03 Abr

En el seno de una familia judía:

En Nazaret, la familia lo era todo: Fuera de la familia, el individuo queda sin protección ni seguridad. Solo en la familia encuentra su verdadera identidad. Se extendía a todo el clan familiar, agrupado bajo una autoridad patriarcal y formado por todos los que se hallaban vinculados en algún grado por parentesco de sangre o por matrimonio. Dentro de esta «familia extensa» se establecían estrechos lazos de carácter social y religioso.

Negociaban los nuevos matrimonios asegurando los bienes de la familia y su reputación. Con frecuencia, las aldeas se iban formando a partir de estos grupos familiares unidos por parentesco.

Jesús tiene cuatro hermanos que se llaman Santiago, José, Judas y Simón, y también algunas hermanas a las que dejan sin nombrar, por la poca importancia que se le daba a la mujer.

Abandonar la familia era muy grave. Significaba perder la vinculación con el grupo protector y con el pueblo. El individuo debía buscar otra «familia» o grupo. Por eso, dejar la familia de origen era una decisión extraña y arriesgada. El buscaba una «familia» que abarcara a todos los hombres y mujeres dispuestos a hacer la voluntad de Dios12, La ruptura con su familia marcó su vida de profeta itinerante.

Había dos aspectos en primer lugar, la autoridad patriarcal, que lo dominaba todo; la autoridad del padre era absoluta; todos le debían obediencia v lealtad. Él negociaba los matrimonios y decidía el destino de las hijas.


Entre gente del campo:

En las ciudades llamaban a los habitantes de las aldeas rurales ‘am ha-’arets, expresión que literalmente significa «gente del campo», ¿pero que se utilizaba en sentido peyorativo para calificar a gentes rudas e ignorantes?

«¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Esta es la impresión que se tenía del pueblo de Jesús y de sus habitantes. La vida en Nazaret era dura.

El hambre era una amenaza real en tiempos de sequía severa o después de una mala cosecha.

Las familias hacían todo lo posible para alimentarse de los productos de sus tierras sin tener que depender de otros. La alimentación de los campesinos era escasa. Constaba principalmente de pan, aceitunas y vino.

Dos eran las grandes preocupaciones de estos campesinos: la subsistencia y el honor.

En Nazaret apenas circulaba el dinero. Más bien se intercambiaban productos o se pagaba con una ayuda temporal en el campo, prestando animales para trabajar la tierra u otros servicios parecidos.


Ambiente religioso:

La vida religiosa no giraba en torno al templo y a sus sacrificios. A Nazaret no llegaban los grandes maestros de la ley. Eran los mismos vecinos quienes se ocupaban de alimentar su fe en el seno del hogar y en las reuniones religiosas de los sábados.

Los vecinos de Nazaret, como todos los judíos de su tiempo, confesaban dos veces al día su fe en un solo Dios. Creador del mundo y salvador de Israel. En un hogar judío era lo primero que se nacía por la mañana y lo último por la noche.

Los judíos vivían orgullosos de contar con la Torá. Yahvé mismo había regalado a su pueblo la ley donde se le revelaba lo que debía cumplir para responder fielmente a su Dios. Nadie la discutía.

Sus padres le iban enseñando además los preceptos rituales y las costumbres sociales y familiares que la ley prescribía. La Torá lo impregnaba todo.

Los sábados, Nazaret se transformaba. Nadie madrugaba. Los hombres no salían al campo. Las mujeres no cocían el pan. Todo trabajo quedaba interrumpido. El sábado era un día de descanso para la familia entera.

El descanso absoluto de todos, el encuentro tranquilo con los familiares y vecinos, y la reunión en la sinagoga permitía a todo el pueblo vivir una experiencia renovadora El sábado era vivido como un «respiro» querido por Dios, que, después de crear los cielos y la tierra, él mismo descansó.


Vida de trabajador:

La gente de pueblos tan pequeños como Nazaret no tenía medios para el aprendizaje ni libros en sus casas. Solo las clases dirigentes, la aristocracia de Jerusalén, los escribas profesionales o los «monjes».

Jesús ciertamente no asistió a ninguna escuela de escribas ni fue discípulo de ningún maestro de la ley. Fue sencillamente un vecino sabio e inteligente que escuchaba con atención y guardaba en su memoria las palabras sagradas, oraciones y salmos que más quería.

Lo que ciertamente aprendió Jesús en Nazaret fue un oficio para ganarse la vida. No fue un campesino dedicado a las tareas del campo, aunque en más de una ocasión echaría una mano a los suyos, sobre todo en el tiempo de recoger las cosechas.


Sin esposa ni hijos:

El pueblo judío tenía una visión positiva y gozosa del sexo y del matrimonio, difícil de encontrar en otras culturas.

Jesús vivió una vida sin esposa ni hijos, lo cual fue considerado extraño y desconcertante por sus contemporáneos. A pesar de la importancia que se le daba al matrimonio y la descendencia en la sociedad judía, Jesús decidió renunciar a ello por su pasión por el reino de Dios y su misión de anunciar la Buena Nueva. Su celibato no estaba motivado por un ideal ascético, rechazo a la mujer o llamado divino, sino porque no quería que nada ni nadie lo distraiga de su dedicación al servicio de Dios y a los más necesitados. Aunque no tenía una familia propia, Jesús demostró ternura, amistad y amor hacia los demás, especialmente los niños y las mujeres. Su renuncia al matrimonio no fue un desprecio al sexo o a la familia, sino una elección para poder entregar su amor de manera universal y sin condiciones. Solo el celibato nacido de la pasión por Dios y por los más desfavorecidos sería comprensible para Jesús.

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