendió a la propia ciudad de Granada que, asediada, terminó capitulando en enero de 1492. Boabdil se retira, según lo acordado, al señorío de la Alpujarra granadina, y se pone fin a más de setecientos años de presencia musulmana en la península Ibérica.

Anexión de Navarra

A la muerte de Juan II de Aragón, padre de Fernando, el Reino pasó primero a la familia de los Foix y luego a la de los Albret. Con el pretexto de que una alianza secreta entre los Albret y Francia suponía una amenaza de invasión para Castilla, Fernando envió en julio de 1512 a Navarra un ejército castellano. El país fue ocupado sin dificultad, y Fernando obtuvo de la Santa Sede el reconocimiento de sus derechos soberanos.

La incorporación de Navarra supuso redondear los reinos de la Monarquía, pero también ventajas en la defensa de las fronteras con Francia. Políticamente, el reino de Navarra mantuvo sus propias costumbres, instituciones -Cortes y Diputación entre ellas-, moneda…

Como podía esperarse por su pasada asociación con la dinastía aragonesa, Navarra sería anexionada a la Corona de Aragón, pero Fernando decidió en 1515 su definitiva incorporación a la Corona de Castilla, formalizada en las Cortes de Burgos de ese año.

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